Fudivarri
EL ESTADO ES TU PEOR ENEMIGO.
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En este diario acrático, hay activistas que llevan doce años desviando el foco de la responsabilidad de las élites nacionales, agrupadas en torno al Estado, hacia otras élites globalistas que se supone que tienen la culpa de todo (y sí, de hecho existen, son poderosísimas, y tienen su propia agenda; pero carecen del poder coercitivo necesario para ejecutar sus planes). ¿Y qué dicen esos activistas del Estado? Que éste no es responsable de todos sus crímenes porque es simplemente una maquinaria bien construida, pero mal gobernada. O porque, más simplemente aún, rizos rizando, que el Estado ni siquiera existe. ¿Y cómo va a ser culpable algo que no existe?
Pues no es cierta ninguna de las dos cosas. El Estado existe y es plenamente responsable de sus acciones y omisiones, pues lo financia el pueblo para hacer otras tareas que no hace. Como dispone de la maquinaria legal en su irreal separación de poderes, se exonera descaradamente a sí mismo de toda responsabilidad. Y a seguir delinquiendo sin mesura.
Ésta es la realidad que cualquiera puede ver:
El Estado existe. El Estado es una estafa. La idea de que es un ente imprescindible es falsa (¿largos debates sobre invasiones de pueblos vecinos al canto?). La creencia de que es un ente recomendable es falsa. El estado proviene del blanqueamiento legal del bandidaje y del crimen organizado, es su esencia desde siempre, desde sus orígenes. Y sigue siéndolo. Jamás hay nobleza en sus acciones. Jamás la razón está de su parte en sus enfrentamientos con el pueblo. Por supuesto, los activistas que menciono (sí, en plural, no es solo uno) se han empeñado doce años en decir lo contrario. Activistas de dos tipos: Los reformistas democráticos tribunos trevijanistas y los simplemente fascistas (el Estado es el pueblo). Puede que haya un tercer tipo de activistas pro-estado, pero no reconozco ninguno que actúe en este blog.
El Estado no puede reformarse, porque es un ente exclusivamente criminal, parasitario y genocida. La Historia está preñada de muestras. Sospechemos siempre de los personajes que lo rescatan del basurero de la historia. Son activistas del Estado al que defienden. Activistas que pontifican que el Estado es reformable o los que dicen que el Estado no existe (negacionismo que se estampa contra la evidencia impositiva, coercitiva, carcelaria, propagandística, mentirosa y genocida). ¿Quién impuso a porrazos policiales la gran reclusión en España? El Estado. Ni Rothschild ni Schwab pueden hacer otra cosa que corromper gobiernos y formar líderes para que actúen como ellos desean. Sin Estado, esos personajes mafiosos no serían nada, ni siquiera pagando ejércitos privados*. Y no serían nada porque de valor intrínseco nulo es la moneda con la que corrompen. El valor de toda moneda fiat lo otorga el que el Estado consiente en cobrar sus impuestos en esa moneda. Sin Estado no hay más moneda que el trabajo y el mercado comarcal. Si acaso, el oro y otros metales imperecederos.
Cualquiera con dos neuronas conectadas entiende, por lo menos, que los estados existirán mientras la Mafia Jázara supuestamente omnipotente no encuentre la manera de hacerse obedecer sin su mediación. Las banderillas dopadas con grafeno (que esos dos tipos de activistas también ningunean, claro) han sido su más osado intento: manipular directamente los cerebros**. Pero no podía salirles bien, a pesar de los cientos de billones invertidos a cambio del suicidio económico de los estados. Billones creados de la nada según la liturgia de la magia babilónica. Billones que, por cierto, han provocado esta gran inflación que ahora comienza.
Contra esa inflación desmesurada, némesis de la Mafia financiera, Jazaria solo dispone de dos herramientas. La más eficiente históricamente es la guerra. La de Ucrania se extenderá a toda Europa, pues hace falta mucha destrucción para absorber tanto dinero mal creado. La segunda es el bloqueo de cuentas bancarias privadas, es decir, el robo del excedente monetario a los ahorradores. Y para imponer cualquiera de ambas medidas, la Mafia Jázara necesita a los estados y sus maquinarias genocidas.
Por lo tanto, derribar al Estado (cada pueblo al suyo propio) es la única manera de ganarse la libertad. Después, derribar las monedas fiat. ¿Cómo? Muy evidentemente, aunque no sea un camino de rosas: Sin más limitaciones que las recomendadas por La Boètie, no obedeciendo al Estado y no utilizando su moneda. Si así se hace, será el fin del Estado (de los estados) y el fin de la Mafia Jázara que de ellos depende.
Por supuesto, contra este alegato tan claro se escribirán miles y miles de palabras y circunloquios más o menos evidentemente estatalistas, pero sonarán, con alguna excepción, como siempre han sonado: falsos.
Sin acritud. Salud y acracia.
FÉLIX UDIVARRI
* Un globo dominado por la Mafia Jázara a base de ejércitos privados no sería viable económicamente. Aunque resulte obvio, señalaré su defecto más importante: El número de efectivos sería inmenso (aunque fueran mucho más eficaces que la suma de soldados de todas las naciones del planeta). Las soldadas de millones de efectivos ociosos, que habrían de ser inmensas para impedir que los mercenarios se volvieran contra sus amos, (millones de soldados que no aportarían ninguna clase de producción). La inflación sería imparable. Y la inflación es el némesis de la Mafia financiera. A los pueblos no puede dominárseles permanentemente por la fuerza. Es necesario el engaño continuo, el caos informativo internacional. Imposible un mundo en el que los amos fueran perfectamente identificados, solo protegidos por ejércitos de mercenarios. Muy pronto, el Jefe de esos ejércitos mercenarios mandaría ejecutar a todos los amos y se erigiría en Rey del Mundo.
** No puede haber razones políticas por encima de las científicas para abordar la situación sanitaria en la que se ha demostrado evidente el envenenamiento intencionado de la población por parte del Estado, a través de su ministerio de Sanidad, y con la connivencia de la Alta Inspección Farmacéutica. Nadie quiere saber nada del contenido de los viales de las banderillas. Nadie te cuenta que todos los estados, incluyendo el español, firmaron un protocolo con las Big Pharma, la EMA y la OMS por el cual se conformaban a no conocer el contenido de los viales de los inyectables durante los próximos 50 años, al tiempo que exoneraba a los fabricantes de toda responsabilidad civil o penal.
Pero como es el propio Estado el que tiene que juzgarlos, ya podemos despedirnos de la Justicia. Visto lo cual, sólo queda la acción ciudadana.
Efectivamente, ciudadanos particulares recogieron viales de banderillas y los mandaron analizar por técnicos competentes. Porque la ciudadanía no ha firmado ningún protocolao con esos asesinos. Y en vista de los resultados del Informe Campra, en el que se demuestra el envenenamiento organizado con óxido de grafeno, también la población tendrá que hacer justicia por su cuenta. Está en su derecho, que es el de la defensa de la propia vida.
No cabe ya la menor duda de que el Estado sigue los dictados de una entidad o grupo de entidades anónimas, desconocidas para el pueblo, no democráticas, que le imparten ódenes a través de la OMS, de entidades privadas como el Foro Económico Mundial, Bilderberg o la Trilateral y de personalidades comprometidas con el mundialismo.
Nuestras investigaciones nos han llevado a responsabilizar de la planificación y organización de este genocidio contra la humanidad entera al Sanedrín de los 300, pertenecientes todos a la más alta Masonería, la B’nai B’rit. ¿Es el sino de los judíos albergar entre sus millones de bienintencionados creyentes a los peores especímenes que ha dado la humanidad? Parece que sí..