Masateo
King of the divan, qu'elle m'a dit en passant.
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«Hay que hacer que la gente que no vota esté presente en el Parlamento. No con representantes, sino con escaños vacíos (…). Muchos no votan no porque sean unos vagos, sino porque no tienen a quién votar». Cuando el actual ministro de Universidades, Manuel Castells, pronunció estas palabras en 2012, la iniciativa ‘Escaños en Blanco’ llevaba ya un par de años ofreciéndose a los electores como «una alternativa a la clase política» en general y al «propio sistema electoral» en particular. El único punto de su programa lo definió bien uno de los padres de la Constitución, Miquel Roca, en una entrevista para El País ese mismo año, en la que pedía «que el voto en blanco tenga representación parlamentaria, que el desengaño se visibilice con un montón de escaños vacíos que, además, obligue a pactar».
No son nuevos. La iniciativa, sin caras visibles ni ideólogos reconocidos, surgió en 2010 en Badalona. El espacio que ocupan ellos ahora estuvo antes representado por organizaciones como Alternativa en Blanco o Escaños Insumisos, de las que han decidido recoger el testigo. Y no les fue mal. En las generales de 2011 lograron casi 100.000 votos, más de los que obtuvieron Geroa Bai o Foro Asturias. Éstas dos formaciones lograron representación, pero ellos no obtuvieron su «no diputado» por la ley electoral que tanto cuestionan. De haberlo conseguido, el Congreso se hubiese quedado a efectos prácticos con 349 diputados: el representante de ‘Escaños en Blanco’ tendría el acta pero no tomaría posesión del cargo, por lo que tampoco podría optar a sueldo ni dietas. El escaño queda vacío.
Para localizar su último ‘éxito’ electoral hay que remontarse a 2014, cuando lograron unos 115.000 votos en las elecciones europeas. En las siguientes convocatorias, o fueron muy residuales o directamente no se presentaron. La reforma de la ley electoral que aprobaron PP y PSOE en 2011 les puso difíciles las cosas: los partidos minoritarios deben recoger desde entonces al menos un 0,1% de avales del censo de la circunscripción por la que se presenten para concurrir a las diversas convocatorias electorales. El esfuerzo es grande, y los medios limitados. Desde su nacimiento hace 10 años han logrado un total de seis concejalías, todas en Cataluña, pero al renunciar a las aportaciones públicas su única vía de financiación son las cuotas de afiliados -unos 50 fijos actualmente-, las donaciones y una red de voluntarios que componen una estructura del todo heterogénea y anónima.
Esa imagen de un Parlamento más vacío de lo habitual es la que ahora ‘Escaños en Blanco’ pretende llevar a la Asamblea de Madrid. Da igual si uno, dos o treinta. El objetivo pasa porque «la gente que no se identifique con ningún representante político» tenga una opción, y que ese voto sirva para «canalizar el descontento de la sociedad». «Si votas a un partido, tienes un representante de ese partido en la Cámara. Pero si votas en blanco, tu voto no sólo es ignorado, sino que incluso perjudica a los partidos minoritarios, mientras que el Parlamento sigue ocupado igual».
Con El Independiente habla Miguel Colomo, cabeza de lista de ‘Escaños en Blanco’ a las elecciones de la Comunidad de Madrid del próximo 4 de mayo. Cuenta que es la primera vez en la historia de la organización que se presentan a la Asamblea. También que, esta vez, les ha resultado «muy fácil» completar la lista de 136 candidatos, que rellenan con voluntarios, pese a que no es muy normal encontrar esa predisposición. En las elecciones madrileñas, se lanzan a por un target que no pasa sólo por los electores que decidan depositar un sobre en blanco en la urna, sino también por todos aquellos que están pensando en no ir a votar el próximo 4 de mayo o que opten por el «menos malo» de los candidatos. «El menos malo no es bueno», comenta.
La tesis de ‘Escaños en Blanco’ conlleva un riesgo claro, y es que si en un escenario utópico ganasen unas elecciones, el Congreso o cualquier otro parlamento autonómico echaría el cierre. Y entonces, ¿qué? «Si eso llega a ocurrir, el problema no somos nosotros, no son los escaños vacíos. Tendríamos un problema muy rellenito, y es que significaría que los ciudadanos no quieren ni a los políticos ni al sistema», comenta Colomo, que defiende, no obstante, que ni él ni la organización en sí puede definirse como ‘antisistema’ porque «lo que queremos es precisamente que el sistema cuente con la representación de más gente», aunque sí reconoce que es una opción electoral válida para la gente que se reconoce a sí misma como ‘antisistema’ porque, en última instancia, su objetivo pasa por vaciar en este caso la Asamblea de Madrid de políticos. «A nosotros nos han llamado de todo. Comunistas, fascistas, anarquistas… ¡cubrimos todo el rango!», ironiza.
Todos preparados para los debates a la madrileña
Todos preparados para los debates a la madrileña
Una ley de voto en blanco computable
El voto en blanco en España marcó su récord histórico en las municipales y autonómicas de 2011, cuando alcanzó la cota del 2,59% que se tradujo en más de medio millón de votos. En las últimas elecciones generales, las de noviembre de 2019, ese porcentaje se situó en el 0,9% de los votos emitidos, es decir, 216.000 sobres vacíos que no tienen un impacto en la representación de los ayuntamientos, parlamentos autonómicos o en el Congreso.
Esta circunstancia sí afecta, no obstante, a los partidos minoritarios. Los votos en blanco se computan como votos válidos, de modo que sube el umbral mínimo que las formaciones deben superar para obtener representación. Más allá de simbolizar en las asambleas legislativas el descontento de la gente con la clase política, el objetivo último de ‘Escaños en Blanco’, como subraya Colomo, pasa por lograr una reforma de la ley electoral para que el voto en blanco sea computable y representativo. De conseguirlo, dicen, firmarán definitivamente su disolución.
No son nuevos. La iniciativa, sin caras visibles ni ideólogos reconocidos, surgió en 2010 en Badalona. El espacio que ocupan ellos ahora estuvo antes representado por organizaciones como Alternativa en Blanco o Escaños Insumisos, de las que han decidido recoger el testigo. Y no les fue mal. En las generales de 2011 lograron casi 100.000 votos, más de los que obtuvieron Geroa Bai o Foro Asturias. Éstas dos formaciones lograron representación, pero ellos no obtuvieron su «no diputado» por la ley electoral que tanto cuestionan. De haberlo conseguido, el Congreso se hubiese quedado a efectos prácticos con 349 diputados: el representante de ‘Escaños en Blanco’ tendría el acta pero no tomaría posesión del cargo, por lo que tampoco podría optar a sueldo ni dietas. El escaño queda vacío.
Para localizar su último ‘éxito’ electoral hay que remontarse a 2014, cuando lograron unos 115.000 votos en las elecciones europeas. En las siguientes convocatorias, o fueron muy residuales o directamente no se presentaron. La reforma de la ley electoral que aprobaron PP y PSOE en 2011 les puso difíciles las cosas: los partidos minoritarios deben recoger desde entonces al menos un 0,1% de avales del censo de la circunscripción por la que se presenten para concurrir a las diversas convocatorias electorales. El esfuerzo es grande, y los medios limitados. Desde su nacimiento hace 10 años han logrado un total de seis concejalías, todas en Cataluña, pero al renunciar a las aportaciones públicas su única vía de financiación son las cuotas de afiliados -unos 50 fijos actualmente-, las donaciones y una red de voluntarios que componen una estructura del todo heterogénea y anónima.
Esa imagen de un Parlamento más vacío de lo habitual es la que ahora ‘Escaños en Blanco’ pretende llevar a la Asamblea de Madrid. Da igual si uno, dos o treinta. El objetivo pasa porque «la gente que no se identifique con ningún representante político» tenga una opción, y que ese voto sirva para «canalizar el descontento de la sociedad». «Si votas a un partido, tienes un representante de ese partido en la Cámara. Pero si votas en blanco, tu voto no sólo es ignorado, sino que incluso perjudica a los partidos minoritarios, mientras que el Parlamento sigue ocupado igual».
Con El Independiente habla Miguel Colomo, cabeza de lista de ‘Escaños en Blanco’ a las elecciones de la Comunidad de Madrid del próximo 4 de mayo. Cuenta que es la primera vez en la historia de la organización que se presentan a la Asamblea. También que, esta vez, les ha resultado «muy fácil» completar la lista de 136 candidatos, que rellenan con voluntarios, pese a que no es muy normal encontrar esa predisposición. En las elecciones madrileñas, se lanzan a por un target que no pasa sólo por los electores que decidan depositar un sobre en blanco en la urna, sino también por todos aquellos que están pensando en no ir a votar el próximo 4 de mayo o que opten por el «menos malo» de los candidatos. «El menos malo no es bueno», comenta.
La tesis de ‘Escaños en Blanco’ conlleva un riesgo claro, y es que si en un escenario utópico ganasen unas elecciones, el Congreso o cualquier otro parlamento autonómico echaría el cierre. Y entonces, ¿qué? «Si eso llega a ocurrir, el problema no somos nosotros, no son los escaños vacíos. Tendríamos un problema muy rellenito, y es que significaría que los ciudadanos no quieren ni a los políticos ni al sistema», comenta Colomo, que defiende, no obstante, que ni él ni la organización en sí puede definirse como ‘antisistema’ porque «lo que queremos es precisamente que el sistema cuente con la representación de más gente», aunque sí reconoce que es una opción electoral válida para la gente que se reconoce a sí misma como ‘antisistema’ porque, en última instancia, su objetivo pasa por vaciar en este caso la Asamblea de Madrid de políticos. «A nosotros nos han llamado de todo. Comunistas, fascistas, anarquistas… ¡cubrimos todo el rango!», ironiza.
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Una ley de voto en blanco computable
El voto en blanco en España marcó su récord histórico en las municipales y autonómicas de 2011, cuando alcanzó la cota del 2,59% que se tradujo en más de medio millón de votos. En las últimas elecciones generales, las de noviembre de 2019, ese porcentaje se situó en el 0,9% de los votos emitidos, es decir, 216.000 sobres vacíos que no tienen un impacto en la representación de los ayuntamientos, parlamentos autonómicos o en el Congreso.
Esta circunstancia sí afecta, no obstante, a los partidos minoritarios. Los votos en blanco se computan como votos válidos, de modo que sube el umbral mínimo que las formaciones deben superar para obtener representación. Más allá de simbolizar en las asambleas legislativas el descontento de la gente con la clase política, el objetivo último de ‘Escaños en Blanco’, como subraya Colomo, pasa por lograr una reforma de la ley electoral para que el voto en blanco sea computable y representativo. De conseguirlo, dicen, firmarán definitivamente su disolución.
El partido que inspiró a Manuel Castells y que quiere 'vaciar' de políticos la Asamblea de Madrid
"Hay que hacer que la gente que no vota esté presente en el Parlamento. No con representantes, sino con escaños vacíos (...). Muchos no votan no porque
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