M. Priede
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Está muy bien expuesto. Resumen: Pujol y los nacionalistas siempre recelaron de una urbe con demasiados "charnegos", incontrolable, eso impidió que Barcelona se desarrollase con la autonomía que requiere una gran ciudad.
1- "Fue el día en el que a alguien se le ocurrió crear una bandera metropolitana bajo la que cobijar a Barcelona y los 26 municipios de su cinturón, desde Badalona hasta Casteldefells pasando por El Prat. Afrenta: "Lo que parecía una nimiedad fue, para el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la señal inequívoca de que el impulso político que Maragall había decidido dar a la Corporación Metropolitana de Barcelona había traspasado definitivamente el umbral de lo admisible"
2- "Una de las razones es que, mientras que Franco favoreció que Madrid absorbiese a finales de los años cuarenta los 22 municipios de su alfoz y que Valencia y Bilbao pudieron gestionar su área metropolitana, "Barcelona se quedó con sus 101 kilómetros cuadrados". "La mancha urbana barcelonesa tiene entre cinco y medio y seis millones de habitantes, pero la ciudad de Barcelona no llega a los 1,7 millones, por lo que su ayuntamiento tiene una capacidad limitada de influir en su entorno y carece de poder sobre las grandes ciudades de su entorno", explica en el libro".
3- "La diferencia es que Madrid tiene una única organización, su Ayuntamiento, que legisla en materia urbanística, policial o medioambiental en esta zona, mientras que Barcelona tiene 36, una por cada uno de los ayuntamientos que forman parte de la AMB. Así, por muy buenos técnicos que haya en este organismo, o por buena voluntad política que haya por parte de sus responsables, cada Ayuntamiento acaba mandando en su pequeñito o grande término municipal y las micropolíticas se imponen a las macro". El revelador titular: "Un potencial dormido".
4- "Para Martí Font, Barcelona no supo leer la situación, y prefirió centrarse en ser cabeza de ratón a cola de león, una metáfora que repite a menudo para referirse a la mentalidad catalana. "El error del catalanismo conservador ha sido no entender que Barcelona obedece más a una dinámica de capital económica e industrial de un país de cincuenta millones de personas que a ser la capital política de un área geográfica de siete millones", escribe"
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SER METRÓPOLIS O NO SERLO 1987: la conspiración de Cataluña contra Barcelona que dio alas a MadridEn 1987, Pujol dio un paso que para muchos acabó con todas las posibilidades de que Barcelona mirase a Madrid a los ojos y evitó que se convirtiese en una metrópolis
Vista aérea de Barcelona. (Istock)
Por
Héctor G. Barnés
24/10/2021 - 05:00
El 17 de octubre de 1986, la historia de la Ciudad Condal cambió para siempre. Fue el día que Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, anunció lo que tantos estaban "¡Barcelona!" La capital catalana iba a albergar los Juegos Olímpicos seis años después, un período que dentro del imaginario catalán se ha convertido, décadas más tarde, en una Arcadia perdida. Sin embargo, hay otra tesis que cada vez coge más fuerza, y que asegura que para entonces la capital catalana ya estaba condenada.
Hay otra historia alternativa de Barcelona que podría situar el momento en el que todo cambió un par de años antes. Pongamos el 2 de junio de 1984. Fue el día en el que a alguien se le ocurrió crear una bandera metropolitana bajo la que cobijar a Barcelona y los 26 municipios de su cinturón, desde Badalona hasta Casteldefells pasando por El Prat. Afrenta: "Lo que parecía una nimiedad fue, para el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la señal inequívoca de que el impulso político que Maragall había decidido dar a la Corporación Metropolitana de Barcelona había traspasado definitivamente el umbral de lo admisible".
"Ya puedes guardar esa bandera en un cajón y no volverla a sacar jamás"
Fue el día en el que Mercè Sala, vicepresidenta ejecutiva de la Corporación, le gritó al asesor de comunicación de Maragall, Rafael Pradas: "Ya puedes guardar esa cosa en un cajón y no volverla a sacar jamás, no quiero verla otra vez". El que tampoco la vio, pero sí se enteró de que existía, fue Jordi Pujol, que respondió: "Cataluña solo tiene una bandera". "La polémica enseña no pudo tener una vida más corta: tras aquel día, desapareció como por ensalmo, no quedó ni rastro. Pero los nacionalistas se encargaron de que quedara bien grabada en el imaginario colectivo. Y no solo la bandera, sino también un supuesto himno metropolitano que nunca llegó a existir. Puestos a buscar un pretexto, Pujol no podía haber encontrado otro mejor".
Son los periodistas Lluís Uría y Luis Mauri quienes relatan esta anécdota en 'La gota malaya', una biografía del alcalde Pasqual Maragall. La historia ilustra a la perfección una de las claves para entender la deriva barcelonesa de las últimas décadas: la guerra entre la izquierda nacionalista y una capital "castrada" desde la Generalitat. Para el veterano periodista José María Martí Font, redactor jefe de Cultura de 'El País' durante los años ochenta, corresponsal en Alemania y autor de 'Barcelona-Madrid. Decadencia y auge', 1987 es el año clave para entender el comienzo de la decadencia barcelonesa de la que hoy tanto se habla. El año en que sale adelante la Ley de Ordenación Territorial que acabó con la Corporación y dividió el territorio catalán en 41 comarcas.
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1- "Fue el día en el que a alguien se le ocurrió crear una bandera metropolitana bajo la que cobijar a Barcelona y los 26 municipios de su cinturón, desde Badalona hasta Casteldefells pasando por El Prat. Afrenta: "Lo que parecía una nimiedad fue, para el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la señal inequívoca de que el impulso político que Maragall había decidido dar a la Corporación Metropolitana de Barcelona había traspasado definitivamente el umbral de lo admisible"
2- "Una de las razones es que, mientras que Franco favoreció que Madrid absorbiese a finales de los años cuarenta los 22 municipios de su alfoz y que Valencia y Bilbao pudieron gestionar su área metropolitana, "Barcelona se quedó con sus 101 kilómetros cuadrados". "La mancha urbana barcelonesa tiene entre cinco y medio y seis millones de habitantes, pero la ciudad de Barcelona no llega a los 1,7 millones, por lo que su ayuntamiento tiene una capacidad limitada de influir en su entorno y carece de poder sobre las grandes ciudades de su entorno", explica en el libro".
3- "La diferencia es que Madrid tiene una única organización, su Ayuntamiento, que legisla en materia urbanística, policial o medioambiental en esta zona, mientras que Barcelona tiene 36, una por cada uno de los ayuntamientos que forman parte de la AMB. Así, por muy buenos técnicos que haya en este organismo, o por buena voluntad política que haya por parte de sus responsables, cada Ayuntamiento acaba mandando en su pequeñito o grande término municipal y las micropolíticas se imponen a las macro". El revelador titular: "Un potencial dormido".
4- "Para Martí Font, Barcelona no supo leer la situación, y prefirió centrarse en ser cabeza de ratón a cola de león, una metáfora que repite a menudo para referirse a la mentalidad catalana. "El error del catalanismo conservador ha sido no entender que Barcelona obedece más a una dinámica de capital económica e industrial de un país de cincuenta millones de personas que a ser la capital política de un área geográfica de siete millones", escribe"
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SER METRÓPOLIS O NO SERLO 1987: la conspiración de Cataluña contra Barcelona que dio alas a MadridEn 1987, Pujol dio un paso que para muchos acabó con todas las posibilidades de que Barcelona mirase a Madrid a los ojos y evitó que se convirtiese en una metrópolis
Vista aérea de Barcelona. (Istock)
Por
Héctor G. Barnés
24/10/2021 - 05:00
El 17 de octubre de 1986, la historia de la Ciudad Condal cambió para siempre. Fue el día que Juan Antonio Samaranch, presidente del COI, anunció lo que tantos estaban "¡Barcelona!" La capital catalana iba a albergar los Juegos Olímpicos seis años después, un período que dentro del imaginario catalán se ha convertido, décadas más tarde, en una Arcadia perdida. Sin embargo, hay otra tesis que cada vez coge más fuerza, y que asegura que para entonces la capital catalana ya estaba condenada.
Hay otra historia alternativa de Barcelona que podría situar el momento en el que todo cambió un par de años antes. Pongamos el 2 de junio de 1984. Fue el día en el que a alguien se le ocurrió crear una bandera metropolitana bajo la que cobijar a Barcelona y los 26 municipios de su cinturón, desde Badalona hasta Casteldefells pasando por El Prat. Afrenta: "Lo que parecía una nimiedad fue, para el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la señal inequívoca de que el impulso político que Maragall había decidido dar a la Corporación Metropolitana de Barcelona había traspasado definitivamente el umbral de lo admisible".
"Ya puedes guardar esa bandera en un cajón y no volverla a sacar jamás"
Fue el día en el que Mercè Sala, vicepresidenta ejecutiva de la Corporación, le gritó al asesor de comunicación de Maragall, Rafael Pradas: "Ya puedes guardar esa cosa en un cajón y no volverla a sacar jamás, no quiero verla otra vez". El que tampoco la vio, pero sí se enteró de que existía, fue Jordi Pujol, que respondió: "Cataluña solo tiene una bandera". "La polémica enseña no pudo tener una vida más corta: tras aquel día, desapareció como por ensalmo, no quedó ni rastro. Pero los nacionalistas se encargaron de que quedara bien grabada en el imaginario colectivo. Y no solo la bandera, sino también un supuesto himno metropolitano que nunca llegó a existir. Puestos a buscar un pretexto, Pujol no podía haber encontrado otro mejor".
Son los periodistas Lluís Uría y Luis Mauri quienes relatan esta anécdota en 'La gota malaya', una biografía del alcalde Pasqual Maragall. La historia ilustra a la perfección una de las claves para entender la deriva barcelonesa de las últimas décadas: la guerra entre la izquierda nacionalista y una capital "castrada" desde la Generalitat. Para el veterano periodista José María Martí Font, redactor jefe de Cultura de 'El País' durante los años ochenta, corresponsal en Alemania y autor de 'Barcelona-Madrid. Decadencia y auge', 1987 es el año clave para entender el comienzo de la decadencia barcelonesa de la que hoy tanto se habla. El año en que sale adelante la Ley de Ordenación Territorial que acabó con la Corporación y dividió el territorio catalán en 41 comarcas.
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