Por Pepe (Praesepe) Guerrero.
Miembro activo de la Sociedad Astronómica de Aguascalientes, A. C.
¿Cuántas veces nos hemos extasiado al admirar una noche estrellada sin luna y un cielo limpio? Muchas veces. Ocurre que cuando levantamos la vista para engolosinarnos ante tan bello espectáculo visual, resulta abrumador ver tantas y diferentes estrellas que pueblan el Universo.
Algunas veces nos preguntamos el nombre y la historia que lleva tal o cual estrella que vemos y surge en nosotros el deseo de aprender más y ¿por qué no? de cultivar la afición astronómica de observación.
Aunque llegará el momento en que será necesario, es un error pensar que desde el principio se requiere de un telescopio para adentrarnos a explorar el universo y contemplar sus maravillas. Especialmente sería un error si desconocemos del todo en donde estamos ubicados al momento de la observación.
Además no sabemos adonde apuntar y si aún así lo hacemos y disfrutamos al verlas, pero al final reconocemos que no sabemos como se llama y en qué constelación está ubicada una determinada estrella.
Si bien es cierto que muchos de nosotros recordamos nuestras viejas clases de Geografía de primaria, secundaria y bachillerato en los temas del Universo, vagamente surge el recuerdo de algunos nombres de constelaciones y estrellas que las identifican. También la sabiduría popular las menciona aunque sin mucho conocimiento de causa.
Para salir de esa situación, les comento que sólo hay que realizar tres pasos básicos en la observación astronómica de aficionados. Primero, desarrollar la visión de campo visual en la identificación de objetos celestes; el segundo es la utilización de binoculares y el tercero es el uso de telescopio de aficionado. Como podrán darse cuenta, hay una relación consecutiva ojo-binocular-telescopio y viceversa. Entraré en detalle de cada uno de los pasos mencionados.
El primer paso consiste en desarrollar nuestra visión de campo visual en la identificación de objetos celestes y en este paso utilizamos nuestros ojos, la observación celeste a simple vista.
Parece sencillo, pero requiere que practiquemos y habituemos a nuestros ojos (y a nuestro cuerpo) a ver en la penumbra nocturna. Una vez que entendemos el proceso fisiológico visual y corporal de adaptación nocturna, podremos auxiliarnos con mapas celestes, y una linterna de mano con luz roja, que nos ayudarán a identificar y orientarnos a simple vista para conocer las constelaciones junto con sus estrellas principales.
Lo ideal sería observar el cielo en un lugar alejado de la ciudad, pero podemos aprovechar la desventaja de la contaminación lumínica citadina nocturna para convertirla en una ventaja, porque sólo se distinguen las estrellas de mayor brillo y que casualmente son las que conforman las constelaciones en general.
