Volvitо
Old Volvos end up in Valhalla
Voy con unos colegas a una quedada organizada por un club de cajas en un grupo de Instagram. Llegamos al sitio, en un polígono al lado de la carretera sin ninguna actividad, y cuando aparecemos el panorama es el siguiente:
Los coches son más Paco, aunque también hay algún pepinaco rollo M6. Los trasera, principalmente Bemetas, saliendo cruzados a toda leche de la rotonda y enfilando la recta para lanzar. Los betillas con tracción delantera empiezan las lanzadas más allá de la rotonda y dan menos espectáculo.
Mucho León y Golf caja V GTi con escape modificado y chuches, algún que otro petrolero haciendo el ridi también. El ambiente era absolutamente frenético, con coches lanzando constantemente en la recta, mientras que a un lado estaban aparcados otros tantos de espectadores.
De repente se corta el flujo de cajas pardoeras a toda leche y toca desplegarse porque corre la voz de que han aparecido los pitufos. Salimos pitando hacia los coches y emprendemos la huída en la única dirección posible, por una calle al fondo de la cual hay otra rotonda en la que están apostada la madera con sus lecheras.
Viendo el panorama a lo lejos y en una maniobra de distracción BRV-TAL aparcamos los coches casi de manera sincronizada a un lado, en un emplazamiento destinado precisamente a tal efecto.
Algo así más o menos:
Con los coches correctamente aparcados y cerrados, procedemos a alejarnos de los vehículos como quien no quiere la cosa. Nuestra maniobra crea escuela y pronto todos los de alrededor la imitan.
La canicía se mosquea porque el flujo de cajas molonas se interrumpe y mandan a unos cuantos betillas a pie calle abajo.
Se acerca un madero a nuestros coches y empieza a tocar los capós y neumáticos gaiamente para comprobar si están calientes, haciéndose el Horatio Caine de la vida, pero en versión cutre.
Nos grita desde el otro lado de la acera que nos pongamos cada uno al lado de su coche y vayamos sacando la documentación. Intentando contener la risa a duras penas nos giramos y nos piramos, dejando al polizonte con dos palmos de narices, tal que así:
Nos dirigimos a un establecimiento de comida aledaño y observamos la escena desde dentro de este modo (los localillos serían los negratas):
Una vez enfriada la cosa regresamos a la zona para dar una vuelta y ver el panorama. Está calmado, pero aún queda algo de yuta.
Para evitar que nos caigan damos un rodeo paseando tranquilamente por una zona desierta. Al cabo de un rato aparece un Picasso Paco de cosa tonalidad nevera que se nos cruza al lado en plan Starsky y Hutch.
Se asoma un madero y nos dice gritando que ya ha terminado el evento y que podemos regresar a los coches. Nos quedamos y antes de poder reaccionar se piran en plan pardoero con su Citroën de cosa.
No hubo fiesta en casa de Dom ni jijijeo con Mia, por desgracia.
*DISCLAIMER: Historia de ficción recreada en base a escenas y tramas de varias películas, señor juez.
Los coches son más Paco, aunque también hay algún pepinaco rollo M6. Los trasera, principalmente Bemetas, saliendo cruzados a toda leche de la rotonda y enfilando la recta para lanzar. Los betillas con tracción delantera empiezan las lanzadas más allá de la rotonda y dan menos espectáculo.
Mucho León y Golf caja V GTi con escape modificado y chuches, algún que otro petrolero haciendo el ridi también. El ambiente era absolutamente frenético, con coches lanzando constantemente en la recta, mientras que a un lado estaban aparcados otros tantos de espectadores.
De repente se corta el flujo de cajas pardoeras a toda leche y toca desplegarse porque corre la voz de que han aparecido los pitufos. Salimos pitando hacia los coches y emprendemos la huída en la única dirección posible, por una calle al fondo de la cual hay otra rotonda en la que están apostada la madera con sus lecheras.
Viendo el panorama a lo lejos y en una maniobra de distracción BRV-TAL aparcamos los coches casi de manera sincronizada a un lado, en un emplazamiento destinado precisamente a tal efecto.
Algo así más o menos:
Con los coches correctamente aparcados y cerrados, procedemos a alejarnos de los vehículos como quien no quiere la cosa. Nuestra maniobra crea escuela y pronto todos los de alrededor la imitan.
La canicía se mosquea porque el flujo de cajas molonas se interrumpe y mandan a unos cuantos betillas a pie calle abajo.
Se acerca un madero a nuestros coches y empieza a tocar los capós y neumáticos gaiamente para comprobar si están calientes, haciéndose el Horatio Caine de la vida, pero en versión cutre.
Nos grita desde el otro lado de la acera que nos pongamos cada uno al lado de su coche y vayamos sacando la documentación. Intentando contener la risa a duras penas nos giramos y nos piramos, dejando al polizonte con dos palmos de narices, tal que así:
Nos dirigimos a un establecimiento de comida aledaño y observamos la escena desde dentro de este modo (los localillos serían los negratas):
Una vez enfriada la cosa regresamos a la zona para dar una vuelta y ver el panorama. Está calmado, pero aún queda algo de yuta.
Para evitar que nos caigan damos un rodeo paseando tranquilamente por una zona desierta. Al cabo de un rato aparece un Picasso Paco de cosa tonalidad nevera que se nos cruza al lado en plan Starsky y Hutch.
Se asoma un madero y nos dice gritando que ya ha terminado el evento y que podemos regresar a los coches. Nos quedamos y antes de poder reaccionar se piran en plan pardoero con su Citroën de cosa.
No hubo fiesta en casa de Dom ni jijijeo con Mia, por desgracia.
*DISCLAIMER: Historia de ficción recreada en base a escenas y tramas de varias películas, señor juez.