2PIA
Himbersor
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- 23 Mar 2024
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En el viaje del duelo, como en todos los viajes, hay muchos pasos. Algunos de los discípulos, más desarrollados espiritualmente, recorren este camino con pleno conocimiento de sus poderes y llevan el mensaje del dolor a la gente sin sufrir ellos mismos los golpes de los que vienen como heraldos, y traen en sus manos la rama de olivo de la paz. Tales discípulos, tras*mitiendo su mensaje a los que encuentran, les llevan paz y fuerza no sólo para despertar y quitar su ceguera, sino también para salir a una nueva vida, habiendo aprendido a vencer amando.
Sus hermanos que están en los escalones más bajos en el trabajo no saben por sí mismos que están caminando por la senda del dolor. Se dan cuenta de que su cercanía a la gente, su amor, su amistad están destruyendo el bienestar de las personas. A través de un gran sufrimiento aprenden a superar su miedo a llevar el mensaje del dolor a la gente. Su talento les ayuda a abrirse paso de un modo u otro hacia el verdadero conocimiento, se encuentran con el Maestro y entonces comienza para ellos el camino de la Luz. Su conciencia se libera hasta el final, la calma llega a su conciencia agitada, y el discípulo del dolor sigue su camino con facilidad. Ha comprendido, aceptado y bendecido todas sus circunstancias que antes consideraba trágicas. Gracias a la plena realización de que no existe ningún segmento de vida en forma de encarnación determinada, sino sólo la Eternidad, vertida en el presente ahora como forma de encarnación, el discípulo ve todos sus encuentros sólo como viajeros de la eternidad.
Situándose en el reloj de la eternidad, el discípulo del camino del dolor comienza a percibir todas las penas de las formas temporales como alegría, comprendiendo que todo el sentido de los caminos externos del hombre y de su día actual es alcanzar la liberación espiritual lo antes posible, desprenderse del velo amortiguador de percibir la vida sólo como una forma terrenal y comenzar a actuar como una conciencia viva de dos mundos.
Sus hermanos que están en los escalones más bajos en el trabajo no saben por sí mismos que están caminando por la senda del dolor. Se dan cuenta de que su cercanía a la gente, su amor, su amistad están destruyendo el bienestar de las personas. A través de un gran sufrimiento aprenden a superar su miedo a llevar el mensaje del dolor a la gente. Su talento les ayuda a abrirse paso de un modo u otro hacia el verdadero conocimiento, se encuentran con el Maestro y entonces comienza para ellos el camino de la Luz. Su conciencia se libera hasta el final, la calma llega a su conciencia agitada, y el discípulo del dolor sigue su camino con facilidad. Ha comprendido, aceptado y bendecido todas sus circunstancias que antes consideraba trágicas. Gracias a la plena realización de que no existe ningún segmento de vida en forma de encarnación determinada, sino sólo la Eternidad, vertida en el presente ahora como forma de encarnación, el discípulo ve todos sus encuentros sólo como viajeros de la eternidad.
Situándose en el reloj de la eternidad, el discípulo del camino del dolor comienza a percibir todas las penas de las formas temporales como alegría, comprendiendo que todo el sentido de los caminos externos del hombre y de su día actual es alcanzar la liberación espiritual lo antes posible, desprenderse del velo amortiguador de percibir la vida sólo como una forma terrenal y comenzar a actuar como una conciencia viva de dos mundos.