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Releyendo a Pierre Valentin: “El 'wokismo' solo puede destruirse a sí mismo” - Nabarralde
Uno de los fenómenos sorprendentes -por el aparente éxito fulgurante que esta corriente de pensamiento ha alcanzado en el mundo académico, mediático y político eurooccidental- es el denominado ‘wokismo’ (acogido acríticamente entre el progresismo abstracto nostrat, siempre dispuesto a sumarse a...
nabarralde.eus
Releyendo a Pierre Valentin: “El ‘wokismo’ solo puede destruirse a sí mismo”
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Jaume Renyer
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18/07/2022
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Releyendo a Pierre Valentin: “El 'wokismo' solo puede destruirse a sí mismo” - Nabarralde
Uno de los fenómenos sorprendentes -por el aparente éxito fulgurante que esta corriente de pensamiento ha alcanzado en el mundo académico, mediático y político eurooccidental- es el denominado ‘wokismo’ (acogido acríticamente entre el progresismo abstracto nostrat, siempre dispuesto a sumarse a cualquier propuesta menos a la defensa de la catalanidad). Anteriormente, he reproducido artículos de Lorenzo Vidino, Evelyne Gougenheim, Pierre-André Taguieff y Shmuel Trigano que han criticado sus fundamentos. Entre los intelectuales catalanes, Xavier Diez es de los que más lúcidamente ha denuciado su aceptación banal en Cataluña.
El 2 de agosto del año pasado el semanario francés ‘Le Point’ publicó una entrevista a Pierre Valentin, un joven librepensador especializado en la filosofía política contemporánea en el mundo anglosajón y francés, a raíz de la publicación de dos estudios suyos por parte de la ‘Fondation pour la Innovation Politique’ (Fondapol) donde vaticinó que “Le ‘wokisme’ no puede más que autodestruirse”:
Su pronóstico es optimista: el wokism está a punto de desaparecer. A través de su promoción de la inclusión ilimitada y sus muchas paradojas, esta es su esencia misma. Sin embargo, el movimiento sin duda está creciendo en la academia, en el mundo corporativo e incluso en el espacio político. Por eso, Pierre Valentin modera: «No se trata de tener las manos en los bolsillos, hay que ayudarlo».
En una larga nota de unas sesenta páginas publicada por la Fundación para la Innovación Política (Fondapol), Pierre Valentin disecciona el éxito de este movimiento militante. Licenciado en filosofía política por la Universidad de Exeter (Inglaterra) y estudiante de maestría en ciencias políticas en la Universidad de París -2-Panthéon-Assas, el autor, que creció entre Londres y París, pudo observar el significado de esta ideología en los campus anglosajones. Recuerda su filosofía posmodernista y analiza su funcionamiento estratégico. También señala las múltiples contradicciones de una ideología que insiste en escapar a toda definición.
-Le Point: ¿Cómo se puede definir el wokismo?
-Pierre Valentin: No es simple, porque esta ideología a menudo se enorgullece de ser indefinible. Por ejemplo, Judith Butler fomenta el hecho de no definir el posmodernismo, precisamente para escapar de los escollos de la categorización, porque en cuanto se categoriza se crea un adentro y un afuera, y por tanto una potencial exclusión y opresión.
Creo que la mejor manera de entenderlo es comenzar con la traducción literal, que es «despertar» en inglés, donde se ve cierta conexión con la herejía cristiana del maniqueísmo, donde un poco ‘La élite iluminada’, «despertada», tiene acceso a un conocimiento que es cualitativamente superior al resto de la población. La vanguardia de los marxistas desempeñó este papel en el pasado. “pogre”, que sólo recientemente existe en un contexto político, significa tomar conciencia de las injusticias y discriminaciones que sufren las minorías en los países occidentales.
-¿En qué desciende el ‘wokismo’ del posmodernismo?
-Se podría entender el ‘wokismo’ como una especie de posmodernismo mutado. El posmodernismo, en su primera fase, en las décadas de 1960 y 1970, buscó deconstruir categorías. Y luego, cuando los posmodernos llegaron a la etapa terminal, no quedó nada. Los siguientes fueron a continuar este trabajo de una manera muy paradójica, contradiciéndolo y comenzando a reconstruir con las mismas herramientas.
Según los ‘pogre’ (‘despertados’), la neutralidad no existe y por tanto la igualdad tal como se teorizó hasta entonces era necesariamente ilusoria. La mejor manera de luchar contra una jerarquía que se considera injusta (hombre/mujer, blanco/neցro, etc.), según Jacques Derrida y Herbert Marcuse, es derrocarla. En otras palabras, necesita una jerarquía al revés, no igualdad. Esta modificación del posmodernismo en su segunda etapa se puede ver muy bien en ‘Kimberlé Crenshaw’ a fines de la década de 1980 y principios de la de 1990. Crenshaw habrá teorizado la interseccionalidad y la teoría crítica de la raza. En su obra, construye una jerarquía de categorías raciales y sensuales en sentido contrario.
-¿El wokismo se origina en la teoría francesa, y en particular en Derrida y Foucault?
-En el mundo académico, algunos profesores dicen que Derrida y Foucault fueron traicionados por el ‘wokismo’. No están necesariamente del todo equivocados. No soy un académico, no puedo resolver este debate. Pero cabe señalar que muchos de estos posmodernistas han teorizado con Roland Barthes “la fin del autor”. Pero esto significa que la interpretación que el lector hará del texto puede sofocar la intención original del autor. Lo que significa que podemos hacer las interpretaciones que queramos. Ni el autor ni sus seguidores tienen derecho a reaccionar a posteriori y decir “me malinterpretaste”. De hecho, el propio Derrida no podía quejarse de ello.
Es más, cuando Derrida dice que se puede resumir, esquematizando, toda su obra en una «virología», una gran «parasitología», ¿qué anticuerpos posee frente a una infección viral de su obra por parte de otros pensadores? Cuando te defines como un bichito, resistes bastante mal a otros bichito ideológicos. Añádase a esto que teorizó el hecho de que toda oposición de conceptos no era una oposición horizontal, sino una oposición vertical… Para Derrida, en efecto, si distingo al hombre de la mujer, es en realidad para decir que el hombre es superior a la mujer. Entonces, la mejor manera de luchar contra eso, de deconstruir este binario, es revertirlo. Esto es exactamente lo que vemos hoy en los ‘wokistas’, donde se desea abiertamente el debilitamiento del dominante.
Foucault, por su parte, aunque fascinante por momentos (sobre todo en su análisis del “biopoder”), teoriza el concepto de “saber-poder” que radicaliza el viejo mandato sesenta y ocho «¿De dónde estás hablando, camarada?» «. Así, al estar inexorablemente ligados saber y poder, podemos hundirnos en el relativismo en paz, cuestionando todo “saber” que emane de alguien reduciéndolo a una estrategia para recuperar más poder.
Existe un maridaje perfecto entre ‘wokismo’ y redes sociales.
-¿Cuáles son los mecanismos de trabajo del ‘wokismo’?
-Lo interesante es que hoy vivimos en una sociedad de atención e imagen, y el ‘wokismo’ se basa en la capacidad de captar la atención y atraer la mirada de las personas sobre un tema. A menudo hablamos de luchar contra la “invisibilización” de ciertas minorías. Por eso existe un maridaje perfecto entre ‘wokismo’ y redes sociales.
-Incluso sugieres que el ‘wokismo’ probablemente no habría existido sin las redes sociales…
-Uno puede preguntarse sinceramente si el ‘wokismo’ podría haber nacido sin estas redes sociales, porque hay millones de potenciales terceros que pueden venir a apoyar una causa. Si alguien dice algo que no me gusta, en lugar de hablar con ellos, hago una historia o un tweet y lo expongo. Es una negación del principio de subsidiariedad, ya que a veces incluso pediremos a los políticos que intervengan directamente. Por ejemplo, la ‘cancel culture’ -que debe ser percibida si no como cultura, al menos como método- pretende forzar la intervención de un tercero, que es el empleador, llamado a romper todo vínculo contractual, o incluso amistoso, con una persona. La idea de dirimir la disputa al menor nivel posible, entre cuatro ojos, y dejarlo así, no existe.
-También explica que cualquier tercero está obligado a tomar partido.
-Aquí es donde podemos establecer un vínculo entre la estrategia y la filosofía del ‘wokismo’. Cuando el particularmente conocido pensador ‘pogre’ Ibram X. Kendi dice que no hay política no racista, porque solo habría una política «racista» o una política «antirracista», busca prohibir a los que tras*itan por tal camino una posición de neutralidad. Podemos hacer un paralelo con las huelgas de hambre. El huelguista se apoya en su sufrimiento para hacer imposible la neutralidad del que pasa. Cuando se impone un binario totalizador entre el bien y el mal, el tercero neutral es convocado a tomar partido, de lo contrario se convierte automáticamente en partidario del mal. Esta teorización de la imposibilidad de la neutralidad refuerza el hecho de obligar a terceros a intervenir, a discutir. Así crece el movimiento, filosofía y estrategia despierta caminando de la mano.
-¿Por qué la noción de victimización es central para el ‘wokismo’?
-Vemos en el plantel a personas que por haber dudado, con hechos, de un testimonio de persecución, viven momentos horribles. Si tienen razón no viene al caso. Por el contrario, las minorías que supuestamente fabrican historias falsas de persecución en su contra (a menudo destruyendo la vida social) no sufren francamente las consecuencias sociales. Esto es lo que lleva a los dos sociólogos Jason Manning y Bradley Campbell a escribir: “Si el estatus de víctima no confiriera ninguna ventaja, ¿por qué sucedería todo esto? ¿Por qué alguien afirmaría falsamente ser una víctima si no hubiera ningún beneficio en hacerlo? El hecho de que lo hagan demuestra que el estatus de víctima es en realidad un recurso social, una forma de estatus”.
Hoy, cuando una historia de persecución viene de los perseguidos, es una blasfemia no creerla. Asistimos, pues, a un elogio de la debilidad que es una especie de carrera paradójica hacia el abismo, con la consiguiente santificación de la condición de víctima. El mártir cristiano fue reemplazado por la víctima ‘pogre’.
-¿Debemos deducir de esto que el movimiento ‘pogre’ es anarquista y desinteresado en el poder?
-Esta es una paradoja central. El bien y el mal son reemplazados en ellos por los dominados y los dominadores. Entonces, el poder, globalmente, es malo. Sin embargo, lo están buscando. En definitiva, el poder corrompe y, al mismo tiempo, hay que apoderarse de él.
Además, los militantes del -wokismo’ apelan al poder de turno y le piden que dé garantías. El tuit típico para pedirle a un empleador que “cancele” a su empleado es decir: “Tu empleado está haciendo X. ¿Apoyas X?». Hay una especie de mandato jovenlandesalizador al arrepentimiento de los más poderosos. Estás en el poder, muéstranos que te importa el destino de los más pobres. Demuestras que los activistas ‘pogre’ apelan a otro poder, el de la burocracia.