KUTRONIO
Será en Octubre
- Desde
- 10 Mar 2010
- Mensajes
- 37.544
- Reputación
- 51.352
O es feminista o no debe ser emitido. Este es el mandato que pesa sobre cualquier cadena de televisión occidental, no digamos sobre Telecinco, una cadena que por otro lado atraviesa momentos de agitación y de cambio aunque ayer Mediaset desmintiera el cese de un ya casi septuegenario Paolo Basile, director de orquesta de la cadena durante 23 años. La noticia resultó inicialmente creíble porque Telecinco ha perdido el liderazgo de las audiencias hace tiempo y sólo es la audiencia la que lo justifica todo. En la televisión privada puedes perderlo todo, menos la audiencia. En la televisión pública es casi peor: puedes perderlo todo menos la sumisión al estatalismo.
La asociación entre Telecinco y feminismo va de suya porque es la bandera que la propia cadena ha venido imprimiendo a su canal durante el último año, al punto de que la Ministra de Igualdad, Irene Montero, llegó a premiar uno de sus programas estrella y bandera del feminismo. Cuestión aparte es lo que Telecinco, Irene Montero o el discurso dominante llamen ahora o en Telecinco defender a la mujer o feminismo. Precisamente a eso vamos.
X
Uno de los programas más curiosos de la parrilla televisiva, por llamarlo de alguna manera, es La Isla de las Tentaciones, una especie de reality al que se apuntan varias parejas en la vida real (supuestamente). Las chicas van a una casa de la isla y los chicos a otra, donde son tentados por sendos harenes de tentadores y tentadoras. Periódicamente se muestran vídeos de la pareja de cada concursante conviviendo en la otra casa con los tentadores o las tentadoras. Esos vídeos están diseñados para poner a prueba a cada concursante, ya sea porque efectivamente este pasando algo con su pareja o porque al menos una adecuada selección de las grabaciones haga que lo parezca.
Pese a que la dinámica del concurso pueda resultar interesante, en gran medida basada en la manipulación de las emociones a través del control de la información (o la desinformáción), lo verdaderamente llamativo es el propio concepto de los tentadores y tentadoras, por lo menos en términos feministas.
O sea, ¿de qué hablamos cuando hablamos de tentadoras?
Los novios de todas las concursantes pasan a vivir en una casa llena de mujeres tentadoras, las cuales obviamente de un modo u otro cobran por ejercer de tentadoras. Ya de entrada resulta un tanto perturbador pensar en qué nombre podríamos ponerle a un establecimiento lleno de mujeres que cobran por seducir a los visitantes para llegar a mantener relaciones sensuales con ellos, esté en una isla o no. El nombre más evidente podría ser pilinguiclub. Pero sería injusto llamar pilinguiclub a lo de Telecinco. Tendríamos que hablar más bien para ser justos de teleputiclub.
La Isla de las Tentaciones no es en este sentido un mero programa de convivencia, o siquiera de citas, porque no puede haber un concursante que no sea tentado por ninguna tentadora, ni puede pasar que todas las tentadoras sólo tienten a uno o dos de los concursantes, pasando del resto, o que uno de los concursantes no pueda poner en riesgo su relación por falta de ocasión o por el rechazo de todas las tentadoras. Lo que sí puede pasar es que una tentadora o tentador, acabado el concurso y el cobrar por tentar, muestre su desinterés por el tentado o la tentada en la gala final, lo que confirma el carácter esencialmente pecuniario y no romántico de la situación. ¿Puede surgir el amor verdadero en la isla? ¿En Telecinco? Pues sí o no lo mismo que en un pilinguiclub. Volviendo a las definiciones tradicionales, una casa llena de mujeres que cobran por seducir a todos los hombres que entran en la casa, y de la que un hombre puede salir porque no le guste ninguna de las tentadoras, pero en la que las tentadoras no pueden dejar salir a ningún hombre que quiera ser tentado, eso solía tener en otros tiempos un nombre muy claro, prespitación. Lo que no está claro es cómo justificar ahora un nombre distinto o cuál es la naturaleza sustancialmente distinta del programa de Telecinco. No diremos que el concurso, juego, reality o lo que sea consiste en tomar a varias parejas, separarlas, meterlos a ellos en un prostíbulo de mujeres, a ellas en un prostíbulo de hombres y televisarlo todo, pero si fuera exactamente eso, ¿cuál sería la diferencia con lo que tenemos?
El punto en todo esto es que los martes y jueves un canal de televisión pueda ser la cadena feminista y los lunes y miércoles la cadena de la casa de pilinguis, o de la casa de tentadoras, decidan ustedes si hay diferencia o cuál debe ser la justa denominación. ¿No estamos en que el feminismo de progreso de opone radicalmente a la prespitación? ¿No es Irene Montero una abanderada de la ilegalización? ¿Por qué Irene Montero y todo su Ministerio se implican con la cadena en apoyo de un programa pero se abstienen por completo de lo que sucede en el otro? ¿No tiene nada que decir en el uno respecto al otro? ¿Lo que pasa en un programa compra el silencio en el otro?
Tal vez podría concluirse que la única prespitación que hay que perseguir es la de los pobres, la que se practica en lugares sórdidos y no la que practican los ricos en resorts, o que Irene Montero es una incoherente sin criterio, o que una televisión lo mismo te vende en horario de máxima audiencia el drama de una mujer amada sin consentimiento que la entrevista con su forzador. También podría concluirse que fuerte o valiente no es un gobierno que se atreve a enfrentarse a los intereses de la banca o de las eléctricas, sino uno que se atreve a enfrentarse a los de los de los grandes canales de televisión.
La asociación entre Telecinco y feminismo va de suya porque es la bandera que la propia cadena ha venido imprimiendo a su canal durante el último año, al punto de que la Ministra de Igualdad, Irene Montero, llegó a premiar uno de sus programas estrella y bandera del feminismo. Cuestión aparte es lo que Telecinco, Irene Montero o el discurso dominante llamen ahora o en Telecinco defender a la mujer o feminismo. Precisamente a eso vamos.
X
Uno de los programas más curiosos de la parrilla televisiva, por llamarlo de alguna manera, es La Isla de las Tentaciones, una especie de reality al que se apuntan varias parejas en la vida real (supuestamente). Las chicas van a una casa de la isla y los chicos a otra, donde son tentados por sendos harenes de tentadores y tentadoras. Periódicamente se muestran vídeos de la pareja de cada concursante conviviendo en la otra casa con los tentadores o las tentadoras. Esos vídeos están diseñados para poner a prueba a cada concursante, ya sea porque efectivamente este pasando algo con su pareja o porque al menos una adecuada selección de las grabaciones haga que lo parezca.
Pese a que la dinámica del concurso pueda resultar interesante, en gran medida basada en la manipulación de las emociones a través del control de la información (o la desinformáción), lo verdaderamente llamativo es el propio concepto de los tentadores y tentadoras, por lo menos en términos feministas.
O sea, ¿de qué hablamos cuando hablamos de tentadoras?
Los novios de todas las concursantes pasan a vivir en una casa llena de mujeres tentadoras, las cuales obviamente de un modo u otro cobran por ejercer de tentadoras. Ya de entrada resulta un tanto perturbador pensar en qué nombre podríamos ponerle a un establecimiento lleno de mujeres que cobran por seducir a los visitantes para llegar a mantener relaciones sensuales con ellos, esté en una isla o no. El nombre más evidente podría ser pilinguiclub. Pero sería injusto llamar pilinguiclub a lo de Telecinco. Tendríamos que hablar más bien para ser justos de teleputiclub.
La Isla de las Tentaciones no es en este sentido un mero programa de convivencia, o siquiera de citas, porque no puede haber un concursante que no sea tentado por ninguna tentadora, ni puede pasar que todas las tentadoras sólo tienten a uno o dos de los concursantes, pasando del resto, o que uno de los concursantes no pueda poner en riesgo su relación por falta de ocasión o por el rechazo de todas las tentadoras. Lo que sí puede pasar es que una tentadora o tentador, acabado el concurso y el cobrar por tentar, muestre su desinterés por el tentado o la tentada en la gala final, lo que confirma el carácter esencialmente pecuniario y no romántico de la situación. ¿Puede surgir el amor verdadero en la isla? ¿En Telecinco? Pues sí o no lo mismo que en un pilinguiclub. Volviendo a las definiciones tradicionales, una casa llena de mujeres que cobran por seducir a todos los hombres que entran en la casa, y de la que un hombre puede salir porque no le guste ninguna de las tentadoras, pero en la que las tentadoras no pueden dejar salir a ningún hombre que quiera ser tentado, eso solía tener en otros tiempos un nombre muy claro, prespitación. Lo que no está claro es cómo justificar ahora un nombre distinto o cuál es la naturaleza sustancialmente distinta del programa de Telecinco. No diremos que el concurso, juego, reality o lo que sea consiste en tomar a varias parejas, separarlas, meterlos a ellos en un prostíbulo de mujeres, a ellas en un prostíbulo de hombres y televisarlo todo, pero si fuera exactamente eso, ¿cuál sería la diferencia con lo que tenemos?
El punto en todo esto es que los martes y jueves un canal de televisión pueda ser la cadena feminista y los lunes y miércoles la cadena de la casa de pilinguis, o de la casa de tentadoras, decidan ustedes si hay diferencia o cuál debe ser la justa denominación. ¿No estamos en que el feminismo de progreso de opone radicalmente a la prespitación? ¿No es Irene Montero una abanderada de la ilegalización? ¿Por qué Irene Montero y todo su Ministerio se implican con la cadena en apoyo de un programa pero se abstienen por completo de lo que sucede en el otro? ¿No tiene nada que decir en el uno respecto al otro? ¿Lo que pasa en un programa compra el silencio en el otro?
Tal vez podría concluirse que la única prespitación que hay que perseguir es la de los pobres, la que se practica en lugares sórdidos y no la que practican los ricos en resorts, o que Irene Montero es una incoherente sin criterio, o que una televisión lo mismo te vende en horario de máxima audiencia el drama de una mujer amada sin consentimiento que la entrevista con su forzador. También podría concluirse que fuerte o valiente no es un gobierno que se atreve a enfrentarse a los intereses de la banca o de las eléctricas, sino uno que se atreve a enfrentarse a los de los de los grandes canales de televisión.