chafamandurrias
Madmaxista
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FALACIA DE TORRE Y EMPALIZADA (MOTTE AND BAILEY)
A base de tratar con gente sutilmente falaz en ocasiones, creí haber descubierto una falacia, pero leyendo sobre las falacias: tipos y clases, encontré que la que creí haber descubierto estaba ya bautizada.
Escribo sobre esta falacia porque la he visto utilizar mucho en el debate sobre la investidura de Pedro Sánchez: uno tiene una idea que no se puede discutir por obvia, es la torre a la que acude a defenderse el falaz cuando en asuntos más discutibles, la empalizada, nota que puede estar perdiendo. Veamos un caso: tanto el Señor Joaquim Bosch en www.eldiario.es (Puigdemont, la amnistía y el regreso a la tierra prometida) como Pedro Sánchez en el congreso de los diputados en la primera sesión de investidura han puesto énfasis en “recordar que la aceptación del resultado de las elecciones y del sistema de mayorías parlamentarias es la base de la democracia”. Esto es la mota, la torre, el castillo en el que se refugian y que nadie les discute, como no sea el PSOE en Madrid pidiendo una revisión generalizada del voto nulo que no había sido reclamado por interventores ni por mesas. Nadie lo pone en cuestión, pero se refugian ahí haciéndose los ofendiditos y acusando a quien les señala argumentos que no quieren oír como personas que no aceptan los resultados electorales o la mayoría parlamentaria que Sánchez ha logrado agrupar en torno a su figura. Las elecciones no están en cuestión ni la mayoría parlamentaria cuando se produzca está en cuestión.
Lo que está en cuestión, lo que se discute en la empalizada fuera de la torre del castillo, la discusión que los falaces de motte and bailey rehúyen refugiándose en la mota, es que el PSOE haya negociado con Junts ofreciendo una “ley ad hoc”, dando por supuesta su constitucionalidad, el mismo error que cometió Zapatero con el estatuto de la Comunidad Autónoma Catalana que fue modificado por el tribunal constitucional y donde algunos quieren situar el origen del actual “problema catalán”. Imaginemos que a esta misma mayoría le diese por tramitar una ley que prorrogase indefinidamente su mandato: ¿Quién y cómo tendría que ponerle freno si es el resultado de las elecciones y de la mayoría parlamentaria?
Contra la ley de amnistía hay que poner otras objeciones que no se recogen en un preámbulo “buenista” que repite hasta la suciedad que la ley de amnistía es constitucional antes de que se prenuncie el Tribunal Constitucional y que se olvida de señalar que es producto de una negociación con los beneficiados por la misma a cambio de su apoyo a la investidura, amén de que el gobierno provisional que asiste a la investidura ha repetido muchas veces en boca de diferentes ministros y del presidente en funciones que la ley amnistía no cabía en el ordenamiento constitucional. (Qué mala es la hemeroteca) Yo admito la pirueta y me parece bien que una ley de amnistía pueda entenderse constitucional por el hecho de que la Constitución no la contempla, pero atendiendo a este principio magníficamente descrito por José Luis González Quirós: “las amnistías no buscan ni logran la reconciliación, sino que nacen de ella, por eso mismo, no pueden ser otorgadas por una parte sino por todo el cuerpo político sin distinción”. Esta ley nace con la oposición de media España y visto de otra forma con la oposición de tres cuartos de Resto-España. ¡Qué tengamos suerte!
P.E. La falacia del motte and Bailey es muy utilizada por los discurseadores del feminismo intransigente con la motta de retirada de que si no te rindes en la discusión estás contra la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, cosa que no estás discutiendo ya que la apoyas. Por ejemplo, hay brecha salarial geográfica entre San Sebastián y Huesca y también hay brecha salarial profesional entre cirujanos y celadores, pero la igualdad ante la ley, cobrar lo mismo por el mismo trabajo, está conseguida desde la tras*ición, otra cosa es que haya gente que incumpla la ley, como hay gente que no respeta las normas de tráfico; pero el crimen en este país está perseguido legalmente, aunque no se consiga erradicar.
A base de tratar con gente sutilmente falaz en ocasiones, creí haber descubierto una falacia, pero leyendo sobre las falacias: tipos y clases, encontré que la que creí haber descubierto estaba ya bautizada.
Escribo sobre esta falacia porque la he visto utilizar mucho en el debate sobre la investidura de Pedro Sánchez: uno tiene una idea que no se puede discutir por obvia, es la torre a la que acude a defenderse el falaz cuando en asuntos más discutibles, la empalizada, nota que puede estar perdiendo. Veamos un caso: tanto el Señor Joaquim Bosch en www.eldiario.es (Puigdemont, la amnistía y el regreso a la tierra prometida) como Pedro Sánchez en el congreso de los diputados en la primera sesión de investidura han puesto énfasis en “recordar que la aceptación del resultado de las elecciones y del sistema de mayorías parlamentarias es la base de la democracia”. Esto es la mota, la torre, el castillo en el que se refugian y que nadie les discute, como no sea el PSOE en Madrid pidiendo una revisión generalizada del voto nulo que no había sido reclamado por interventores ni por mesas. Nadie lo pone en cuestión, pero se refugian ahí haciéndose los ofendiditos y acusando a quien les señala argumentos que no quieren oír como personas que no aceptan los resultados electorales o la mayoría parlamentaria que Sánchez ha logrado agrupar en torno a su figura. Las elecciones no están en cuestión ni la mayoría parlamentaria cuando se produzca está en cuestión.
Lo que está en cuestión, lo que se discute en la empalizada fuera de la torre del castillo, la discusión que los falaces de motte and bailey rehúyen refugiándose en la mota, es que el PSOE haya negociado con Junts ofreciendo una “ley ad hoc”, dando por supuesta su constitucionalidad, el mismo error que cometió Zapatero con el estatuto de la Comunidad Autónoma Catalana que fue modificado por el tribunal constitucional y donde algunos quieren situar el origen del actual “problema catalán”. Imaginemos que a esta misma mayoría le diese por tramitar una ley que prorrogase indefinidamente su mandato: ¿Quién y cómo tendría que ponerle freno si es el resultado de las elecciones y de la mayoría parlamentaria?
Contra la ley de amnistía hay que poner otras objeciones que no se recogen en un preámbulo “buenista” que repite hasta la suciedad que la ley de amnistía es constitucional antes de que se prenuncie el Tribunal Constitucional y que se olvida de señalar que es producto de una negociación con los beneficiados por la misma a cambio de su apoyo a la investidura, amén de que el gobierno provisional que asiste a la investidura ha repetido muchas veces en boca de diferentes ministros y del presidente en funciones que la ley amnistía no cabía en el ordenamiento constitucional. (Qué mala es la hemeroteca) Yo admito la pirueta y me parece bien que una ley de amnistía pueda entenderse constitucional por el hecho de que la Constitución no la contempla, pero atendiendo a este principio magníficamente descrito por José Luis González Quirós: “las amnistías no buscan ni logran la reconciliación, sino que nacen de ella, por eso mismo, no pueden ser otorgadas por una parte sino por todo el cuerpo político sin distinción”. Esta ley nace con la oposición de media España y visto de otra forma con la oposición de tres cuartos de Resto-España. ¡Qué tengamos suerte!
P.E. La falacia del motte and Bailey es muy utilizada por los discurseadores del feminismo intransigente con la motta de retirada de que si no te rindes en la discusión estás contra la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, cosa que no estás discutiendo ya que la apoyas. Por ejemplo, hay brecha salarial geográfica entre San Sebastián y Huesca y también hay brecha salarial profesional entre cirujanos y celadores, pero la igualdad ante la ley, cobrar lo mismo por el mismo trabajo, está conseguida desde la tras*ición, otra cosa es que haya gente que incumpla la ley, como hay gente que no respeta las normas de tráfico; pero el crimen en este país está perseguido legalmente, aunque no se consiga erradicar.