Del prefacio de Diccionario etniano, del autor decimonónico Francisco Quindalé (http://es.wikisource.org/wiki/Diccionario_gitano/Los_gitanos_y_su_dialecto):
"Don Juan de Quiñones, en una obrita sobre los etnianos publicada en 1632, refiere algunas sentencias judiciales mandando ahorcar á etnianos que, después de pasarlos dos y tres veces por la rueda del tormento, confesaron haber muerto en el bosque de las Gamas, entre Jaraicejo y Trujillo, á varias personas y frailes, y comídose sus miembros asados y condimentados. El juez que en 1629 ejecutó esta proeza y otras por el estilo se llamaba Don Martin Fajardo.
Y no solamente en Extremadura. Iguales ejecuciones tuvieron lugar en Guadix de etnianos caníbales, que ejercian en Sierra de Gador su industria de sorprender al viajero, matarle, dividirle en cuartos, curar los trozos al aire libre, tostarlos , aderezarlos y comerlos en gran festin.
Esa acusación de canibalismo contra los etnianos fué muy general en Europa, y ha durado hasta fines del siglo último. La Gaceta de Francfort hace relacion en 1782 de várias ejecuciones horribles de pobres etnianos seudo-antropófagos. Decapitaron á las mujeres y quebrantaron los huesos ó descuartizaron á los hombres en número de cuarenta y cinco, mientras esperaban su suerte en los calabozos otros cientocincuenta etnianos. Esto bajo el reinado de la emperatriz María Teresa.
Seria imposible referir todas las absurdas acusaciones dirigidas contra los etnianos. Sin salir de España, una de las más singulares es la mencionada por Córdoba en su Didascalia de que, pocos años antes (escribia en 1615), habiendo estallado la peste en la ciudad de Logroño, invadieron los etnianos la poblacion en medio del conflicto, y la hubieran saqueado á no haber encontrado prevenidos á sus habitantes (¡moribundos!) por aviso de un cierto librero que habia mantenido antiguas misteriosas relaciones con la horda de caníbales....."
Ese Córdoba que menciona, es, según otras fuentes que también mencionan la anécdota, Don Francisco de Córdoba o Córdova. En otros lados hablan de que, en esta época, hubo grandes bandas de etnianos (literalmente grupos de 800) que asaltaron pueblos de Castilla y de Aragón. Pero, como no lo he podido comprobar, no sé qué credibilidad darle; aunque hay que tener en cuenta que en el siglo XVII hay grandes grupos de bandidos y milicias privadas, y que el país de los Tercios no era capaz de mantener el orden en sus propios territorios: mirad la historia de Perot Rocaguinarda o Antonio Roca en Cataluña, que por aquella época encabezaban grandes partidas. O los moriscos en las Alpujarras o en Aragón, o los combates facciosos en Vizcaya el siglo anterior. Así que tampoco lo veo completamente descabellado.
Francisco Quindalé menciona también algunos temas interesantes, que no he podido comprobar:
"Algunas de las balas de hierro que el rey Fernando lanzó contra los jovenlandeses de Granada en 1491 fueron forjadas en las cuevas de la vecina sierra por los etnianos, lo mismo que cinco años después, en el otro extremo de Europa, el obispo Segismundo les encomendó en Funfkirchen iguales proyectiles contra los turcos que amenazaban la Hungría.
(...)
Poco á poco empieza á prohibirse á los etnianos que trabajen el hierro, que hagan herraduras, que fabriquen calderos y sartenes, que trafiquen en caballerias, que habiten los sitios en que hay minas ó arrastres de pajuelas de oro."
"Es un dicho proverbial entre ellos; y lo fué más aún á principios de este siglo: A lirí ye crally nicabé a lirí es calés: la ley del rey destruyó la ley de los etnianos. Y ¿cuál es esa ley tan cara en todos tiempos á la familia etniana?
Tres prescripciones la componen, á saber: «No te separes del etniano; sé fiel al etniano; paga tus deudas al etniano.»
(...)
Sin embargo, cada dia va haciéndose más frecuente, en ellos más que en ellas, el casarse fuera de los suyos, el renunciar al etnianismo y á sus modos ordinarios de subsistir, tales como el oficio de chalanes, esquiladores, cesteros, herradores, y en su lugar ejercer tratos importantes, además del de carniceros y mesoneros; y ¡cosa singular en lo antiguo! hacerse ricos y acomodarse á todas las necesidades del lujo y del bienestar.
(...)
En efecto, algunos etnianos que echan de ménos aquellos tiempos en que, bajo el mando de sus condes, se abrigaban en las fragosidades de los montes de Toledo, de Sierra-Morena y de las Alpujarras, y recorrian las márgenes del Ebro, del Tajo y del Guadiana, aseguran que el gachó (el que no es etniano) no es ya tan engañado ó burlado como ántes; que el busnó (el extraño en general á la raza) no es ya tan aborrecido como en lo pasado.
Quéjanse tambien que, á la par que esos sentimientos de repulsion van desapareciendo, el espíritu de confraternidad etniana desaparece tambien; que los que se han hecho ricos no tienen caridad de sus hermanos pobres; y, lo que es más, que ya se mira con indiferencia el ser deudor; que el punto de honra de la lirí es calés, de pagar en cosa ó en persona, en efectos ó en servicios, ha dejado de existir. El zincaló se ha hecho busnó, el etniano se ha convertido en extraño."
"Desde las orillas del Indo hasta el campo de Gibraltar, esa ha sido siempre la peculiaridad distintiva de la etniana. Obscena en sus gestos y ademanes, obscena en sus palabras, obscena en sus cantares, pero casta en su cuerpo. Ese es el don preciado de la etniana: a lacha ye drupo, la castidad corporal.
La progenitora le enseña desde niña á guardar ese don para el rom, para el marido etniano, no para el busnó, no para el extraño á su raza. En ningún lupanar de Europa se encuentra una cortesana etniana."
El autor calcula, además, que hay unos 50 o 60 mil etnianos en España en el momento en el que él escribe (ahora son diez veces ese número).
"Don Juan de Quiñones, en una obrita sobre los etnianos publicada en 1632, refiere algunas sentencias judiciales mandando ahorcar á etnianos que, después de pasarlos dos y tres veces por la rueda del tormento, confesaron haber muerto en el bosque de las Gamas, entre Jaraicejo y Trujillo, á varias personas y frailes, y comídose sus miembros asados y condimentados. El juez que en 1629 ejecutó esta proeza y otras por el estilo se llamaba Don Martin Fajardo.
Y no solamente en Extremadura. Iguales ejecuciones tuvieron lugar en Guadix de etnianos caníbales, que ejercian en Sierra de Gador su industria de sorprender al viajero, matarle, dividirle en cuartos, curar los trozos al aire libre, tostarlos , aderezarlos y comerlos en gran festin.
Esa acusación de canibalismo contra los etnianos fué muy general en Europa, y ha durado hasta fines del siglo último. La Gaceta de Francfort hace relacion en 1782 de várias ejecuciones horribles de pobres etnianos seudo-antropófagos. Decapitaron á las mujeres y quebrantaron los huesos ó descuartizaron á los hombres en número de cuarenta y cinco, mientras esperaban su suerte en los calabozos otros cientocincuenta etnianos. Esto bajo el reinado de la emperatriz María Teresa.
Seria imposible referir todas las absurdas acusaciones dirigidas contra los etnianos. Sin salir de España, una de las más singulares es la mencionada por Córdoba en su Didascalia de que, pocos años antes (escribia en 1615), habiendo estallado la peste en la ciudad de Logroño, invadieron los etnianos la poblacion en medio del conflicto, y la hubieran saqueado á no haber encontrado prevenidos á sus habitantes (¡moribundos!) por aviso de un cierto librero que habia mantenido antiguas misteriosas relaciones con la horda de caníbales....."
Ese Córdoba que menciona, es, según otras fuentes que también mencionan la anécdota, Don Francisco de Córdoba o Córdova. En otros lados hablan de que, en esta época, hubo grandes bandas de etnianos (literalmente grupos de 800) que asaltaron pueblos de Castilla y de Aragón. Pero, como no lo he podido comprobar, no sé qué credibilidad darle; aunque hay que tener en cuenta que en el siglo XVII hay grandes grupos de bandidos y milicias privadas, y que el país de los Tercios no era capaz de mantener el orden en sus propios territorios: mirad la historia de Perot Rocaguinarda o Antonio Roca en Cataluña, que por aquella época encabezaban grandes partidas. O los moriscos en las Alpujarras o en Aragón, o los combates facciosos en Vizcaya el siglo anterior. Así que tampoco lo veo completamente descabellado.
Francisco Quindalé menciona también algunos temas interesantes, que no he podido comprobar:
"Algunas de las balas de hierro que el rey Fernando lanzó contra los jovenlandeses de Granada en 1491 fueron forjadas en las cuevas de la vecina sierra por los etnianos, lo mismo que cinco años después, en el otro extremo de Europa, el obispo Segismundo les encomendó en Funfkirchen iguales proyectiles contra los turcos que amenazaban la Hungría.
(...)
Poco á poco empieza á prohibirse á los etnianos que trabajen el hierro, que hagan herraduras, que fabriquen calderos y sartenes, que trafiquen en caballerias, que habiten los sitios en que hay minas ó arrastres de pajuelas de oro."
"Es un dicho proverbial entre ellos; y lo fué más aún á principios de este siglo: A lirí ye crally nicabé a lirí es calés: la ley del rey destruyó la ley de los etnianos. Y ¿cuál es esa ley tan cara en todos tiempos á la familia etniana?
Tres prescripciones la componen, á saber: «No te separes del etniano; sé fiel al etniano; paga tus deudas al etniano.»
(...)
Sin embargo, cada dia va haciéndose más frecuente, en ellos más que en ellas, el casarse fuera de los suyos, el renunciar al etnianismo y á sus modos ordinarios de subsistir, tales como el oficio de chalanes, esquiladores, cesteros, herradores, y en su lugar ejercer tratos importantes, además del de carniceros y mesoneros; y ¡cosa singular en lo antiguo! hacerse ricos y acomodarse á todas las necesidades del lujo y del bienestar.
(...)
En efecto, algunos etnianos que echan de ménos aquellos tiempos en que, bajo el mando de sus condes, se abrigaban en las fragosidades de los montes de Toledo, de Sierra-Morena y de las Alpujarras, y recorrian las márgenes del Ebro, del Tajo y del Guadiana, aseguran que el gachó (el que no es etniano) no es ya tan engañado ó burlado como ántes; que el busnó (el extraño en general á la raza) no es ya tan aborrecido como en lo pasado.
Quéjanse tambien que, á la par que esos sentimientos de repulsion van desapareciendo, el espíritu de confraternidad etniana desaparece tambien; que los que se han hecho ricos no tienen caridad de sus hermanos pobres; y, lo que es más, que ya se mira con indiferencia el ser deudor; que el punto de honra de la lirí es calés, de pagar en cosa ó en persona, en efectos ó en servicios, ha dejado de existir. El zincaló se ha hecho busnó, el etniano se ha convertido en extraño."
"Desde las orillas del Indo hasta el campo de Gibraltar, esa ha sido siempre la peculiaridad distintiva de la etniana. Obscena en sus gestos y ademanes, obscena en sus palabras, obscena en sus cantares, pero casta en su cuerpo. Ese es el don preciado de la etniana: a lacha ye drupo, la castidad corporal.
La progenitora le enseña desde niña á guardar ese don para el rom, para el marido etniano, no para el busnó, no para el extraño á su raza. En ningún lupanar de Europa se encuentra una cortesana etniana."
El autor calcula, además, que hay unos 50 o 60 mil etnianos en España en el momento en el que él escribe (ahora son diez veces ese número).
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