Parásito Alicantino
Madmaxista
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El País le paga artículos de urgencia porque vive en Alemania, para que defeque en los intentos de los autóctonos por parar su genocidio inminente
No compréis ninguna novela de esta sarama
Un manifestante sostiene una pancarta que muestra a Joseph Goebbels y a Bjoern Hoecke, principal candidato del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD) en las próximas elecciones estatales federales de Turingia, durante una protesta nacional contra el racismo y los planes de la AFD de deportar a extranjeros, en Bonn este domingo.WOLFGANG RATTAY (REUTERS)
Fernando Aramburu
23 ene 2024 - 05:00 CET
A la hora de elegir la palabra más negativa del año, Alemania se ha decantado por un término de inquietante actualidad: remigración. Es lo que toda la vida hemos denominado repatriación forzada. La han puesto en circulación individuos afines al nacionalsocialismo y, en general, personas que no dan un duro por el Estado de derecho. La palabra remigración tiene claras connotaciones eufemísticas. Suena como envuelta en gasa conceptual, pensada para difuminar el racismo que destila. El Tercer Reich abrigó en su día idéntico propósito. Consiste en establecer unos criterios encaminados a dividir la población entre puros (el pueblo genuino: antaño ario, ahora simplemente alemán) y los indeseados cuya presencia se supone que menoscaba el suelo patrio. Ciertos paladines de la pureza, no carentes de apoyo político y financiero, han urdido un plan para la consumación de su proyecto de limpieza. Proponen, entre otras cosas, descargar en África a millones de expulsados. La idea es análoga a la de los nazis, quienes estudiaron la viabilidad de un confinamiento masivo en la isla de Madagascar antes de impulsar la tristemente célebre solución final. Todo esto, incluyendo nombres propios de la Alternativa para Alemania (AfD) y de la Werteunion (una rama ultraconservadora de la democristiana CDU), se ha hecho público después que la red de periodismo de investigación Correctiv lograra infiltrarse en una reunión secreta de noviembre pasado en un hotel de Potsdam. En ella fue expuesto un plan que prevé la remigración (léase expulsión) del país no sólo de pagapensiones y refugiados, sino de ciudadanos con antecedentes migratorios provistos de nacionalidad alemana. Podría pensarse que se trata de fantasías de cuatro locos fanáticos. Cuidadito, cuidadito. Las últimas encuestas sitúan a la Alternativa para Alemania como segundo partido más votado; en algunas regiones del Este, como el primero.
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‘Remigración’, mucho más que una palabra funesta
El término tiene claras connotaciones eufemísticas. Suena como envuelto en gasa conceptual, pensado para difuminar el racismo que destila
elpais.com
‘Remigración’, mucho más que una palabra funesta
El término tiene claras connotaciones eufemísticas. Suena como envuelto en gasa conceptual, pensado para difuminar el racismo que destila
Fernando Aramburu
23 ene 2024 - 05:00 CET
A la hora de elegir la palabra más negativa del año, Alemania se ha decantado por un término de inquietante actualidad: remigración. Es lo que toda la vida hemos denominado repatriación forzada. La han puesto en circulación individuos afines al nacionalsocialismo y, en general, personas que no dan un duro por el Estado de derecho. La palabra remigración tiene claras connotaciones eufemísticas. Suena como envuelta en gasa conceptual, pensada para difuminar el racismo que destila. El Tercer Reich abrigó en su día idéntico propósito. Consiste en establecer unos criterios encaminados a dividir la población entre puros (el pueblo genuino: antaño ario, ahora simplemente alemán) y los indeseados cuya presencia se supone que menoscaba el suelo patrio. Ciertos paladines de la pureza, no carentes de apoyo político y financiero, han urdido un plan para la consumación de su proyecto de limpieza. Proponen, entre otras cosas, descargar en África a millones de expulsados. La idea es análoga a la de los nazis, quienes estudiaron la viabilidad de un confinamiento masivo en la isla de Madagascar antes de impulsar la tristemente célebre solución final. Todo esto, incluyendo nombres propios de la Alternativa para Alemania (AfD) y de la Werteunion (una rama ultraconservadora de la democristiana CDU), se ha hecho público después que la red de periodismo de investigación Correctiv lograra infiltrarse en una reunión secreta de noviembre pasado en un hotel de Potsdam. En ella fue expuesto un plan que prevé la remigración (léase expulsión) del país no sólo de pagapensiones y refugiados, sino de ciudadanos con antecedentes migratorios provistos de nacionalidad alemana. Podría pensarse que se trata de fantasías de cuatro locos fanáticos. Cuidadito, cuidadito. Las últimas encuestas sitúan a la Alternativa para Alemania como segundo partido más votado; en algunas regiones del Este, como el primero.