furia angelical
Madmaxista
Con antelación a la piratería homicida en aguas internacionales del barco turco por comandos israelíes de elite, al unísono del secuestro de las embarcaciones de 600 pacifistas que tras*portaban ayuda humanitaria a los sitiados de Gaza, Israel había desplegado una clásica estrategia de tensión” en varios frentes, que a nuestro juicio comporta tres objetivos: 1) desmantelar el programa nuclear de Irán, 2) derrocar a los gobiernos de las potencias medianas “re-emergentes” del BIT (Brasil, Irán, Turquía) por la vía militar y/o financiera, mediante la banca pirata israelí-anglosajona de Wall Street y la City, y 3) desactivar la nueva política islámica de Obama, que plasmó en El Cairo y Ankara.
Citemos sucintamente algunos eventos frescos de la “estrategia de tensión” israelí: asesinato en Dubai de Mahmoud al-Mabhouh, alto funcionario militar de Hamas, por agentes del Mossad con pasaportes falsificados de países anglosajones; intensificación de la colonización de los territorios ocupados palestinos; amenazas de guerra contra Siria y Líbano, debido al infundio del rijoso presidente octogenario Shimon Peres de la instalación de misiles Scud por Hezbolá; arribo de tres submarinos nucleares israelíes (“regalados” por Alemania) en el golfo Pérsico para amenazar a Irán (Sunday Times, 30/5/1).
Más allá del patético aislamiento del “estado sionista” como de su repudio universal, con la excepción de sus indefectibles secuaces, en fechas recientes no le ha ido nada bien a Israel, que ha sufrido severos descalabros estratégicos: desde el fulgurante acuerdo del BIT (Brasil, Irán, Turquía) –choque telúrico que trastornó profundamente a la dupla fundamentalista sionista de Netanyahu-Lieberman (ver Bajo la lupa, 19/5/10)–, pasando por la exhumación de la propuesta de venta de armas nucleares por Shimon Peres al régimen del apartheid de Sudáfrica (ver Bajo la lupa, 26/5/10), hasta la demanda de 189 países (que incluyeron a EU e Irán) para que Israel firme el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, regularice su arsenal clandestino atómico y abra su reactor de Dimona a la inspección de la AIEA (ver Bajo la lupa, 30/5/10).
Ahora resulta que si no te dejas asesinar por los homicidas piratas israelíes del comando de elite eres “terrorista” y si protestas eres “antisemita”. ¡De risa!
Los palafreneros de la dupla Netanyahu-Lieberman, núcleo intransigente del sionismo global, catalogan a Obama de “antisemita”: acusación alocada cuando ni Netanyahu ni Lieberman son “semitas” raciales, sino “khazars”, es decir, centroasiáticos conversos a la religión judía –sugerimos la lectura El invento del pueblo judío, del historiador israelí Shlomo Sand (Verso 2009).
Más allá del cambio de sus nombres y apellidos (lo cual delata el desgarramiento sicológico de su identidad y origen, al tiempo que exacerba su paranoia, documentada por la prensa israelí; ver Bajo la lupa, 12/7/09), las biografías del ex capitán del ejército y ex vendedor de aparatos domésticos Bibi Netanyahu, actual primer ministro, y del canciller Avigdor Lieberman, ex caporal del ejército y guarura de cabarets, no presagian nada bondadoso para la anhelada paz en Medio Oriente.
Destaca que Gaza sea maltratada con la mentalidad de guarura de cabaret.
Bibi Netanyahu y Avigdor Lieberman representan respectivamente a los líderes de los partidos fundamentalistas Likud e Yisrael Beitenu (YB), éste repleto de ultra-sionistas ex soviéticos de raza “khazar” convertidos a la religión judía y que emigraron por vez primera en su vida a Israel.
La tragedia de Gaza, la mayor guandoca del mundo con millón y medio de palestinos sitiados inhumanamente por cielo, mar y tierra, es resultado del yunque de la migración masiva de un millón de ex soviéticos “khazars” para inundar demográficamente a los oriundos palestinos –una “khazarización” de Palestina, encarnada por Lieberman y su partido YB– y el martillo de la pertenencia ideológica de Netanyahu desde 1997 al “Proyecto por un Nuevo Siglo Estadunidense” (PNAC, por sus siglas en inglés), apadrinado por los neoconservadores straussianos y ultrasionistas Paul Dundes Wolfowitz (ex subscretario del Pentágono) y su aliado Richard Perle (ex mandamás del Consejo Consultivo de Defensa de EU), quienes controlaron teológicamente a la dupla bélica Cheney-Bush.
PNAC constituyó la matriz operativa de la doctrina unilateral de Baby Bush, que lo condujo a invadir Afganistán e Irak.
El bloqueo inhumano de Gaza pertenece a los rescoldos de la arabofobia e islamofobia del PNAC, gemelo simbiótico del Comité del Peligro Presente (Committee on the Present Danger), del que forma(ba) parte Enrique Krauze Kleinbort.
La suma tanto de la teología y las consecuencias sicológicas de la “khazarización” sionista de Palestina, como del estruendoso fracaso del PNAC en todos los frentes, es lo que denominamos la “Israel-patía”: patología paranoica de corte financiero-militar, que ataca permanentemente desde hace 62 años dizque para “defenderse” y que asuela intensamente al “Gran Medio Oriente” (en el sentido de los estrategas israelíes), prolifera en Europa, perturba a Estados Unidos y empieza a contaminar a Latinoamérica (con su instrumento estelar: el fundamentalista neoliberal Mario Vargas Llosa y tutti quanti).
La piratería homicida de Israel ofendió a los 32 países a que pertenecen los maravillosos pacifistas –los Gandhis de los mares del siglo XXI–, que tienen ya como gloria haber expuesto el inhumano bloqueo de Gaza, gobernado por Hamas, elegido democráticamente, guste o disguste, y que la “Israel-patía” pretende derrocar para imponer un régimen a su antojo.
Entre los “terroristas” y “antisemitas” de 32 países se encuentran un Premio Nobel de la Paz, la norirlandesa Mairead Corrigan-Maguire, así como franceses, británicos, suecos, estadunidenses y hasta un judío: Adam Shapiro, quien con su esposa, Huwaida Arraf (palestina cristiana), encabeza el Movimiento de Liberación de Gaza.
El pacifismo activo resultó el óptimo antídoto del dragón israelí, que desde su creación, hace 62 años por el sionismo financiero global –entronizado por los esclavistas banqueros Rothschild–, vive en guerra permanente contra todos sus vecinos árabes y no árabes (v.gr. Turquía e Irán).
Israel perdió irreparablemente al único aliado estratégico que tenía en la región: Turquía, que regresa por la puerta triunfal de Gaza, pese a la pérdida de varios mártires dispuestos a ofrendar sus vidas por la libertad palestina.
El posicionamiento de Turquía se consolida, lo cual ya habíamos detectado hace un año en nuestro periplo a Beirut (ver Radar Geopolítico; Contralínea, 1/11/09) y obliga a levantar urgentemente el inhumano bloqueo de Gaza.
La “Israel-patía”, de tanto propinar patadas a diestra y siniestra, consiguió auto-golearse en alta mar.
De ahora en adelante habrá que inundar los mares alrededor de Israel con embarcaciones humanitarias de paz y bajo protección turca, que están resultando más letales que los misiles de Hezbolá y Hamas juntos.
El antídoto de la “Israel-patía” es el pacifismo activo: la creativa genialidad política del siglo XXI.
La Jornada: Bajo la lupa
Citemos sucintamente algunos eventos frescos de la “estrategia de tensión” israelí: asesinato en Dubai de Mahmoud al-Mabhouh, alto funcionario militar de Hamas, por agentes del Mossad con pasaportes falsificados de países anglosajones; intensificación de la colonización de los territorios ocupados palestinos; amenazas de guerra contra Siria y Líbano, debido al infundio del rijoso presidente octogenario Shimon Peres de la instalación de misiles Scud por Hezbolá; arribo de tres submarinos nucleares israelíes (“regalados” por Alemania) en el golfo Pérsico para amenazar a Irán (Sunday Times, 30/5/1).
Más allá del patético aislamiento del “estado sionista” como de su repudio universal, con la excepción de sus indefectibles secuaces, en fechas recientes no le ha ido nada bien a Israel, que ha sufrido severos descalabros estratégicos: desde el fulgurante acuerdo del BIT (Brasil, Irán, Turquía) –choque telúrico que trastornó profundamente a la dupla fundamentalista sionista de Netanyahu-Lieberman (ver Bajo la lupa, 19/5/10)–, pasando por la exhumación de la propuesta de venta de armas nucleares por Shimon Peres al régimen del apartheid de Sudáfrica (ver Bajo la lupa, 26/5/10), hasta la demanda de 189 países (que incluyeron a EU e Irán) para que Israel firme el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, regularice su arsenal clandestino atómico y abra su reactor de Dimona a la inspección de la AIEA (ver Bajo la lupa, 30/5/10).
Ahora resulta que si no te dejas asesinar por los homicidas piratas israelíes del comando de elite eres “terrorista” y si protestas eres “antisemita”. ¡De risa!
Los palafreneros de la dupla Netanyahu-Lieberman, núcleo intransigente del sionismo global, catalogan a Obama de “antisemita”: acusación alocada cuando ni Netanyahu ni Lieberman son “semitas” raciales, sino “khazars”, es decir, centroasiáticos conversos a la religión judía –sugerimos la lectura El invento del pueblo judío, del historiador israelí Shlomo Sand (Verso 2009).
Más allá del cambio de sus nombres y apellidos (lo cual delata el desgarramiento sicológico de su identidad y origen, al tiempo que exacerba su paranoia, documentada por la prensa israelí; ver Bajo la lupa, 12/7/09), las biografías del ex capitán del ejército y ex vendedor de aparatos domésticos Bibi Netanyahu, actual primer ministro, y del canciller Avigdor Lieberman, ex caporal del ejército y guarura de cabarets, no presagian nada bondadoso para la anhelada paz en Medio Oriente.
Destaca que Gaza sea maltratada con la mentalidad de guarura de cabaret.
Bibi Netanyahu y Avigdor Lieberman representan respectivamente a los líderes de los partidos fundamentalistas Likud e Yisrael Beitenu (YB), éste repleto de ultra-sionistas ex soviéticos de raza “khazar” convertidos a la religión judía y que emigraron por vez primera en su vida a Israel.
La tragedia de Gaza, la mayor guandoca del mundo con millón y medio de palestinos sitiados inhumanamente por cielo, mar y tierra, es resultado del yunque de la migración masiva de un millón de ex soviéticos “khazars” para inundar demográficamente a los oriundos palestinos –una “khazarización” de Palestina, encarnada por Lieberman y su partido YB– y el martillo de la pertenencia ideológica de Netanyahu desde 1997 al “Proyecto por un Nuevo Siglo Estadunidense” (PNAC, por sus siglas en inglés), apadrinado por los neoconservadores straussianos y ultrasionistas Paul Dundes Wolfowitz (ex subscretario del Pentágono) y su aliado Richard Perle (ex mandamás del Consejo Consultivo de Defensa de EU), quienes controlaron teológicamente a la dupla bélica Cheney-Bush.
PNAC constituyó la matriz operativa de la doctrina unilateral de Baby Bush, que lo condujo a invadir Afganistán e Irak.
El bloqueo inhumano de Gaza pertenece a los rescoldos de la arabofobia e islamofobia del PNAC, gemelo simbiótico del Comité del Peligro Presente (Committee on the Present Danger), del que forma(ba) parte Enrique Krauze Kleinbort.
La suma tanto de la teología y las consecuencias sicológicas de la “khazarización” sionista de Palestina, como del estruendoso fracaso del PNAC en todos los frentes, es lo que denominamos la “Israel-patía”: patología paranoica de corte financiero-militar, que ataca permanentemente desde hace 62 años dizque para “defenderse” y que asuela intensamente al “Gran Medio Oriente” (en el sentido de los estrategas israelíes), prolifera en Europa, perturba a Estados Unidos y empieza a contaminar a Latinoamérica (con su instrumento estelar: el fundamentalista neoliberal Mario Vargas Llosa y tutti quanti).
La piratería homicida de Israel ofendió a los 32 países a que pertenecen los maravillosos pacifistas –los Gandhis de los mares del siglo XXI–, que tienen ya como gloria haber expuesto el inhumano bloqueo de Gaza, gobernado por Hamas, elegido democráticamente, guste o disguste, y que la “Israel-patía” pretende derrocar para imponer un régimen a su antojo.
Entre los “terroristas” y “antisemitas” de 32 países se encuentran un Premio Nobel de la Paz, la norirlandesa Mairead Corrigan-Maguire, así como franceses, británicos, suecos, estadunidenses y hasta un judío: Adam Shapiro, quien con su esposa, Huwaida Arraf (palestina cristiana), encabeza el Movimiento de Liberación de Gaza.
El pacifismo activo resultó el óptimo antídoto del dragón israelí, que desde su creación, hace 62 años por el sionismo financiero global –entronizado por los esclavistas banqueros Rothschild–, vive en guerra permanente contra todos sus vecinos árabes y no árabes (v.gr. Turquía e Irán).
Israel perdió irreparablemente al único aliado estratégico que tenía en la región: Turquía, que regresa por la puerta triunfal de Gaza, pese a la pérdida de varios mártires dispuestos a ofrendar sus vidas por la libertad palestina.
El posicionamiento de Turquía se consolida, lo cual ya habíamos detectado hace un año en nuestro periplo a Beirut (ver Radar Geopolítico; Contralínea, 1/11/09) y obliga a levantar urgentemente el inhumano bloqueo de Gaza.
La “Israel-patía”, de tanto propinar patadas a diestra y siniestra, consiguió auto-golearse en alta mar.
De ahora en adelante habrá que inundar los mares alrededor de Israel con embarcaciones humanitarias de paz y bajo protección turca, que están resultando más letales que los misiles de Hezbolá y Hamas juntos.
El antídoto de la “Israel-patía” es el pacifismo activo: la creativa genialidad política del siglo XXI.
La Jornada: Bajo la lupa