MAESE PELMA
me gusta depilarme los huevones y tocármelos
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Jordi Amat, de líder de la defensa del Espanyol a ser príncipe en Indonesia
El defensa, tras una prolífica carrera en Europa, se ha convertido en un ídolo en el sudeste asiático e incluso ha recuperado el título nobiliario de la isla de la que proceden sus abuelos
Amat, besando la bandera de Indonesia durante su nacionalización Redes sociales
Pablo Lodeiro Fernández
28/01/2023
Actualizado a las 03:14h.
4
El fútbol, entre tanta burocracia y hartazgo, regala muy de vez en cuando historias realmente increíbles. Si hace unas semanas Europa se quedó boquiabierta con el caso de Lucas Pérez, que perdió cerca de un millón de euros para jugar en la tercera división para el equipo de su ciudad, el Deportivo de La Coruña, esta vez ha sido otro español, el barcelonés Jordi Amat, el protagonista de una aventura de película. El central, con más de 1.000 minutos disputados en Primera y con una carrera de más de diez años en varias de las mejores ligas del continente europeo, decidió emigrar a la tierra de sus antepasados, el sudeste asiático, donde tras solo unos meses se ha convertido en todo un ídolo.
Tras pasar por por la cantera del Espanyol (equipo con el que iría de la mano hasta la Primera división), y pasar por las filas de Rayo Vallecano, el Swansea galés, Betis y el Eupen Belga, Amat, 30 años, decidió dar un giro radical a su trayectoria y el pasado junio fichó por el Ohor Daru Ta'zim, uno de los mejores conjuntos de Malasia, campeón de las últimas siete ligas del país. Allí, como hizo en sus anteriores equipos, se convirtió una vez más en líder de la zaga y, de regalo, su nueva vida le permitió reengancharse con sus raíces.
El catalán, a su llegada a Malasia, inició los trámites administrativos para obtener la nacionalidad indonesia, una ventaja para jugar en su actual club pero un procedimiento más que justificado, pues sus abuelos nacieron en una isla del país, en la de Siau concretamente, un terrón de tierra en el mar de Célebes, a medio camino entre Indonesia y Filipinas y con una población de apenas 20.000 habitantes.
Amat, con su abuela nacida en Indonesia Redes
Siete meses después su DNI ya no es español, ha debutado con la selección, canta el himno indonesio con la misma intensidad que sus compañeros antes de los partidos y, como él mismo ha confirmado, recibe desde hace meses clases para aprender el idioma bahasa, lengua predominante de Indonesia, con el fin de agilizar la comunicación con sus compañeros en el equipo nacional. Tal ha sido su mimetización que el gobierno del país y él llegaron a un acuerdo para que fuese príncipe heredero de la isla de sus abuelos.
La historia tiene miga, pues esto no es una recompensa desorbitada por sus entradas o por sus despejes. Cuando Amat era un niño, su abuelo, para que el futuro futbolista conciliase el sueño, le hablaba de una lejana tierra con volcanes, playas de arena fina y aguas cristalinas de la que él era heredero. Más allá de la bucólica escena, que parece sacada de 'Las mil y una noches' y no de la sosa realidad, lo cierto es que el abuelo del zaguero no mentía ni lo más mínimo.
Su tatarabuelo fue, hace muchos años, nombrado rajá de Siau, un título nobiliario que en el sudeste asiático es equivalente al de rey o regente y, según la ley, este desempeño tiene carácter hereditario. Una vez nacionalizado, el futbolista comenzó los trámites para recuperar lo que, por derecho, es suyo. «Es un honor para mí y mi familia. No tengo palabras para describir mis sentimientos ahora mismo. Aún recuerdo cuando mi abuelo de pequeño me contaba la historia de que era príncipe heredero».
El defensa, tras una prolífica carrera en Europa, se ha convertido en un ídolo en el sudeste asiático e incluso ha recuperado el título nobiliario de la isla de la que proceden sus abuelos
Amat, besando la bandera de Indonesia durante su nacionalización Redes sociales
Pablo Lodeiro Fernández
28/01/2023
Actualizado a las 03:14h.
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El fútbol, entre tanta burocracia y hartazgo, regala muy de vez en cuando historias realmente increíbles. Si hace unas semanas Europa se quedó boquiabierta con el caso de Lucas Pérez, que perdió cerca de un millón de euros para jugar en la tercera división para el equipo de su ciudad, el Deportivo de La Coruña, esta vez ha sido otro español, el barcelonés Jordi Amat, el protagonista de una aventura de película. El central, con más de 1.000 minutos disputados en Primera y con una carrera de más de diez años en varias de las mejores ligas del continente europeo, decidió emigrar a la tierra de sus antepasados, el sudeste asiático, donde tras solo unos meses se ha convertido en todo un ídolo.
Tras pasar por por la cantera del Espanyol (equipo con el que iría de la mano hasta la Primera división), y pasar por las filas de Rayo Vallecano, el Swansea galés, Betis y el Eupen Belga, Amat, 30 años, decidió dar un giro radical a su trayectoria y el pasado junio fichó por el Ohor Daru Ta'zim, uno de los mejores conjuntos de Malasia, campeón de las últimas siete ligas del país. Allí, como hizo en sus anteriores equipos, se convirtió una vez más en líder de la zaga y, de regalo, su nueva vida le permitió reengancharse con sus raíces.
El catalán, a su llegada a Malasia, inició los trámites administrativos para obtener la nacionalidad indonesia, una ventaja para jugar en su actual club pero un procedimiento más que justificado, pues sus abuelos nacieron en una isla del país, en la de Siau concretamente, un terrón de tierra en el mar de Célebes, a medio camino entre Indonesia y Filipinas y con una población de apenas 20.000 habitantes.
Amat, con su abuela nacida en Indonesia Redes
Siete meses después su DNI ya no es español, ha debutado con la selección, canta el himno indonesio con la misma intensidad que sus compañeros antes de los partidos y, como él mismo ha confirmado, recibe desde hace meses clases para aprender el idioma bahasa, lengua predominante de Indonesia, con el fin de agilizar la comunicación con sus compañeros en el equipo nacional. Tal ha sido su mimetización que el gobierno del país y él llegaron a un acuerdo para que fuese príncipe heredero de la isla de sus abuelos.
La historia tiene miga, pues esto no es una recompensa desorbitada por sus entradas o por sus despejes. Cuando Amat era un niño, su abuelo, para que el futuro futbolista conciliase el sueño, le hablaba de una lejana tierra con volcanes, playas de arena fina y aguas cristalinas de la que él era heredero. Más allá de la bucólica escena, que parece sacada de 'Las mil y una noches' y no de la sosa realidad, lo cierto es que el abuelo del zaguero no mentía ni lo más mínimo.
Su tatarabuelo fue, hace muchos años, nombrado rajá de Siau, un título nobiliario que en el sudeste asiático es equivalente al de rey o regente y, según la ley, este desempeño tiene carácter hereditario. Una vez nacionalizado, el futbolista comenzó los trámites para recuperar lo que, por derecho, es suyo. «Es un honor para mí y mi familia. No tengo palabras para describir mis sentimientos ahora mismo. Aún recuerdo cuando mi abuelo de pequeño me contaba la historia de que era príncipe heredero».