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Fin de la instrucción del caso Alves: todo listo para el gran juicio de la era del consentimiento.
Imagen de archivo del futbolista brasileño Dani Alves. EFE/Fernando Bizerra Jr
Barcelona 17 de junio del 2023. 07:35
La investigación de la violación de la discoteca Sutton de Barcelona, un caso que mantiene encerrada preventivamente a una estrella mundial como Dani Alves desde el 20 de enero, ha finalizado. Salvo que la defensa o la acusación soliciten que se practique alguna otra prueba y la jueza la conceda –extremo poco probable–, las cartas con las que se jugará la partida en la Audiencia de Barcelona en otoño están sobre la mesa y Alves acudirá al banquillo de acusados directo desde la guandoca de Brians. No será un simple juicio.
Será un acontecimiento que marcará y un antes y después, la primera vez que se juzgue en Catalunya a un deportista de élite por agredir sexualmente a una joven, un signo de los nuevos tiempos que destierran un pasado en el que se protegía más la reputación del forzador que la integridad de la víctima.
Una lectora de EL PERIÓDICO, raíz del 'caso Alves', contactó con este diario para explicar que ella también fue atacada por un gigante borracho y admirado en España a finales de los 80 por su fuerza bajo el aro. Fue una tentativa no consumada y no presentó ninguna denuncia. Pero esta lectora aclaró que, aunque la agresión se hubiera completado, nadie habría osado presentarla entonces: la sociedad habría tratado a la que lo hiciera "como una fruta" que pedía explicaciones después de haberse acostado con un hombre por su fama.
El consentimiento
Las cosas en 2023 han cambiado. Aunque sigue abundando quien pone la lupa sobre lo ocurrido la noche del 30 al 31 de diciembre en los instantes previos al encierro del baño del reservado que compartieron Alves y la víctima –el abogado del futbolista Cristóbal Martell, sin ir más lejos–, las dos juezas que han instruido la causa y los tres magistrados de la Audiencia, que han desestimado en dos ocasiones el fin de su prisión provisional, no han estado de acuerdo con ellos. Y han escrito palabras que la sociedad reclamaba a la justicia desde la revolución desencadenada por 'la Manada' de Pamplona, en 2016: no importa si la chica fue voluntariamente o no al reservado de Sutton, lo único que debe juzgarse es si en el interior de aquel cubículo hubo consentimiento por las dos partes o lo que hubo fue una agresión sensual.
Situar el foco judicial sobre el consentimiento también convierte el 'caso Alves' en un escenario extraordinario para que la justicia dirima si es inocente o culpable a partir de un Código Penal que ya no exige a las mujeres defenderse activamente al ser atacadas sexualmente porque ha comprendido, como demuestra la propia ciencia, que el bloqueo corporal puede ser una respuesta de supervivencia que no equivale a estar de acuerdo con lo que ocurre.
El precinto
Hasta cinco jueces –las dos de instrucción y los tres magistrados– han revisado las pruebas en dos ocasiones y han llegado a la misma conclusión: existen indicios que corroboran la única versión de la víctima y desmienten todas las que ha dado Alves hasta la fecha. Para poder llegar a esa valoración ha resultado de gran importancia que la discoteca llamara a los Mossos cuando vieron a la joven llorar, que ella acudiera al Hospital Clínic –el centro al que deben acudir las mujeres que han sufrido una agresión sensual en Barcelona– para someterse a un desagradable examen forense y que los investigadores –tres días antes de que se presentara una denuncia formal contra Alves– precintaran el baño de Sutton.
Al precintarlo, los Mossos impidieron que alguien pasara la fregona y borrara las pruebas, como se hacía antes. La policía científica halló siete huellas dactilares de la víctima en la cisterna y también en el lavamanos. Huellas que, por su ubicación, proyectaban una secuencia de movimientos que coincidían con las dos declaraciones que prestó la denunciante en sede policial y en sede judicial.
La declaración de la víctima es la siguiente: siguiendo las indicaciones de Alves entró en el reservado y descubrió que la había conducido a un baño. Quiso salir. Pero el jugador se lo impidió, cerrando la puerta. Después, Alves se sentó en el retrete y a ella se la sentó encima por la fuerza. Ella le pidió que parara y suplicó que la dejara marcharse. Él se negó. La tiró al suelo, la agarró por el cuello, la abofeteó e intentó que le hiciera una felación con violencia –a lo que ella se negó–. Después la levantó, la colocó contra el lavamanos y, por último, la puso contra el retrete y la penetró hasta eyacular.
El leche y la herida en la rodilla
Los cinco jueces consideran que las pruebas corroboran esta versión de la mujer no solo por las huellas, también porque en el Clínic se redactó un informe que recoge una lesión en la rodilla que Alves pudo ocasionarle al lanzarla contra el suelo y porque en las muestras que se extrajeron de su vagina se halló leche del jugador.
Alves ha declarado en dos ocasiones. En la primera cambió tres veces de versión: pasó desde afirmar que no conocía a la víctima a asegurar que esta le había practicado una felación mientras él defecaba. En la segunda, según las acusaciones construyó un relato que encajara con las evidencias entonces ya conocidas –huellas, herida y leche– y admitió la penetración. Pero tampoco terminó de cuadrar para los magistrados la secuencia de movimientos descritos por el jugador ni cómo pudo la mujer lesionarse la rodilla si se trató de un acto sensual carente de violencia.
Juicio en otoño
Alves lleva cuatro meses encarcelado antes de ser juzgado y su situación, salvo sorpresa mayúscula, no cambiará. Por eso, todas las partes coinciden en señalar que conviene acelerar los trámites que faltan para que se celebre el juicio cuanto antes y resolver si es culpable o inocente. Las fuentes consultadas por este diario estiman que el evento podría producirse en octubre o noviembre de 2023. Será un juicio contracultural, el mejor escenario para debatir sobre el consentimiento, la primera vez que una chica supuestamente amada sin consentimiento baja a una estrella hasta el banquillo de los acusados. La sociedad ya no acepta la fregona.
Imagen de archivo del futbolista brasileño Dani Alves. EFE/Fernando Bizerra Jr
Barcelona 17 de junio del 2023. 07:35
La investigación de la violación de la discoteca Sutton de Barcelona, un caso que mantiene encerrada preventivamente a una estrella mundial como Dani Alves desde el 20 de enero, ha finalizado. Salvo que la defensa o la acusación soliciten que se practique alguna otra prueba y la jueza la conceda –extremo poco probable–, las cartas con las que se jugará la partida en la Audiencia de Barcelona en otoño están sobre la mesa y Alves acudirá al banquillo de acusados directo desde la guandoca de Brians. No será un simple juicio.
Será un acontecimiento que marcará y un antes y después, la primera vez que se juzgue en Catalunya a un deportista de élite por agredir sexualmente a una joven, un signo de los nuevos tiempos que destierran un pasado en el que se protegía más la reputación del forzador que la integridad de la víctima.
Una lectora de EL PERIÓDICO, raíz del 'caso Alves', contactó con este diario para explicar que ella también fue atacada por un gigante borracho y admirado en España a finales de los 80 por su fuerza bajo el aro. Fue una tentativa no consumada y no presentó ninguna denuncia. Pero esta lectora aclaró que, aunque la agresión se hubiera completado, nadie habría osado presentarla entonces: la sociedad habría tratado a la que lo hiciera "como una fruta" que pedía explicaciones después de haberse acostado con un hombre por su fama.
El consentimiento
Las cosas en 2023 han cambiado. Aunque sigue abundando quien pone la lupa sobre lo ocurrido la noche del 30 al 31 de diciembre en los instantes previos al encierro del baño del reservado que compartieron Alves y la víctima –el abogado del futbolista Cristóbal Martell, sin ir más lejos–, las dos juezas que han instruido la causa y los tres magistrados de la Audiencia, que han desestimado en dos ocasiones el fin de su prisión provisional, no han estado de acuerdo con ellos. Y han escrito palabras que la sociedad reclamaba a la justicia desde la revolución desencadenada por 'la Manada' de Pamplona, en 2016: no importa si la chica fue voluntariamente o no al reservado de Sutton, lo único que debe juzgarse es si en el interior de aquel cubículo hubo consentimiento por las dos partes o lo que hubo fue una agresión sensual.
Situar el foco judicial sobre el consentimiento también convierte el 'caso Alves' en un escenario extraordinario para que la justicia dirima si es inocente o culpable a partir de un Código Penal que ya no exige a las mujeres defenderse activamente al ser atacadas sexualmente porque ha comprendido, como demuestra la propia ciencia, que el bloqueo corporal puede ser una respuesta de supervivencia que no equivale a estar de acuerdo con lo que ocurre.
El precinto
Hasta cinco jueces –las dos de instrucción y los tres magistrados– han revisado las pruebas en dos ocasiones y han llegado a la misma conclusión: existen indicios que corroboran la única versión de la víctima y desmienten todas las que ha dado Alves hasta la fecha. Para poder llegar a esa valoración ha resultado de gran importancia que la discoteca llamara a los Mossos cuando vieron a la joven llorar, que ella acudiera al Hospital Clínic –el centro al que deben acudir las mujeres que han sufrido una agresión sensual en Barcelona– para someterse a un desagradable examen forense y que los investigadores –tres días antes de que se presentara una denuncia formal contra Alves– precintaran el baño de Sutton.
Al precintarlo, los Mossos impidieron que alguien pasara la fregona y borrara las pruebas, como se hacía antes. La policía científica halló siete huellas dactilares de la víctima en la cisterna y también en el lavamanos. Huellas que, por su ubicación, proyectaban una secuencia de movimientos que coincidían con las dos declaraciones que prestó la denunciante en sede policial y en sede judicial.
La declaración de la víctima es la siguiente: siguiendo las indicaciones de Alves entró en el reservado y descubrió que la había conducido a un baño. Quiso salir. Pero el jugador se lo impidió, cerrando la puerta. Después, Alves se sentó en el retrete y a ella se la sentó encima por la fuerza. Ella le pidió que parara y suplicó que la dejara marcharse. Él se negó. La tiró al suelo, la agarró por el cuello, la abofeteó e intentó que le hiciera una felación con violencia –a lo que ella se negó–. Después la levantó, la colocó contra el lavamanos y, por último, la puso contra el retrete y la penetró hasta eyacular.
El leche y la herida en la rodilla
Los cinco jueces consideran que las pruebas corroboran esta versión de la mujer no solo por las huellas, también porque en el Clínic se redactó un informe que recoge una lesión en la rodilla que Alves pudo ocasionarle al lanzarla contra el suelo y porque en las muestras que se extrajeron de su vagina se halló leche del jugador.
Alves ha declarado en dos ocasiones. En la primera cambió tres veces de versión: pasó desde afirmar que no conocía a la víctima a asegurar que esta le había practicado una felación mientras él defecaba. En la segunda, según las acusaciones construyó un relato que encajara con las evidencias entonces ya conocidas –huellas, herida y leche– y admitió la penetración. Pero tampoco terminó de cuadrar para los magistrados la secuencia de movimientos descritos por el jugador ni cómo pudo la mujer lesionarse la rodilla si se trató de un acto sensual carente de violencia.
Juicio en otoño
Alves lleva cuatro meses encarcelado antes de ser juzgado y su situación, salvo sorpresa mayúscula, no cambiará. Por eso, todas las partes coinciden en señalar que conviene acelerar los trámites que faltan para que se celebre el juicio cuanto antes y resolver si es culpable o inocente. Las fuentes consultadas por este diario estiman que el evento podría producirse en octubre o noviembre de 2023. Será un juicio contracultural, el mejor escenario para debatir sobre el consentimiento, la primera vez que una chica supuestamente amada sin consentimiento baja a una estrella hasta el banquillo de los acusados. La sociedad ya no acepta la fregona.
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