Lo de Podemos fue una de las experiencias más frustrantes de mi vida profesional"
A diferencia de la Física o la Química, Juan Torres argumenta que la economía no ha sido capaz de descubrir una sola ley que se dé en la actividad económica de forma irrefutable
Por
Marta García Aller
31/10/2021 - 19:05 Actualizado: 31/10/2021 - 19:34
Pide en su libro Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada, algo que dice que los economistas no suelen tener: modestia. “Si los economistas pudieran lograr que se los considerara personas humildes y competentes, al mismo nivel que los dentistas, sería espléndido”. La cita es de Keynes y Torres la incluye al final de su 'Econofakes' (Deusto, 2021) como corolario de la crítica a la disciplina que lleva casi 40 años enseñando. E insiste: “La economía no es una ciencia y está plagada de falsedades que se presentan como leyes y no lo son”.
A diferencia de la Física o la Química, que descubren y formulan leyes impepinables, como la de la gravedad o la termodinámica, Torres argumenta que la economía no ha sido capaz de descubrir una sola ley que se dé en la actividad económica de forma irrefutable. Reivindica los matices. El catedrático de la Universidad de Sevilla crítica en su libro diez postulados que, pese a presentarse en algunos manuales universitarios y no pocos artículos revestidos con un rigor científico indiscutible, "chocan frontalmente con la realidad".
Afirma, por ejemplo, que es mentira que bajar los impuestos beneficie a todos o que el sistema público de pensiones no sea viable. Hace cuatro años ya incluyó estas ideas en 'Economía para no dejarse engañar por los economistas' (Deusto), pero al ser aquel un libro de más de 400 páginas, pensó que “era necesario algo más fácil de leer” y lo ha dejado en la mitad.
Juan Torres dice que huye de las etiquetas, pero no oculta que es un economista de izquierdas. No se considera una persona de partido, sino un catedrático independiente. En 2014, participó en el borrador del programa económico de Podemos, que presentó junto a Pablo Iglesias, episodio del que no tiene inconveniente en afirmar que guarda muy mal recuerdo. En esta entrevista explica por qué.
PREGUNTA. Ha escrito un libro contra contra eso que llama “la economía dominante de nuestro tiempo” y con ello se refiere a los postulados liberales. Sin embargo, muchos economistas liberales suelen defender a su vez que la ideología dominante es la socialdemocracia y reivindican que son ellos los que van contracorriente de eso que llaman “pensamiento único”. ¿Por qué está convencido de que la economía dominante esconde las tesis liberales?
RESPUESTA. Se ha impuesto un ‘remake’ del liberalismo del siglo XIX más o menos actualizado con unas ideas que parece que resuelven cualquier problema, como bajar impuestos o privatizar como respuesta para todo. Es la idea de que el Estado es malo, que mejor que el Estado no gaste. Y lo que se está logrando con esto es lo contrario de lo que se promete. Es obvio que frenar la inversión pública es una barbaridad, las empresas también la necesitan. Fomentar un capitalismo rentista es despilfarrador e inútil y tiene el poder de corromper.
El liberalismo "es una ideología que solo sirve para justificar lo que interesa justificar, que es la concentración del poder y el capital"
En realidad, el liberalismo en el sentido doctrinal no se ha aplicado en ningún lugar del mundo. Es una ideología que solo sirve para justificar lo que interesa justificar, que es la concentración del poder y el capital en pocas manos. No vale decir que los mercados tienen que ser flexibles, pero luego no promover la competencia, ni el gasto público productivo, ni promover un paso atrás del estado. Los gobiernos de los políticos que se consideran más liberales luego acaban siendo profundamente intervencionistas. El liberalismo es imposible que pueda funcionar porque se basa en una idea de mercados de competencia perfecta.
Si mañana gobernaran los más ultraliberales que hay en España no podrían llevar a la práctica lo que proponen. Esa destrucción del Estado que proponen levantaría a las empresas en armas, porque no va a haber beneficio privado sin colaboración e inversión pública. Hacen formulaciones ideológicas que no son ciertas ni se pueden aplicar en la vida real.
P. ¿No son las tesis del socialismo y el comunismo igualmente inaplicables?
R. No me gusta hablar de etiquetas, sino de propuestas concretas. Marx decía: "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades". Como formulación abstracta nos llevaría a un debate metafísico. La etiqueta ideológica me parece lo de menos. Tendríamos más fácil llegar a un acuerdo si hablamos de propuestas. Afirmar que para crear empleo hay que bajar los salarios es una falsedad. La misma falsedad es decir que subir los salarios crea empleo.
En los últimos años me ha preocupado mucho la deriva ideológica de la economía, que en las últimas décadas se ha reforzado. Hay muchas afirmaciones sin fundamento empírico en el momento en que más necesitada está la sociedad de soluciones prácticas. Llevamos décadas en las que se comprueba que hay mandamientos de la política económica que cuando llegan los problemas no los resuelven. La experiencia demuestra que cuando hay un empecinamiento en la visión ideológica de la economía se agravan los problemas.
P. En su libro empieza hablando de la posverdad y las noticias falsas. ¿Hay mentiras en los manuales de Economía que se enseñan en las facultades?
R. Muchas. Hay afirmaciones en los manuales de Samuelson y de Mankiw, algunos de los más vendidos en todo el mundo, que son falsas. En esos manuales se explica, por ejemplo, que el precio se obtiene agregando las ofertas y demandas individuales. Eso es matemáticamente imposible y hace 50 años que se demostró.
P. ¿La ley de la oferta y la demanda es falsa?
R. Es falso que sea una ley. En los manuales se hace la típica tijera de oferta y demanda y está demostrado matemáticamente que en el mundo real no funciona. Una ley ha de establecer una verdad universal que se cumple en todo momento. Y las ‘leyes’ de la oferta y la demanda se cumplen si, y solo si, se mantiene constante cualquier otro factor de los que inevitablemente influyen en la oferta y la demanda de bienes y servicios (costes de las empresas, renta de los consumidores, precios de otros bienes…).
Y eso es algo que es imposible que ocurra en la realidad, salvo en algún caso excepcional y milagroso. Esa curva perfecta de oferta y demanda que aparece en los manuales no se da en el mundo real porque no se dan las situaciones de interdependencia.
P. Dice en su libro que la banca cuenta muchas mentiras en los informes que cala a la opinión pública. ¿Cuáles son esas mentiras?
R. La banca ha estado financiando informes que han fallado constantemente en sus predicciones. En una empresa dejaría de contratar ingenieros a los que se le caen los puentes, pero a los economistas que fallan en sus predicciones se les sigue contratando para que sigan prediciendo el supuesto colapso del sistema público de pensiones. ¿Por qué? Porque los bancos están interesados en que la gente suscriba planes de ahorro privado en los bancos.
P. ¿Cree entonces que el sistema público de pensiones sí es viable tal y como está diseñado?
R. Digo que es una mentira afirmar que el envejecimiento de la población produce la insostenibilidad de las pensiones. Quien diga eso está mintiendo. La sostenibilidad del sistema público de pensiones basado en el reparto depende de otros factores adicionales como la productividad, el volumen de empleo, la masa salarial, las decisiones políticas… Otra cosa es que se pueda discutir qué tendría que ocurrir para que se pueda financiar un sistema público de pensiones.
"Sabemos lo que no hay que hacer: seguir concentrando el 92% de ingresos en el 1% de la población más rica"
Ninguna predicción de población acierta ni siquiera a cinco años vista. No sabemos ni la población que va a haber ni mucho menos el PIB en 2040 tal y como está cambiando el mundo. Así que no me digan que saben lo que va a pasar justo en el caso de las pensiones. Los investigadores no somos capaces de hacer predicciones económicas acertadas. Lo que sí sabemos es que si dentro de unos años, si no se dan determinadas condiciones, no podremos financiar ni las pensiones ni el resto de servicios públicos. O puede también que tengamos una mayor innovación y productividad gracias a los robots que permitan multiplicar el PIB.
P. ¿Entonces como no se puede predecir lo que va a pasar hay que esperar a ver qué pasa con las pensiones? ¿No es eso lo que dice que espera el liberalismo del mercado, que lo arregle todo?
R. Sabemos lo que no hay que hacer: seguir concentrando el 92% de ingresos en el 1% de la población más rica. Para que en el futuro haya posibilidad de que se mantenga el sistema público de pensiones necesitamos inversión pública, necesitamos políticas que incrementen la innovación, generen empleo y generen incentivo para que se genere riqueza…
P. Dice que hay mentiras en los manuales de economía, en los medios, en los informes de los bancos… ¿Y en los programas electorales no hay muchas mentiras? ¿No es prometer cosas imposibles de cumplir otra forma de mentir a los ciudadanos?
R. La mentira es no respetar la verdad. Otra cosa es hacer promesas que no se pueden cumplir. Te puedo decir que te voy a regalar un Porsche y si no lo hago habré incumplido mi palabra. Mentir es otra cosa, es decirte que te he hecho una tras*ferencia para que te compres un Porsche y no haberla hecho. Ninguna de las dos cosas está bien, pero son distintas. Tienen un mismo remedio: la rendición de cuentas. Y en este país hay poca rendición de cuentas. Debería haber sanción tanto a las mentiras como a las promesas irresponsables. No se sanciona la falta de coherencia.
Creo que una sociedad moderna debería tener más anticuerpos ante la mentira. Se puede comprobar si un medio de comunicación ha mentido y se debería sancionar. Y también en el caso de los representantes políticos. Igual que un médico no puede mentir y se puede sancionar a quien no respeta un código deontológico, igual debería ocurrir en la política. La sociedad debe reaccionar más ante la mentira, que es un mal desgraciadamente cada vez más extendido.
"El problema que tiene la economía es que la mayoría de las posiciones no se pueden contrastar y por su naturaleza no son científicas"
A diferencia de la Física o la Química, Juan Torres argumenta que la economía no ha sido capaz de descubrir una sola ley que se dé en la actividad económica de forma irrefutable
Por
Marta García Aller
31/10/2021 - 19:05 Actualizado: 31/10/2021 - 19:34
Pide en su libro Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada, algo que dice que los economistas no suelen tener: modestia. “Si los economistas pudieran lograr que se los considerara personas humildes y competentes, al mismo nivel que los dentistas, sería espléndido”. La cita es de Keynes y Torres la incluye al final de su 'Econofakes' (Deusto, 2021) como corolario de la crítica a la disciplina que lleva casi 40 años enseñando. E insiste: “La economía no es una ciencia y está plagada de falsedades que se presentan como leyes y no lo son”.
A diferencia de la Física o la Química, que descubren y formulan leyes impepinables, como la de la gravedad o la termodinámica, Torres argumenta que la economía no ha sido capaz de descubrir una sola ley que se dé en la actividad económica de forma irrefutable. Reivindica los matices. El catedrático de la Universidad de Sevilla crítica en su libro diez postulados que, pese a presentarse en algunos manuales universitarios y no pocos artículos revestidos con un rigor científico indiscutible, "chocan frontalmente con la realidad".
Afirma, por ejemplo, que es mentira que bajar los impuestos beneficie a todos o que el sistema público de pensiones no sea viable. Hace cuatro años ya incluyó estas ideas en 'Economía para no dejarse engañar por los economistas' (Deusto), pero al ser aquel un libro de más de 400 páginas, pensó que “era necesario algo más fácil de leer” y lo ha dejado en la mitad.
Juan Torres dice que huye de las etiquetas, pero no oculta que es un economista de izquierdas. No se considera una persona de partido, sino un catedrático independiente. En 2014, participó en el borrador del programa económico de Podemos, que presentó junto a Pablo Iglesias, episodio del que no tiene inconveniente en afirmar que guarda muy mal recuerdo. En esta entrevista explica por qué.
PREGUNTA. Ha escrito un libro contra contra eso que llama “la economía dominante de nuestro tiempo” y con ello se refiere a los postulados liberales. Sin embargo, muchos economistas liberales suelen defender a su vez que la ideología dominante es la socialdemocracia y reivindican que son ellos los que van contracorriente de eso que llaman “pensamiento único”. ¿Por qué está convencido de que la economía dominante esconde las tesis liberales?
RESPUESTA. Se ha impuesto un ‘remake’ del liberalismo del siglo XIX más o menos actualizado con unas ideas que parece que resuelven cualquier problema, como bajar impuestos o privatizar como respuesta para todo. Es la idea de que el Estado es malo, que mejor que el Estado no gaste. Y lo que se está logrando con esto es lo contrario de lo que se promete. Es obvio que frenar la inversión pública es una barbaridad, las empresas también la necesitan. Fomentar un capitalismo rentista es despilfarrador e inútil y tiene el poder de corromper.
El liberalismo "es una ideología que solo sirve para justificar lo que interesa justificar, que es la concentración del poder y el capital"
En realidad, el liberalismo en el sentido doctrinal no se ha aplicado en ningún lugar del mundo. Es una ideología que solo sirve para justificar lo que interesa justificar, que es la concentración del poder y el capital en pocas manos. No vale decir que los mercados tienen que ser flexibles, pero luego no promover la competencia, ni el gasto público productivo, ni promover un paso atrás del estado. Los gobiernos de los políticos que se consideran más liberales luego acaban siendo profundamente intervencionistas. El liberalismo es imposible que pueda funcionar porque se basa en una idea de mercados de competencia perfecta.
Si mañana gobernaran los más ultraliberales que hay en España no podrían llevar a la práctica lo que proponen. Esa destrucción del Estado que proponen levantaría a las empresas en armas, porque no va a haber beneficio privado sin colaboración e inversión pública. Hacen formulaciones ideológicas que no son ciertas ni se pueden aplicar en la vida real.
P. ¿No son las tesis del socialismo y el comunismo igualmente inaplicables?
R. No me gusta hablar de etiquetas, sino de propuestas concretas. Marx decía: "De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades". Como formulación abstracta nos llevaría a un debate metafísico. La etiqueta ideológica me parece lo de menos. Tendríamos más fácil llegar a un acuerdo si hablamos de propuestas. Afirmar que para crear empleo hay que bajar los salarios es una falsedad. La misma falsedad es decir que subir los salarios crea empleo.
En los últimos años me ha preocupado mucho la deriva ideológica de la economía, que en las últimas décadas se ha reforzado. Hay muchas afirmaciones sin fundamento empírico en el momento en que más necesitada está la sociedad de soluciones prácticas. Llevamos décadas en las que se comprueba que hay mandamientos de la política económica que cuando llegan los problemas no los resuelven. La experiencia demuestra que cuando hay un empecinamiento en la visión ideológica de la economía se agravan los problemas.
P. En su libro empieza hablando de la posverdad y las noticias falsas. ¿Hay mentiras en los manuales de Economía que se enseñan en las facultades?
R. Muchas. Hay afirmaciones en los manuales de Samuelson y de Mankiw, algunos de los más vendidos en todo el mundo, que son falsas. En esos manuales se explica, por ejemplo, que el precio se obtiene agregando las ofertas y demandas individuales. Eso es matemáticamente imposible y hace 50 años que se demostró.
P. ¿La ley de la oferta y la demanda es falsa?
R. Es falso que sea una ley. En los manuales se hace la típica tijera de oferta y demanda y está demostrado matemáticamente que en el mundo real no funciona. Una ley ha de establecer una verdad universal que se cumple en todo momento. Y las ‘leyes’ de la oferta y la demanda se cumplen si, y solo si, se mantiene constante cualquier otro factor de los que inevitablemente influyen en la oferta y la demanda de bienes y servicios (costes de las empresas, renta de los consumidores, precios de otros bienes…).
Y eso es algo que es imposible que ocurra en la realidad, salvo en algún caso excepcional y milagroso. Esa curva perfecta de oferta y demanda que aparece en los manuales no se da en el mundo real porque no se dan las situaciones de interdependencia.
P. Dice en su libro que la banca cuenta muchas mentiras en los informes que cala a la opinión pública. ¿Cuáles son esas mentiras?
R. La banca ha estado financiando informes que han fallado constantemente en sus predicciones. En una empresa dejaría de contratar ingenieros a los que se le caen los puentes, pero a los economistas que fallan en sus predicciones se les sigue contratando para que sigan prediciendo el supuesto colapso del sistema público de pensiones. ¿Por qué? Porque los bancos están interesados en que la gente suscriba planes de ahorro privado en los bancos.
P. ¿Cree entonces que el sistema público de pensiones sí es viable tal y como está diseñado?
R. Digo que es una mentira afirmar que el envejecimiento de la población produce la insostenibilidad de las pensiones. Quien diga eso está mintiendo. La sostenibilidad del sistema público de pensiones basado en el reparto depende de otros factores adicionales como la productividad, el volumen de empleo, la masa salarial, las decisiones políticas… Otra cosa es que se pueda discutir qué tendría que ocurrir para que se pueda financiar un sistema público de pensiones.
"Sabemos lo que no hay que hacer: seguir concentrando el 92% de ingresos en el 1% de la población más rica"
Ninguna predicción de población acierta ni siquiera a cinco años vista. No sabemos ni la población que va a haber ni mucho menos el PIB en 2040 tal y como está cambiando el mundo. Así que no me digan que saben lo que va a pasar justo en el caso de las pensiones. Los investigadores no somos capaces de hacer predicciones económicas acertadas. Lo que sí sabemos es que si dentro de unos años, si no se dan determinadas condiciones, no podremos financiar ni las pensiones ni el resto de servicios públicos. O puede también que tengamos una mayor innovación y productividad gracias a los robots que permitan multiplicar el PIB.
P. ¿Entonces como no se puede predecir lo que va a pasar hay que esperar a ver qué pasa con las pensiones? ¿No es eso lo que dice que espera el liberalismo del mercado, que lo arregle todo?
R. Sabemos lo que no hay que hacer: seguir concentrando el 92% de ingresos en el 1% de la población más rica. Para que en el futuro haya posibilidad de que se mantenga el sistema público de pensiones necesitamos inversión pública, necesitamos políticas que incrementen la innovación, generen empleo y generen incentivo para que se genere riqueza…
P. Dice que hay mentiras en los manuales de economía, en los medios, en los informes de los bancos… ¿Y en los programas electorales no hay muchas mentiras? ¿No es prometer cosas imposibles de cumplir otra forma de mentir a los ciudadanos?
R. La mentira es no respetar la verdad. Otra cosa es hacer promesas que no se pueden cumplir. Te puedo decir que te voy a regalar un Porsche y si no lo hago habré incumplido mi palabra. Mentir es otra cosa, es decirte que te he hecho una tras*ferencia para que te compres un Porsche y no haberla hecho. Ninguna de las dos cosas está bien, pero son distintas. Tienen un mismo remedio: la rendición de cuentas. Y en este país hay poca rendición de cuentas. Debería haber sanción tanto a las mentiras como a las promesas irresponsables. No se sanciona la falta de coherencia.
Creo que una sociedad moderna debería tener más anticuerpos ante la mentira. Se puede comprobar si un medio de comunicación ha mentido y se debería sancionar. Y también en el caso de los representantes políticos. Igual que un médico no puede mentir y se puede sancionar a quien no respeta un código deontológico, igual debería ocurrir en la política. La sociedad debe reaccionar más ante la mentira, que es un mal desgraciadamente cada vez más extendido.
"El problema que tiene la economía es que la mayoría de las posiciones no se pueden contrastar y por su naturaleza no son científicas"