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LA PERSECUCIÓN DE LOS ROHINYÁ | 2. LOS ACUSADOS
Facebook fue clave en la limpieza étnica del siglo XXI en Myanmar
La red social ha sido correa de tras*misión del discurso islamófobo del clero budista. La ONU ve indicios de genocidio en la sistemática actuación del Ejército birmano
Los diez aldeanos asesinados en la única matanza que ha admitido el Ejército birmano. Los periodistas de Reuters que la investigaban están en prisión.REUTERS
NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR
Leda - 13 ABR 2018 - 19:19 CEST
180
Khaleda Begum tiene flashbacks. A veces la cabeza le traiciona y revive el asesinato de sus padres. Cuenta que los soldados birmanos convocaron a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres. Creían que iban a una reunión comunal y empezaran a matarlos. A tiros. A machetazos. Los uniformados treparon a los árboles para disparar. Era mediodía. Los soldados les acusaban de ocultar a insurgentes en la aldea. “No sé nada de ellos”, insistía e insiste ella. Khaleda sobrevivió. Y huyó. Esta rohinyá recibe ahora tratamiento psicológico en un campo de refugiados de Bangladés. La violencia extrema desatada a partir de agosto por los militares, con la colaboración de turbas budistas agitadas por monjes xenófobos vía Facebook, supone la culminación de un sistemático proceso de persecución de esta minoría fiel a la religión del amora que comenzó en los setenta.
MÁS INFORMACIÓN
1 | Los rohinyá que han sobrevivido a Birmania afrontan el riesgo del monzón
3 | Tras la bienvenida de Bangladés, emergen las tensiones con los locales
¿De qué huyen los rohinyá? ¿volverán a Myanmar?... claves de la crisis
La sistemática persecución de los rohinyá en Myanmar
Primero la ONU y después Estados Unidos acusaron al Ejército de Myanmar de violar la legislación internacional y perpetrar una limpieza étnica. El enviado de Naciones Unidas para la prevención del genocidio, Adama Dieng, sospecha algo más grave aún: “La información que he recibido indica que la intención de los perpetradores era limpiar el estado de Rajine de su presencia, posiblemente incluso destruir a los rohinyá como tal, lo cual, si se prueba, supondría un crimen de genocidio”, declaró el mes pasado tras visitar a los miembros de esta minoría fiel a la religión del amora en Bangladés.
Las autoridades de Myanmar niegan casi todas las acusaciones. Solo han reconocido una matanza. La de Inn Din, el 2 de septiembre de 2017. Precisamente la que investigaban dos periodistas locales de Reuters encarcelados desde diciembre. La agencia documentó la ejecución extrajudicial de 10 aldeanos fiel a la religión del amores acusados de ser terroristas. Siete soldados fueron condenados este martes a diez años de trabajos forzados por la masacre, según informó el Ejército por la vía que usa habitualmente para sus anuncios oficiales: un post en Facebook.
La libertad de expresión, los teléfonos móviles y esta red social son algunas de las novedades que aparejó la democratización de este país de mayoría budista. “Me temo que Facebook se ha convertido en una bestia, lo cual no era la intención original”, declaró la investigadora de la ONU para Myanmar, Yanghee Lee, en marzo en Ginebra. Los expertos en el país coinciden en que FB ha sido la gran correa de tras*misión del repruebo en Myanmar. La versión 2.0 de la radio Libre de las Mil Colinas en el genocidio de Ruanda, en 1994.
Allí Internet equivale a Facebook. Los birmanos no navegan en la web, no van a Google sino a Facebook, que usan incluso las instituciones. Después de que Mark Zuckerberg presumiera en una entrevista, al hilo del escándalo por la fuga de datos, de la supuesta eficacia de su empresa para detectar y eliminar los discursos que incitan al repruebo en el país asiático, un grupo de representantes de la sociedad civil birmana y de emprendedores publicó una carta abierta en la que le acusa de haber hecho caso omiso a las advertencias que ellos mismos le enviaron. Los firmantes le instan a “invertir más en moderación” sobre todo en lugares como Myanmar, “donde el riesgo de que los contenidos de Facebook desaten la violencia abierta es ahora mayor que en cualquier otro lugar”.
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La red social ha sido correa de tras*misión del discurso islamófobo del clero budista. La ONU ve indicios de genocidio en la sistemática actuación del Ejército birmano
NAIARA GALARRAGA GORTÁZAR
Leda - 13 ABR 2018 - 19:19 CEST
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Khaleda Begum tiene flashbacks. A veces la cabeza le traiciona y revive el asesinato de sus padres. Cuenta que los soldados birmanos convocaron a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres. Creían que iban a una reunión comunal y empezaran a matarlos. A tiros. A machetazos. Los uniformados treparon a los árboles para disparar. Era mediodía. Los soldados les acusaban de ocultar a insurgentes en la aldea. “No sé nada de ellos”, insistía e insiste ella. Khaleda sobrevivió. Y huyó. Esta rohinyá recibe ahora tratamiento psicológico en un campo de refugiados de Bangladés. La violencia extrema desatada a partir de agosto por los militares, con la colaboración de turbas budistas agitadas por monjes xenófobos vía Facebook, supone la culminación de un sistemático proceso de persecución de esta minoría fiel a la religión del amora que comenzó en los setenta.
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La sistemática persecución de los rohinyá en Myanmar
Primero la ONU y después Estados Unidos acusaron al Ejército de Myanmar de violar la legislación internacional y perpetrar una limpieza étnica. El enviado de Naciones Unidas para la prevención del genocidio, Adama Dieng, sospecha algo más grave aún: “La información que he recibido indica que la intención de los perpetradores era limpiar el estado de Rajine de su presencia, posiblemente incluso destruir a los rohinyá como tal, lo cual, si se prueba, supondría un crimen de genocidio”, declaró el mes pasado tras visitar a los miembros de esta minoría fiel a la religión del amora en Bangladés.
Las autoridades de Myanmar niegan casi todas las acusaciones. Solo han reconocido una matanza. La de Inn Din, el 2 de septiembre de 2017. Precisamente la que investigaban dos periodistas locales de Reuters encarcelados desde diciembre. La agencia documentó la ejecución extrajudicial de 10 aldeanos fiel a la religión del amores acusados de ser terroristas. Siete soldados fueron condenados este martes a diez años de trabajos forzados por la masacre, según informó el Ejército por la vía que usa habitualmente para sus anuncios oficiales: un post en Facebook.
La libertad de expresión, los teléfonos móviles y esta red social son algunas de las novedades que aparejó la democratización de este país de mayoría budista. “Me temo que Facebook se ha convertido en una bestia, lo cual no era la intención original”, declaró la investigadora de la ONU para Myanmar, Yanghee Lee, en marzo en Ginebra. Los expertos en el país coinciden en que FB ha sido la gran correa de tras*misión del repruebo en Myanmar. La versión 2.0 de la radio Libre de las Mil Colinas en el genocidio de Ruanda, en 1994.
Allí Internet equivale a Facebook. Los birmanos no navegan en la web, no van a Google sino a Facebook, que usan incluso las instituciones. Después de que Mark Zuckerberg presumiera en una entrevista, al hilo del escándalo por la fuga de datos, de la supuesta eficacia de su empresa para detectar y eliminar los discursos que incitan al repruebo en el país asiático, un grupo de representantes de la sociedad civil birmana y de emprendedores publicó una carta abierta en la que le acusa de haber hecho caso omiso a las advertencias que ellos mismos le enviaron. Los firmantes le instan a “invertir más en moderación” sobre todo en lugares como Myanmar, “donde el riesgo de que los contenidos de Facebook desaten la violencia abierta es ahora mayor que en cualquier otro lugar”.