Aviso TOCHO
El ataque de los clones contra Pedro Sánchez « La Página Definitiva
La situación política española ha entrado en una dinámica carnavalesca maravillosa que sólo podría ser superada con la genial ocurrencia rajoyana de votar, por tercera vez en un año, el día de Navidad.
Y eso, además, tras una mítica jornada de reflexión con discurso del Preparao incorporado, con sus faltas sintácticas habituales y esa capacidad declamatoria de chaval de los que han de ir al concertado para hijos de ricos para aprobar la ESO, invitándonos a hacer uso de nuestro derecho de sufragio con ilusión y responsabilidad que en realidad, guiño, guiño, ya se sabe, nos iría indicando cómo debemos votar si somos españoles de bien.
Desgraciadamente, parece que nadie se va a atrever a poner en práctica esta innovación democrática regeneracionista porque el único con sentido del humor de verdad por aquí es, por lo que parece, Mariano Rajoy. Todos los demás andan muy agrios y exhibiendo malas pulgas. Desde fuera no lo entendemos, porque el circo es muy divertido cuando llega a estos estadios. Pero para ellos es importantísimo y muy serio: ¡hay muchas paguitas en juego!
La mejor prueba de que estamos jugando con lo más sagrado de los regeneracionistas que desde que tienen uso de razón y cotizan lo hacen gracias al partido es que ya se ha perdido todo pudor en exhibir contorsionismo que no requiere ni tirar de hemeroteca porque las posiciones cambian del blanco al neցro apenas en semanas.
Y así nos pasa que, de repente, escuchamos a tertulianos y enteradillos de esos a sueldo de las fundaciones del PSOE, e incluso a políticos con mando en plaza, denunciar la terrible orfandad mediática de la socialdemocracia pata de color española y las antidemocráticas presiones de los “poderes fácticos” y del IBEX-35, que por lo visto tratan de quebrar la voluntad de Pedro Sánchez y el PSOE de mantener su “no” a la investidura de Rajoy forzando una abstencionita de nada. ¡Esto es un escándalo! ¡Aquí se juega! ¡Y la gente del PSOE se ha enterado, de golpe, en agosto de 2016!
Hace unos mesecitos de nada esta misma gente se sacó de la manga la maravillosa teoría de que lo más inteligente que podría haber hecho Podemos era una sabia “abstención táctica”, en lo que habría sido un movimiento maquiavélico genial porque habrían logrado de este modo, automáticamente, que los pringadillos del PSOE llegaran al gobierno de la mano de C’s, ¡pobre gente!, mientras que Podemos habría tenido la llave de todas las políticas de la legislatura desde el Congreso (excepto las pactadas con el PP, se les olvidaba siempre compensar, pero bueno, pelillos a la mar) y por ello habrían sido, angelitos ingenuos que no se enteraron, los que de verdad habrían mandado. ¡Y además les habría llovido hidromiel del cielo!
Por supuesto, y mientras el sector supuestamente alfabetizado del palanganerismo de paguita soltaba estas paridas, los medios de comunicación supuestamente “progresistas” del país se pasaron un par de meses con la matraca del “Pablo votó No” y llevándose las manos a la cabeza por su irresponsabilidad y cómo nos abocó a unas segundas elecciones. ¡Qué tiempos aquellos!
Sólo unos meses después, resulta una delicia comprobar que ya no son sólo los medios “progresistas” quienes se dedican al #pressingPodemos sino que ahora ya tenemos a todas las cabeceras de la capital al unísono acusando a Sánchez y su cuadrilla de irresponsables y de dar un portazo a la democracia, mientras los finos analistas de servicio del PP y de Ciudadanos a la búsqueda de una colocación generosamente pagada le explican esta vez al PSOE el chollazo que le supondría dar el gobierno a Rajoy para así liderar con fundamento y legitimidad un pedazo de oposición al PP y a las políticas pactadas con C’s… ¡Una ganga, oiga! ¡Réditos garantizados! Y es que esto del #pressingSánchez se parece sospechosamente a toda la parte de chorradas que el propio PSOE asumió alegremente hace nada con tal de meter presión a Podemos.
Mientras gran parte del establishment español de toda la vida, y sus palmeros con su vocación de paguita y palangana, han descubierto repentinamente que aquí tenemos unos poderes fácticos terribles que reman en favor de determinados gobiernos y determinadas políticas y que controlan los medios de comunicación garantizando que sólo los mensajes suficientemente inocuos puedan tener la difusión que marca la diferencia, hay otra facción, donde se ubican los realistas “que saben de esto y no pueden ser acusados de ingenuos porque saben lo que es la política”, que está en la tesis de que, por disimular un poco, la clave del apoyo del PSOE pasaría porque Rajoy se largara y que así esa “gran victoria democrática” lograda por el PSOE pudiera justificar sobradamente dar apoyo a otro candidato del PP.
Parece ser que las políticas del PP no son en modo alguno el problema, ¡sino una personita de nada y ya está! Liderada por Felipe González, esta facción suele coincidir con los que se pasaron semanas y meses riéndose a mandíbula batiente de la CUP por haberse bajado los pantalones al investir a Puigdemont y conformarse con la cabeza de Artur Mas. ¡Cosas veredes!
El festival está permitiendo, pues, todo tipo de piruetas y situaciones maravillosas, como que hayamos tenido esta semana una nueva investidura absurda, gracias a la nueva obsesión española de que hay que montar investiduras falsas para “poner en marcha el reloj de la democracia”.
Se trata de una (otra) tontería como un camión que, eso sí, se ha consolidado totalmente (como también alterar los tiempos lógicos de un debate de investidura a mayor gloria de quien lo convoca y del candidato del régimen) gracias a que en la pasada mini-legislatura convenía al PSOE dar apoyo entusiasta a estas estupideces y ahora al PP, de modo que se han consolidado como verdades absolutas y rasgos institucionales de nuestro sistema político en situaciones pluripartidistas sin que nadie las pueda, por lo que parece, poner ya en duda.
A diferencia de Sánchez, que se tomó la suya con muchas ganas y en medio del espectáculo de los medios afines “Pablo votó No” lo dio todo como si no hubiera un mañana (para Sánchez, en efecto, cada día podría ser el último), Rajoy no ha ocultado la desgana con la que ha acudido a la suya y ha preferido tomársela a chirigota.
Es una forma como cualquier otra de evitar la frustración y su consecuencia: ese repruebo africano que desde entonces tiene a Sánchez obsesionado con hacer pasar a Rajoy por lo que pasó él y no ser el único que fracasó en una investidura.
Por esta razón Rajoy soltó un discurso plúmbeo y luego se dedicó a us réplicas irónicas y pasotas desde el primer intercambio. Mientras tanto, Sánchez centraba su intervención en recordar una y otra vez “su investidura” (así la llamaba él: “mi investidura”) y lo malvados que habían sido Rajoy y el destino con él.
Sin embargo, el intercambio fue bastante presentable, más que nada porque, tenga el origen que tenga la cerrazón de Sánchez contra todos los clones de la prensa y del establishment y gran parte de su partido, y por mucho que pueda considerarse que tiene su origen en el despecho y el trauma psicológico padecido, la necesidad d vestir esa posición le obliga a situar al PSOE en el terreno de la oposición no sólo a Rajoy sino a las políticas del PP. Así construyó parte de su intervención y fue bastante lograda, la verdad.
Ello no obstante, y sorprendentemente, el juicio casi unánime de prensa, comentaristas y expertos es que Sánchez estuvo fatal, dio un portazo y es un irresponsable. Por contraste, y sorprendentemente, se ha valorado mucho el discurso de Pablo Iglesias, que se ha juzgado como un ejemplo de “verdadera oposición a Rajoy” y las televisiones repetían en bucle unos intercambios muy celebrados entre los líderes de Podemos y PP donde ambos se declaraban respeto personal pero antagonismo político, recreándose en la jugada, mientras apenas si era posible que pusieran alguna frasecilla de Sánchez. Claramente, estamos en una fase peculiar del ciclo político.
Los nuevos amigos de la teoría de la conspiración, que ahora ha unido simpáticamente a los enemigos de toda la vida de Rajoy (Federico Jiménez Losantos y Pedro Jota) con los agentes más próximos al PSOE, nos han explicado que la razón de ello es una orden de Moncloa, que controlaría no sólo la 1 y las teles de Planeta (Antena 3 y la Sexta) sino también las de Mediaset (Tele 5 y Cuatro). Entre la público y el duopolio, todo controlado con el mando a distancia, nos dicen.
Que PRISA se haya unido a ese coro, con espectaculares conversiones (la última, la de Iñaki Gabilondo) que hacen que prácticamente ya no quede nadie en sus medios que no esté en el ejército de clones contra Sánchez, aparentemente es una prueba adicional de la conspiración.
Sin embargo, quizás sea más útil buscar una explicación que una conspiración. Una posible explicación es que probablemente la mayor parte del electorado y de las personas que siguen la actualidad política están en unas determinadas coordenadas y que, a fin de cuentas, esas coordenadas son las que explican cómo se han movido ante los partidos políticos como los medios de comunicación.
Si los años de crisis institucional y política nos dejan una cosa clara es que, de la misma, y a pesar de su gravedad y profundidad, no ha salido ningún instrumento mínimamente ambicioso o útil de cambio o de regeneración. Muy probablemente porque, sencillamente, la sociedad española no da para mucho más. Ni da para producir demasiadas alternativas o críticas serias, por un lado. Ni tiene los estímulos, conformista como es, para hacerlo con una situación de crisis como la actual que, al parecer, no ha sido suficientemente intensa ni grave como para que una mayoría de la ciudadanía haya pensado que convenía cambiar cosas.
Antes al contrario, la idea muy mayoritaria y dominante es que lo mejor es que todo siga como hasta ahora, con más o menos disimulo (voto al PP y al PSOE) o que siga como hasta ahora pero vestido de regeneracionismo basurer para dar imagen de modernidad tapando con purpurina la porquería de siempre (es significativo que nadie, pero nadie, con un mínimo de credibilidad en su área de estudio o trabajo se haya atrevido a dar la cara para defender las impresentables propuestas de sus sucesivos pactos, propias bien de un parcelario político de gente muy poco preparada, bien de sinvergüenzas que sabiendo de qué va la cosa estafan conscientemente a los votantes).
Mientras, Podemos sigue limitado a un discurso construido con protesta muy poco perfilada que no va mucho más allá de un bastante obsceno “todo va muy mal por una casta chunga que se lo ha cargado, pero si nos ponemos nosotros en vez de ellos te lo maqueamos”, es decir, que no promete tampoco cambio de fondo alguno (¿o acaso alguien puede señalar una sola propuesta concreta de reforma de Podemos que tenga significado e importancia?). Y poco más.
Dado que la sociedad española se ha demostrado incapaz de generar dinámicas de cambio y tras*formación política dignas de ese nombre, no es de extrañar que ese bloqueo social se traslade a la escena política. De hecho, y frente a la opinión dominante en la prensa cercana, que apuestan porque el PSOE se comporte responsablemente contra el sentir mayoritario de sus votantes por “sentido de Estado”, es muy posible que gran parte de sus votantes compartan la idea de “fondo” de la “responsabilidad” y hayan votado a Pedro Sánchez precisamente por eso: para garantizar que antes gobierne Rajoy y el PP a que Podemos pille una mera secretaría se Estado.
Y no porque de Podemos se pueda esperar un gran cambio en nada, sino simplemente porque, de momento, son gente que no ha demostrado suficientemente ser fiables y que, además, vienen a quitar de sus sillones a los de siempre. Y eso no, eh, no. Con un caldo cultivo mediático y quizás sociológico en ese sentido, no parece muy difícil intuir cómo va a acabar todo esto: con un gobierno de Rajoy.
La duda es si Sánchez, que ha descubierto que el enroque es lo que mejor le va a él personalmente en sus luchas por mantenerse al frente del poder, va a ser capaz de aguantar. Y ello porque en el mejor de los casos (que el PNV trague con votar no ya tanto a Rajoy como también a medidas de centralización propuestas por C’s, para lo cual siempre será una ventaja que ellos suelen no tener problemas en apoyarlas, como la última reforma local, si se les garantiza que a ellos no se les aplicarán) el PSOE tendría que dar 1 voto/abstención a Rajoy (que podría ser el del famoso canario que tienen coligado o a saber qué otra alternativa). Y en el peor (que el PNV no necesite al PP tras las elecciones vascas y se ponga estupendo) alguno más.
Quebrar la resistencia de Sánchez puede pasar porque un día de estos alguien dentro del partido le vea alguno de sus hasta ahora exitosos (por incomparecencia) faroles.
El hecho de que sus rivales internos lleven cartas tan malas como él juega a su favor. Puede pasar también por una “urgencia patriótica” que le haga quedar como un hombre de Estado si rectifica. Y es que, dado que C’s ancla cualquier acuerdo (tanto con el PSOE como sobre todo con el PP) en un centralismo muy agresivo (C’s no tiene principios en casi nada menos en esto, dada su matriz compuesta a partir de las aportaciones, bastante poco evolucionadas, de los nietos venidos a más del nacionalcasticismo español), el gambito PP-C’s-nacionalistas catalanes parece mucho más improbable que el que cualquier “novedad” en el “procés” hacia la independencia de Cataluña (sea convocar un referéndum unilateral, sea anunciar que un día de estos lo convocarán, sea decir que se están pensando algo y que a lo mejor hasta un día se lleva a la práctica, pero a saber cuándo) pueda ser convertida en un evento trágico y un peligro inminente para la Patria que obligaría, “excepcionalmente y por responsabilidad”, a dotar a España de un gobierno fuerte con plena capacidad de acción.
Y en esperar eso estamos. Mientras tanto, eso sí, aumenta la preocupación en ciertos entornos por si cada vez más gente se da cuenta de que estar con un gobierno inoperante no sólo no tiene demasiados problemas sino que, en la práctica, cuanto más inoperante mejor. Hoy mismo hemos descubierto que si un gobierno en funciones se pusiera estricto (que tranquilos, no se dará el caso) va y resulta que no podría ni siquiera dar pasta a la prensa por las impresentables campañas de publicidad institucional. Y no puede aprobar recortes, ni aprobar unos presupuestos restrictivos como le pide la UE, ni poner en marcha medidas como las que están en el programa del PP-C’s y que son chorradas marca mayor las más de las veces, pero peligrosas en algún caso… No parece una situación particularmente dramática, la verdad. ¿O acaso alguien que no sea uno de esos emprendedores del IBEX que viven de crearnos generosamente empleo y riqueza con nuestros impuestos ha visto cómo se tambaleaban los principios de su existencia por no tener un gobierno actuando con todas sus capacidades?
Pues nada, ya saben, por lo visto sí la hay. Y están todos en los periódicos y radios y teles y en las fundaciones esas de servicio de los partidos regadas generosamente con dinero público, explicándonos a todas horas que es “urgente” que haya gobierno y que no nos podemos permitir esta situación más tiempo. En todos. Clonaditos. Y al ataque, ahora, contra Sánchez (es al que le ha tocado). ¡A este paso lo van a convertir en un referente de la dignidad democrática contra las chorradas de los profesionales de la paguita! Así de loco y de divertido está, a estas alturas, el tema.
El ataque de los clones contra Pedro Sánchez « La Página Definitiva
La situación política española ha entrado en una dinámica carnavalesca maravillosa que sólo podría ser superada con la genial ocurrencia rajoyana de votar, por tercera vez en un año, el día de Navidad.
Y eso, además, tras una mítica jornada de reflexión con discurso del Preparao incorporado, con sus faltas sintácticas habituales y esa capacidad declamatoria de chaval de los que han de ir al concertado para hijos de ricos para aprobar la ESO, invitándonos a hacer uso de nuestro derecho de sufragio con ilusión y responsabilidad que en realidad, guiño, guiño, ya se sabe, nos iría indicando cómo debemos votar si somos españoles de bien.
Desgraciadamente, parece que nadie se va a atrever a poner en práctica esta innovación democrática regeneracionista porque el único con sentido del humor de verdad por aquí es, por lo que parece, Mariano Rajoy. Todos los demás andan muy agrios y exhibiendo malas pulgas. Desde fuera no lo entendemos, porque el circo es muy divertido cuando llega a estos estadios. Pero para ellos es importantísimo y muy serio: ¡hay muchas paguitas en juego!
La mejor prueba de que estamos jugando con lo más sagrado de los regeneracionistas que desde que tienen uso de razón y cotizan lo hacen gracias al partido es que ya se ha perdido todo pudor en exhibir contorsionismo que no requiere ni tirar de hemeroteca porque las posiciones cambian del blanco al neցro apenas en semanas.
Y así nos pasa que, de repente, escuchamos a tertulianos y enteradillos de esos a sueldo de las fundaciones del PSOE, e incluso a políticos con mando en plaza, denunciar la terrible orfandad mediática de la socialdemocracia pata de color española y las antidemocráticas presiones de los “poderes fácticos” y del IBEX-35, que por lo visto tratan de quebrar la voluntad de Pedro Sánchez y el PSOE de mantener su “no” a la investidura de Rajoy forzando una abstencionita de nada. ¡Esto es un escándalo! ¡Aquí se juega! ¡Y la gente del PSOE se ha enterado, de golpe, en agosto de 2016!
Hace unos mesecitos de nada esta misma gente se sacó de la manga la maravillosa teoría de que lo más inteligente que podría haber hecho Podemos era una sabia “abstención táctica”, en lo que habría sido un movimiento maquiavélico genial porque habrían logrado de este modo, automáticamente, que los pringadillos del PSOE llegaran al gobierno de la mano de C’s, ¡pobre gente!, mientras que Podemos habría tenido la llave de todas las políticas de la legislatura desde el Congreso (excepto las pactadas con el PP, se les olvidaba siempre compensar, pero bueno, pelillos a la mar) y por ello habrían sido, angelitos ingenuos que no se enteraron, los que de verdad habrían mandado. ¡Y además les habría llovido hidromiel del cielo!
Por supuesto, y mientras el sector supuestamente alfabetizado del palanganerismo de paguita soltaba estas paridas, los medios de comunicación supuestamente “progresistas” del país se pasaron un par de meses con la matraca del “Pablo votó No” y llevándose las manos a la cabeza por su irresponsabilidad y cómo nos abocó a unas segundas elecciones. ¡Qué tiempos aquellos!
Sólo unos meses después, resulta una delicia comprobar que ya no son sólo los medios “progresistas” quienes se dedican al #pressingPodemos sino que ahora ya tenemos a todas las cabeceras de la capital al unísono acusando a Sánchez y su cuadrilla de irresponsables y de dar un portazo a la democracia, mientras los finos analistas de servicio del PP y de Ciudadanos a la búsqueda de una colocación generosamente pagada le explican esta vez al PSOE el chollazo que le supondría dar el gobierno a Rajoy para así liderar con fundamento y legitimidad un pedazo de oposición al PP y a las políticas pactadas con C’s… ¡Una ganga, oiga! ¡Réditos garantizados! Y es que esto del #pressingSánchez se parece sospechosamente a toda la parte de chorradas que el propio PSOE asumió alegremente hace nada con tal de meter presión a Podemos.
Mientras gran parte del establishment español de toda la vida, y sus palmeros con su vocación de paguita y palangana, han descubierto repentinamente que aquí tenemos unos poderes fácticos terribles que reman en favor de determinados gobiernos y determinadas políticas y que controlan los medios de comunicación garantizando que sólo los mensajes suficientemente inocuos puedan tener la difusión que marca la diferencia, hay otra facción, donde se ubican los realistas “que saben de esto y no pueden ser acusados de ingenuos porque saben lo que es la política”, que está en la tesis de que, por disimular un poco, la clave del apoyo del PSOE pasaría porque Rajoy se largara y que así esa “gran victoria democrática” lograda por el PSOE pudiera justificar sobradamente dar apoyo a otro candidato del PP.
Parece ser que las políticas del PP no son en modo alguno el problema, ¡sino una personita de nada y ya está! Liderada por Felipe González, esta facción suele coincidir con los que se pasaron semanas y meses riéndose a mandíbula batiente de la CUP por haberse bajado los pantalones al investir a Puigdemont y conformarse con la cabeza de Artur Mas. ¡Cosas veredes!
El festival está permitiendo, pues, todo tipo de piruetas y situaciones maravillosas, como que hayamos tenido esta semana una nueva investidura absurda, gracias a la nueva obsesión española de que hay que montar investiduras falsas para “poner en marcha el reloj de la democracia”.
Se trata de una (otra) tontería como un camión que, eso sí, se ha consolidado totalmente (como también alterar los tiempos lógicos de un debate de investidura a mayor gloria de quien lo convoca y del candidato del régimen) gracias a que en la pasada mini-legislatura convenía al PSOE dar apoyo entusiasta a estas estupideces y ahora al PP, de modo que se han consolidado como verdades absolutas y rasgos institucionales de nuestro sistema político en situaciones pluripartidistas sin que nadie las pueda, por lo que parece, poner ya en duda.
A diferencia de Sánchez, que se tomó la suya con muchas ganas y en medio del espectáculo de los medios afines “Pablo votó No” lo dio todo como si no hubiera un mañana (para Sánchez, en efecto, cada día podría ser el último), Rajoy no ha ocultado la desgana con la que ha acudido a la suya y ha preferido tomársela a chirigota.
Es una forma como cualquier otra de evitar la frustración y su consecuencia: ese repruebo africano que desde entonces tiene a Sánchez obsesionado con hacer pasar a Rajoy por lo que pasó él y no ser el único que fracasó en una investidura.
Por esta razón Rajoy soltó un discurso plúmbeo y luego se dedicó a us réplicas irónicas y pasotas desde el primer intercambio. Mientras tanto, Sánchez centraba su intervención en recordar una y otra vez “su investidura” (así la llamaba él: “mi investidura”) y lo malvados que habían sido Rajoy y el destino con él.
Sin embargo, el intercambio fue bastante presentable, más que nada porque, tenga el origen que tenga la cerrazón de Sánchez contra todos los clones de la prensa y del establishment y gran parte de su partido, y por mucho que pueda considerarse que tiene su origen en el despecho y el trauma psicológico padecido, la necesidad d vestir esa posición le obliga a situar al PSOE en el terreno de la oposición no sólo a Rajoy sino a las políticas del PP. Así construyó parte de su intervención y fue bastante lograda, la verdad.
Ello no obstante, y sorprendentemente, el juicio casi unánime de prensa, comentaristas y expertos es que Sánchez estuvo fatal, dio un portazo y es un irresponsable. Por contraste, y sorprendentemente, se ha valorado mucho el discurso de Pablo Iglesias, que se ha juzgado como un ejemplo de “verdadera oposición a Rajoy” y las televisiones repetían en bucle unos intercambios muy celebrados entre los líderes de Podemos y PP donde ambos se declaraban respeto personal pero antagonismo político, recreándose en la jugada, mientras apenas si era posible que pusieran alguna frasecilla de Sánchez. Claramente, estamos en una fase peculiar del ciclo político.
Los nuevos amigos de la teoría de la conspiración, que ahora ha unido simpáticamente a los enemigos de toda la vida de Rajoy (Federico Jiménez Losantos y Pedro Jota) con los agentes más próximos al PSOE, nos han explicado que la razón de ello es una orden de Moncloa, que controlaría no sólo la 1 y las teles de Planeta (Antena 3 y la Sexta) sino también las de Mediaset (Tele 5 y Cuatro). Entre la público y el duopolio, todo controlado con el mando a distancia, nos dicen.
Que PRISA se haya unido a ese coro, con espectaculares conversiones (la última, la de Iñaki Gabilondo) que hacen que prácticamente ya no quede nadie en sus medios que no esté en el ejército de clones contra Sánchez, aparentemente es una prueba adicional de la conspiración.
Sin embargo, quizás sea más útil buscar una explicación que una conspiración. Una posible explicación es que probablemente la mayor parte del electorado y de las personas que siguen la actualidad política están en unas determinadas coordenadas y que, a fin de cuentas, esas coordenadas son las que explican cómo se han movido ante los partidos políticos como los medios de comunicación.
Si los años de crisis institucional y política nos dejan una cosa clara es que, de la misma, y a pesar de su gravedad y profundidad, no ha salido ningún instrumento mínimamente ambicioso o útil de cambio o de regeneración. Muy probablemente porque, sencillamente, la sociedad española no da para mucho más. Ni da para producir demasiadas alternativas o críticas serias, por un lado. Ni tiene los estímulos, conformista como es, para hacerlo con una situación de crisis como la actual que, al parecer, no ha sido suficientemente intensa ni grave como para que una mayoría de la ciudadanía haya pensado que convenía cambiar cosas.
Antes al contrario, la idea muy mayoritaria y dominante es que lo mejor es que todo siga como hasta ahora, con más o menos disimulo (voto al PP y al PSOE) o que siga como hasta ahora pero vestido de regeneracionismo basurer para dar imagen de modernidad tapando con purpurina la porquería de siempre (es significativo que nadie, pero nadie, con un mínimo de credibilidad en su área de estudio o trabajo se haya atrevido a dar la cara para defender las impresentables propuestas de sus sucesivos pactos, propias bien de un parcelario político de gente muy poco preparada, bien de sinvergüenzas que sabiendo de qué va la cosa estafan conscientemente a los votantes).
Mientras, Podemos sigue limitado a un discurso construido con protesta muy poco perfilada que no va mucho más allá de un bastante obsceno “todo va muy mal por una casta chunga que se lo ha cargado, pero si nos ponemos nosotros en vez de ellos te lo maqueamos”, es decir, que no promete tampoco cambio de fondo alguno (¿o acaso alguien puede señalar una sola propuesta concreta de reforma de Podemos que tenga significado e importancia?). Y poco más.
Dado que la sociedad española se ha demostrado incapaz de generar dinámicas de cambio y tras*formación política dignas de ese nombre, no es de extrañar que ese bloqueo social se traslade a la escena política. De hecho, y frente a la opinión dominante en la prensa cercana, que apuestan porque el PSOE se comporte responsablemente contra el sentir mayoritario de sus votantes por “sentido de Estado”, es muy posible que gran parte de sus votantes compartan la idea de “fondo” de la “responsabilidad” y hayan votado a Pedro Sánchez precisamente por eso: para garantizar que antes gobierne Rajoy y el PP a que Podemos pille una mera secretaría se Estado.
Y no porque de Podemos se pueda esperar un gran cambio en nada, sino simplemente porque, de momento, son gente que no ha demostrado suficientemente ser fiables y que, además, vienen a quitar de sus sillones a los de siempre. Y eso no, eh, no. Con un caldo cultivo mediático y quizás sociológico en ese sentido, no parece muy difícil intuir cómo va a acabar todo esto: con un gobierno de Rajoy.
La duda es si Sánchez, que ha descubierto que el enroque es lo que mejor le va a él personalmente en sus luchas por mantenerse al frente del poder, va a ser capaz de aguantar. Y ello porque en el mejor de los casos (que el PNV trague con votar no ya tanto a Rajoy como también a medidas de centralización propuestas por C’s, para lo cual siempre será una ventaja que ellos suelen no tener problemas en apoyarlas, como la última reforma local, si se les garantiza que a ellos no se les aplicarán) el PSOE tendría que dar 1 voto/abstención a Rajoy (que podría ser el del famoso canario que tienen coligado o a saber qué otra alternativa). Y en el peor (que el PNV no necesite al PP tras las elecciones vascas y se ponga estupendo) alguno más.
Quebrar la resistencia de Sánchez puede pasar porque un día de estos alguien dentro del partido le vea alguno de sus hasta ahora exitosos (por incomparecencia) faroles.
El hecho de que sus rivales internos lleven cartas tan malas como él juega a su favor. Puede pasar también por una “urgencia patriótica” que le haga quedar como un hombre de Estado si rectifica. Y es que, dado que C’s ancla cualquier acuerdo (tanto con el PSOE como sobre todo con el PP) en un centralismo muy agresivo (C’s no tiene principios en casi nada menos en esto, dada su matriz compuesta a partir de las aportaciones, bastante poco evolucionadas, de los nietos venidos a más del nacionalcasticismo español), el gambito PP-C’s-nacionalistas catalanes parece mucho más improbable que el que cualquier “novedad” en el “procés” hacia la independencia de Cataluña (sea convocar un referéndum unilateral, sea anunciar que un día de estos lo convocarán, sea decir que se están pensando algo y que a lo mejor hasta un día se lleva a la práctica, pero a saber cuándo) pueda ser convertida en un evento trágico y un peligro inminente para la Patria que obligaría, “excepcionalmente y por responsabilidad”, a dotar a España de un gobierno fuerte con plena capacidad de acción.
Y en esperar eso estamos. Mientras tanto, eso sí, aumenta la preocupación en ciertos entornos por si cada vez más gente se da cuenta de que estar con un gobierno inoperante no sólo no tiene demasiados problemas sino que, en la práctica, cuanto más inoperante mejor. Hoy mismo hemos descubierto que si un gobierno en funciones se pusiera estricto (que tranquilos, no se dará el caso) va y resulta que no podría ni siquiera dar pasta a la prensa por las impresentables campañas de publicidad institucional. Y no puede aprobar recortes, ni aprobar unos presupuestos restrictivos como le pide la UE, ni poner en marcha medidas como las que están en el programa del PP-C’s y que son chorradas marca mayor las más de las veces, pero peligrosas en algún caso… No parece una situación particularmente dramática, la verdad. ¿O acaso alguien que no sea uno de esos emprendedores del IBEX que viven de crearnos generosamente empleo y riqueza con nuestros impuestos ha visto cómo se tambaleaban los principios de su existencia por no tener un gobierno actuando con todas sus capacidades?
Pues nada, ya saben, por lo visto sí la hay. Y están todos en los periódicos y radios y teles y en las fundaciones esas de servicio de los partidos regadas generosamente con dinero público, explicándonos a todas horas que es “urgente” que haya gobierno y que no nos podemos permitir esta situación más tiempo. En todos. Clonaditos. Y al ataque, ahora, contra Sánchez (es al que le ha tocado). ¡A este paso lo van a convertir en un referente de la dignidad democrática contra las chorradas de los profesionales de la paguita! Así de loco y de divertido está, a estas alturas, el tema.