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Himbersor
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El "descarrilamiento" Gnóstico
Según Voegelin, Hay algo delicado en la tensión inherente al a existencia en la metaxy. El fundamento del Ser "tira" hacia sí, con su carácter desconocido e incognoscible. Esa tensión crea angustia. La existencia en el mundo supone la aceptación de esa incompletitud. Ese equilibrio inestable se agudiza en la diferenciación cristiana, que "limpia" de dioses y de explicaciones míticas el mundo terrenal, al colocar la divinidad más allá de este mundo. La desviación del gnosticismo consiste en rechazar esa limitación inherentemente humana y creer que la divinidad es alcanzable, bien sea rechazando el aspecto material de la existencia, como ocurre en el gnosticismo primitivo, o bien mediante el rechazo del aspecto divino de la existencia, y la posesión de un completo dominio de la realidad material a través de una ideología que invariablemente plantea una salvación inmanente, es decir, en este mundo. El ideólogo gnóstico moderno sustituye a Dios, es decir, lo desconocido, por su propia individualidad omniscente gracias a su ideología. Esa pretensión de dominio excluyente de la verdad deriva en los sistemas totalitarios y el sectarismo que provocan el desorden social que Voegelin vivió. Este es el tipo de descarrilamiento "derrailement" que Voegelin ve en la Modernidad.
Origen del mundo moderno
En "The new Science of Politics", Voegelin afirma que el gnosticismo inmanentista moderno, descrito anteriormente, es trazable a través de la historia hasta el gnosticismo espiritual primitivo. Voegelin hace retroceder el origen de la modernidad desde la Ilustración, que a su juicio no es más que una etapa más, hasta la Edad Media, con Joaquin de Fiore. Este, abandonando la escatología cristiana de San Agustín, dividió la historia, por primera vez, en tres etapas. Una etapa primitiva, la del Padre, La Edad del Hijo, después de la venida de Jesucristo y la Edad del Espíritu Santo donde la utopía llegaría a la Tierra en forma de una espiritualidad sin Iglesia, que supondría una nueva fase de superación del hombre en la Tierra. Esa es la marca de la modernidad. Desde entonces el superhombre nietzschiano, El estado prusiano del fin de la Historia de Hegel, el nuevo hombre de la revolución comunista, el hombre tras*humano de la tecnología, de la liberación sensual, la supermujer de la liberación feminista etc son la etapa final después de las dos anteriores preparatorias en las que cada ideólogo moderno ha dividido su visión inmanentista y utópica de la Historia. Según Voegelin, La misma división moderna del mundo en edad antigua, Edad Media y Edad moderna corresponde a esa experiencia de Verdad del gnosticismo moderno.
Pero, para Voegelin, es el espíritu desafiante de Lutero el que desencadena el conflicto revolucionario que daría lugar a la modernidad. Para algunas sectas protestantes como los Puritanos más radicales, la acción revolucionaria era un deber del creyente, con el objetivo de acelerar la segunda venida de Jesucristo a la tierra e instaurar el reino de Dios. Entre tanto, la revolución triunfante debía ser administrada por los más virtuosos en un gobierno teocrático, del que según Voegelin, un exponente es el gobierno de Calvino en Ginebra. Voegelin, en "New science of politics" llega a considerar los "comentarios" de Calvino con un "Corán" para describir su intención sectaria, para sentar doctrina más allá de toda discusión. Es a través del conflicto violento entre sectas por lo que se llega a una pax política en la que se separa el gobierno de las congregaciones religiosas. Pero para Voegelin, el espíritu revolucionario original de los protestantes y su activismo es el patrón en el que se calcan desde entonces las revoluciones cada vez más inmanentistas, más intolerantes y más violentas que ocurren en la historia de Occidente (The new science of Politics). Las revoluciones anglosajonas, Inglesa y Americana, la Ilustración, la Revolución Francesa, el comunismo y el nazismo son solo etapas más en la progresiva inmanentización de la escatología cristiana. Esta sitúa la salvación en el más allá, mientras que las utopías modernas lo sitúan en la Tierra. En el catálogo de salvaciones terrenales no solo hay que incluir las grandes ideologías sino otras formas menores como la salvación por la Ciencia, el cientifismo, que tiene tanto predicamento en el mundo moderno, que Voegelin afirma que casi cada disciplina científica plantea su propia salvación utópica: salvación por la psicología, por la sociología, por la biología etc. (The new Science of Politics) En este tipo hay que incluir otras tendencias más modernas, como la eterna juventud a través de la cirugía estética, la comida macrobiótica o cualquier moda que surge a cada instante dentro del paroxismo moderno.
El rechazo de la realidad material fundamentado en la convicción de poseer una Verdad revelada para ascender directamente a la divinidad sin pasar por un juicio según las obras terrenales está en la naturaleza del gnosticismo antiguo. Pero el voluntarismo revolucionario deseoso de tras*formar la realidad basado en la misma pretensión es lo que es distintivamente moderno. Voegelin, en The ecumenic Age asocia ese tipo de cosmivisión a interpretaciones "egofánicas" de experiencias espirituales o noéticas en las que el sujeto se siente protagonista, y no mero espectador o un mero indagador en la naturaleza de las cosas. Según Voegelin (The new Science of Politics) late en el ideólogo moderno un deseo de encumbrar su propia época, su propio grupo elegido cuando no su propia personalidad en un lugar destacado de la Historia, invariablemente, en el vértice que marca la tercera época de plenitud. Voegelin analiza las ideologías de Hegel, Nietzsche, Marx, Comte y hace ver sus paralelos con las cosmovisiones gnósticas de la antigüedad, sus sectas de iniciados y los grados de iluminación, su negación del estado de cosas y el afán revolucionario de rechazar la realidad y el orden social. En la elaboración cosmogónica del gnóstico antiguo, el mundo es una ilusión, y la salvación hacia la divinidad se consigue pronunciando conjuros mágicos. En las elaboraciones ideológicas modernas, el orden social es una ilusión opresora que debe ser derribada por medio del activismo. Las ideologías modernas, como el gnosticismo primitivo son deformaciones de la escatología cristiana en los que la angustia y la incertidumbre provocada por un dios lejano y una lejana salvación se sustituyen por una certeza absoluta y una voluntad revolucionaria en la confianza de que el cielo está a la vuelta de la esquina. Todas esas formaciones y deformaciones que constituyen experiencias de Verdad son propias de Occidente, que nace de la especulación filosófica griega y de la experiencia ****ocristiana.
Según Voegelin, Hay algo delicado en la tensión inherente al a existencia en la metaxy. El fundamento del Ser "tira" hacia sí, con su carácter desconocido e incognoscible. Esa tensión crea angustia. La existencia en el mundo supone la aceptación de esa incompletitud. Ese equilibrio inestable se agudiza en la diferenciación cristiana, que "limpia" de dioses y de explicaciones míticas el mundo terrenal, al colocar la divinidad más allá de este mundo. La desviación del gnosticismo consiste en rechazar esa limitación inherentemente humana y creer que la divinidad es alcanzable, bien sea rechazando el aspecto material de la existencia, como ocurre en el gnosticismo primitivo, o bien mediante el rechazo del aspecto divino de la existencia, y la posesión de un completo dominio de la realidad material a través de una ideología que invariablemente plantea una salvación inmanente, es decir, en este mundo. El ideólogo gnóstico moderno sustituye a Dios, es decir, lo desconocido, por su propia individualidad omniscente gracias a su ideología. Esa pretensión de dominio excluyente de la verdad deriva en los sistemas totalitarios y el sectarismo que provocan el desorden social que Voegelin vivió. Este es el tipo de descarrilamiento "derrailement" que Voegelin ve en la Modernidad.
Origen del mundo moderno
En "The new Science of Politics", Voegelin afirma que el gnosticismo inmanentista moderno, descrito anteriormente, es trazable a través de la historia hasta el gnosticismo espiritual primitivo. Voegelin hace retroceder el origen de la modernidad desde la Ilustración, que a su juicio no es más que una etapa más, hasta la Edad Media, con Joaquin de Fiore. Este, abandonando la escatología cristiana de San Agustín, dividió la historia, por primera vez, en tres etapas. Una etapa primitiva, la del Padre, La Edad del Hijo, después de la venida de Jesucristo y la Edad del Espíritu Santo donde la utopía llegaría a la Tierra en forma de una espiritualidad sin Iglesia, que supondría una nueva fase de superación del hombre en la Tierra. Esa es la marca de la modernidad. Desde entonces el superhombre nietzschiano, El estado prusiano del fin de la Historia de Hegel, el nuevo hombre de la revolución comunista, el hombre tras*humano de la tecnología, de la liberación sensual, la supermujer de la liberación feminista etc son la etapa final después de las dos anteriores preparatorias en las que cada ideólogo moderno ha dividido su visión inmanentista y utópica de la Historia. Según Voegelin, La misma división moderna del mundo en edad antigua, Edad Media y Edad moderna corresponde a esa experiencia de Verdad del gnosticismo moderno.
Pero, para Voegelin, es el espíritu desafiante de Lutero el que desencadena el conflicto revolucionario que daría lugar a la modernidad. Para algunas sectas protestantes como los Puritanos más radicales, la acción revolucionaria era un deber del creyente, con el objetivo de acelerar la segunda venida de Jesucristo a la tierra e instaurar el reino de Dios. Entre tanto, la revolución triunfante debía ser administrada por los más virtuosos en un gobierno teocrático, del que según Voegelin, un exponente es el gobierno de Calvino en Ginebra. Voegelin, en "New science of politics" llega a considerar los "comentarios" de Calvino con un "Corán" para describir su intención sectaria, para sentar doctrina más allá de toda discusión. Es a través del conflicto violento entre sectas por lo que se llega a una pax política en la que se separa el gobierno de las congregaciones religiosas. Pero para Voegelin, el espíritu revolucionario original de los protestantes y su activismo es el patrón en el que se calcan desde entonces las revoluciones cada vez más inmanentistas, más intolerantes y más violentas que ocurren en la historia de Occidente (The new science of Politics). Las revoluciones anglosajonas, Inglesa y Americana, la Ilustración, la Revolución Francesa, el comunismo y el nazismo son solo etapas más en la progresiva inmanentización de la escatología cristiana. Esta sitúa la salvación en el más allá, mientras que las utopías modernas lo sitúan en la Tierra. En el catálogo de salvaciones terrenales no solo hay que incluir las grandes ideologías sino otras formas menores como la salvación por la Ciencia, el cientifismo, que tiene tanto predicamento en el mundo moderno, que Voegelin afirma que casi cada disciplina científica plantea su propia salvación utópica: salvación por la psicología, por la sociología, por la biología etc. (The new Science of Politics) En este tipo hay que incluir otras tendencias más modernas, como la eterna juventud a través de la cirugía estética, la comida macrobiótica o cualquier moda que surge a cada instante dentro del paroxismo moderno.
El rechazo de la realidad material fundamentado en la convicción de poseer una Verdad revelada para ascender directamente a la divinidad sin pasar por un juicio según las obras terrenales está en la naturaleza del gnosticismo antiguo. Pero el voluntarismo revolucionario deseoso de tras*formar la realidad basado en la misma pretensión es lo que es distintivamente moderno. Voegelin, en The ecumenic Age asocia ese tipo de cosmivisión a interpretaciones "egofánicas" de experiencias espirituales o noéticas en las que el sujeto se siente protagonista, y no mero espectador o un mero indagador en la naturaleza de las cosas. Según Voegelin (The new Science of Politics) late en el ideólogo moderno un deseo de encumbrar su propia época, su propio grupo elegido cuando no su propia personalidad en un lugar destacado de la Historia, invariablemente, en el vértice que marca la tercera época de plenitud. Voegelin analiza las ideologías de Hegel, Nietzsche, Marx, Comte y hace ver sus paralelos con las cosmovisiones gnósticas de la antigüedad, sus sectas de iniciados y los grados de iluminación, su negación del estado de cosas y el afán revolucionario de rechazar la realidad y el orden social. En la elaboración cosmogónica del gnóstico antiguo, el mundo es una ilusión, y la salvación hacia la divinidad se consigue pronunciando conjuros mágicos. En las elaboraciones ideológicas modernas, el orden social es una ilusión opresora que debe ser derribada por medio del activismo. Las ideologías modernas, como el gnosticismo primitivo son deformaciones de la escatología cristiana en los que la angustia y la incertidumbre provocada por un dios lejano y una lejana salvación se sustituyen por una certeza absoluta y una voluntad revolucionaria en la confianza de que el cielo está a la vuelta de la esquina. Todas esas formaciones y deformaciones que constituyen experiencias de Verdad son propias de Occidente, que nace de la especulación filosófica griega y de la experiencia ****ocristiana.