Renegato
Felis silvestris catus
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GASTRONOMÍA
La última provocación culinaria en Madrid: los gofres de Chueca
En La Pollería solo se venden ‘pollofres’, dulces con forma de miembro viril y tamaño XXL
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Pedro Bauerbaun (izquierda) con uno de sus trabajadores en La Pollería, en Chueca, donde ofrecen gofres con forma de penes. En vídeo, así son los 'pollofres'. P.L. | EPV
PABLO LEÓN
Madrid 11 DIC 2019 - 21:33 CET
“Buenas tardes, vengo a por una platano”. Suena mal, pero eso es lo único que venden en La Pollería (Barbieri, 23; de 16.00 a 23.00): gofres con forma de miembro viril y de tamaño extragrande. “Los llamamos pollofres”, cuenta Pedro Bauerbaum, tinerfeño de 24 años que inauguró su negocio en un pequeño local de Chueca hace solo una semana. “La acogida ha sido increíble”, relata, “se ha hecho viral muy rápido, sobre todo en redes sociales: en Instagram, en menos de 24 horas conseguimos 1.000 seguidores”. Ahora ya rozan los 4.000.
Escaparate del nuevo local de gofres de Chueca. P. L.
“Ha sido muy locura”, agrega Bauerbaum, que explica que el local no está terminado: “Los rótulos están en camino”. Las paredes lucen desnudas —a excepción de un neón con forma de plátano— y ningún cartel anuncia el negocio, pero la gente se arremolina en la puerta. Un pequeño expositor muestra seis pollofres con diferentes recubrimientos: chocolate neցro, blanco… “¿Qué topping te pongo?", pregunta Bauerbaum a una cliente (cada gofre cuesta 3,8 euros más 0,50 céntimos por la cobertura). “El que más se vende es el blanco: a la gente le gusta el hiperrealismo”, agrega sin poder reprimir una carcajada. “Entonces pónmelo blanco", responde Cintia Pérez, de 39 años. “Lo vi en redes y no pude resistir la curiosidad”, continúa. Va acompañada de una amiga y tras ella, esperan otros tres clientes.
Según cuenta, la provocación no motivó a Bauerbaum a inaugurar su particular pollería. “Regento una heladería y con la llegada del invierno estaba pensando en diversificar el negocio”, explica, “decidí servir también gofres”. “Pedí a la fábrica china a la que encargo las wafflereas [los moldes para hacer los gofres] el catálogo y me pasaron uno en el que había de todo: ositos, peces, flores… Todo tipo de formas”, rememora. Cuando llegó a la página 19, no pudo evitar sorprenderse: “¡jorobar con los chinos!”, pensó el canario al descubrir dulces y sensuales propuestas.
Clientes en el local en el corazón de Chueca. P. L.
“Se me quedó en la cabeza y pensé que si producían esos moldes sería porque los venderían en algún sitio. Para mí, solo había dos lugares en los que encajasen: en el Barrio Rojo de Ámsterdam o en Chueca”, continúa.
Bauerbaum no tiene constancia de que haya habido más peticiones de sus moldes. Él encargó las herramientas, buscó un local en el barrio madrileño, lo reformó —“una obra pequeña que hemos hecho en dos semanas”— e inauguró el pasado 3 de diciembre. “¿Por qué elegí platanos? Pues… no sé, la verdad”, contesta. “Porque te encantan”, le interrumpe entre risas el único trabajador que tiene contratado en la tienda. A los clientes parece que también les gustan: en poco más de 15 minutos, los dos polleros han servido una decena de gofres.
ampliar fotoCaramelos con guiños sensuales de La Pollería. P. L.
“El tamaño importa, pero esto es muy grande para comérselo en la calle”, comenta un chico a sus amigos. Todos ríen. Todos se quedan dentro del local para acabar su dulce. “¿Y no vais a hacer shishis?", pregunta una pareja de chicas jóvenes. “Si nos va bien, nos ponemos con los shishis”, asegura Bauerbaum, “siempre que los chinos puedan hacer los moldes”.
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Pedro Bauerbaun (izquierda) con uno de sus trabajadores en La Pollería, en Chueca, donde ofrecen gofres con forma de penes. En vídeo, así son los 'pollofres'. P.L. | EPV
PABLO LEÓN
Madrid 11 DIC 2019 - 21:33 CET
“Buenas tardes, vengo a por una platano”. Suena mal, pero eso es lo único que venden en La Pollería (Barbieri, 23; de 16.00 a 23.00): gofres con forma de miembro viril y de tamaño extragrande. “Los llamamos pollofres”, cuenta Pedro Bauerbaum, tinerfeño de 24 años que inauguró su negocio en un pequeño local de Chueca hace solo una semana. “La acogida ha sido increíble”, relata, “se ha hecho viral muy rápido, sobre todo en redes sociales: en Instagram, en menos de 24 horas conseguimos 1.000 seguidores”. Ahora ya rozan los 4.000.
“Ha sido muy locura”, agrega Bauerbaum, que explica que el local no está terminado: “Los rótulos están en camino”. Las paredes lucen desnudas —a excepción de un neón con forma de plátano— y ningún cartel anuncia el negocio, pero la gente se arremolina en la puerta. Un pequeño expositor muestra seis pollofres con diferentes recubrimientos: chocolate neցro, blanco… “¿Qué topping te pongo?", pregunta Bauerbaum a una cliente (cada gofre cuesta 3,8 euros más 0,50 céntimos por la cobertura). “El que más se vende es el blanco: a la gente le gusta el hiperrealismo”, agrega sin poder reprimir una carcajada. “Entonces pónmelo blanco", responde Cintia Pérez, de 39 años. “Lo vi en redes y no pude resistir la curiosidad”, continúa. Va acompañada de una amiga y tras ella, esperan otros tres clientes.
Según cuenta, la provocación no motivó a Bauerbaum a inaugurar su particular pollería. “Regento una heladería y con la llegada del invierno estaba pensando en diversificar el negocio”, explica, “decidí servir también gofres”. “Pedí a la fábrica china a la que encargo las wafflereas [los moldes para hacer los gofres] el catálogo y me pasaron uno en el que había de todo: ositos, peces, flores… Todo tipo de formas”, rememora. Cuando llegó a la página 19, no pudo evitar sorprenderse: “¡jorobar con los chinos!”, pensó el canario al descubrir dulces y sensuales propuestas.
“Se me quedó en la cabeza y pensé que si producían esos moldes sería porque los venderían en algún sitio. Para mí, solo había dos lugares en los que encajasen: en el Barrio Rojo de Ámsterdam o en Chueca”, continúa.
Bauerbaum no tiene constancia de que haya habido más peticiones de sus moldes. Él encargó las herramientas, buscó un local en el barrio madrileño, lo reformó —“una obra pequeña que hemos hecho en dos semanas”— e inauguró el pasado 3 de diciembre. “¿Por qué elegí platanos? Pues… no sé, la verdad”, contesta. “Porque te encantan”, le interrumpe entre risas el único trabajador que tiene contratado en la tienda. A los clientes parece que también les gustan: en poco más de 15 minutos, los dos polleros han servido una decena de gofres.
ampliar fotoCaramelos con guiños sensuales de La Pollería. P. L.
“El tamaño importa, pero esto es muy grande para comérselo en la calle”, comenta un chico a sus amigos. Todos ríen. Todos se quedan dentro del local para acabar su dulce. “¿Y no vais a hacer shishis?", pregunta una pareja de chicas jóvenes. “Si nos va bien, nos ponemos con los shishis”, asegura Bauerbaum, “siempre que los chinos puedan hacer los moldes”.