Es el comunismo, amigos: Sánchez Gordillo deja una Marinaleda arruinada

Vlad_Empalador

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La herencia del caudillo rojo de Marinaleda: "Esto es como Venezuela, solo que sin pasar hambre"
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Actualizado Domingo, 19 marzo 2023 - 02:17
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Un pueblo dividido, denuncias de falta de libertades y democracia y una renta per cápita hundida, el legado que deja Juan Manuel Sánchez Gordillo tras cuatro décadas
Un hombre pasa junto a un mural de temática comunista en la avenida principal de Marinaleda, la Avenida de la Libertad.

Un hombre pasa junto a un mural de temática comunista en la avenida principal de Marinaleda, la Avenida de la Libertad.GOGO LOBATO
- Buenos días. Discúlpeme, soy periodista y quería preguntarles qué les parece la retirada del alcalde tras 44 años.
- Aquí no se ha dicho nada oficialmente y no tengo nada que hablar. Adiós.
Catorce palabras, que se resumen en un no es todo lo que se consigue -salvo excepciones- cuando en Marinaleda uno se identifica como periodista y pregunta por Juan Manuel Sánchez Gordillo, el único alcalde que ha conocido este pequeño pueblo de la Sierra Sur de Sevilla en la reciente historia democrática. "Aquí no se puede hablar" o "prefiero no hablar" son otras variantes de la misma ley del silencio que sigue hoy vigente entre la mayoría de sus habitantes. Unos porque son fieles partidarios y otros porque no lo son y están condenados "a las tinieblas" por el propio Sánchez Gordillo. Incluso hoy, un día después de que difundiese que el líder político de izquierdas está de retirada y desde su partido se diese por sentado que no optará a la reelección como alcalde 44 años después, aunque él se resiste a confirmarlo.
Sánchez Gordillo, el caudillo rojo de Marinaleda, sigue estando hoy omnipresente en su pueblo y entre sus vecinos, a pesar de que vive atrincherado en su vivienda de la barriada Pepe el Gallo, un conjunto de casas clonadas levantadas sobre terreno municipal y por las que sus inquilinos -se supone que él también- pagan 15 euros al mes al Ayuntamiento. De su adosado, adornada su de derechasda con una bandera andaluza con el emblema de la CUT (Candidatura Unitaria de Trabajadores), apenas sale desde que un ictus le afectó severamente hace unos años.
En el Ayuntamiento, a tiro de piedra de su casa, dicen que va "de vez en cuando", pero su vecina, Menchu, no le ve en la calle desde el verano. "Da pequeños paseos con su mujer, pero cuando está solo ni siquiera abre la puerta", comenta. Y, efectivamente, nadie responde cuando suena su timbre, aunque "está ahí, seguro".
En la gestión municipal hace tiempo que su número dos, el concejal de Urbanismo Sergio Gómez, lleva las riendas del día a día y todo apunta a que será éste profesor -la misma profesión que Sánchez Gordillo- quien le sucederá en la candidatura que Adelante Marinaleda (o como se denomine el bloque de izquierdas que la forma) presente para las próximas elecciones del 28 de mayo.
Gómez, que tampoco está hoy en el Ayuntamiento -"está trabajando y no sale hasta las tres", dice una funcionaria-, asumirá el peso de la "utopía" socialista que soñó su mentor hace casi medio siglo, cuando su liderazgo no tenía fisuras y los habitantes de un paupérrimo municipio olvidado vieron en él a su mesías, a su salvador. Les prometió tierra, vivienda y trabajo y, todos a una, les siguieron en marchas, manifestaciones, ocupaciones de fincas y, también, en las urnas. Una y otra vez. Hasta once veces y en todas ganó por mayoría absoluta.
De aquel mesías sabe mucho Margarita Pradas. Con solo quince años ya le secundó en una huelga de hambre que duró trece días y luego en las manifestaciones del 1 de mayo, las marchas a Sevilla o las ocupaciones de fincas de terratenientes, incluida la de El Carpio, propiedad del ducado de Alba.
Aquellas marchas se convirtieron con el tiempo en 'performance' y perdieron credibilidad y eficacia. Pero en sus orígenes, la ocupación jornalera consiguió arrebatarle al Duque del Infantado la finca de los Humosos, donde Marinaleda creó una cooperativa frutícola que todavía da trabajo en el pueblo aunque su rentabilidad ha sido muchas veces cuestionada. Hoy son terrenos de la Junta de Andalucía, que reclama un canon por su uso y que ha llevado a los tribunales al Ayuntamiento de Marinaleda por impago.
Hace unos años Margarita se cayó del caballo. Fue cuando el Ayuntamiento dejó sin trabajo a su hija, divorciada y con tres hijos, después de una baja médica. "Yo iba con él a fin", apostilla.
Margarita Pradas, en el balcón de su casa del que cuelga una pancarta con Sánchez Gordillo.

Margarita Pradas, en el balcón de su casa del que cuelga una pancarta con Sánchez Gordillo.GOGO LOBATO
Desde entonces, hace de eso siete años, no hay un solo día en el que esta mujer, jornalera retirada, no le dedique a su gran enemigo un incendiario post en su perfil de Facebook denunciando las "mentiras" de Sánchez Gordillo, las amenazas que recibe también a diario o la falta de libertades en el pueblo.
"Esto es como Venezuela, solo que sin pasar hambre", cuenta sentada en el salón de su humilde vivienda, que no pasa desapercibida por la pancarta que cuelga del balcón "contra los abusos de Gordillo" en un paisaje urbano dominado por murales de temática comunista, retratos del Che y simbología revolucionaria.
Sobre el futuro sin Sánchez Gordillo, Margarita no se hace ilusiones y desconfía. Desconfía mucho. Porque el designado como sucesor, Sergio Gómez, no representa, a su juicio, ningún cambio, sino la continuidad. "Aquí le llamamos Macario, como el muñeco de José Luis Moreno, porque los hilos los maneja Sánchez Gordillo", destaca.
No solo faltan libertades en Marinaleda, sino que "se vulneran derechos fundamentales". Lo asegura Cristina Martín, el otro gran azote de Sánchez Gordillo, una profesora de inglés que hace ahora cuatro años dijo "hasta aquí hemos llegado" y con un grupo de vecinos montó una candidatura independiente, Avanza, con la que lograron lo impensable, quedarse a solo 44 votos del Hugo Chávez de Marinaleda.
No pudo hacer campaña en 2019 por la presión de los afines al alcalde. "Los pocos carteles que colocamos, nos los arrancaban" y estos cuatro años en la oposición han sido algo muy parecido a un calvario en el que sus voces han sido sistemáticamente silenciadas. "No tenemos ni espacio físico en el Ayuntamiento para atender a los vecinos", dice la portavoz de Avanza.
Aquellas elecciones constataron el ocaso del mesías comunista y el naufragio de su utopía, aunque el declive había comenzado ya antes, con las primeras disidencias y las primeras críticas que se hacían ya en voz alta.
De aquella "utopía hacia la paz" que Sánchez Gordillo grabó en el escudo del pueblo queda hoy un pueblo "en la ruina", dice Margarita.
Pero la situación económica de Marinaleda no dista mucho de la de las localidades de su entorno que dependen básicamente de la agricultura. Su renta media per cápita era en 2019 de 14.000 euros, cuando la media andaluza se situaba en 19.522 euros. El 2022 lo cerró con una tasa de paro por debajo del 8%, frente al 19% de la media andaluza.
COHERENCIA IDEOLÓGICA SIN ADMITIR ERRORES
A lo largo de su trayectoria, Juan Manuel Sánchez Gordillo ha hecho gala de una profunda coherencia ideológica a la par que una incapacidad manifiesta para adaptarse a los cambios o admitir errores. Maestro de escuela, se formó con los jesuitas y convirtió los evangelios en fuente directa y reinterpretada de su ideario político, entre el nacionalismo andaluz y la izquierda revolucionaria. Ejerció primero en Úbeda pero luego regresó a Marinaleda y se comprometió de por vida con este pueblo de la Sierra Sur de Sevilla donde estaban sus orígenes y al que embarcó en un viaje hacia la utopía con un resultado más que discreto.
Fundó junto a Diego Cañamero, Paco Casero o Antonio Sánchez la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), que se integró en Izquierda Unida, o el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), después reconvertido en el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), que heredó las banderas del activismo en las calles y que tuvo su máxima expresión en la ocupación de fincas o, durante los años que sucedieron a la crisis financiera, el asalto pacífico a supermercados.
Sánchez Gordillo con Mario Conde durante la ocupación de la finca del banquero en Castilblanco de los Arroyos en 1997.

Sánchez Gordillo con Mario Conde durante la ocupación de la finca del banquero en Castilblanco de los Arroyos en 1997.JAVIER FERRERA
Precisamente, Cañamero es uno de sus más firmes defensores, señalándole como "un referente que ha liderado la Andalucía profunda, la del paro, de los jornales, de los pagapensiones" y que siempre "ha tenido las ideas claras y nunca pidió nada a cambio". De hecho, si algo destaca Cañamero de su compañero de luchas obreras es que "no tiene ni una sola propiedad a su nombre" y que siempre entendió la política "no como profesión, sino como vocación".
En los últimos tiempos sus acciones tenían más repercusión mediática que capacidad real de solucionar los problemas que denunciaban. El SAT siempre supo maximizar el efecto propagandístico de sus movilizaciones, con la complicidad de unos medios de comunicación (incluidos los medios extranjeros) para los que la imagen 'novecentista' de los jornaleros en marcha siempre resultó exótica. Así, por ejemplo, ocurrió cuando un batallón de obreros del campo se plantó en 1997 a las puertas de la finca que Mario Conde tenía en Castilblanco de los Arroyos para "ocuparla" y acabó compartiendo unos botellines de cerveza con el ex banquero, que les abrió la puerta de la finca y los trató como a sus "invitados".
Sánchez Gordillo fue durante 12 años diputado de IU en el Parlamento andaluz, pero siempre dijo que aquello era un "Versalles" que vivía de espaldas al pueblo al que supuestamente representaba. El político se convirtió así "en el estricto porcentaje de disidencia que la corte era capaz de soportar", en palabras del periodista Carlos Mármol, autor del ensayo 'El Mesías Rojo'. Le costó sin embargo dejar su escaño cuando en 2014 una ley autonómica decidió que los alcaldes no podían ser diputados.
Sus pasiones son el fútbol y la poesía. Además de la revolución.
 
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Un pueblo dividido, denuncias de falta de libertades y democracia y una renta per cápita hundida, el legado que deja Juan Manuel Sánchez Gordillo tras cuatro décadas
Un hombre pasa junto a un mural de temática comunista en la avenida principal de Marinaleda, la Avenida de la Libertad.

Un hombre pasa junto a un mural de temática comunista en la avenida principal de Marinaleda, la Avenida de la Libertad.GOGO LOBATO
- Buenos días. Discúlpeme, soy periodista y quería preguntarles qué les parece la retirada del alcalde tras 44 años.
- Aquí no se ha dicho nada oficialmente y no tengo nada que hablar. Adiós.
Catorce palabras, que se resumen en un no es todo lo que se consigue -salvo excepciones- cuando en Marinaleda uno se identifica como periodista y pregunta por Juan Manuel Sánchez Gordillo, el único alcalde que ha conocido este pequeño pueblo de la Sierra Sur de Sevilla en la reciente historia democrática. "Aquí no se puede hablar" o "prefiero no hablar" son otras variantes de la misma ley del silencio que sigue hoy vigente entre la mayoría de sus habitantes. Unos porque son fieles partidarios y otros porque no lo son y están condenados "a las tinieblas" por el propio Sánchez Gordillo. Incluso hoy, un día después de que difundiese que el líder político de izquierdas está de retirada y desde su partido se diese por sentado que no optará a la reelección como alcalde 44 años después, aunque él se resiste a confirmarlo.
Sánchez Gordillo, el caudillo rojo de Marinaleda, sigue estando hoy omnipresente en su pueblo y entre sus vecinos, a pesar de que vive atrincherado en su vivienda de la barriada Pepe el Gallo, un conjunto de casas clonadas levantadas sobre terreno municipal y por las que sus inquilinos -se supone que él también- pagan 15 euros al mes al Ayuntamiento. De su adosado, adornada su de derechasda con una bandera andaluza con el emblema de la CUT (Candidatura Unitaria de Trabajadores), apenas sale desde que un ictus le afectó severamente hace unos años.
En el Ayuntamiento, a tiro de piedra de su casa, dicen que va "de vez en cuando", pero su vecina, Menchu, no le ve en la calle desde el verano. "Da pequeños paseos con su mujer, pero cuando está solo ni siquiera abre la puerta", comenta. Y, efectivamente, nadie responde cuando suena su timbre, aunque "está ahí, seguro".
En la gestión municipal hace tiempo que su número dos, el concejal de Urbanismo Sergio Gómez, lleva las riendas del día a día y todo apunta a que será éste profesor -la misma profesión que Sánchez Gordillo- quien le sucederá en la candidatura que Adelante Marinaleda (o como se denomine el bloque de izquierdas que la forma) presente para las próximas elecciones del 28 de mayo.
Gómez, que tampoco está hoy en el Ayuntamiento -"está trabajando y no sale hasta las tres", dice una funcionaria-, asumirá el peso de la "utopía" socialista que soñó su mentor hace casi medio siglo, cuando su liderazgo no tenía fisuras y los habitantes de un paupérrimo municipio olvidado vieron en él a su mesías, a su salvador. Les prometió tierra, vivienda y trabajo y, todos a una, les siguieron en marchas, manifestaciones, ocupaciones de fincas y, también, en las urnas. Una y otra vez. Hasta once veces y en todas ganó por mayoría absoluta.
De aquel mesías sabe mucho Margarita Pradas. Con solo quince años ya le secundó en una huelga de hambre que duró trece días y luego en las manifestaciones del 1 de mayo, las marchas a Sevilla o las ocupaciones de fincas de terratenientes, incluida la de El Carpio, propiedad del ducado de Alba.
Aquellas marchas se convirtieron con el tiempo en 'performance' y perdieron credibilidad y eficacia. Pero en sus orígenes, la ocupación jornalera consiguió arrebatarle al Duque del Infantado la finca de los Humosos, donde Marinaleda creó una cooperativa frutícola que todavía da trabajo en el pueblo aunque su rentabilidad ha sido muchas veces cuestionada. Hoy son terrenos de la Junta de Andalucía, que reclama un canon por su uso y que ha llevado a los tribunales al Ayuntamiento de Marinaleda por impago.
Hace unos años Margarita se cayó del caballo. Fue cuando el Ayuntamiento dejó sin trabajo a su hija, divorciada y con tres hijos, después de una baja médica. "Yo iba con él a fin", apostilla.
Margarita Pradas, en el balcón de su casa del que cuelga una pancarta con Sánchez Gordillo.

Margarita Pradas, en el balcón de su casa del que cuelga una pancarta con Sánchez Gordillo.GOGO LOBATO
Desde entonces, hace de eso siete años, no hay un solo día en el que esta mujer, jornalera retirada, no le dedique a su gran enemigo un incendiario post en su perfil de Facebook denunciando las "mentiras" de Sánchez Gordillo, las amenazas que recibe también a diario o la falta de libertades en el pueblo.
"Esto es como Venezuela, solo que sin pasar hambre", cuenta sentada en el salón de su humilde vivienda, que no pasa desapercibida por la pancarta que cuelga del balcón "contra los abusos de Gordillo" en un paisaje urbano dominado por murales de temática comunista, retratos del Che y simbología revolucionaria.
Sobre el futuro sin Sánchez Gordillo, Margarita no se hace ilusiones y desconfía. Desconfía mucho. Porque el designado como sucesor, Sergio Gómez, no representa, a su juicio, ningún cambio, sino la continuidad. "Aquí le llamamos Macario, como el muñeco de José Luis Moreno, porque los hilos los maneja Sánchez Gordillo", destaca.
No solo faltan libertades en Marinaleda, sino que "se vulneran derechos fundamentales". Lo asegura Cristina Martín, el otro gran azote de Sánchez Gordillo, una profesora de inglés que hace ahora cuatro años dijo "hasta aquí hemos llegado" y con un grupo de vecinos montó una candidatura independiente, Avanza, con la que lograron lo impensable, quedarse a solo 44 votos del Hugo Chávez de Marinaleda.
No pudo hacer campaña en 2019 por la presión de los afines al alcalde. "Los pocos carteles que colocamos, nos los arrancaban" y estos cuatro años en la oposición han sido algo muy parecido a un calvario en el que sus voces han sido sistemáticamente silenciadas. "No tenemos ni espacio físico en el Ayuntamiento para atender a los vecinos", dice la portavoz de Avanza.
Aquellas elecciones constataron el ocaso del mesías comunista y el naufragio de su utopía, aunque el declive había comenzado ya antes, con las primeras disidencias y las primeras críticas que se hacían ya en voz alta.
De aquella "utopía hacia la paz" que Sánchez Gordillo grabó en el escudo del pueblo queda hoy un pueblo "en la ruina", dice Margarita.
Pero la situación económica de Marinaleda no dista mucho de la de las localidades de su entorno que dependen básicamente de la agricultura. Su renta media per cápita era en 2019 de 14.000 euros, cuando la media andaluza se situaba en 19.522 euros. El 2022 lo cerró con una tasa de paro por debajo del 8%, frente al 19% de la media andaluza.
COHERENCIA IDEOLÓGICA SIN ADMITIR ERRORES
A lo largo de su trayectoria, Juan Manuel Sánchez Gordillo ha hecho gala de una profunda coherencia ideológica a la par que una incapacidad manifiesta para adaptarse a los cambios o admitir errores. Maestro de escuela, se formó con los jesuitas y convirtió los evangelios en fuente directa y reinterpretada de su ideario político, entre el nacionalismo andaluz y la izquierda revolucionaria. Ejerció primero en Úbeda pero luego regresó a Marinaleda y se comprometió de por vida con este pueblo de la Sierra Sur de Sevilla donde estaban sus orígenes y al que embarcó en un viaje hacia la utopía con un resultado más que discreto.
Fundó junto a Diego Cañamero, Paco Casero o Antonio Sánchez la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), que se integró en Izquierda Unida, o el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), después reconvertido en el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), que heredó las banderas del activismo en las calles y que tuvo su máxima expresión en la ocupación de fincas o, durante los años que sucedieron a la crisis financiera, el asalto pacífico a supermercados.
Sánchez Gordillo con Mario Conde durante la ocupación de la finca del banquero en Castilblanco de los Arroyos en 1997.

Sánchez Gordillo con Mario Conde durante la ocupación de la finca del banquero en Castilblanco de los Arroyos en 1997.JAVIER FERRERA
Precisamente, Cañamero es uno de sus más firmes defensores, señalándole como "un referente que ha liderado la Andalucía profunda, la del paro, de los jornales, de los pagapensiones" y que siempre "ha tenido las ideas claras y nunca pidió nada a cambio". De hecho, si algo destaca Cañamero de su compañero de luchas obreras es que "no tiene ni una sola propiedad a su nombre" y que siempre entendió la política "no como profesión, sino como vocación".
En los últimos tiempos sus acciones tenían más repercusión mediática que capacidad real de solucionar los problemas que denunciaban. El SAT siempre supo maximizar el efecto propagandístico de sus movilizaciones, con la complicidad de unos medios de comunicación (incluidos los medios extranjeros) para los que la imagen 'novecentista' de los jornaleros en marcha siempre resultó exótica. Así, por ejemplo, ocurrió cuando un batallón de obreros del campo se plantó en 1997 a las puertas de la finca que Mario Conde tenía en Castilblanco de los Arroyos para "ocuparla" y acabó compartiendo unos botellines de cerveza con el ex banquero, que les abrió la puerta de la finca y los trató como a sus "invitados".
Sánchez Gordillo fue durante 12 años diputado de IU en el Parlamento andaluz, pero siempre dijo que aquello era un "Versalles" que vivía de espaldas al pueblo al que supuestamente representaba. El político se convirtió así "en el estricto porcentaje de disidencia que la corte era capaz de soportar", en palabras del periodista Carlos Mármol, autor del ensayo 'El Mesías Rojo'. Le costó sin embargo dejar su escaño cuando en 2014 una ley autonómica decidió que los alcaldes no podían ser diputados.
Sus pasiones son el fútbol y la poesía. Además de la revolución.
El Inmundo...
Nada más qui disir, siñoría
 
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