david53
Madmaxista
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Sí, amigos, esta imagen podría haber sido foto de portada en Arriba o El Alcázar en 1945. Muñoz Grandes (a la izquierda), el líder de la famosa División Azul combatiente en Rusia, vestido con un uniforme norteamericano junto al General Douglas MacArthur, vencedor de la Guerra en el Pacífico. ¿Comorrl?, diría Chiquito. Muy sencillo. Cuando Hitler llevaba ya unos meses criando malvas y todo hacía prever que a los aliados les quedaba nada o menos para ganar la Segunda Guerra Mundial, al régimen franquista se le ocurrió una brillante (o algo) idea para quedar bien con los vencedores. ¡Declarar la guerra al Japón y mandar soldados españolitos a bregar con kamikazes y cargas Banzai! ¿No se lo creen? Sigan leyendo, sigan.
Era marzo de 1945 y los soviéticos avanzaban hacia Berlín. La capital del III Reich caería a menos de que se produjese un milagro. El pragmático Franco y los suyos ya se venían oliendo desde hace tiempo que aquello de haber negociado con Hitler una posible entrada en el conflicto mundial, de parte de la esvástika, no lo iban a olvidar tan pronto los autodenominados como Aliados. Además, España había enviado a la URSS a la División Azul de voluntarios, lo que tampoco sumaba puntos a la hora de librarse del aislamiento de las potencias vencedoras una vez finalizadas las hostilidades.
Masacre en Manila
Las masacres realizadas por el Ejercito Imperial Japonés en Manila (una importante ciudad española hasta solo cincuenta años antes) enfurecieron a la prensa de la nación. Las autoridades franquistas pensaban que la importante colonia española sería respetada por los soldados del Imperio del Sol Naciente, pero para las tropas en retirada ante el imparable avance norteamericano, nombres como Hitler, Mussolini o Franco ya no significaban nada. Como recordó el ABC, entre la vorágine destructora de los soldados nipones, la embajada española fue atacada. Incendiada, murieron casi cincuenta cincuenta personas que allí se refugiaban.
¿España vs Japon?
Las autoridades españoles vieron este ataque como una oportunidad única para convertir a España en víctima. Se acercaba la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional y los hombres de Franco deseaban un asiento en ella, a toda costa. El Caudillo ya había ya mostrado al embajador norteamericano Carlton Hayes su disgusto con Japón y vio que las atrocidades perpetradas en Manila podían servir como motivo para que España declara la guerra al Mikado. Por la lógica de «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», España pasaría automáticamente a convertirse en aliado de los Estados Unidos e Inglaterra.
El entonces Ministro de Exteriores José Félix Lequerica, aprovechó una cena en casa del Agregado Militar Británico en España, Windam W. Torr, para tantearle comentando: «Parece como si fuéramos a declarar la guerra al Japón». Torr le preguntó entonces que cuándo sería eso, a lo que el diplomático bilbaíno respondió que esperaba que muy pronto. El inglés quiso saber los motivos , a lo que Lequerica, arrugando los hombros respondió «Bueno, Franco siempre ha odiado a los japoneses».
Una segunda División Azul, pero con destino Tokio
¿Cómo pensaba España participar en la Segunda Guerra Mundial? Lo explica Florentino Rodao en su libro ‘Franco y el Imperio Japonés’. El ministro-secretario general de FET y de las JONS José Luis Arrese pidió gestionar una División Azul para luchar con el general Douglas MacArthur contra Japón porque ese país «amenazaba el cristianismo». Esto aparece mencionado también en el libro ‘Report from Spain’, del periodista Hughes.
Por otro lado, la agencia predecesora de la CIA, la OSS, afirmó el gobierno español había considerado el enviar incluso dos divisiones de voluntarios a Filipinas dirigidas por Agustín Muñoz Grandes. Sí, el mismo que comandó la División Azul durante sus primeros combates en la Unión Soviética. El que fue condecorado por Hitler. Un cambio de chaqueta así hubiese sido épico.
Hay mucho mar por allí. ¡Mandemos un barco!
El diplomático español José María Doussinague confirma el deseo de enviar tropas españolas a luchar contra los japoneses en su libro ‘España tenía razón’ (1949), donde explica que que «se proyectaba enviar una división de la escuadra española a aguas del Pacífico». Españoles voluntarios, desde nuestras costas, en un largo viaje hacia Filipinas, Okinawa o la isla sur del archipiélago principal: Kyushu.
¿Pero viajando en qué? De haber mostrado la bandera en aguas del Mar de Joló o el del Japón, lo único presentable que teníamos flotando era el crucero ‘Canarias’, que hubiese durado lo que un caramelo en la puerta de un colegio ante ataques kamikaze o cualquier moderno buque de guerra nipón de tamaño medio.
Japón se libra de la furia española
El Foreign Office se había percatado rápidamente de la maniobra franquista y no se dejó engañar.
Ante la negativa de las potencias anglosajones, nada pudo hacer España, que se limitó a romper las relaciones con Japón el 12 de abril de 1945. Muñoz Grandes jamás sirvió junto a Douglas MacArthur vistiendo el uniforme americano (como sí hizo antes con el alemán).
Hiroshima y Nagasaki zanjaron el asunto y postergaron la inclusión de la España de Franco en el bloque occidental casi una década, hasta que a los americanos se les ocurrió plantar un par de bases en nuestro territorio para luchar contra su nuevo peor enemigo: el comunismo. Pero eso, amigos, es otra historia.
Era marzo de 1945 y los soviéticos avanzaban hacia Berlín. La capital del III Reich caería a menos de que se produjese un milagro. El pragmático Franco y los suyos ya se venían oliendo desde hace tiempo que aquello de haber negociado con Hitler una posible entrada en el conflicto mundial, de parte de la esvástika, no lo iban a olvidar tan pronto los autodenominados como Aliados. Además, España había enviado a la URSS a la División Azul de voluntarios, lo que tampoco sumaba puntos a la hora de librarse del aislamiento de las potencias vencedoras una vez finalizadas las hostilidades.
Masacre en Manila
Las masacres realizadas por el Ejercito Imperial Japonés en Manila (una importante ciudad española hasta solo cincuenta años antes) enfurecieron a la prensa de la nación. Las autoridades franquistas pensaban que la importante colonia española sería respetada por los soldados del Imperio del Sol Naciente, pero para las tropas en retirada ante el imparable avance norteamericano, nombres como Hitler, Mussolini o Franco ya no significaban nada. Como recordó el ABC, entre la vorágine destructora de los soldados nipones, la embajada española fue atacada. Incendiada, murieron casi cincuenta cincuenta personas que allí se refugiaban.
¿España vs Japon?
Las autoridades españoles vieron este ataque como una oportunidad única para convertir a España en víctima. Se acercaba la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organización Internacional y los hombres de Franco deseaban un asiento en ella, a toda costa. El Caudillo ya había ya mostrado al embajador norteamericano Carlton Hayes su disgusto con Japón y vio que las atrocidades perpetradas en Manila podían servir como motivo para que España declara la guerra al Mikado. Por la lógica de «el enemigo de mi enemigo es mi amigo», España pasaría automáticamente a convertirse en aliado de los Estados Unidos e Inglaterra.
El entonces Ministro de Exteriores José Félix Lequerica, aprovechó una cena en casa del Agregado Militar Británico en España, Windam W. Torr, para tantearle comentando: «Parece como si fuéramos a declarar la guerra al Japón». Torr le preguntó entonces que cuándo sería eso, a lo que el diplomático bilbaíno respondió que esperaba que muy pronto. El inglés quiso saber los motivos , a lo que Lequerica, arrugando los hombros respondió «Bueno, Franco siempre ha odiado a los japoneses».
Una segunda División Azul, pero con destino Tokio
¿Cómo pensaba España participar en la Segunda Guerra Mundial? Lo explica Florentino Rodao en su libro ‘Franco y el Imperio Japonés’. El ministro-secretario general de FET y de las JONS José Luis Arrese pidió gestionar una División Azul para luchar con el general Douglas MacArthur contra Japón porque ese país «amenazaba el cristianismo». Esto aparece mencionado también en el libro ‘Report from Spain’, del periodista Hughes.
Por otro lado, la agencia predecesora de la CIA, la OSS, afirmó el gobierno español había considerado el enviar incluso dos divisiones de voluntarios a Filipinas dirigidas por Agustín Muñoz Grandes. Sí, el mismo que comandó la División Azul durante sus primeros combates en la Unión Soviética. El que fue condecorado por Hitler. Un cambio de chaqueta así hubiese sido épico.
Hay mucho mar por allí. ¡Mandemos un barco!
El diplomático español José María Doussinague confirma el deseo de enviar tropas españolas a luchar contra los japoneses en su libro ‘España tenía razón’ (1949), donde explica que que «se proyectaba enviar una división de la escuadra española a aguas del Pacífico». Españoles voluntarios, desde nuestras costas, en un largo viaje hacia Filipinas, Okinawa o la isla sur del archipiélago principal: Kyushu.
¿Pero viajando en qué? De haber mostrado la bandera en aguas del Mar de Joló o el del Japón, lo único presentable que teníamos flotando era el crucero ‘Canarias’, que hubiese durado lo que un caramelo en la puerta de un colegio ante ataques kamikaze o cualquier moderno buque de guerra nipón de tamaño medio.
Japón se libra de la furia española
El Foreign Office se había percatado rápidamente de la maniobra franquista y no se dejó engañar.
Los aliados se pusieron de acuerdo en ignorar el deseo de Franco. Londres informó al Departamento de Estado Norteamericano de que esta declaración de hostilidades por parte de España contribuiría poco o nada a la victoria aliada, calificando la oferta de «puro oportunismo». A ello, contestó Washington: «Caso de que España declare la Guerra a Japón, al régimen de Franco no se le concedería ningún crédito por este hecho».«Ciertamente empieza a parecer como que una declaración de guerra contra Japón por España no es imposible. Sin duda los españoles esperan de esa forma saltar un poco más al tren aliado (y particularmente al americano)».
Ante la negativa de las potencias anglosajones, nada pudo hacer España, que se limitó a romper las relaciones con Japón el 12 de abril de 1945. Muñoz Grandes jamás sirvió junto a Douglas MacArthur vistiendo el uniforme americano (como sí hizo antes con el alemán).
Hiroshima y Nagasaki zanjaron el asunto y postergaron la inclusión de la España de Franco en el bloque occidental casi una década, hasta que a los americanos se les ocurrió plantar un par de bases en nuestro territorio para luchar contra su nuevo peor enemigo: el comunismo. Pero eso, amigos, es otra historia.
Franco quiso declarar la guerra a Japón y enviar una División Azul contra Tokio
Sí, amigos, esta imagen podría haber sido foto de portada en Arriba o El Alcázar en 1945. Muñoz Grandes (a la izquierda), el líder de l...
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