El camino del hombre antiguo
A través del Gran Cisma, a través de todo nuestro paisaje,
Ignorando al Vicario de Dios y al Imitador de Dios,
ante nuestras mismas narices, insospechado,
Se extiende el Camino del Hombre Antiguo, igual que lo hacía
Cuando un subsuelo claro, una mena sencilla,
Estaba todavía en boga: fiel a sus porqués,
Pasando por cercas, portones, brechas en los cercados, se extiende
Sobre las tierras de labranza, los bosques y los prados,
Por delante de altares consagrados a un mito cosmológico,
En los que hoy no se daría fin a ningún hereje,
Junto a círculos situados en lo alto de las colinas, entonces tan
seguros,
Y ahora tomados al asalto por niños pequeños.
(Los pastores usan tramos de él en las altas montañas,
Las aldeas los convierten en Paseos de los Enamorados.)
Entonces su singular trayectoria unía las ciudades,
Ahora está sin surcos, una Avenida de Ladrones,
Con sus farolas verdes y su bordillo blanco,
El rápido Creciente de un suburbio pretencioso,
Evitando una antigua catedral,
Atravesando el centro de un nuevo Ayuntamiento,
Invisible a la lógica y a la conjetura,
Aunque algunos lo descubren y no les infunde temor.
Los vivientes no lo saben, pero ningún ser vivo
Que se mantenga en su ruta puede ser hecho cautivo.
Y los que caminen por él no serán detenidos
En las fronteras por los guardias de ningún Teócrata,
De los que cierran el paso casi en todas partes adonde alcanza
Su mirada aviesa, penetrante, pero no lo bastante profunda
(Y que no va más allá de adonde llega por casualidad).
Y así algunas veces, en el verano,sin impedimentos,
Con el entrecejo fruncido apotropaicamente, un etniano
Pasa arrastrando los pies;en el año que declina,
Un entomólogo, llevando sus tarros, hurga
Entre las hojas muertas, y un joven, en la primavera,
Corre tras una nueva excitación,
Completamente sólo, siguiendo la apasionada pista.
El Hombre Antiguo legó su Camino a aquellos
Que siguen amándolo a pesar de haberse perdido su propósito,
A los que se despreocupan de lo que trama la Historia,
De modo que no pueden actuar como si la conocieran.
Al elegir la libertad, niegan sus Poderes
Y al negar sus Poderes, pasan libremente.
W. H. Auden ( pag. 122)
Este poema forma parte del Collected Shorter Poems, de W H Auden, 1966.