españa jovenlandesa

adonay

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abro este hilo mas que nada para molestar, nada molesta mas que la verdad

comparacion genetica (autosomas) de varias poblaciones europedas y no europedas con tres poblaciones: uan norteafricana (argelia) otra del mediterraneo oriental (grecia) y otra de uropa occidental (paris)

la rayita de colores es mia, verde : fit excelente, amarillo, fit bueno, rojo fit malo, zaino fit pesimo ( o no fit), la poblacion en zaino no esta bien representada.

como se puede ver españa y portugal tienen un buen tranco moruno (argelia), si le quitas eso el fit se va a rojo

barchart (80).png

este tocho moruno es comprable al de malta, la unica poblacion semitica uropeda actual, ademas como se puede comprobar, al andalus (iberia SE s x-xvi) esta incrustado claramente, en la poblacion actual del sur de españa:

Sin título2.png
he puesto andalcia pero lo mismo pudiera haber puesto extremadura, murcia o incluso castilla la nueva o leon, los resultados apenas varian, hasta cataluña es jovenlandesanca. (esto son estudios de la poblacion española original no se incluyen inmis)


lo siento por los aspirantes a la pureza racial, pero estais estropeados, a no ser que seais vascos.


fuente: nmonte calculator, en genoplot.
 

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¿Andaluces mestizos?​


Jueves, 19/Mar/2015 Juan Eslava Galán ABC

Era de temer. Las devastaciones de la Logse empiezan a manifestarse en la nueva hornada de políticos que se dispone a desalojar a la antigua de sus poltronas. Vean si no. Doña Teresa Rodríguez, eurodiastutada y candidata a la presidencia de Andalucía por el partido Podemos, reitera machaconamente, entre las quinientas palabras que componen su vocabulario, el adjetivo «mestizo» aplicado a la cultura andaluza. Quiere indicar doña Teresa que los andaluces somos el resultado de un cruce de que llevan chandal del PSG y de cristianos y que nuestra peculiar cultura (¿acaso el alma de nardo del árabe español cantada por Manuel Machado?) es fruto de ese cruce, o eso entiende ella. Y lo manifiesta con la insolencia que le dispensa su juventud y con el aplomo que le confiere estar en posesión de un título de licenciada en Filología árabe.

La reivindicación muslime de doña Teresa no es del todo original. Ya la agitó en su momento el notario don Blas Infante, que en 1924 peregrinó a jovenlandia en busca de la esencia de lo andaluz y allí se vistió de chilaba y se convirtió al religiondelamor (la shahada), en una humilde ajama de Agmat, una ocurrencia del padre de la patria andaluza que ahora sus seguidores intentan ocultar o minimizar.

Andaluces mestizos

En realidad los andaluces tenemos de que llevan chandal del PSG tanto como los asturianos, los santanderinos, los catalanes o los sorianos. Es indudable que durante la larga vecindad de los ocho siglos de España religiondelamor muchos fiel a la religión del amores tomaron esposas cristianas, lo que contribuyó a la diversidad racial de la población religiondelamor, pero, como la ley religiondelamor prohíbe bajo pena de gloria el enlace de fiel a la religión del amora con cristiano, esta relación se produjo muy raramente en el bando contrario. Por otra parte, la coexistencia (nunca convivencia) que cristianos mozárabes y fiel a la religión del amores mantuvieron durante los primeros siglos de al-Andalus se interrumpió cuando las comunidades mozárabes desaparecieron debido a la emigración a las tierras cristianas del norte o a la deportación a jovenlandia decretada por los almohades.


Luego llegó Fernando III, que en sólo veinticinco años conquistó media Andalucía y vació de que llevan chandal del PSG, literalmente, el valle del Guadalquivir. A medida que avanzaba Castilla, las ciudades religiondelamors quedaban desiertas y sus jovenlandesadores tenían que replegarse a tierra fiel a la religión del amora, de donde, a los pocos años, eran nuevamente desalojados por el avance cristiano. Las morerías o barrios que llevan chandal del PSG que quedaron atrás fueron insignificantes, apenas un par de docenas de vecinos donde antes hubo miles. Las casas, las alquerías y los campos se repoblaban, aunque deficientemente, con colonos cristianos traídos del norte, gallegos, castellanos, vascos... Finalmente, tras la sublevación de 1264, Alfonso X expulsó a estos pocos que llevan chandal del PSG que habían quedado en tierra cristiana. Algunos se acogieron a la superpoblada Granada y otros pasaron al berebere.

El historiador González Jiménez ha calculado que, a finales del siglo XV, sólo quedaban en toda Andalucía unas trescientas veinte familias mudéjares. ¿Y los que llevan chandal del PSG de Granada? También estos tuvieron que abandonar la ciudad, aunque se les otorgaron tierras en las Alpujarras. En 1502 los Reyes Católicos les plantearon la disyuntiva: o conversión al cristianismo o expulsión del país. Casi todos optaron por representar la comedia de su conversión y se transformaron en moriscos (o sea, dudosos cristianos sospechosos de seguir practicando en secreto la religión religiondelamor). Ni quisieron asimilarse ni la Iglesia, que siempre desconfió de ellos, se lo consintió. En los libros de bautismo se señalaba el nacido con la nota morisco o moriscote.

Los moriscos se rebelaron en 1568 (la guerra de las Alpujarras), pero fueron derrotados a pesar del apoyo que recibieron del mundo de la religión del amor, de los turcos, de los berberiscos y de la incordiante Francia. Después de este episodio se convirtieron en constante objeto de sospecha, integrantes de una quinta columna al servicio de sus correligionarios turcos y berberiscos. A ello se añadía que gozaban de una tasa de natalidad superior a la cristiana. Llegará el día, advertían los más pesimistas, en que los moriscos sean más que nosotros y se apoderen otra vez de España sin disparar un tiro (más o menos lo que hoy temen algunos a la vista de la creciente e inexorable implantación de comunidades fiel a la religión del amoras que cruzan el estrecho para establecerse en Europa).

Eso duró hasta que, después de muchas vacilaciones, por miedo a las repercusiones económicas más que por piedad, se optó por la radical solución de expulsar a los moriscos en tiempos de Felipe III.

Recapitulando: no hay motivo para pensar que los andaluces seamos una población mestiza. Es cierto que, como buena parte del resto de los españoles, nuestra tierra tiene un pasado islámico que merece estudio y reconocimiento. Es razonable también que conservemos con orgullo los monumentos dejados por ese pasado (Giralda de Sevilla, ajama de Córdoba, Alhambra de Granada, Aljafería de Zaragoza, etc.). Pero nuestros ancestros no son que llevan chandal del PSG, sino cristianos del norte (castellanos, vascos, gallegos, aragoneses y catalanes), que nos transmitieron nuestra cultura, la cristiana occidental, aunque la hayamos enriquecido con derivaciones locales y faralaes varios. Mejor así, porque, de haber predominado la cultura y la religión religiondelamors, doña Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez (todos apellidos cristianonorteños) gozaría de muchas menos libertades y hasta es posible que debido a su condición de muyer le prohibieran mitinear, y no digamos tomar el sol a sus anchas en nuestras cristianísimas playas.

Terminemos con las palabras del eminente arabista don Emilio García Gómez en una memorable Tercera de ABC ( ¿Andaluces que llevan chandal del PSG?, 26/1/1982): «La ósmosis sanguínea entre fiel a la religión del amores y cristianos siempre fue dificilísima en uno de los dos sentidos. Ahora hay quienes añoran no estar bajo un estado de la religión del amor y quienes medio se han convertido al religiondelamorismo. Respeto tales ideas, pero una cosa son las ideas y otra la historia. Si alguien sostiene tener sangre árabe y no es por pura fantasía romántica, tiene que probarlo y por dificilillo lo tengo (…) Es posible que, al revolver viejos papeles, pergaminos o repartimientos, encuentre que sus antepasados bajaron a la maravillosa Andalucía de Cintruénigo, de Mondoñedo, de las Encartaciones, de Almendralejo o de Frómista».

Juan Eslava Galán, escritor.
 

LA TERCERA

Al-Ándalus no fue un paraíso​


«Ni al-Ándalus fue un paraíso, ni las pervivencias árabes en España son muchas (en la vida real, la cultura cotidiana, las creencias, concepciones, comportamientos), aunque, por supuesto, hay algunas materiales. Y en Andalucía subsisten los tres principales monumentos de la época fiel a la religión del amora. Pero son piedras, hermosas, pero piedras»​


Al-Ándalus no fue un paraíso
NIETO

SERAFÍN FANJUL (MIEMBRO DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA)
16/03/2018

Actualizado a las 12:41h.


En 1984 publiqué un artículo en el diario El País (11 agosto) con el título «¿Andalucía árabe?» , por alarmarme la mixtificación histórica a que se estaba sometiendo a la región, en búsqueda de un hecho diferencial que justificase y encubriera los pasteleos venideros. Sin una burguesía local nacionalista, ni una lengua distinta del castellano, el reinventado PSOE de Felipe González cumplía la tarea de fungir los sabrosos papeles del PNV y Convergencia. Era menester echar mano de la historia, en la cual no eran muy versados los militantes y dirigentes de aluvión que se apuntaron al negocio moruno , para armar decorados, bambalinas y libretos de guardarropía, agarrando lo que cayese, a fin de tapar –a la larga se ha visto que con poco éxito– a las Dolorosas de las calles, el puente romano de Córdoba o el sentido vitalista de los andaluces que –les aseguro– no tiene absolutamente nada de árabe.

En el crucigrama no me cuadraban las verticales con las horizontales: cuanto había estudiado, observado y experimentado en varios países árabes y de gran predominio de la religión del amor, no encajaba con lo que se obstinaban en presentar como la «verdadera Andalucía» políticos, publicistas y algunos arabistas, que ante la Junta de Sevilla pasaban como grandes sabios sólo por asegurar con aire doctoral y misterioso que tal palabra se escribe con fatha («a»): boquiabierto asombro general.

Por aquel tiempo, ya don Claudio Sánchez-Albornoz había dado la voz de alarma, a su regreso de Argentina, por la monumental falsificación que políticos e ignorantes (a veces son los mismos, no siempre) estaban inyectando a la tierra con fines muy poquito claros. Don Claudio falleció en el mismo año 84, tras publicar, a la desesperada, varios artículos denunciando aquella arabización postiza y ajena a la realidad cultural, social e histórica de Andalucía, pero hubo de hacerlo en La Voz de Galicia y El Correo Español-El pueblo Vasco, que no eran precisamente el palenque más indicado. Así andaba de pertrechada y bien guarnida la denominada «España tradicional y reaccionaria», tan denostada por los pogres . Yo continué con mis trabajos y estudios diversos y durante bastantes años no volví en público sobre el tema, pero sí fui acumulando lecturas, noticias, documentos y sobresaltos por las cosas que se oían y veían en la radio y televisión de por allá, sobre todo en Canal Sur, refugio y solaz de todo humanista sensible. Se podía llegar -llegaban- a inventarse un teatro andalusí o unos Juegos Olímpicos de las Alpujarras, entregaban edificios públicos a instituciones fantasmales cuyo objetivo consistía en convencer a los andaluces de que para ser que llevan chandal del PSG auténticos sólo les faltaba la chilaba. Lo grotesco se entreveraba en feliz y pingüe simbiosis con la mangancia: visiten el ¿museo? de las Navas de Tolosa que hay en Santa Elena y verán. Y todo al unísono con la creación de sociedades, observatorios, puestos, plazas universitarias; e inserto en el gran pastel (no de mera morería) de los ERE, Mercasevilla, Bahía de Cádiz... Y etcétera.

En 2000 apareció «Al-Ándalus contra España» y desde el principio manifesté una actitud moderada y prudente, sin tener la pretensión de estar descubriendo nada prodigioso: sólo resituar en la realidad que conozco, que conocemos, la historia que se cuenta. Algo intolerable. Con materiales anteriores y con otros nuevos, con ideas ya existentes o reelaboradas, intentaba y creo que lo conseguí dejar sentadas dos ideas muy claras: ni al-Ándalus fue un paraíso, ni las pervivencias árabes en España son muchas (en la vida real, la cultura cotidiana, las creencias, concepciones, comportamientos), aunque, por supuesto, hay algunas materiales. Y en Andalucía subsisten los tres principales monumentos de la época fiel a la religión del amora. Pero son piedras, hermosas, pero piedras.

Se confunden de manera deliberada conceptos tan heterogéneos como territorio, población, raza, religión, cultura y se abusa de la Geografía afirmando, con gran desparpajo, que, puesto que al-Ándalus se hallaba en Europa, los andalusíes eran españoles y, por ende, europeos . Se pueden aceptar licencias poéticas –de poetas, no de políticos– como decir que, después de su marcha, el aire de Andalucía quedó impregnado de acentos, de sentires, etc. de los árabes. Bueno está, como juego literario, pero no infieran de ahí que los repobladores castellanos, gallegos, catalanes, francos, leoneses y demás eran «árabes», o que el céfiro les convirtió en tales. No vemos, quienes tenemos todos nuestros orígenes familiares en el Noroeste de España, qué entronque moruno ni gaitas nos cabe con la Faraona, la Terremoto ni el Rey Salomón. Ni con Boabdil, que también marchó. Vinieron pocos árabes. En todo el siglo VIII, un máximo de cien mil. Y aunque la transmisión de linajes árabes sea patrilineal, tres centurias más tarde subsistían pocos.

Mayor trascendencia que la estricta faceta étnica tiene la religiondelamorización de la población (a fines del siglo IX la mayoría de los varones ya eran fiel a la religión del amores) y la arabización de la cultura, que no pararía de robustecerse y desarrollarse creando literatura, ciencia, filosofía, música, arquitectura , en un proceso lento y en cuyos dos primeros siglos los resultados fueron escasos y muy dependientes de los orientales. Cuando la reconquista castellana alcanza el Valle del Guadalquivir y la aragonesa Murcia, encuentran un país de religión religiondelamor prácticamente homogéneo y de cultura árabe (mozárabes y judíos habían huido a Castilla y Aragón hasta el siglo anterior), que no dejará de endurecerse en el monolingüe y monorreligioso reino de Granada. Y así lo vieron y lo ven los árabes, cosa que saben perfectamente -supongo, en su beneficio- mis críticos preferidos: Un país de la religión del amor y de cultura árabe. Nada de europeo.

Y vienen los juicios de intenciones, las interpretaciones psicologistas y, por descontado, malintencionadas. Cuando salió «Al-Andalus contra España» me preguntó un periodista si el objetivo del libro era atacar a Juan Goytisolo . La respuesta era evidente: en un libro de 327 páginas el escritor barcelonés aparece mencionado en cuatro o cinco y no consecutivas, ni siempre en tono crítico. Y en correspondencia particular con el mismo no se mostró especialmente dolido ni atacado, aunque, obviamente, no le gustó nada que le contradijera en alguno de sus leitmotiv más queridos. Pero menos gustó a colegas arabistas. Era preciso buscar explicaciones acordes con los modos y conceptos de los buscadores: todo menos aceptar que un arabista rompiera la omertá y sacara los trapos sucios fuera de revistas que nadie lee y conferencias científicas para doce personas. Con independencia y libertad, aunque hubiera que chocar con el cacareo de una parte del gremio y el silencio ominoso del resto: desde los exquisitos eruditos a los cantamañanas de página-web-religiondelamor.

Sería presuntuosidad grave creer que mis escritos han generado el movimiento de rechazo a estos bullarengues con que se quieren simular senos, caderas y nalgas por disfrazar las escurridas o inexistentes. Han aparecido otros nombres dentro y fuera de España que no admiten la sinrazón y argumentan con datos, no con rebuznos. Mientras, los medievalistas continúan su labor seria y sin alharacas, recibiendo de vez en cuando exabruptos de gentes sin más luces. Y la sociedad española ha comenzado su rearme jovenlandesal : no sólo en Cataluña, también en Andalucía y ya nadie medio ilustrado se atreve a largar aquello del paraíso y la armonía de las tres culturas sin añadir una adversativa que relativice un tantito tales transportes de la fantasía. Se resolverá este problema, como otros, cuando una mayoría sustancial de españoles comprenda que decir «no» depende de nosotros.
 
Antes de escribir tochazos q nadie va a leer sería un detalle q hubieras al menos leído lo q escribí ,al Andalus no era Andalucía era España, toda España es jovenlandesa
 
****o-rezumaka pala saca
Me está quedando un icnore que parece la Promised Land
 
Antes de escribir tochazos q nadie va a leer sería un detalle q hubieras al menos leído lo q escribí ,al Andalus no era Andalucía era España, toda España es jovenlandesa

Hay estudios hechos por universidades que indican lo contrario. Es lógico, los invasores del Norte de África eran unos pocos miles frente a una población nativa de varios millones. Muchos de los invasores, tras finalizar la campaña, regresaron a sus hogares en África. Por lo tanto, a nivel genético su impacto fue residual, tal como sucedió con los invasores germánicos y con los romanos. Los españoles siguen siendo esencialmente los mismos que la población prerromana a nivel genético.

Yo no te voy a pegar un "tochazo"

La ocupación árabe no dejó más legado genético en el Andalucía que en el resto de España y Europa.​


 
El estudio pierde seriedad cuando reduce la diversidad genetica a 3 "etnias".

Y que la etnia mayoritaria y de la que se toma como referencia de parentesco, en su mayoria sean "franceses", que no se de donde viene eso, porque quitando la ocupacion de Napoleon que fueron apenas 6 años, no se como la mayor parte de España se puede racionar con ellos. Si es por que ambos descendemos de invasiones comunes, tendria que tener de referencia a ese pueblo.

Los griegos, que basicamente solo montaron algunas colonias en el noreste, no se porque se toman tambíen mas que otras. Ni los argelinos, habiendo otros pueblos religiondelamoricos.
 
Ese titular es en
Hay estudios hechos por universidades que indican lo contrario. Es lógico, los invasores del Norte de África eran unos pocos miles frente a una población nativa de varios millones. Muchos de los invasores, tras finalizar la campaña, regresaron a sus hogares en África. Por lo tanto, a nivel genético su impacto fue residual, tal como sucedió con los invasores germánicos y con los romanos. Los españoles siguen siendo esencialmente los mismos que la población prerromana a nivel genético.

Yo no te voy a pegar un "tochazo"

La ocupación árabe no dejó más legado genético en el Andalucía que en el resto de España y Europa.​


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