Eldenegro
Madmaxista
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Danzan los árboles eludiendo retinas con troncos equiparables a evocaciones estáticas en polvorientos recuerdos, tela de araña de hombre en cuerpo de mujer. También hay varias lunas en las noches en las que unos corazones unidos por guitarras de fiebres se emborrachan y se drojan con mariposas tras*parentes que sacan a la percepción el calabozo de la rutina, y hacen de ella un hermoso cielo de otoño o primavera cuando es verano o invierno. O esa quinta estación en la que vivimos a veces los lobos. Esa estación que nos lleva a pensar que la libertad es la guandoca más grande de todas las cárceles y la claridad y la capacidad de análisis se tornan ciudad de niebla dónde llueven cuchillos de dolor día tras día hasta que te arrojas por la ventana de un quinto piso, pero sólo consigues fractura de cotilo con nimias contusiones en vez de saborear la dulzura que pensabas que se hallaba en la fin. fulastre. Hoy siento la adolescencia en mis manos. Pero la libertad es algo sublime que segrega nuestro amor. Son libres las personas, no los países. Sólo los necios justifican sus abyectos actos diciendo que viven en una nación libre. Los besos lloran mucho, dicen la verdad y mienten y pactan efímeros paraísos dónde caben hasta los hombres y las mujeres voladores. No hay nada tan peligroso en una calle como un ciego loco con una pistola. La mayoría de los gobernantes que hubo, hay y habrá en la Tierra son ciegos, locos con millones de armas. Apenas hay excepción. Los políticos y los psiquiatras son los peores demonios. No quiero que me diga “te quiero” quien no me ama. Las lágrimas son nuestros diamantes. Diamantes con fulgor que navegan como bellos barcos vikingos por las copas de los borrachos. Los drojadictos y los borrachos son ángeles vestidos de paisano. No perder la luz en las llagas del repruebo y aferrarse fuerte a la desnudez de tu amada o de tu amado. Una foto del día de la comunión de un niño y una niña besándose. El cuadro de la niña más bonita multiplicada por cuatros gestos en la pared de un dormitorio dónde reside un amor inmenso. Hay tenientes de la guardia civil que llevan alas de mosquito implantadas en los omóplatos. Los sombreros están inventados para demostrar la admiración con un leve movimiento de quita y pon, igual que los aplausos, aunque sean éstos más violentos. Un artista necesita de esas dos cosas para sobrevivir. Vivir es eterno para los dioses, para esos dioses que cada uno inventa una tarde de lluvia tras la ventana sintiéndose el mejor amigo de la soledad. Más solo que una amapola en un desierto africano. La hemorragia de amapolas en la cuneta de la carretera o de la vía del tren es lo contrario de la soledad. No hay mejor olor que el de la cena pobre en los barrios. Esa tortilla francesa que la progenitora prepara para el hijo que llega tarde y la come cuando ya está fría. Tristeza. Contradicción. Hoy hay una adolescente en mis manos. Si quieres saber qué es lo más parecido al Edén, déjate encerrar con tu amor una noche de verano en los jardines de la Vega y con un cactus mejicano navegando por la sangre de tus venas. El gato Pedrito te enseñará los senderos de castaños y los lugares prohibidos, cementerios de plantas superando toda belleza. Olor a fin y olor a vivir enorme. Alineación de los dientes en el roce de un beso insondable. Hoy no quiero intentar hacer literatura ni daros poesía ni tocaros los nervios, quiero besaros en los ojos con las palabras, del corazón por una vez. Quisiera que mordierais el gusano de la botella de mezcal y lo compartierais con la mujer con cuya imagen en evocación os dormís, soñáis y os despertáis todos los días. La mitad del gusano para cada uno mientras habláis de vuestros viejos amores. Amargamente. Llorar de belleza. Que lindo ser una obra de arte andante como la estrebvina en la noche en mis pupilas continuamente. No tener miedo. Caminar sobre plataformas de piel de culebra que van dejando huellas de labios por las plazas viejas de la ciudad. Huellas de las que nacerán crisantemos. Chatarreros de sangre y cielo. Esos príncipes del error que convierten un fallo en un oasis con lago de cristal o una película de sangre risa, sudor y lágrimas. Y adoro a los afiladores que con sus flautas traen a nuestros pensamientos cuentos maravillosos del siglo pasado. Hombres de tonalidad siena, nobles vengadores. Hacer del crimen una obra de arte. Mariposas en los brazos. Almendras en los brazos. Sin compasión. El exterminador está próximo. Mata si estás en peligro de fin. No os dejéis engañar por la pericia de un trauma. La letra con sangre ha de salir. Agradezco a Stephen Dunn que me forzara de una manera tan salvaje. El repruebo es, lamentablemente, esquizofrénico por amor. Eludiendo cualquier lenguaje, hemos de asumir la constatación del silencio más absoluto, en fin, del terror: personal y particular. Carácter es la ausencia de lenguaje también, pero las pilinguis son compañía, espúreas del cielo de la soledad. Una fruta son los reyes magos. Una fruta es el cumpleaños nº 1 de un niño limpio y feliz: Rousseau ha muerto... Confusión y reflexión de un paseante íntimo: “Si no soy ***** ¿para qué quiero vivir?”, dijo el filósofo viejo y ebrio, infatuado. Soy el hombre escondido detrás de un arbusto que está sentado en su escritorio. Nunca me detendrán. Jamás me prenderán. Todas mis víctimas mueren de maneras distintas. No importa su sesso. Te sentarás a mi lado en un concierto en el bosque. Si te mirara en el metro no desviarías los ojos. Soy pequeño y engañoso como estos cientos de palabras que ya están dentro de ti. Dentro de ti.