Generación del 27

Asurbanipal

Será en Octubre
Desde
23 Abr 2010
Mensajes
53.068
Reputación
78.532
Lugar
Estación Espacial Internacional
Me encanta la poesía, la buena poesía, y en nuestro país tuvimos a unos GENIALES poetas y me joroba que la gente no lea y disfrute con sus versos.

Abro este hilo en honor a ellos.

Generación del 27

File:Fuente_de_Sevilla_a_los_Poetas_de_la_Generaci%C3%B3n_del_27.JPG

Fuente en Sevilla a los poetas de la generación del 27. Fue realizada por Antonio Barrionuevo Ferrer en 2011, con escultura de César Portela, y está cubierta de mármol Macael.

Con el término Generación del 27 se conoce a un conjunto de poetas españoles del siglo XX que se dio a conocer en el panorama cultural alrededor del año 1927,1 empezando con el homenaje a Luis de Góngora organizado por José María Romero Martínez que se realizó en ese año en el Ateneo de Sevilla por el tercer centenario de su fin y en el que participó la mayoría de los que habitualmente se consideran sus miembros. En el ámbito cultural, se llama a esta generación Edad de Plata, época que tuvo su máximo esplendor con la Segunda República y culminó con el inicio de la Guerra Civil.

Índice

1 Sobre el concepto de Generación
2 Antecedentes de la Generación del 27
3 Historia
4 Los componentes del grupo
4.1 La Generación del 27 en otras manifestaciones artísticas
5 Las corrientes del 27
6 Estética y evolución
7 Instituciones
8 Nómina
9 Poesía de la Generación del 27
10 Historiografía sobre el 27
11 Fuentes
12 Referencias
13 Enlaces externos


Sobre el concepto de Generación

Hay, por parte de los expertos, cierta polémica sobre si debe considerarse o no como generación a este grupo de autores, puesto que puede comprobarse que los integrantes del mismo no cumplirían los criterios que Julius Petersen asigna al concepto de Generación:1

Nacimiento en años poco distantes

Formación intelectual semejante

Relaciones personales entre ellos

Participación en actos colectivos propios

Existencia de un “acontecimiento generacional” que aglutine sus voluntades

Presencia de un “guía”

Rasgos comunes de estilo (“lenguaje generacional”)

Anquilosamiento de la generación anterior

Realmente es difícil ver un patrón tan claro en el heterogéneo grupo de autores que podrían encuadrarse en la denominada Generación del 27.

Es cierto que el nacimiento de prácticamente todos se sitúa en un segmento temporal que no rebasa los 15 años, pero no todos los autores nacidos en ese período de tiempo se han considerado miembros del grupo.

Es cierto que hay un considerable número de ellos que comparte una sólida formación intelectual, pero nuevamente no se da en todos los participantes de la misma.

En ningún momento se puede ver la existencia de una guía o de un lenguaje generacional.

Pese a ello, existen relaciones personales entre ellos, al menos entre los que residen en la misma zona, lo cual les hace tener una conciencia de comunidad unida por experiencias comunes y propias.1

Es por ello por lo que hay expertos que consideran que se trata más bien de un "grupo generacional", de una "constelación" o de una "promoción" de autores. Pese a todo, ha terminado admitiéndose la designación de Generación del 27, pese haber otras propuestas: Generación Guillén-Lorca; Generación de 1925 (media aritmética de la fecha de publicación del primer libro de cada autor); Generación de las Vanguardias; Generación de la amistad; Generación de la Dictadura; Generación de la República, etc.

Antecedentes de la Generación del 27

Al grupo literario que sucedió a los modernistas y a la Generación del 98, que se caracterizaba por su clara orientación europeísta y su concepción del arte como un área separada de lo social y lo político, se le denominó Novecentismo o Generación del 14. Estos grupos coinciden temporalmente con los movimientos artísticos llamados Vanguardismo que se desarrollan en Europa a principios del siglo XX, y que rompen tanto con la temática, como en las técnicas expresivas del Romanticismo y Realismo. Los vanguardistas se sienten atraídos por los adelantos tecnológicos y sus posibilidades, dando lugar a la corriente del futurismo, otros exploran la realidad llevándola a su descomposición, como los cubistas; otros sustituyen la realidad por el mundo onírico, como los surrealistas… Esta coincidencia temporal, y las características del movimiento vanguardista, hace que los integrantes del grupo novecentista, vean en ellos la apuesta por un arte producto de un acto lúdico y libre, fruto de la capacidad intelectual y expresiva del artista, que tanto les atrae.2 3

Los rasgos fundamentales de este movimiento literario son dos: la expresión de lo subjetivo, por lo que se caracterizan por el uso de la metáfora; y la precisión conceptual, que pone de manifiesto la sólida formación intelectual de los integrantes de este grupo. Dados sus rasgos fundamentales, no puede extrañar que los géneros literarios más representativos de estos literatos sean la lírica y el ensayo, que se divulga fundamentalmente a través de periódicos y revistas especializadas (un ejemplo lo constituye la revista sevillana Grecia -fundada por Isaac del Vando-Villar y Adriano del Valle, que funcionó entre 1918-1920-, que en 1919 recibe las colaboraciones de los poetas ultraístas.3 ). A pesar de ello hay algún que otro representante de la novela dentro del novecentismo, que opta por el subjetivismo y la renovación iniciada por la Generación del 98, manipulando las situaciones para poder expresar su opinión sobre los más diversos temas.2

Historia

En esta situación de continua renovación y cambios sociales y políticos, empiezan a aparecer jóvenes poetas, ensayistas, novelistas e incluso escritores de teatro, que tienen características propias difíciles de encuadrar en los grupos existentes. Pese a ello, existen relaciones personales entre ellos, que en el caso de los residentes en la misma zona, les hace tener una conciencia de comunidad unidad por experiencias comunes y propias.1

Todos estos jóvenes literatos, poetas en su mayoría, van a contar, como la generación anterior, por un lado con una revista excepcional, que va a permitir abrirse al mundo y recibir al tiempo las novedades del exterior, la Revista de Occidente de José Ortega y Gasset; y por otro con un punto de encuentro y convivencia: la Residencia de Estudiantes.3 1

De este modo, este grupo de literatos noveles publicaron en las revistas más importantes del momento, como la mencionada anteriormente Revista de Occidente, o La Gaceta Literaria (dirigida por Ernesto Giménez Caballero), pero también en otras más como: Litoral (Málaga, 1926, impresa por Manuel Altolaguirre y Emilio Prados); Verso y Prosa (que viene del Suplemento Literario del diario murciano La Verdad -1923 a 1925-, que mantenían el redactor José Ballester Nicolás y Juan Guerrero Ruiz. Murcia, 1927. Dirigida Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén); Mediodía (Sevilla); Meseta (de Valladolid); Cruz y Raya (dirigida por José Bergamín, Madrid, 1933); Carmen (creada por Gerardo Diego en Santander en el año 1927, que tenía un suplemento festivo llamado Lola); Octubre (revista dirigida por Rafael Alberti) y Caballo Verde para la poesía (Madrid, 1935. Dirigida por Pablo Neruda).1 4

Pese a todo este grupo se caracteriza porque cada uno de sus miembros posee una personalidad tan acusada que es capaz de tras*formar las influencias o lecciones de cualquier modelo en propia sustancia personalizada totalmente diferente a la de los demás integrantes del mismo. Por ello no se puede hablar ni de comunidad de estilo ni de escuela entre ellos. Por eso hay muchos autores que prefieren referirse a ellos como grupo del 27.3

Monumento_a_Gerardo_Diego.jpg


Los componentes del grupo

Monumento a Gerardo Diego, en la calle Pío Baroja, delante de la Casa de Cantabria, Madrid.

Dentro de este grupo de literatos podemos destacar los poetas: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados; hay autores que también incluyen a Miguel Hernández en la lista;2 pero hubo también novelistas, ensayistas y dramaturgos, que pertenecen a la Generación del 27, entre ellos Max Aub, Fernando Villalón, José Moreno Villa o León Felipe. Por además habría que tener en cuenta tanto los olvidados por la crítica, como ocurre con la mayoría de las mujeres de este grupo: Concha Méndez-Cuesta, poeta y escritora de teatro; María Teresa León, escritora; Ernestina de Champourcín, poeta; Rosa Chacel, poeta, novelista, ensayista, traductora…; Josefina de la Torre, poeta, novelista, cantante lírica y actriz; María Zambrano, filósofa y ensayista; Margarita Gil Roësset, escultora, ilustradora, poeta. Y también a otros artistas como es el caso de Juan Larrea, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina, José María Hinojosa, José Bergamín, Alejandro Casona o Juan Gil-Albert.4

También podemos tener presenta a la llamada, por parte de uno de sus integrantes (José López Rubio), como ‘’Otra generación del 27’’, que está formada por los humoristas discípulos de Ramón Gómez de la Serna, entre los que podemos destacar: Enrique Jardiel Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura y Antonio de Lara, «Tono», que se convirtieron tras la contienda nacional en integrantes de la redacción de La Codorniz.4

Pero además hay que tener en cuenta que no toda la producción literaria del 27 está escrita en castellano; hubo autores que perteneciendo a esta generación escribieron en otros idiomas, como Salvador Dalí u Óscar Domínguez, que escribieron en francés, o en inglés, como Felipe Alfau, y algunos escritores y artistas extranjeros que fueron importantes en este movimiento, como Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges o Francis Picabia.4

Es por todo ello por lo que no tiene mucha consistencia la idea de considerar la Generación del 27 como un fenómeno estrictamente madrileño. De hecho se puede ver la existencia de otros núcleos creativos que se encontraban dispersos por todo el territorio nacional, aunque con una estrecha relación entre ellos. Así, los principales núcleos se localizaron en Sevilla (en torno a la revista Mediodía), Canarias (en torno a la Gaceta de Arte) y en Málaga (en torno a la revista Litoral; sin que esto suponga que no hubiera también una importante actividad in Cantabria, Galicia, Cataluña y Valladolid.4

La Generación del 27 en otras manifestaciones artísticas

Tampoco se puede perder de vista que algunos miembros del grupo se centraron en actividades artísticas diferentes de las estrictamente literarios, como fue el caso de Luis Buñuel, como cineasta; K-Hito, caricaturista y animador; pintores surrealistas como Salvador Dalí o Remedios Varo; Maruja Mallo, pintora y escultora; Ángeles Santos Torroella, pintora y artista gráfica; Benjamín Palencia, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gaya y Gabriel García Maroto todos ellos pintores; o Rodolfo Halffter y Jesús Bal y lgtb, compositores y el último también musicólogo, los cuales pertenecieron al llamado Grupo de los Ocho, nombre con el que se suele denominar en música el correlato de la literaria Generación del 27 y estaba integrado por: el mentado Bal y lgtb, los Halffter, que eran Ernesto y Rodolfo, Juan José Mantecón, Julián Bautista, Fernando Remacha, Rosa García Ascot, Salvador Bacarisse y Gustavo Pittaluga, no pudiendo dejar de nombrar a mússicos más o menos marginales como Gustavo Durán.4

En Cataluña está el llamado grupo catalán, que hizo su presentación en 1931 bajo el nombre de Grupo de Artistas Catalanes Independientes integrado por Roberto Gerhard, Baltasar Samper, Manuel Blancafort, Ricardo Lamote de Grignon, Eduardo Toldrá y Federico Mompou.4

En otros ámbitos, como la arquitectura, cabe mencionar la llamada Generación del 25 de arquitectos. Aunque algunos autores han propuesto llamarla también generación del 27, para unirla a esta, se trata de dos grupos con claras diferencias entre sí. Según uno de los estudios más completos sobre estos arquitectos hasta la fecha (Carlos Arniches y Martín Domínguez, arquitectos de la Generación del 25. Madrid: Mairea), formaban parte de ella Fernando García Mercadal, Juan de Zavala, Manuel Sánchez Arcas, Luis Lacasa, Rafael Bergamín (hermano del ensayista y poeta José Bergamín), Luis Blanco Soler, Miguel de los Santos, Agustín Aguirre, Casto Fernández Shaw, Eduardo Figueroa, Carlos Arniches Moltó y Martín Domínguez Esteban. Según dicho estudio Teodoro de Anasagasti es uno de los maestros de esa generación, clave para entender la esencia del grupo y lo que lo hace distinto, y Luis Gutiérrez Soto, más joven que el resto, no cumple los valores que dicha generación se impuso. Otros, como José de Aspiroz, José Borobio, Manuel Muñoz Casayús, Fernando Salvador, Vicente Eced, Bernardo Giner de los Ríos o Ramón Durán Reynals son considerados periféricos.4

Las corrientes del 27

En realidad, la llamada generación del 27 fue un grupo poco homogéneo; habitualmente se les ha ordenado por parejas o en tríos. Así, por ejemplo, los poetas del neopopularismo o neopopularistas, Rafael Alberti y Federico García Lorca, dentro de una nómina que fue particularmente bien nutrida, intentan acercarse a la poesía de Gil Vicente y del Romancero, o a la lírica cancioneril, buscando fuentes populares y en el folclore de la lírica tradicional; algo de ello hay también en la aproximación que hizo Gerardo Diego, después de su etapa creacionista, a la lírica de Félix Lope de Vega gracias a la edición que hizo en ese tiempo José Fernández Montesinos.

Por otra parte, hay dos catedráticos de filología hispánica que comparten intereses comunes y que incluso fueron amigos y tuvieron trayectorias muy parecidas, pues no en vano su poética es fundamentalmente afirmativa y optimista; se trata de Jorge Guillén, cuya obra poética se recoge bajo el título Aire nuestro y está marcada por la poesía pura a lo Paul Valéry y formada por cinco libros (Cántico, Clamor, Homenaje, ...Y otros poemas y Final), y Pedro Salinas, el gran poeta del amor del 27.

El grupo surrealista está más nutrido, pero destaca especialmente el premio nobel Vicente Aleixandre, seguramente el más original, ya que, según Cernuda, «su verso no se parece a nada», y el que ha venido a ser el poeta más influyente de la generación durante la última mitad del siglo XX, el ya citado Luis Cernuda. Sin embargo, hubo otros poetas del 27 que notaron el impacto surrealista y que poseen etapas en su evolución marcadas por esta estética: Rafael Alberti, por ejemplo, compuso la última sección de Sobre los ángeles y Sermones y jovenlandesadas en versículo surrealista y Federico García Lorca asimiló su impacto en Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, Poeta en Nueva York y los Sonetos del amor oscuro. Una etapa surrealista posee, por ejemplo, José María Hinojosa con su La flor de Californía (con acento en la i) y Emilio Prados. Son éstos dos últimos, junto a Vicente Aleixandre, cuya infancia tras*curriría en Málaga, García Lorca, que pasaba largas estancias en la costa malagueña, José Moreno Villa y Manuel Altolaguirre, quienes constituyen el llamado grupo de Málaga, formado alrededor de una serie de revistas editadas por el grupo, siendo Litoral la más importante, así como su colección de libros poéticos.

Dámaso Alonso y Gerardo Diego constituyen el núcleo de los que permanecieron en España tras la Guerra Civil, más o menos integrados en el régimen franquista. Este último realizó una larga trayectoria poética donde combinó a la vez tradición y vanguardia, muy variada en su temática, desde el toreo a la música y las inquietudes religiosas, el paisaje y los contenidos existenciales. Otros que permanecieron, se convirtieron en maestros y guía de toda una nueva generación de poetas, como Vicente Aleixandre, u optaron por el exilio interior, como Juan Gil-Albert.

La gaysidad también es un tema ocasional, tal y como puede observarse en la obra de Luis Cernuda, Aleixandre, Federico García Lorca, Emilio Prados o Juan Gil-Albert, como también en la obra del pintor Gregorio Prieto.

Estética y evolución

En los autores del 27 es muy significativa la tendencia al equilibrio, a la síntesis entre polos opuestos, incluso dentro de un mismo autor:

Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser refrenada por el intelecto. Prefieren inteligencia, sentimiento y sensibilidad a intelectualismo, sentimentalismo y sensiblería (Bergamín).

Se observa muy bien en Salinas.

Entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una concepción clásica (esfuerzo riguroso, disciplina, perfección). Lorca decía que si era poeta «por la gracia de Dios (o del malo)» no lo era menos «por la gracia de la técnica y del esfuerzo».

Entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la poesía pura (arte por el arte; deseo de belleza) y la poesía auténtica, humana, preocupada por los problemas del hombre (más habitual tras la guerra: Guillén, Aleixandre...).

Entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo culto y lo popular (Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un paso del «yo» al «nosotros». «El poeta canta por todos», diría Aleixandre.

Entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea del momento (surrealismo) y de la mejor poesía española de siempre. Sienten gran atracción por la poesía popular española: cancioneros, romanceros...

Entre tradición y renovación. Se sienten próximos a las vanguardias (Lorca, Alberti, Aleixandre y Cernuda poseen libros surrealistas; G.Diego, creacionistas); próximos a la generación anterior (admiran a Juan Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén Darío...); admiran del XIX a Bécquer (Alberti: «Homenaje a Bécquer», Cernuda: «Donde habite el olvido»...); sienten auténtico fervor por los clásicos: Manrique, Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todos, Góngora.
Instituciones

La mayoría de estos autores, principalmente líricos, entraron en contacto con la tradición literaria a través del Centro de Estudios Históricos dirigido por el padre de la filología española, Ramón Menéndez Pidal, y con las vanguardias a través de los viajes, la divulgación llevada a cabo por Ramón Gómez de la Serna y otros novecentistas y, sobre todo, las actividades y conferencias programadas por la Residencia de Estudiantes, institución inspirada en el krausismo de la Institución Libre de Enseñanza y dirigida por Alberto Jiménez Fraud.
Nómina

Integrantes de la generación del 27, por orden cronológico:

dario tu papi (1891–1969, 78)
Valentín Andrés (1891–1982, 91)
Pedro Salinas (1891–1951, 60)
Juan Guerrero Ruiz (1893–1955, 62)
Jorge Guillén (1893–1984, 91)
Miguel Valdivieso (1897–1966, 69)
Josep Moreno Gans (1897–1976, 79)
Antonio Espina (1894–1972, 78)
Mauricio Bacarisse (1895–1931, 36)
Rafael Laffón (1895–1978, 83)
Juan Larrea (1895–1980, 85)
Gerardo Diego (1896–1987, 91)
Antonio de Lara (1896–1978, 82)
José Fernández Montesinos (1897–1972, 75)
Agustín Espinosa (1897–1939, 42)
Amado Alonso (1897–1952, 55)
Dámaso Alonso (1898–1990, 92)
Juan José Domenchina (1898–1959, 61)
Concha Méndez (1898–1986, 88)
Federico García Lorca (1898–1936, 38)
Rosa Chacel (1898-1994, 95)
Vicente Aleixandre (1898–1984, 86)
Ernesto Giménez Caballero (1899–1988, 89)
Edgar Neville (1899–1967, 67)
Paulino Masip (1899–1963, 64)
Rafael Porlán (1899–1945, 46)
Emilio Prados (1899–1962, 63)
Rafael Dieste (1899–1981, 82)
Francisco Madrid (1900–1952, 52)
Juan Chabás (1900–1954, 54)



Guillermo de Torre (1900–1971, 71)
Alejandro Collantes de Terán (1901–1933, 32)
Enrique Jardiel Poncela (1901–1952, 50)
Pedro Garfias (1901–1967, 66)
Ramón J. Sender (1901–1982, 81)
Andrés Carranque de Ríos (1902–1936, 34)
Pedro Pérez-Clotet (1902–1966, 64)
Rafael Alberti (1902–1999, 97)
Luis Cernuda (1902–1963, 61)
Felipe Alfau (1902–1999, 97)
Luis Amado-Blanco (1903-1975, 71)
Agustín de Foxá (1903–1959, 56)
Max Aub (1903–1972, 69)
José López Rubio (1903–1996, 93)
Antonio Oliver (1903–1968, 65)
María Dolores Pérez Enciso (1908-1949)



Alejandro Casona (1903–1965, 62)
María Teresa León (1903-1988, 85)
José María Hinojosa (1904–1936, 32)
Juan Gil-Albert (1904–1994, 90)
Joaquín Romero Murube (1904–1969, 65)
José María Souvirón (1904–1973, 69)
José María Luelmo (1904–1991, 87)
María Zambrano (1904-1991, 87)
Ernestina de Champourcín (1905–1999, 94)
Miguel Mihura (1905–1977, 72)
Pedro García Cabrera (1905–1981, 76)
Emeterio Gutiérrez Albelo (1905–1969, 64)
Manuel Altolaguirre (1905–1959, 54)
Francisco Ayala (1906-2009, 103)
Gustavo Durán (1906-1969, 63)
Josefina de la Torre (1907-2002)
Rafael de León (1908–1982, 74)
Miguel Hernández (1910–1942, 31)

Poesía de la Generación del 27

No se puede unificar la poesía de esta generación, ni en el caso particular de cada poeta que se integra en ella. Pero puede encontrarse en todos ellos una voluntad de renovación, una superación de los “ismos” que surgieron en épocas anteriores, lo que supuso una superación del espíritu iconoclasta y destructor que los caracterizaba. Lo cual no les impide romper con el academicismo, y presentar, en ciertos momentos, una cierta irracionalidad en el uso de sus metáforas e imágenes, lo que les permite mantener su marcado talante original e independiente, sin ataduras a nada.3

Puede distinguirse diversas etapas en la poesía de este grupo, unos autores hablan de dos,2 mientras que otros se decantan por establecer tres:1

Hasta 1927. Esta primera etapa se caracteriza por el influjo de las primeras vanguardias, lo cual les hace priorizar los logros estéticos, con gran utilización del verso libre. Así, en esta etapa se mezclan rasgos de la poesía pura y conceptual de Juan Ramón Jiménez, rasgos del vanguardismo anterior, y, por último, rasgos provenientes de la poesía tradicional recopilada en canciones, romances, que ejerció influencia sobre ellos, al tiempo que también se dejaron influir por autores clásicos como Góngora.1 2 3

De 1927 hasta la guerra civil (1936). Se caracteriza fundamentalmente esta etapa por aparecer en los autores una cierta preocupación por el ser humano y por ciertas situaciones sociales en las que se ve inmerso. Se puede decir que se inicia un proceso de rehumanización, que coincide con la irrupción del Surrealismo; lo que da pie a la aparición en la poesía de bellas, aunque inquietantes imágenes, en muchas ocasiones semejantes a las oníricas.1 2 3

Después de la guerra (1939). La contienda nacional del 36 provocó la dispersión del grupo, algunos porque se exiliaron, como fue el caso de Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda y Rafael Alberti; otros como ocurrió con Federico García Lorca fue asesinado y, por último algunos como Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecieron en España. Esta dispersión da pie a diferente temática, así, mientras los que viven el exilio se centran en su experiencia como exiliados y los sentimientos que ello les provoca, los que permanecieron en el país, centraron en la angustia existencial el tema más importante de sus obras.1 2

Destacamos entre los autores:

Pedro Salinas

Nació en Madrid, fue profesor de literatura en varias universidades. Influido por la obra de Juan Ramón Jiménez, cultiva la poesía pura. Al igual que Juan Ramón intenta entrar en la esencia oculta de las cosas, con una poesía intelectualizada, aparentemente sencilla. Su obra se diferencia en tres etapas:

1.ª etapa: mezcla la poesía pura y temas futuristas (bombilla, automóvil,…). Destacan: Presagios,Seguro azar y Fábula y signo.
2.ª etapa: es la más importante. Presta atención al mundo íntimo y al amor como experiencia gozosa. Predomina el diálogo y un lenguaje conceptual. Es característico el verso corto heptasílabo y silvas (estrofa compuesta de versos endecasílabos y heptasílabos, con rima libre.). Destacan:
La voz a ti debida, extrae el título de la Égloga III de Garcilaso. El amor aparece esencializado en los pronombres yo y tú para referirse a la pareja tu-yo, cuyo centro es la mujer.

Razón de amor, continuación del libro anterior, donde prosigue la racionalización del proceso amoroso.

Largo lamento, poemario sobre el desamor y la fin del amor, que vive con resignación y agradecimiento de lo vivido.

3.ª etapa: escrita ya en América. El contemplado'’ alude al mar que es su interlocutor. Todo más claro, angustia que le provoca la civilización tecnológica contemporánea y los horrores de la Guerra Civil y la 2.ª Guerra Mundial, y Confianza, que cierra su obra poética.

Jorge Guillén

Nació en Valladolid. Se exilió a los Estados Unidos y fue, como su amigo Pedro Salinas, con quien sostuvo un prolongado epistolario, profesor de literatura española. Regresó tras la fin de Franco y obtuvo el premio Cervantes. Su singularidad reside en haberse mantenido fiel al ideal de poesía pura, y ofreció una visión optimista y serena del mundo, con lo que se constituye en la antítesis del pesimismo cosmológico de Vicente Aleixandre.

Toda su obra se agrupa bajo el título general de Aire Nuestro, que integra cinco libros: Cántico, Clamor, Homenaje, ...Y otros poemas y Final. Su lenguaje es muy elaborado, en busca de la máxima y concisión; prefiere el verso corto y el endecasílabo. Su obra es fruto de un riguroso proceso de selección (de palabra), en el que se suprime lo accesorio para comunicar la idea o sentimiento esencial.

Sus temas son la afirmación jubilosa del ser; la plenitud, el tiempo que pasa e invita a gozar de la vida; el azar y el caos, que producen inseguridad o sufrimiento.

Gerardo Diego

Nació en Santander y desempeño la cátedra de Literatura en un Instituto de Enseñanzas Medias de Soria. Recibió el premio Nacional de Literatura, junto con Rafael Alberti, y el de Cervantes. Su poesía se desarrolla paralelamente en dos vertientes: la tradicional y la vanguardista (casi siempre creacionista). A su vertiente creacionista se adscriben: Imagen y Manual de Espumas. De su estética tradicional destacamos: Versos Humanos, Soria y Alondra de Verdad, colección de sonetos. Los temas de esta segunda vertiente son: el amor, Dios, la música, la naturaleza, los toros, la forma, la iconografía, la belleza…

Dámaso Alonso

Nació en Madrid, dirigió la RAE. En él se fundieron tres vocaciones: la de poeta, lingüista y crítico literario de la estilística. Entre sus libros sobre literatura destaca La lengua poética de Góngora y una serie de estudios admirables sobre líricos modernos (desde Bécquer hasta los escritores de su época) que constituyen Poetas españoles contemporáneos. Editó las obras de Góngora y se consideró a sí mismo dentro del 27 solamente como crítico, y como poeta más bien dentro de la primera generación poética de posguerra, en lo que él mismo llamó poesía desarraigada.

La guerra de 1936 le hizo aborrecer la pureza propugnada por Juan Ramón. Sus obras más importantes se sitúan en la posguerra con: Hijos de la ira (1944), muy influida por el Existencialismo y por la poesía bíblica de los Salmos penitenciales, que hace surgir en España la corriente poética de la poesía desarraigada.

Vicente Aleixandre

Sevillano, cuya amistad con Dámaso Alonso despertó su vocación poética. En 1935, su libro La destrucción o el amor obtiene el Premio Nacional de Literatura. Es elegido miembro de la RAE. y en 1977 obtiene el premio Nobel.

La mayor parte de su producción sigue los pasos del Surrealismo y se constituye en el gran poeta de esta estética; utiliza el versículo y la imagen visionaria en Espadas como labios y La destrucción o el amor. Evoluciona hacia una «poesía de comunicación», en consonancia con la tendencia social vigente en la lírica de los años 50. Sombra del paraíso (1944), inaugura junto con Hijos de la ira de Dámaso Alonso, la corriente desarraigada de la posguerra. Con Historia del corazón inició una poesía solidaria. Y con la gran trilogía de senectute Poemas de la consumación, Diálogos del conocimiento y En gran noche volvió a un peculiar surrealismo, con profundas implicaciones filosóficas y dejes conceptistas.

Federico García Lorca

Nació en Granada en 1898. Sus estudios de Letras y Derecho no le interesaron tanto como la música; fue amigo entrañable de Manuel de Falla, de quien luego se distanció. Se instaló en la Residencia de Estudiantes, donde convivió con numerosos artistas (Salvador Dalí y Luis Buñuel en especial). Tras vivir una temporada en Nueva York, regresa a España y en 1932 funda La Barraca, grupo teatral universitario con el que recorre España representando obras clásicas. Participa en ciertas actividades públicas de signo izquierdista y muere asesinado por los nacionalistas en Viznar (Granada). Su asesinato produjo gran conmoción mundial.

En la obra de Lorca se aúnan lo culto y lo popular, lo tradicional y lo vanguardista. Conocía los cancioneros tradicionales y la poesía oral del pueblo andaluz. Su tema era la frustración en dos vertientes, la ontológica y la social; desarrolla este tema en un rico estilo poético, con uno de los sistemas simbólicos más complejos de la literatura española, formado por elementos extraídos sobre todo de tres fuentes: la superstición popular, Shakespeare y la Biblia. Le obsesionan temas como la soledad o el destino trágico, y la lucha de los seres marginados (el gays, la mujer, el niño, el deforme, el viejo impotente, la solterona, la estéril, el etniano, el neցro...) contra una sociedad opresiva basada en los convencionalismos. Su obra se separa en dos etapas, una neopopularista y otra en que se acerca al Surrealismo.

De la primera etapa destacan:

Poema del cante jondo, que se inscribe dentro de la línea neopopularista de la G. 27 y utiliza varios poemas cortos que pueden leerse como poemas independientes o como fragmentos de uno largo encadenados. Se utiliza el pie quebrado.

Romancero etniano, en la misma línea neopopularista, está compuesto por 18 romances. El protagonista es el etniano que simboliza el hombre puro e inocente, enemistado con las leyes y normas sociales, representadas por la Guardia Civil (su antagonista).

De la segunda destacan:

Poeta en Nueva York, el poeta se ahoga en aquel mundo que convierte al hombre en una pieza de un gran engranaje. Con procedimientos claramente surrealistas, Lorca alza el grito en pleno Crack del 29 y su protesta contra aquella colmena inhumana; los neցros, en especial, merecen su piedad.

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, planto compuesto a la fin de un torero amigo suyo.

Sonetos de amor oscuro, publicados póstumos, son la expresión de un erotismo gays dramático.

Rafael Alberti

Del Puerto de Santa María (Cádiz). Con su familia se traslada a Madrid. Abandona el Bachillerato y se dedica a la pintura. Se afilió al partido comunista y tuvo una activa participación política en la guerra. Al acabar esta se exilió a Argentina. Restablecida la democracia vuelve, y le será concedido el Premio Cervantes.

Se funden lo popular y lo culto, lo escueto y lo barroco, lo tradicional y lo frenéticamente nuevo. Su libro más temprano, Marinero en tierra, se inscribe en una línea del neopopularismo. Son canciones que evocan un paraíso perdido, que el poeta identifica con el Cádiz de su infancia, y el mar, las salinas, los momentos más jubilosos de la misma. Le siguen El alba de alhelí y Cal y canto, del más difícil neogongorismo o culteranismo. En 1929 publica su obra maestra, Sobre los ángeles, inducida por una profunda crisis de perdida de fe; es un libro en tres partes; las dos primeras son de inspiración becqueriana; la última utiliza ya un pleno surrealismo en que desata el versículo. Utiliza símbolos como los ángeles, los fantasmas y los duendes. Libros de su segunda época, destaca El poeta en la calle, de literatura comprometida. Otras obras, ya en el exilio publicará Baladas y canciones del Paraná.

Luis Cernuda

Fue alumno de Pedro Salinas y profesor de varias universidades europeas y americanas. Reunió su obra poética bajo el título general de La realidad y el deseo, colección de libros a la que pertenecen: Perfil del aire, Égloga, elegía, oda, Los placeres prohibidos, Donde habite el olvido, Un río, un amor, y Las nubes, ya en el exilio, Desolación de la quimera. Es también importante su labor como crítico literario y ensayista, con los dos volúmenes de Poesía y literatura, etcétera.

Su poesía rehúye el énfasis formal y busca lo indefinible, lo aéreo. Por eso da repelús de estrofismo y de rima, y cuando utiliza alguna es la asonante, que es la que ofrece más libertad. Se centra en la experiencia humana, pero ahuyenta lo más específico y propio para que el lector pueda identificarse con el poeta. Canta el choque entre el deseo y la realidad, que deja al poeta solo el consuelo elegíaco del recuerdo o unos pocos instantes, que el llama acordes, de gozo intemporal.
Historiografía sobre el 27

Por otra parte, y para reconstruir la memoria viva de lo que se ha venido a llamar la Edad de Plata, hay que leer una serie de libros de memorias escritos por diversos autores más o menos vinculados a esta promoción. La arboleda perdida, de Alberti, por ejemplo. Es también el caso de Pablo Neruda, quien por entonces vino a Madrid y reforzó el grupo surrealista con algunas de sus contribuciones, en particular con la edición de su libro Residencia en la tierra I y II y que en sus dos libros de memorias, Confieso que he vivido y Para hacer he nacido, dio testimonio y noticias sobre las actividades del grupo durante esos años y el exilio posterior, en particular sobre Lorca y Alberti. Los encuentros, de Vicente Aleixandre, narra las primeras veces que vio a cada una de las figuras relevantes de la generación; Mi último suspiro, de Buñuel, publicado primitivamente en francés, incluye numerosas anécdotas sobre los poetas del 27, etc.
Fuentes


Mainer, José-Carlos, La Edad de Plata (1902–1936). Ensayo de interpretación de un proceso cultural. Madrid: Cátedra, 1983.
Díez de Revenga, Francisco Javier, Panorama crítico de la generación del 27, Madrid, Castalia, 1987.
Alonso, Dámaso, «Una generación poética (1920–1936)», Poetas españoles contemporáneos, Madrid, Gredos, 1965, págs. 155–177.
Anderson, A., El Veintisiete en tela de juicio, Madrid, Gredos, 2006.
Diego, Gerardo, Antología de Gerardo Diego. Poesía española contemporánea, Ed. de A. Soria Olmedo, Madrid, Taurus, 1991.
Cano, José Luis, La poesía de la generación del 27, Madrid, Guadarrama, 1970.
González Muela, Joaquín, El lenguaje poético de la generación Guillén-Lorca, Madrid, Ínsula, 1954.
González Muela, Joaquín y Rozas, Juan Manuel, La generación del 27. Estudio y antología, Madrid, Istmo, 1986, 30 ed.
Gullón, Ricardo, «La generación poética de 1925», La invención del 98 y otros ensayos, Madrid, Gredos, 1969, págs. 126–161.
Rozas, Juan Manuel, La generación del 27 desde dentro (Textos y documentos), Madrid, Alcalá, 1974.
Rozas, Juan Manuel, El 27 como generación, Santander, La Isla de los Ratones, 1978.
Torre, Guillermo de, Literaturas europeas de vanguardia, Ed. de J. M. Barrera López, Sevilla, Renacimiento, 2001.
Ilie, Paul, Los surrealistas españoles, Madrid, Taurus, 1972.
Geist, A. L., La poética de la generación del 27 y las revistas literarias: de la vanguardia al compromiso (1918–1936), Barcelona, Labor, 1980.
Cernuda, Luis, «Generación de 1925», Estudios sobre poesía española contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1957, págs. 181–196.
Cirre, J. F., Forma y espíritu de una lírica española (1920–1935), México, Gráficas Panamericana, 1950.

https://es.wikipedia.org/wiki/Generación_del_27
 
Es una pena que a nuestro siglo XX lo haya atravesado de cuajo una guerra civil, la peor de las guerras. De no haber sido así muchas cosas se verían de otra manera y muchos de quienes nos gobiernan y educan (de un signo o de otro) no podrían sacar réditos de ello para seguir afianzando el poder sobre unas ruinas que en realidad ya a nadie, salvo a allos mismos y a su prole, interesan ni son lo que dicen ser.

Reconocer el valor real de una cultura (en este caso la española y que es, bajo mi modesto entender, lo más importante de un pueblo), implica cierto nivel de consciencia, de reconocer méritos y fracasos, verguenzas propias y ajenas, de desmitificación, de un análisis profundo y de una distancia, cómo no, frente a los sucesos y la historia.
Y de todo eso estamos faltos. Por un lado y por otro.

Cuántos artistas, cuántos intelectuales, cuántas obras aparcadas en el desván polvoriento de lo inconveniente, de lo inoportuno, de lo que no genera beneficios cortoplacistas, hay por descubrir y redescubrir.

Los muertos sobre los vivos o los vivos sobre los muertos.
Esa es la balanza a equilibrar.
 
Última edición:
¡Buen hilo!

A mis alumnos de historia me gusta hacerles hincapíe en la generación del 27 (pero poco interés ponen, la verdad).

Asur, podrías poner alguna poesía de tu cosecha, que ya sabemos que eres aficionado a la poesía.

Y, entre todos, podríamos poner alguna/s poesía/s que nos haya emocionado de la generación del 27.

Yo, por supuesto, esta, del gran LUIS CERNUDA:

LUIS CERNUDA: EL JOVEN MARINO (DE "INVOCACIONES")

El mar, y nada mas.

Insaciable, insaciable.

Con pie desnudo ibas sobre la olvidadiza arena,

dulcemente trastornado, como el hombre cuando un placer espera,

tu cabello seguía la invocación frenética del viento;

todo tú vuelto apasionado albatros,

a quien su trágico desear brotaba en alas,

al único maestro respondías:

el mar, única criatura

que pudiera asumir tu vida poseyéndote.


Tuyo sólo en los ojos no te bastaba,

ni en el ligero abrazo del nadador indiferente;

lo querías aún más:

sus infalibles labios tras*parentes contra los tuyos ávidos.

Tu quebrada cintura contra el argénteo escudo de su vientre,

y la vida escapando,

como sangre sin guandoca,

desde el fatal olvido en que caías.


Ahí estás ya.

No puedes recordar,

porque ahora tú mismo eres quieto recuerdo;

y aquella remota belleza,

en tu cuerpo cifrada como feliz columna,

hoy sólo alienta en mí,

en mí que la revivo bajo esta oscura forma,

que cuando tú vivías

sobre un ara invisible te adivinaba erguido.


No te bastaba

el sol de lengua ardiente sobre el neցro diamante de tu piel,

a lo largo de tantas lentas mañanas, ganadas en ocio celeste,

llenas de un áureo polen, igual que la corola de alguna flor feliz.

De reposo divino, divina indiferencia;

caído el cuerpo flexible y seguro, como un arma mortal,

ante la gran criatura enigmática, el mar inexpresable,

sin deseo ni pena, igual a un dios,

que sin embargo hubiera conocido, a semejanza del hombre,

nuestros deseos estériles, nuestras penas perdidas.


Mira también hacia lo lejos

aquellas oscuras tardes, cuando severas nubes,

denso enjambre de negras alas,

silencio y zozobra vertían sobre el mar;

y en tanto las gaviotas encarnaban la angustia del aire invadido por la tormenta,

recuérdale agitado, al mar, sacudiendo su entraña,

como demente que quisiera arrancar en la luz

el núcleo secreto de su mal,

torciendo en olas su pálido cuerpo,

su inagotable cuerpo dolido,

trastornado ante tu amor, también inagotable,

sin que pudieras llevar sobre su frente atormentada

la concha protectora de una mano.


Las gracias vagabundas de abril

abrieron sus menudas hojas sobre la arena perezosa.

Una juventud nueva corría por las venas de los hombres invernales;

escapaban timideces, escalofríos, pudores

ante el puñal radiante del deseo,

palabra ensordecedora para la criatura dolida en cuerpo y espíritu

por las terribles mordeduras del amor,

porque el deseo se yergue sobre los despojos de la tormenta

cuando arde el sol en las playas del mundo.

Mas ¿qué importan a mi vida las playas del mundo?

Es ésta solamente quien clava mi memoria,

porque en ella te vi cruzar, sombrío como una de color aurora,

arrastrando las alas de tu hermosura

sobre su dilatada curva, semejante a una pomposa rama

abierta bajo la luz,

con sus armaduras de altas rocas

caída hacia las dunas de adelfas y de palmas,

en lánguido paraje del perezoso sur.


Aún ven mis ojos las salinas de sonrosadas aguas,

los leves molinos de viento

y aquellos menudo cuerpos oscuros,

parsimoniosamente movibles,

junto a los bueyes fulvos,

tras*portando los lunáticos bloques de sal

sobre las vagonetas, tristes como todo lo que pertenece a los trabajos de la tierra,

hasta las anchas barcas resbaladizas sobre el pecho del mar.


Quién podría vivir en la tierra

si no fuera por el mar.


Cuántas veces te vi,

acariciados los ligeros tobillos por el ancho círculo de tu pantalón marino,

el pecho y los hombros dilatados sobre la armoniosa cintura,

cubierto voluptuosamente de lana azul como la yedra,

el desdén esculpido sobre los duros labios,

anegarte frente al mar en una contemplación

más honda que la del hombre frente al cuerpo que ama.


Cambiantes sentimientos nos enlazan con este o aquel cuerpo,

y todos ellos no son sino sombras que velan

la forma suprema del amor, que por sí mismo late,

ciego ante las mudanzas de los cuerpos,

iluminado por el ardor de su propia llama invencible.


Yo te adoraba como cifra de todo cuerpo bello,

sin velos que mudaran la recóndita imagen del amor;

más que al mismo amor, más, ¿me oyes?,

insaciable como tú mismo,

inagotable como tú mismo;

aún sabiendo que el mar era el único ser de la creación digno de ti

y tu cuerpo el único digno de inhumana soberbia.


Era el atardecer. Las aves del día

huyeron ante el furtivo pensamiento de la sombra.

Los hombres descansaban en sus cabañas,

entre la mujer y los hijos,

desnudos los pies bajo la luz funeral del acetileno,

acechando el sueño en sus yacijas junto al mar;

como si no pudieran dormir lejos de lo que les hace vivir

y de lo que les hace morir.


Un gran silencio, una gran calma

daba con su presencia el mar;

pero también latía por el aire adormecido y fresco del letal anochecer

un miedo oscuro

a no se sabe qué pálidos gigantes,

dueños de grisáceas serpientes y neցros hipocampos,

abriendo las sombrías aguas,

en lucha sus miembros retorcidos con rebeldes potencias animales del abismo.


Las barcas, como leves espectros,

surgían lentamente desde la arena soñolienta,

voluptuosos cuerpos tibios,

con la gracia del animal que sabe volver los ojos implorantes

hacia las manos del dueño, dispensadoras de protección y de caricias,

y piensa tristemente que se alejan sin poder retenerlas.


No a esta horas,

no a estas horas de tregua fistro,

al amanecer es cuando debías ir hacia el mar, joven marino,

desnudo como una flor;

y entonces es cuando debías amarle, cuando el mar debía poseerte,

cuerpo a cuerpo,

hasta confundir su vida con la tuya

y despertar en ti su inmenso amor

el breve espasmo de tu placer sometido,

desposados el uno con el otro,

vida con vida, fin con fin.


Y una vez, como rosa dejada,

flotó tu cuerpo, apenas deformado por las nupciales caricias del mar,

más pálidos los labios, lo mismo que si hubieran dado paso

a toda su pasión, el ave de la vida;

igualmente hermoso, así, joven marino,

desgarradoramente triste con tu belleza inhabitada,

como cuando tornasolaba la vida tus miembros melodiosos.

Cambian las vidas, pero la fin es única.

Aún oigo aquella voz exangüe, que en su vago delirio

llegó hasta mí, a través de las velas caídas en la arena, como alas arrancadas;

alguien que conocía tu ausencia, porque sus ojos te vieron muerto, tal una rosa abandonada

sobre el mar,

decía lentamente: “Era más ligero que el agua”.


Qué desiertos los hombres,

cómo chocan sin verse unos a otros sus frentes de vergüenza,

y cuán dulce será rodar, igual que tú, del otro lado, en el olvido.

Así tu fin despierta en mí el deseo de la fin,

como tu vida despertaba en mí el deseo de la vida.


---------- Post added 27-jun-2015 at 08:22 ----------

Aires impalpables: LUIS CERNUDA: EL JOVEN MARINO (DE "INVOCACIONES")
 
Volver