Arturo Bloqueduro
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España recibió un récord de argentinos en el primer semestre del año: cuál es la ciudad más elegida
Los números oficiales hablan de 29.500, la cifra más alta desde 2008, cuando comenzó la serie; muchos profesionales y parejas, entre los emigrados
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Los números oficiales hablan de 29.500, la cifra más alta desde 2008, cuando comenzó la serie; muchos profesionales y parejas, entre los emigrados
La emigración de argentinos en los últimos años fue tema de análisis e incluso formó parte de los discursos políticos en los que muchas veces se hizo referencia a los “jóvenes” que decidían irse ante la falta de perspectivas. Hace unos días, oficialmente, España publicó que 29.500 argentinos llegaron a ese país en el primer semestre de este año. La cifra es récord respecto de igual período de otros años: en el 2022 fueron 26.327; en el 2021, 20.991. En los primeros seis meses del 2020 –con pleno impacto de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo del el bichito-19– la cifra cayó a 8.896 mientras que en 2019 sumaron 17.108.
Desde 2021 desembarcaron unos 100.000, cuando la media de la década anterior era de unos 10.000 al año. Los números se desprenden del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuya serie comienza en 2008. La comunidad de argentinos es la sexta más grande de extranjeros en España: la superan las de jovenlandia, Colombia, Rumania, Venezuela y Ecuador.
Más allá de las cuestiones económicas a las que se refiere una parte significativa de quienes se mudaron, entre los argumentos más repetidos se cuentan el del “cansancio” y el “hartazgo” de la forma de vida en la Argentina.
Un cuarto de la comunidad argentina está en Barcelona, seguida por Madrid con 16%. Entre las otras ciudades preferidas se cuentan Málaga, Valencia, Baleares, Alicante, Tarragona y Gerona.
Diego Arcos Espinosa vive desde 1989 en Cataluña y preside el Casal Argentino en Barcelona. En diálogo con LA NACION repasa que al 1° de enero de este año había registrados 390.000 argentinos en España y que a julio “crecieron medio millón”. Describe que hay tres perfiles dominantes entre los emigrados.
El primero, jóvenes de entre 20 y 40 años con formación profesional que se insertan laboralmente aunque no sea en áreas de su formación. Subraya que ya “prácticamente no hay sin papeles como había en el 2001; ya nadie viene ‘en banda’ porque saben que no hay chances”.
Otro grupo que identifica es el de pequeños y medianos emprendedores. La restauración es un sector muy elegido. Por ejemplo, en Cataluña hay registrados unos 300 negocios de empanadas, de las cuales 250 están en Barcelona. Al 1° de enero, con denominación de “comida argentina”, había 450 espacios (sin contar locales de empanadas).
El otro perfil es el de los “jubilados, gente activa, que llega con algún ahorro o bien los que llegan para reunirse con sus hijos”.
Otro segmento es el del emigrante “golondrina”, aporta Arcos Espinosa, que trabaja en centros de sky en Andorra en invierno y en el verano en las playas. “Son los que van y vienen y su número creció fuerte en los últimos años”, acota.
Desde Argentinas en Madrid, una entidad que realiza trámites y asesora a quienes se radican, Mariana Moreau indica que la mayoría de quienes los contactan son profesionales, de clase media que apuntan a llegar con contratos con empresas. “En general vienen con pocos ahorros para invertir y esperan conseguir un crédito para comprarse su vivienda”, describe.
Para muchos que llegan con acuerdos laborales, un sueldo de unos 3000 euros, está “bien” pero “para una familia de cuatro o cinco no permite alquilar, enviar los chicos a un colegio privado como esperaban porque así lo hacían en la Argentina”, dice Moreau, y subraya que los “nuevos” emigrantes, en general, tenían trabajo en el país.
Es, por ejemplo, el caso de Lucrecia Mangialavori quien se radicó hace un año y medio en Madrid con su esposo. A los 40 años, licenciada en Comunicación, trabajaba como educadora canina en la Argentina y hace lo mismo en la capital española. “Teníamos hartazgo de la forma de vida. Estábamos bien, con empleo, pero hartos de la anomia permanente. Daba igual cómo condujeras tu vida porque no se premia el esfuerzo. Estabas en el mismo lugar esforzándote que sin hacerlo. No estábamos de acuerdo con la forma en que se manejaba el país”, cuenta.
Cansancio de las crisis
Las fuentes consultadas por LA NACION coinciden en que los problemas económicos no son los dominantes entre los emigrados de los últimos tiempos. Claro que están “cansados” de las crisis, de la inflación, pero en especial lo que buscan es una “mejor calidad de vida integral”, caracteriza Moreau.
“Quieren, por ejemplo, caminar a la noche tranquilos además de tener tranquilidad económica –sostiene–. Repiten que ellos ya no van a ver el cambio de la Argentina si lo hay, pero buscan darle más oportunidades a sus hijos”.
Añade una observación: “Durante la esa época en el 2020 de la que yo le hablo muchos tramitaron la ciudadanía e idealizaron que ese trámite era un pasaporte al éxito; pero acá no es fácil; hay muchos que se vuelven después de dos años”.
Valeria Massats, miembro a cargo de la Asociación Cultural Hispano Argentina (A.C.H.A), sostiene que entre los que llegan a Madrid dominan los “jóvenes profesionales” que traen “ahorros, pero no mucho”.
Cuando les pregunta por qué se van del país, la respuesta es: “Ganara con quien ganara llevará tiempo cambiar”. Las crisis de la economía, la inflación y la inseguridad es lo primero que mencionan; buscan estabilizarse, ser respetados trabajando. Repiten ‘por las dudas me voy ahora’”. Incluso señala que “muchos” de los que llegan ahora votaron a Milei o a Bullrich.
Arcos Espinosa repasa que en Barcelona, donde el 19 de noviembre votaron casi 90.000 argentinos, “una participación récord”: ganó Javier Milei mientras que en octubre se había impuesto Patricia Bullrich. “Con esto quiero decir que se trata de segmentos medios, medio-altos, profesionales calificados. Los que se vienen buscan mejorar su vida, están hartos de las crisis, esperan encontrar un mejor horizonte acá”.
Instalada en Almería, Débora Poggi, quien comparte sus experiencias de emigrada por las redes y conversa con otros en su situación o que están por irse, aporta que la mayoría de los que llegan en el último año son parejas o familias con dos o tres hijos. Destaca que vienen “con menos ahorros, lo que es entendible porque es muy difícil comprar divisas y si tienen una propiedad, especulan con venderla. Siempre insisten en que se vienen por la calidad de vida, para resguardar a sus hijos, es por la generación que viene”.
“No escuché a nadie que piense que puede convertirse en millonario. Saben que tendrán, probablemente, que hacer algo diferente a lo que hacían en la Argentina hasta lograr reinsertarse, pero tienen expectativas de más tranquilidad”, sintetiza.