D-Fens
Madmaxista
- Desde
- 22 Jul 2008
- Mensajes
- 6.011
- Reputación
- 10.462
Tela cómo viene la edición de hoy de EL COMERCIO: dos reportajes totalmente burbujistas abren las secciones de Oviedo y Gijón...
OVIEDO : Nuevos vecinos en un páramo
La crisis deja sin servicios a los vecinos de las nuevas urbanizaciones
Compraron sus casas bajo reclamos de «buenas comunicaciones» y los manidos eslóganes de «a tan sólo cinco kilómetros del centro»; decidieron invertir en urbanizaciones que prometían lujo en el extraradio, con zonas verdes y carteles promocionales con infografías de nuevos barrios plagados de servicios. Nada más lejos de la realidad. Los 'nuevos vecinos' de la ciudad cuentan que cada mañana caminan kilómetro y medio para poder coger el tren, que precisan el coche para la comprar una barra de pan e incluso que su barrio se ha convertido en un 'picadero'. ¿Cómo se vive en el nuevo Oviedo?.
«Se vive sin servicios y a veces te da hasta miedo caminar por la calle», responde Isabel Suárez. Ella vive en la primera fase de la nueva Manjoya, en la urbanización 'Bosque de la Zoreda'. Urazca, era la empresa encargada de construir la mayor parte de esta zona de expansión de la ciudad. Eran más de 1.800 pisos para una promoción de lujo, con un lago y embarcadero de un club náutico incluido. Pero la sociedad se declaró en suspensión de pagos. Durante un año, la urbanización que iba a ser imagen de opulencia lució un aspecto desolador, con edificios abandonados y grúas oxidadas. Finalmente la entidad financiera Caixa Galicia se hizo cargo de los pisos y el pasado año comercializó los primeros 113 pisos.
La segunda fase de La Manjoya ya esta lista y algunos vecinos desembalan sus cajas, tal vez sin percatarse de las deficiencias que padecen quienes residen en la zona desde 2010. Cuenta Isabel Suárez que el Ayuntamiento tiene una «dejadez absoluta» con el barrio. El parque que visitó el alcalde, Gabino de Lorenzo, el día de la inauguración de la urbanización «ya no tiene columpios y se ha convertido en un hervidero de bichos, yo tengo perro y jamás piso por allí». Entre otras cosas, porque podría encontrarse a gente manteniendo relaciones sensuales. El abandono del lugar y la falta de iluminación ha colocado a algunas partes de La Manjoya como lugar para hacer 'cruising', práctica sensual que consiste en mantener relaciones sensuales en lugares públicos, generalmente de forma anónima.
«Solo hace falta mirarlo en internet. La gente queda allí para tener una especie de citas a ciegas», explica Suárez. También para realizar carreras ilegales de coches. El descuido de la zona no ha pasado desapercibido tampoco para los ladrones. Hace poco desmantelaron el piso piloto de la promoción y en octubre arramplaron con más de 80 tapas de alcantarilla del barrio, poniendo en peligro el tráfico rodado y el peatonal. La Guardia Civil detuvo a cinco personas por los hechos.
Pero en el día a día de los residentes de La Manjoya hay muchos más inconvenientes. Suárez ha presentado varias quejas en el Ayuntamiento. «Los jardines quedan abandonados hasta que la hierba alcanza más de 50 centímetros de altura. El Consistorio dice que el convenio firmado sólo es para una siega anual, pero es falso, porque luego vienen más veces, pero solo cuando la hierba está altísima. Es dejadez», insiste.
La vecina también exigió la instalación de papeleras, porque sólo recogen sarama dos veces a la semana. Hasta hace un mes no tenía dónde tirar los excrementos de su perro. «Hace unas semanas han colocado dos papeleras, para más de 100 vecinos y también pusieron los carteles de las calles», cuenta. Aunque quizás lo que más les preocupa es la falta de iluminación. «Para coger el tren tengo que caminar un kilómetro y medio y da miedo, porque por el invierno vuelves de noche a casa y está muy oscuro». La posibilidad del autobús queda para ellas descartada, pasa cada hora y da tal rodeo que tarda más de 45 minutos hasta el centro de la ciudad, veinte más que desde Oviedo a Gijón.
Sin servicios básicos
A María Suárez, residente en Prado de la Vega, junto al nuevo Hospital Universitario Central de Asturias, le pasa algo parecido con el tras*porte. Camina quince minutos para coger el tren «porque coger al autobús te retrasa muchísimo». La zona figura en las estadísticas y registros municipales como parte del barrio de La Corredoria, un área con un crecimiento tan espectacular en la última década que las instituciones no dan a basto. Inauguran un colegio y ya es necesaria la construcción de otro. «Llevamos muchísimo tiempo pidiendo que se remodelen las líneas de tras*porte, más ahora», razona Eloy Rodríguez, presidente de la Asociación de Vecinos de La Corredoria.
Rodríguez reclama, sobre todo, más colegios y más médicos: «Es lo más urgente». Asegura que, por suerte, en Prado de la Vega no hay problemas con la urbanización o el asfaltado, otra cosa son los servicios dependientes de empresas privadas. Hay no hay diferencia con La Manjoya. «No existe ni un supermercado ni nada de comercio. Esperemos que si la situación remonta, las empresas comiencen a instalarse en estos nuevos barrios». Porque gran parte de las promociones están paralizadas o sin vender por la crisis económica.
El presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos, José Ramón Sariego, comparte el diagnóstico. «Lo que hace falta es planificar los equipamientos públicos en tiempo. Cuando se planifican promociones residenciales tan extensas hay que pensar en el tema de colegios y centros de salud», recalcó Sariego. Esa falta de organización, añade, genera gastos y molestias a los vecinos. Por ejemplo, con la televisión por cable. «Se hacen las urbanizaciones y a los dos días están levantando de nuevo el suelo para colocar el cable. Es absurdo».
Y hay otro tema que Sariego resalta: el de los buzones de correos. Los vecinos de otra de las zonas que más ha padecido la falta de equipamientos, Las Campas, tenían que recorres tres kilómetros para poder enviar una carta. «Pasa en casi todos los barrios de Oviedo, más en los de nueva creación».
El problema de los accesos
En San Claudio la construcción de más de 1.800 viviendas en las promociones de La Cruz y La Lloral están en «compás de espera». Solo un bloque de la primera aguarda listo para entrega. «Lo que son las aceras y la calzada aún no están, aunque los mayores problemas que tenemos son la ampliación de la depuradora y el tema de los accesos. ¿O acaso van a dar licencia de ocupación con enganche a la depuradora actual, que ya está superada?», plantea Andrés Lázaro, presidente de la Asociación San Cloyo.
Esta misma semana, en Pleno Municipal, en una bronca sesión, aprobó una moción para instar al Principado a que establezca unos plazos fijos para las obras de las que depende gran parte de las expansión de la ciudad. Del otro tema, el de los accesos, nada hay planeado. «En este país nuestro, donde sufrimos a los políticos, se conceden licencias a diestro y siniestro sin tener en cuenta los equipamientos. Se empieza por abajo», valora Lázaro. En Las Campas tuvieron que esperar siete años para tener un vial de unión con La Florida. «¿Cuánto tocará ahora que no hay 'perres'?».
Nuevos vecinos en un pramo. El Comercio
GIJÓN : A mitad de precio y vacíos
Diez locales están cerrados en Menéndez Valdés. El alquiler bajó de 6.000 a 3.000 euros al mes, pero no encuentran inquilino
Yo por mil euros no lo alquilo». Era la reflexión del propietario de un local comercial en una céntrica calle de Gijón, a escasos metros de la calle Corrida. Entendía que arrendar el bajo comercial por un precio 'tan bajo' no le resultaba interesante y prefería mantenerlo vacío a la espera de ofertas más suculentas. El local sigue sin uso, como lo están centenares en toda la ciudad, sin hacer distingos de calles o de zonas. Igual afecta al centro como a los barrios. De la misma forma a las calles principales que a las secundarias. Los precios de los alquileres, en muchos casos, parece que no caminan de la mano de la situación del mercado. La consecuencia es que, por mencionar un ejemplo, la todavía posiblemente calle más emblemática del comercio de Gijón, Menéndez Valdés, se está quedando desnuda de eso, de comercios. Nada menos que diez locales están vacíos en apenas cien metros de esta centrica vía. No hay más que darse un paseo desde la plaza de San Miguel en dirección al Parchís para confirmar este dato, impensable hace pocos años. ¿La culpa? Mucho tiene que ver la crisis, pero también tiene una influencia decisiva el precio del alquiler. Hace cinco años, en tiempos de bonanza económica, se llegaron a alcanzar los 7.000 euros mensuales. Ahora, se ha bajado más de la mitad, pero 3.000 euros sigue siendo, vistos los resultados, un precio prohibitivo.
Hablar de Menéndez Valdés es tanto como aludir al 'corazón' del pequeño y mediano comercio en Gijón, al menos, en los últimos veinticinco años. Sobre su eje, desde finales de la década de los años ochenta, se creó una zona de paseo y de venta que atrajo las mejores marcas, las principales boutiques y todo tipo de establecimientos especializados. A su calor crecieron algunas calles anexas, caso de Cabrales o la mismísima calle de Uría que, no hace tanto tiempo y, aunque ahora pueda parecer singular, comercialmente estaba consideraba como una zona de barrio, más ligada al Continental o, incluso, a la parte más baja de El Coto. Ahora no hay distancias, pero tampoco las había cuando el incipiente comercio de Gijón, en los años ochenta del pasado siglo, crecía de forma espectacular en el entorno de la, por entonces, plaza de los Mártires (ahora, el Humedal) y todo el entramado hasta Corrida.
Luego, el centro se fue desplazando hacia el entorno de Menéndez Valdés guiado por una oferta atractiva que, al fin y a la postre, es la que mueve a los clientes potenciales y la que da, y quita, valor a las calles comerciales. Ahora, todo apunta a que se está viviendo un ciclo similar, un cambio de hábito en los clientes. Estar en una calle como Menéndez Valdés ya no es garantía de nada y el riesgo de los alquileres es muy alto. ¿La solución? Zona centro, sí, pero más económico. Crear, en suma, nuevos centros de atracción donde los alquileres sean competitivos, donde el emprendedor, el empresario, no tenga la sensación de estar trabajando para el propietario del local.
Un alquiler de 12.000 euros
De esta forma, a la vez que Menéndez Valdés languidece y pierde brillo y luminosidad en sus de derechasdas, buena parte de ellas adornadas con los carteles de 'se alquila', nacen, pese a la incuestionable crisis que afecta al sector del comercio (según Asturtiendas cerraron 85 establecimientos en la ciudad en lo que va de año), nuevas iniciativas y lo que, desde el sector minorista se considera aún más importante, se consolidan las ya existentes. La primera premisa, reconocen, huir de alquileres a 3.000 ó 4.000 euros al mes. Hasta 12.000 euros se llegaron a pedir a un empresario por el alquiler de un local ubicado en San Bernando. Sigue vacío, como lo están otros muchos con esas mismas condiciones económicas.
La alternativa es buscar 'zona' pero en calles adyacentes, de fácil acceso, y con precios que puedan rondar los 1.200 euros para un local tipo de cien metros cuadrados. Así, como reconocen los representantes de los minoristas gijoneses, 'nacieron' en los últimos años zonas que se consideraban comercialmente muertas. Ejemplos claros son la calle Instituto o el primer tramo de La Merced. Hace apenas cinco años, se cerraban en ambas zonas contratos por 600 euros de alquiler al mes, muy lejos de los más de 6.000 que se pagaban en las calles cercanas. Incluso la calle de Cabrales, en su tramo entre los jardines del Náutico y Menéndez Valdés, o la calle de San Agustín, tenían precios más competitivos.
Fue, poco a poco, creciendo comercio en todas ellas y se han hecho con un nombre y una clientela con la que capear la crisis. «La ciudad es un organismo vivo», resumen los comerciantes, y se mueve en función de muchos criterios. Ya no hay un 'centro'. Ahora muchos son los 'centros', incluidos los que se crean en los barrios, con el comercio de cercanía, de proximidad, capaz de fidelizar a clientes a base de buen trato y de precios competitivos.
Nada de franquicias y bancos
Los tiempos han cambiado, y de qué forma. Antes de estallar la actual crisis económica, las grandes franquicias, las entidades bancarias y negocios similares que garantizaban el pago seguro de los alquileres disparaban el mercado. Siempre había quien estaba dispuesto a poner mucho dinero sobre la mesa para estar en el centro de la ciudad. Ahora, por contra, las franquicias lo que hacen, en muchos casos, es cerrar sus tiendas. Y no digamos nada de los bancos, que cada vez prescinden de más oficinas. El resto del mercado del alquiler queda para el pequeño comercio local, para el emprendedor, para una persona que tiene que hacer muchos números para cuadrar cifras y que un alquiler disparado de precio le hace desistir antes de dar el paso. Se siguen abriendo comercios, es cierto que menos, pero se abren. Eso sí, fuera de los prohibitivos precios de determinadas calles del centro.
Un ejemplo de calle comercial en la zona centro, aunque pueda resultar chocante, es Magnus Blikstad. Nace, como quien dice, en la estación de ALSA y casi enlaza con el polígono de Pumarín, en Carlos Marx. ¿Saben cuántos comercios y establecimientos de hostelería hay en esta calle? Nada menos que 114 y, lo que es más llamativo, ni un solo local disponible. Algo similar sucede con la avenida de Portugal.
Negociaciones a la baja
Es evidente que los alquileres de locales en ambas calles están bastante alejados del precio medio de los 3.000 euros. Muchos de ellos están por menos de una tercera parte, y es que, con la crisis, ha llegado también la época de la renegociación de los precios de alquiler. Son contratos privados y acuerdos, en consecuencia, también confidenciales, pero este periódico tiene constancia que comerciantes y hosteleros han hablado con los propietarios de los locales para bajar el precio de los alquileres. La situación así lo requiere y suele haber acuerdo. En caso contrario, es evidente que siempre se dispondrá de otro local cercano y a precio por negociar, a la baja.
Es la ley de la oferta y la demanda. Pero es que otras muchas y significativas calles sufren el síndrome del local cerrado. Por ejemplo, Marqués de Urquijo, en el barrio de La Arena.
De todas formas, mientras Menéndez Valdés languidece, en La Calzada, por ejemplo, se cotizan al alza los locales, sobre todo en la avenida de la Argentina o la calle de Brasil. A nadie debe sorprender que los alquileres en estas vías importantes ronden, también para unos 100 metros cuadrados, los 2.500 euros mensuales. Hay vida y hay comercio. En cualquier caso, los días de gloria de los rentistas, de los propietarios de locales en la zona centro negociando al alta los alquileres, han pasado a la historia. Menéndez Valdés es un ejemplo. Detrás, pueden venir otras.
A mitad de precio y vacos. El Comercio