España. un modelo de integración etniana

Von Riné

Madmaxista
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Sorprendido me hallo de que en otros países europeos pongan a España como ejemplo de integración etniana.


Aquí nunca habrá deportaciones”, afirma Moreno. “Estamos integrados. Soy español, luego etniano, y estoy orgulloso de ser ambas cosas”. Mientras que muchos países europeos ven a sus comunidades etnianas como problemas que hay que abordar, España ha acogido a sus etnianos, dándoles derechos, celebrando su historia y haciéndoles sentir como en casa. “Por supuesto que hay racismo, pero aquí se está mejor que en cualquier otro lugar que haya visto”, dice Moreno, refiriéndose a sus viajes a Italia, Francia, Alemania y la República Checa. “España ha ayudado mucho a los etnianos”.
 
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Yo estuve un tiempo liado con una etniana de mi quinta que vivía en el barrio de Torrero de Zaragoza pero era natural de Cubas de La Sagra. Era delgada y de buen cuerpo pero le faltaban varios incisivos, algo que la afeaba bastante pero que la beneficiaba a la hora de churruparla. Tenía cuatro hijos y la casa llena de cosa hasta arriba. Vivía con un hermano suyo y la mujer de este. No veáis cómo me acogieron, con qué cariño y con qué cosa. La conocí en el badoo. Me puse un día a hablar con ella y le dije así de primeras que me la quería amar. Me dijo que sí y que fuera directamente a su casa. No hago más que entrar allí y veo un suelo de gres a medio poner con sacos de cemento cola y una sierra radial en el suelo. Varios niños renegridos pasando delante mío y dando voces. En seguida me di cuenta de que me había metido en una casa de etnianos. Me hace entrar al salón.



Allí está la familia al completo con una estufa de butano encendida, la ventana con un cristal roto tapado con un cartón de una caja de zapatos de marca Baerchi. El hermano de la gachi saludándome con gran afecto mientras preparaba una ensalada de endivias con piña, langostinos, endivias y salsa brava. Que estaba huevonuda por cierto. Lo puede comprobar ya que me invitaron a cenar. Después de la ensalada hubo cocido al estilo de ellos y no estaba mal. Allí estuvieron casi un ahora contándome casi todos su vida mientras yo alucinaba en tecnicolor.



Casi todos fumaban, hasta los críos de once años y echaban despreocupadamente las colillas y la ceniza al suelo. Un muchacho de quince años miraba prono delante de todos en un portátil y se quejaba de que no tenía donde meterla y su padre le dice: "Pues aquí tienes a tu tía, vete con ella a la cama". Y responde el mozo: "Bah, ya se la hi metido muchas veces, ya me aburre". Me sacaron un carajillo de napoleón y un davidoff y al final me dijo ella que la acompañara.



Me llevó a un cuarto donde sacó unas mantas muy gruesas y encendió otra estufa de butano. Me dijo que acaba de discutir con ex-marido y que del cabreo que había pillado había decidido acostarse con el primero que se lo pidiera, que resultó ser yo. Cuando se caldeó el ambiente nos despelotamos y terminamos amando durante un par de horas. Chichi muy estrecho, teticas de cortesana. cositas buenísimas por la falta de incisivos, se dejaba dar por todos los lados y a pelico, se tragaba la leche.... Al salir de la casa su hermano se despidió efusivamente de mí y me dijo que siempre se llevaba bien con todos los amigos de su hermana, que le gustaba como eran.



El peor schoscho que he tenido el honor de saborear fue el suyo. ¿Sabéis el chiste del que no tenía olfato pero le lloraban los ojos? Pues está basado en hechos reales. Aquello tenía un olor tal que te hacía llorar, cosa normal porque emanaba gases y el ojo se protege. Se te quedaba en los labios como un picor persistente de guindilla, y al hacer contacto la lengua con aquello me supo a hierro, como cuando tocas con la punta de la lengua una pila para ver si tiene carga. Era una mezcla de salazón picante con olor a ultratumba. Pero no podía dejar de libar.



Luego me contó que le habían echado mal de ojo y que tenía que llevar una cabeza de ajo en la copa izquierda del sujetador, cerca del corazón, para que el mal de este lo absorbiera la cabeza de ajo y lo erradicase. Me dijo que a la semana se lo quitó y estaba neցro, signo de que había sido curada. Siempre sospeché que en el schoscho se metió otra cabeza de ajos y ahí seguía, macerando hasta que el mal se fuese.



Estuve dos meses y medio yendo a esa casa un par de veces a la semana hasta que llegó un día que dejó de cogerme el teléfono y nunca supe más de ella (Ella no me llamó nunca a mí). Nunca tuve ganas de ir a la casa e investigar que porqué no me cogía el teléfono. Me quedé aliviado de hecho.



Las etnianas son la leche en la cama, junto a las ecuatorianas y una de Talavera con las que estuve liado un tiempo de las mejores experiencias de mi vida.
 
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