¿Es ético comprar en Amazon?

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¿Es ético comprar en Amazon? | Tecnología | EL PAÍS

Hace tiempo que el consumo ético es una forma de incidir sobre lo que compramos y, por tanto, sobre lo que se ofrece. Nos permite, además, influir sobre los procesos de fabricación y tras*porte de aquello que consumimos. Conocer con detalle las implicaciones de todo lo que adquirimos nos abre por tanto la posibilidad de votar con el monedero. Pero mientras muchas personas han incorporado, probablemente, la preferencia por tejidos no animales, productos fabricados localmente o alimentos ecológicos, el debate sobre el consumo de lo que nos proponen algunas de las nuevas empresas nacidas al albor de Internet está menos desarrollado.


Y, sin embargo, estas nuevas compañías son cada vez más omnipresentes. Las cajas con el logotipo de la sonrisa de Amazon, por ejemplo, son cada día más ubicuas. La empresa que Jeff Bezos creó en 1995 como una librería en línea, y que dos años más tarde ya salía a Bolsa, es hoy la marca de venta al por menor más valiosa del mundo. Permite adquirir y recibir a domicilio desde gomas del pelo a piezas de un coche.

Nos encontramos ante un claro ejemplo de cómo las posibilidades tecnológicas están cambiando nuestra cotidianidad. Amazon refleja las dinámicas que caracterizan este largo entrar en el siglo XXI: la emergencia de grandes complejos empresariales de base tecnológica (los famosos *GAFA, acrónimo de Google, Apple, Facebook y Amazon), la crisis del comercio minorista local, la robotización del trabajo y el auge del ocio en casa.

Desde que llegó a España en 2011, el crecimiento de Amazon es constante, pero sus servicios están aún lejos de lo que experimentan los consumidores estadounidenses. En España, la empresa dispone de 10 almacenes y garantiza la entrega en el día en tan solo unos pocos códigos postales. En EE UU, Amazon dispone de 17 centros de distribución solo en el Estado de California, en ciertas zonas garantiza la entrega en menos de una hora, acepta pedidos directamente desde asistentes virtuales domésticos tipo Alexa o Echo, cuenta con tiendas físicas donde los libros no tienen precio y supermercados sin personal humano, y es ya el segundo empleador del país, superado solo por la cadena Walmart.

CLAVES
613.300 personas trabajan a tiempo completo o parcial para Amazon en todo el mundo.

208.800 millones de dólares: sus ingresos en los últimos cuatro meses contables. Ocupa el puesto 16º de las empresas cotizadas en el mundo.

4.241 millones de euros: lo que facturó la compañía en España en 2017, según The eShow Magazine y Netquest. Lideró el ranking nacional de ventas online.

10 centros y estaciones logísticas de Amazon en España.

19.300 euros, el salario mínimo anual de los empleados de Amazon en Madrid y Barcelona, según la empresa.

Amazon pasó de vender libros a vender de todo, y se ha ido convirtiendo en un negocio global y multiservicio. En España hay en realidad cuatro “Amazons”: Amazon Spain Fulfillment (logística), Amazon Spain Services (servicios), Amazon Web Services (cloud) y Amazon Online Spain (publicidad). Cuatro empresas que se estima que facturan 4.200 millones de euros, de los que solo declararon al fisco español 289 en 2017 y por los que pagaron 4 millones en impuesto de sociedades (un diminuto 1,4%), según la estimación publicada en abril por el periódico Expansión.

Uno de los grandes debates que ha generado el espectacular crecimiento de Amazon es el de su impacto en el sector minorista. Después de años de teorizar sobre la desaparición del pequeño comercio como consecuencia de la emergencia de las grandes superficies, al final parece que las plataformas online, con Amazon a la cabeza, pueden acabar dándole el golpe de gracia tanto a tiendas de barrio como a grandes superficies. El comercio tradicional, grande y pequeño, tiene dificultades para competir con una multinacional que puede movilizar en muy poco tiempo cadenas logísticas globales a precios muy bajos. Amazon es sobre todo una tienda de tiendas, y así distribuye gastos y riesgos.

Bezos identificó una oportunidad de mercado que parecía marginal, la distribución global de libros con plazos y precios asequibles, y esa ha sido la base de su supermercado del mundo y de un entramado societario que vende desde servicios de Internet hasta mano de obra con la herramienta Amazon MTurk.

A partir de la web librería, desarrolló acuerdos con terceros vendedores para que todos utilizaran la plataforma, incorporando así un perfil tanto del vendedor como del revendedor, algo que permitió a Amazon conseguir los ingresos y los datos necesarios para iniciar el salto a otros sectores, servicios y productos. La empresa ha rentabilizado su posición dominante sin piedad, poniendo en situaciones muy difíciles no solo al sector minorista local, sino a grandes cadenas.

Y parece que la ambición no cesa. Bezos ha construido todo un imperio. No solo encontró un filón en la prestación de servicios informáticos de almacenamiento y gestión a clientes como la NASA, sino que es el propietario de The Washington Post.

El comercio tradicional, grande y pequeño, tiene dificultades para competir con un gigante global

Algunos expertos se refieren a los cambios introducidos por empresas como Amazon en las dinámicas laborales utilizando el término de taylorismo digital. A principios del siglo XX se expandieron las teorías de Charles Taylor y su método de organización industrial para racionalizar y mecanizar el trabajo, dividiendo las tareas de forma sistemática con el fin de aumentar la eficiencia y productividad. Bajo ese modelo, el trabajo de cada obrero era cronometrado en un sistema de producción en cadena que restaba valor a la mano de obra cualificada y bajaba los salarios. De un modo parecido, la cadena logística de Amazon maximiza las tecnologías digitales y la posibilidad de monitorizar al trabajador y el producto al minuto tanto dentro como fuera de sus instalaciones. Hay empleados que han relatado jornadas extenuantes, controles constantes y objetivos de productividad imposibles, a los que hay que sumar una alta temporalidad y salarios bajos que ya han motivado cuatro huelgas en el almacén más antiguo de la empresa en España, en San Fernando de Henares (Madrid). Incluso 400 miembros de la plantilla de The Washington Post mandaron una carta abierta a Bezos este año en la que a la luz de los brillantes resultados logrados por la cabecera (se duplicó el número de suscripciones digitales en 2017, aumentó más de la mitad el tráfico en su web y rebasó las previsiones de ingresos publicitarios) pedían un “trato justo” a cada uno de los trabajadores que contribuyen al éxito. “El Post no es un negocio cualquiera. Pero incluso si lo fuera, esta no sería la forma de demostrar que valora a sus empleados. Por favor, muestre al mundo que no solo puede abrir el camino para ganar dinero, sino que también sabe cómo compartirlo con la gente que le ayudó a lograrlo”, concluía la carta.

Bezos siempre ha colocado al cliente como su mayor prioridad, y en el caso de Amazon su éxito apunta a un profundo cambio en los hábitos de una clientela cada vez más hogareña. La disponibilidad del ocio en casa, con servicios de envío de comida, libros, ropa o cualquier otro producto va en aumento. Amazon no deja escapar ninguna oportunidad, y amplía servicios en todos los frentes, ofreciendo incluso televisión a la carta con Amazon Prime Video.

En contra de lo que cabría esperar, el gran éxito del gigante del comercio electrónico son las ciudades y no las zonas rurales. La combinación de precio asequible, comodidad y pereza ha seducido precisamente a aquellos urbanitas que menos necesitan la entrega personalizada al tener comercios, supermercados y cines cerca.

Pero el ocio abandona las calles para hacerse doméstico, en un cambio que muchos atribuyen no tanto a la voluntad de los consumidores como a la combinación de largas jornadas laborales, al coste de la vida en relación con los salarios y a una progresiva individualización de la sociedad. Aunque no está claro si Amazon es causa o consecuencia, es innegable que los nuevos modelos de ocio de los que se lucra tienen impactos psicosociales importantes.

Con Amazon el consumidor paga y además su rastro de datos es revendido

Una de las grandes polémicas que envuelve a los gigantescos *GAFA tiene que ver con su ingeniería fiscal y la búsqueda de fórmulas legales para rebajar sus obligaciones fiscales. Cuando arrancó Amazon, Bezos contempló radicar su empresa en una reserva india, precisamente para evitar las cargas fiscales, y eligió finalmente Seattle por sus condiciones impositivas. En su primera incursión europea, escogió (¡sorpresa!) Luxemburgo. Y el anuncio en noviembre de la apertura de dos nuevos cuarteles generales en Nueva York y Washington también estuvo precedido de una competición a la baja en cargas fiscales entre una veintena de ciudades.

En España, Amazon opera con una compleja estructura societaria que hace imposible saber cuánto ingresa por sus ventas. No obstante, los cuatro millones de euros en impuesto de sociedades abonados en 2017, mencionados previamente, parecen una cantidad menor. El desembolso de los consumidores españoles en Amazon puede beneficiar su bolsillo, pero no revierte ni en trabajos de calidad, ni en impuestos que puedan financiar servicios públicos que, por ejemplo, ayuden a esos empleados precarios a llegar al trabajo o a cobrar alguna prestación cuando venza el contrato temporal. La Comisión Europea alertó el año pasado de que algunas grandes tecnológicas pagan menos de la mitad de impuestos que compañías tradicionales.

El tema del uso y abuso de los datos merece un punto y aparte. Amazon no solo utiliza datos personales para controlar férreamente a su plantilla, también, como muchas otras empresas online, recoge información sobre todas las interacciones de los clientes con su plataforma (y con Internet en general a través de las cookies). Su omnipresencia hace que sea un actor excepcionalmente destacado en el mercado de datos. La información que obtiene le permite deducir gustos y necesidades, capacidad adquisitiva, residencia y datos bancarios, que luego cruza con otras bases de datos para vender ese perfil lo más caro posible a los anunciantes. Como Facebook o Google, Amazon es una agencia de publicidad. La tercera mayor del mundo, y probablemente la más diversificada, puesto que, aparte de negocios online, es propietaria de empresas de hardware, portales de ocio y supermercados que permiten ofrecer perfiles más completos y, por lo tanto, lucrativos. Se dice que cuando algo es gratis, el producto somos nosotros. Con Amazon, el consumidor paga y además su rastro de datos es revendido como producto.

¿Es pues ético comprar en Amazon? Es posible que haya muchas empresas con condiciones laborales peores, pero difícilmente tendrán las ventajas fiscales de las que disfruta Amazon. También es posible que el ocio en casa sea cómodo, pero no está claro que sea deseable una sociedad de cubículos de uso individual.

En el pasado, el taylorismo rebajó salarios y degradó las condiciones laborales, pero también impulsó el sindicalismo moderno. De la misma forma, la lucha contra la concentración empresarial y los monopolios de finales del XIX llevó al desarrollo de legislación de protección de la competencia y de los consumidores. Quizás lo más problemático del momento actual no es el tamaño y poder que acumulan los GAFA, sino la desorientación sobre cómo abordar la agenda social, laboral y tecnológica que requieren estos actores omnipresentes.

Habrá que pensar antes de dar de nuevo a ese clic.


Me consta que los de Amazon son unos auténticos me gusta la fruta. Una ex compañera de curro que había trabajado en una ETT me contó como, por orden de Amazon tenían que llamar a un huevo de gente en el paro a la que Amazon les había dicho que les iba a contratar en breve, pero de "en breve" nada, simplemente les tenían ahí en la recámara "por si acaso", pero sin ninguna intención real de contratarles a corto plazo. Y mientras tanto, gente con familias que mantener, rechazando ofertas de curro reales porque creían realmente que Amazon les iba a contratar en una o dos semanas a lo sumo.
 
O sea, que ahora es El País quien nos dice lo que es ético y lo que no. Y cómo tenemos que comprar. La progresía globalista no se cansa de hacer el fulastre
 
Sea ético o no, si está más barato en Amazon, pues lo compraré ahí, y lo mismo con eBay, Aliexpress, y cualquier tienda virtual o física.

A ver quién se han creído que son los del periódico ése (o cualquier otro medio) para decirle a nadie lo que es ético y lo que no.
 
Sino me frieran a impuestos podría comprar más en tiendas físicas.
 
O sea, que ahora es El País quien nos dice lo que es ético y lo que no. Y cómo tenemos que comprar. La progresía globalista no se cansa de hacer el fulastre

O sea que un artículo que critica las prácticas de una multinacional es "globalista". Desde luego, el nivel de estupidez que hay en Burbuja es digno de estudio.

---------- Post added 23-dic-2018 at 12:08 ----------

Sea ético o no, si está más barato en Amazon, pues lo compraré ahí, y lo mismo con eBay, Aliexpress, y cualquier tienda virtual o física.

A ver quién se han creído que son los del periódico ése (o cualquier otro medio) para decirle a nadie lo que es ético y lo que no.

Lee lo que escribes y luego lee las cosas que pones en tu propia firma. ¿No notas algo raro?
 
Lee lo que escribes y luego lee las cosas que pones en tu propia firma. ¿No notas algo raro?

Nada raro. Mi firma se compone de una cita que consideré acertada, oída en una película que me gustó, y de una serie de consejos a la hora de comprar algo, intentando evaluar antes si se trata de un capricho pasajero, y si no es así, creo que propongo alguna forma más barata de conseguirlo (la segunda mano, si no recuerdo mal). No puedo leerla ahora porque ghostbin está caído, pero, que yo sepa, no menciono a ningún comercio en concreto, como sí hace el artículo del periódico.
 
Última edición:
Raro que El País critíque a Amazon, probablemente lo haga porque Amazon no se anuncia en El País, en cualquier caso el artículo tiene razón y aún se deja en el tintero un par de aspectos importantes :

- El casi evidente dumping que hace en muchos de sus productos

¿Incurre en dumping Amazon? | Diffusion Sport

- El impacto ambiental del tras*porte de mercancías puerta a puerta y con una cantidad de material de embalaje que en ocasiones supera el valor del producto suministrado.



El toque liberal-globalista lo pone El País al otorgar a la "compra ética" un poder que no tiene.
Uno de los mantras liberales es que los consumidores tienen un poder omnímodo al aplicar criterios políticos ó éticos en sus decisiones de compra. La realidad deja en evidencia una vez tras otra que ese poder es muy limitado. Es muy limitado porque la decisión de compra es, cada vez más, una decisión emocional y los publicistas lo saben, el único atisbo de racionalidad que le queda a la decisión de compra es "el precio", y aún así, una buena campaña de marketing es capaz de compensar con creces un precio excesivo.

Si el precio que es un dato simple y rotundamente objetivo, puede ser sacado de la decisión de compra con técnicas publicitarias ¿qué no podrán hacer con aspectos subjetivos y etéreos como "la ética" ó"la política"?

Si una super multinacional como Amazon se pone a ello, puede hacer que hasta los ecologistas y los anticapitalistas mas acérrimos sean sus clientes mas fieles (¿ acaso no lo son ya ?)
 
Última edición:
Lo que no es ético ni inteligente es comprar en el 'Comercio "Justo"'. Atracar al consumidor final no tiene nada de ético.

Amazon me parece lo más ético que hay. La única alternativa libre que nos queda a los que vivimos en una ciudad de ladrones, donde los puñeteros minoristas pegan unos clavazos mortales y encima cuando preguntas por precios te miran mal.
 
Hombre, teniendo en cuenta como se solidarizaban conmigo las tiendas de barrio cuando me iba mal...





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Si una super multinacional como Amazon se pone a ello, puede hacer que hasta los ecologistas y los anticapitalistas mas acérrimos sean sus clientes mas fieles (¿ acaso no lo son ya ?)

A estas alturas de la película ya deberías saber que el "ecologismo" y el "anticapitalismo" no son más que postureo.

Una pose con la mandan mensajitos anticapitalistas desde el iphone y lloran por la destrucción de los ecosistemas mientras se van de viaje en aviones que contaminan como su querida progenitora.
 
Para estos es mas etico comprar en el corte ingles porque es el principal anunciante en sus panfletos de cosa. Amazon no les deja un duro en publi, claro.
 
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