... qué hay de cierto, con los datos en la mano, en todo ese cúmulo de predicciones catastrofistas, a las que tan acostumbrados estamos, acerca del próximo agotamiento de los recursos alimenticios de nuestro planeta, debido al desmesurado crecimiento de la población.
Me refiero a todas esas teorías malthusianas, a esos informes de clubes de Roma, que afirman que la Tierra será pronto incapaz de dar de comer a tanto humano suelto, como sigamos por la misma senda de superpoblación. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
Para responder a la pregunta, he acudido al sitio web de la FAO (FAO: FAO Home), armado con un lápiz y un papel virtuales y he estado buceando en las bases de datos para encontrar las cifras necesarias. Y la verdad es que las conclusiones son bastante curiosas.
Entre 1961 y 2006, la población mundial ha experimentado, en efecto, un crecimiento espectacular, habiendo pasado nuestro planeta de 3.080 a 6.592 millones de habitantes. Un crecimiento, por tanto, del 214% en 45 años. Vistas así las cosas, parece que ese ritmo de aumento no puede durar mucho, ¿verdad?
Sin embargo, cuando uno se pone a analizar las estadísticas de producción de alimentos, las cosas tienen un aspecto bastante menos tétrico. El mapa del hambre, lejos de abarcar a un número cada vez mayor de países, no ha hecho sino retroceder en el último medio siglo. La comida, lejos de ser cada vez más escasa, es cada día más abundante. En concreto, entre 1961 y 2007, la producción de los principales tipos de alimentos aumentó de la forma siguiente:
maíz: 383%
arroz: 303%
trigo: 273%
carne: 403%
bemoles: 447%
leche: 195%
pescado: 344%
O sea que, en términos redondos, mientras que la población de la Tierra se ha duplicado en este último medio siglo, la producción de leche también se ha duplicado; la de arroz, trigo y pescado se ha triplicado y la de carne, bemoles y maíz se ha cuadruplicado. Y todo ello dedicando un número cada vez menor de personas, en términos relativos, a las tareas agrícolas y ganaderas, porque la población agrícola ha bajado del 46% al 39% entre 1990 y 2007. ¿Cómo es eso posible?
La respuesta es, evidentemente, que en ese periodo de tiempo la productividad se ha ido incrementando año tras año, a medida que las técnicas agrícolas, pesqueras y ganaderas se modernizaban en todo el mundo gracias a la globalización; a medida que se incorporaba maquinaria y se instalaban sistemas avanzados de producción en un número cada vez mayor de países; a medida que se sustituían especies menos productivas por otras que lo son más y a medida que los avances en ingeniería genética y pesticidas permitían derrotar a un número cada vez mayor de enfermedades y plagas, de entre las que afectan a plantas y animales. Por ejemplo, el rendimiento medio por hectárea del maíz ha aumentado entre 1961 y 2007 un 259%; el del arroz, un 218% y el del trigo un 258%.
Por tanto, no parece que nuestros catastrofistas de siempre tuvieran mucha razón.
"Espera, espera" - me dirá el lector. "Evidentemente, a la vista de los datos queda claro que la comida no está escaseando... por el momento. Pero llegará un punto en que será imposible compensar con nuevos aumentos de productividad el incremento de la población. ¿Hasta dónde podemos seguir aumentando la producción de alimentos?".
Pues lo curioso es que, en realidad, podemos seguir aumentando todavía muchísimo la producción de alimentos, porque los sistemas no han terminado aún de modernizarse en todas partes del mundo. Por ejemplo, en Israel, el rendimiento de los cultivos de maíz es de 13,60 toneladas/hectárea, mientras que el rendimiento medio a nivel mundial es de 4,97 toneladas/hectárea. Con el arroz pasa lo mismo: frente al rendimiento medio a nivel mundial de 4,12 toneladas/hectárea, en Estados Unidos se consiguen 8,05 toneladas/ hectárea. Y para el trigo, el rendimiento medio a nivel mundial es de 2,79 toneladas/hectárea, mientras que en el Reino Unido se llega a las 7,34 toneladas/hectárea.
Es decir, que sin necesidad de incrementar la superficie cultivada, todavía queda margen para duplicar con creces la producción agrícola actual. A lo que habrá que sumar los nuevos avances en ingeniería genética, el cultivo de nuevas superficies hasta ahora improductivas y el comienzo de una utilización racional del mar a gran escala. Y este último aspecto tiene una enorme importancia.
Actualmente, la Humanidad se encuentra, con respecto al mar, en la misma fase en que nos encontrábamos hace unos cuantos miles de años con relación a la tierra: en la fase de cazadores/recolectores. El pescado representa actualmente menos de un 2% del aporte calórico de los seres humanos y las capturas totales de pescado son 12 veces menos que la producción mundial de carne.
Pero esa situación está cambiando rápidamente, gracias al crecimiento exponencial de la producción de las piscifactorías. Entre 1961 y 2007, esa producción ha pasado de 2 a 65 millones de toneladas. Hoy en día, más de un tercio del pescado que se consume a nivel mundial proviene ya de piscifactorías, lo que quiere decir que la pesca tradicional será, en un futuro próximo, lo mismo que es hoy la caza con respecto a la ganadería: una actividad residual. La Humanidad está empezando ahora con la fase de "ganadería" y "agricultura" marinas a gran escala. Y la producción controlada, intensiva, industrial y renovable de peces y de algas proporcionará a la Humanidad en el próximo siglo una ingente cantidad de alimentos, capaz de permitir ulteriores aumentos de la población.
Así pues, que se relajen los catastrofistas. El espectro del hambre, lejos de estar cada día más cerca, no hace sino alejarse.
La Humanidad, después de todo, no está tan mal. Y si consiguiéramos distribuir con un poco más de justicia lo que ya tenemos, sería la monda. Aunque en eso estamos, después de todo.
El espectro del hambre - Los enigmas del 11M - Luis del Pino
Me refiero a todas esas teorías malthusianas, a esos informes de clubes de Roma, que afirman que la Tierra será pronto incapaz de dar de comer a tanto humano suelto, como sigamos por la misma senda de superpoblación. ¿Qué hay de cierto en todo ello?
Para responder a la pregunta, he acudido al sitio web de la FAO (FAO: FAO Home), armado con un lápiz y un papel virtuales y he estado buceando en las bases de datos para encontrar las cifras necesarias. Y la verdad es que las conclusiones son bastante curiosas.
Entre 1961 y 2006, la población mundial ha experimentado, en efecto, un crecimiento espectacular, habiendo pasado nuestro planeta de 3.080 a 6.592 millones de habitantes. Un crecimiento, por tanto, del 214% en 45 años. Vistas así las cosas, parece que ese ritmo de aumento no puede durar mucho, ¿verdad?
Sin embargo, cuando uno se pone a analizar las estadísticas de producción de alimentos, las cosas tienen un aspecto bastante menos tétrico. El mapa del hambre, lejos de abarcar a un número cada vez mayor de países, no ha hecho sino retroceder en el último medio siglo. La comida, lejos de ser cada vez más escasa, es cada día más abundante. En concreto, entre 1961 y 2007, la producción de los principales tipos de alimentos aumentó de la forma siguiente:
maíz: 383%
arroz: 303%
trigo: 273%
carne: 403%
bemoles: 447%
leche: 195%
pescado: 344%
O sea que, en términos redondos, mientras que la población de la Tierra se ha duplicado en este último medio siglo, la producción de leche también se ha duplicado; la de arroz, trigo y pescado se ha triplicado y la de carne, bemoles y maíz se ha cuadruplicado. Y todo ello dedicando un número cada vez menor de personas, en términos relativos, a las tareas agrícolas y ganaderas, porque la población agrícola ha bajado del 46% al 39% entre 1990 y 2007. ¿Cómo es eso posible?
La respuesta es, evidentemente, que en ese periodo de tiempo la productividad se ha ido incrementando año tras año, a medida que las técnicas agrícolas, pesqueras y ganaderas se modernizaban en todo el mundo gracias a la globalización; a medida que se incorporaba maquinaria y se instalaban sistemas avanzados de producción en un número cada vez mayor de países; a medida que se sustituían especies menos productivas por otras que lo son más y a medida que los avances en ingeniería genética y pesticidas permitían derrotar a un número cada vez mayor de enfermedades y plagas, de entre las que afectan a plantas y animales. Por ejemplo, el rendimiento medio por hectárea del maíz ha aumentado entre 1961 y 2007 un 259%; el del arroz, un 218% y el del trigo un 258%.
Por tanto, no parece que nuestros catastrofistas de siempre tuvieran mucha razón.
"Espera, espera" - me dirá el lector. "Evidentemente, a la vista de los datos queda claro que la comida no está escaseando... por el momento. Pero llegará un punto en que será imposible compensar con nuevos aumentos de productividad el incremento de la población. ¿Hasta dónde podemos seguir aumentando la producción de alimentos?".
Pues lo curioso es que, en realidad, podemos seguir aumentando todavía muchísimo la producción de alimentos, porque los sistemas no han terminado aún de modernizarse en todas partes del mundo. Por ejemplo, en Israel, el rendimiento de los cultivos de maíz es de 13,60 toneladas/hectárea, mientras que el rendimiento medio a nivel mundial es de 4,97 toneladas/hectárea. Con el arroz pasa lo mismo: frente al rendimiento medio a nivel mundial de 4,12 toneladas/hectárea, en Estados Unidos se consiguen 8,05 toneladas/ hectárea. Y para el trigo, el rendimiento medio a nivel mundial es de 2,79 toneladas/hectárea, mientras que en el Reino Unido se llega a las 7,34 toneladas/hectárea.
Es decir, que sin necesidad de incrementar la superficie cultivada, todavía queda margen para duplicar con creces la producción agrícola actual. A lo que habrá que sumar los nuevos avances en ingeniería genética, el cultivo de nuevas superficies hasta ahora improductivas y el comienzo de una utilización racional del mar a gran escala. Y este último aspecto tiene una enorme importancia.
Actualmente, la Humanidad se encuentra, con respecto al mar, en la misma fase en que nos encontrábamos hace unos cuantos miles de años con relación a la tierra: en la fase de cazadores/recolectores. El pescado representa actualmente menos de un 2% del aporte calórico de los seres humanos y las capturas totales de pescado son 12 veces menos que la producción mundial de carne.
Pero esa situación está cambiando rápidamente, gracias al crecimiento exponencial de la producción de las piscifactorías. Entre 1961 y 2007, esa producción ha pasado de 2 a 65 millones de toneladas. Hoy en día, más de un tercio del pescado que se consume a nivel mundial proviene ya de piscifactorías, lo que quiere decir que la pesca tradicional será, en un futuro próximo, lo mismo que es hoy la caza con respecto a la ganadería: una actividad residual. La Humanidad está empezando ahora con la fase de "ganadería" y "agricultura" marinas a gran escala. Y la producción controlada, intensiva, industrial y renovable de peces y de algas proporcionará a la Humanidad en el próximo siglo una ingente cantidad de alimentos, capaz de permitir ulteriores aumentos de la población.
Así pues, que se relajen los catastrofistas. El espectro del hambre, lejos de estar cada día más cerca, no hace sino alejarse.
La Humanidad, después de todo, no está tan mal. Y si consiguiéramos distribuir con un poco más de justicia lo que ya tenemos, sería la monda. Aunque en eso estamos, después de todo.
El espectro del hambre - Los enigmas del 11M - Luis del Pino