Felson
Madmaxista
Párrafos extraídos del artículo (largo, como es costumbre en el NYT).
“La gente está volviendo a fumar”, comentó Isabel Rower, escultora de 24 años, una de las estadounidenses que se encontraban afuera de Clearing. “Curiosamente, en el último año o dos, todos mis amigos que no fumaban ahora fuman. No sé por qué. Nadie es realmente adicto al cigarro. Es más bien una actividad de placer”.
En toda la ciudad de Nueva York, a medida que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo avanza y retrocede, una actividad social que parecía haber disminuido o mejorado (con vaporizadores, cannabis y educación) parece haber reaparecido.
Kat Frey, una redactora de 25 años que vive en Brooklyn, adquirió el hábito el año pasado. “Estamos teniendo un renacimiento muy sexi y etéreo de la década de 1980, y fumar forma parte de eso”, explicó. “Mucha gente que conozco está publicando fotos haciéndolo. Yo también estoy fumando. Se está poniendo de moda”.
Nigar Nargis, directora científica de investigación para el control del tabaco en la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, dijo que había evidencia de “un nivel más alto de tabaquismo”. “Es probable que no sean solo los jóvenes, sino que hay mayores ventas, lo que indica un mayor consumo”, afirmó Nargis. Aunque nadie sabe si los jóvenes también comenzaron a fumar más, la lógica es la siguiente: una marea alta levanta a todos los barcos.
Cocke vive en Nueva York y es directora de marca de una empresa emergente. “Llevamos un año y medio viviendo de manera remota y alejados de los demás”, dijo, mientras salía de Minnows, un bar cerca de la frontera entre Greenpoint y Williamsburg, en Brooklyn, para fumar un cigarrillo. Ese “algo que hacer” se convirtió en “algo que hacer juntos”.
Un tercer efecto pandémico, más oscuro, fue una especie de fatalismo, una actitud de après moi, le déluge (una frase que significa algo así como ‘tras mi fin, lo que ocurra me da lo mismo’) que se enconó en los meses de soledad, además de las constantes noticias de fin y enfermedad.
“Todos tenemos ese flamante deseo de morir, por decirlo así”, comentó Ryan Matera, asistente de 25 años en una agencia en Los Ángeles. “Solo miramos al norte y vemos incendios, y el suelo tiembla bajo nosotros, y nos dicen que las aguas están subiendo. Así que nos preguntamos: ‘¿Cuál es la diferencia?’”.
Nota: lo que parece de traca es que digan cómo una victoria lo de que el tabaco parecía haber disminuido o mejorado, entre otras cosas, gracias a que la gente estaba consumiendo cannabis, ahora que es legal en muchos estados. Con la ley antitabaco comenzó todo, fue el primer experimento para ver si la gente aceptaba que no la dejaran entrar a sitios o impedirle hacer lo que quisiera hacer legalmente.
La moda del cigarrillo ha vuelto
“La gente está volviendo a fumar”, comentó Isabel Rower, escultora de 24 años, una de las estadounidenses que se encontraban afuera de Clearing. “Curiosamente, en el último año o dos, todos mis amigos que no fumaban ahora fuman. No sé por qué. Nadie es realmente adicto al cigarro. Es más bien una actividad de placer”.
En toda la ciudad de Nueva York, a medida que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo avanza y retrocede, una actividad social que parecía haber disminuido o mejorado (con vaporizadores, cannabis y educación) parece haber reaparecido.
Kat Frey, una redactora de 25 años que vive en Brooklyn, adquirió el hábito el año pasado. “Estamos teniendo un renacimiento muy sexi y etéreo de la década de 1980, y fumar forma parte de eso”, explicó. “Mucha gente que conozco está publicando fotos haciéndolo. Yo también estoy fumando. Se está poniendo de moda”.
Nigar Nargis, directora científica de investigación para el control del tabaco en la Sociedad Estadounidense contra el Cáncer, dijo que había evidencia de “un nivel más alto de tabaquismo”. “Es probable que no sean solo los jóvenes, sino que hay mayores ventas, lo que indica un mayor consumo”, afirmó Nargis. Aunque nadie sabe si los jóvenes también comenzaron a fumar más, la lógica es la siguiente: una marea alta levanta a todos los barcos.
Cocke vive en Nueva York y es directora de marca de una empresa emergente. “Llevamos un año y medio viviendo de manera remota y alejados de los demás”, dijo, mientras salía de Minnows, un bar cerca de la frontera entre Greenpoint y Williamsburg, en Brooklyn, para fumar un cigarrillo. Ese “algo que hacer” se convirtió en “algo que hacer juntos”.
Un tercer efecto pandémico, más oscuro, fue una especie de fatalismo, una actitud de après moi, le déluge (una frase que significa algo así como ‘tras mi fin, lo que ocurra me da lo mismo’) que se enconó en los meses de soledad, además de las constantes noticias de fin y enfermedad.
“Todos tenemos ese flamante deseo de morir, por decirlo así”, comentó Ryan Matera, asistente de 25 años en una agencia en Los Ángeles. “Solo miramos al norte y vemos incendios, y el suelo tiembla bajo nosotros, y nos dicen que las aguas están subiendo. Así que nos preguntamos: ‘¿Cuál es la diferencia?’”.
Nota: lo que parece de traca es que digan cómo una victoria lo de que el tabaco parecía haber disminuido o mejorado, entre otras cosas, gracias a que la gente estaba consumiendo cannabis, ahora que es legal en muchos estados. Con la ley antitabaco comenzó todo, fue el primer experimento para ver si la gente aceptaba que no la dejaran entrar a sitios o impedirle hacer lo que quisiera hacer legalmente.
La moda del cigarrillo ha vuelto