Honkytonk Man
Será en Octubre
- Desde
- 3 Jun 2010
- Mensajes
- 28.476
- Reputación
- 117.457
Cuando eres periodista y quedas con un tipo que lleva un arma sabes que es mejor que no te vea con una grabadora.
Cuando te envían a trabajar al salón de Loterías sabes que tienes que madrugar un montón.
Cuando te toca cubrir un entierro, sabes que no puedes ponerte a pedir en voz alta que levanten la mano los familiares del muerto.
Pero el reportero no sabe lo que tiene que hacer -ni cómo vestir, ni qué preguntar, ni qué cara poner- si su jefe le manda a entrevistar a un chaval de 25 años que se tira hasta 15 horas al día encerrado en su habitación frente a una pantalla, que dice down o stalkear, que contesta 32 veces «no sé», que hace vídeos grabándose mientras juega a la videoconsola o se ama a Pikachu y que -como explicación de todo lo anterior- te dice que es youtuber.
«¿De cuántas infamias se compone un éxito?», preguntaba Balzac consumido por los fracasos.
Y la respuesta la tenemos delante de las narices.
Casi 16 millones de suscriptores en su canal de Youtube, 3.000 millones de clics en sus vídeos, 5,2 millones de seguidores en Twitter (cinco veces más que Rajoy) y un montón de escenas propias de una estrella de rock: el día antes de nuestro encuentro, otra chica trató de colarse en su casa burlando la seguridad.
Otra más.
El Roto decía en una viñeta: «Tenía 100.000 amigos en Facebook. Se les estropeó el ordenador y ninguno acudió a su entierro».
(Elrubius sonríe) Tiene razón.
¿Cuántos amigos tienes tú?
¿En Facebook?
...
Son las 8.20 horas. Desayuno con mis hijos, les explico quién es la persona que voy a ver y me dicen -entre saltitos de júbilo y rogativas de autógrafo- que ellos ya saben quién es, que cómo no iban a saberlo.
Cuando les deje en la fila del colegio, cuando me gire y pasen dos minutos, toda la clase de 6ºA me rodeará al modo en que lo hacen las carpas del Retiro cuando ven un chusco de pan: me piden venir hasta Alcalá de Henares a conocer a Elrubius como Pitita lo haría con una excursión a Fátima.
Así que hagamos las presentaciones. Aquí toda la clase de 6ºA; aquí Rubén Doblas Gundersen.
Aquí unos chavales de 11 años; aquí el youtuber más seguido de España y uno de los más conocidos del mundo.
¿Rubén o Elrubius?
Elrubius.
¿Junto o separado?
Junto siempre.
Elrubius, ¿cómo explicas tu fama?
Es muy rara. No sé. Porque yo nunca he visto a nadie tener una, una, una fama así, no sé [Le cuesta explicarse]. De pequeño veía a futbolistas, cantantes, actores... Ehhhh... Nunca he visto a nadie como yo, ¿sabes lo que te digo? Es como extraño. Pero, vamos, que yo sigo intentando tomármelo como el primer día. Lo de que me paren por la calle, se me quieran meter en mi casa, lo veo como parte de esto.
He leído que has dicho que la fama es una cosa. ¿Tan jodida es?
Sí. Pffff... A veces es difícil de llevar. Son tantas cosas las que cambian en tu vida. Es que no sé explicarlo... La gente se espera que sea un chico normal. Salgo por ahí. Creo que nunca he sido borde con ningún fan. No quiero decepcionar a nadie, ¿sabes? Pero hay veces que la cosa es agobiante. Me acuerdo una vez que intenté ir a Callao. Iba con unos amigos. Yo les dije que no era buena idea. Ellos que sí. Fue cruzar la Gran Vía y ya empezaron a reconocerme. Se creó una bola de gente, cada vez más. Y me tuve que coger un taxi allí mismo y pirarme. Nuestro objetivo era llegar a una tienda de Sol. Pero fue imposible. Cosas así me pasan todos los días.
Hablas de no decepcionar... ¿Qué presión?
Sí. No sé. Tú al fin y al cabo estás creando algo sobre lo que la gente tiene muchas expectativas. Tienes que sacar lo mejor posible. Si te has esforzado muchísimo y ves un comentario malo se te puede caer el mundo encima. Aunque mil comentarios sean buenos.
Entrar en la tienda Arcade Madrid en la que hemos quedado es como viajar en la máquina del tiempo DeLorean de Regreso al futuro y aterrizar de golpe en pleno corazón de los 80. En nuestro caso, como el escarabajo de Kafka. Panza arriba.
Está el mítico juego del Street fighter o el del Comecocos. El pinball aquel en el que tenías que derribar las dianas con la bola de acero o el de la canasta. Una consola con el Space Invaders y todos los alienígenas revoloteando tras el cristal de la pantalla. Se oyen fiuu, fiuu; boing, boing y crash, crash. Tengo 33 preguntas preparadas pero ninguna moneda. La misión, aquí y ahora, es salvar de la oleada turística al planeta 6ºA.
¿Cómo cuento lo que tú haces?
¿En general?
Sí. Cómo lo cuento.
Ya.
Los niños saben lo que haces. Pero los padres de los niños no sabemos lo que haces.
Ya, ya, ya, ya, ya, ya, ya, ya.
...
Es difícil. No sé. Hay muchos padres que no ven mi contenido apropiado para niños. Que yo tampoco lo veo, eh... Ese nunca ha sido mi objetivo. ¿Qué hago? A ver: subo vídeos a internet. Y la mitad de esos vídeos tratan sobre videojuegos y la otra mitad sobre mi vida. Es una mezcla de las dos cosas. Y siempre con el tono de humor.
¿Y cómo empezó todo?
Básicamente era algo que me gustaba. Los videojuegos es algo que me ha gustado desde pequeño. Como un hobbie. Empecé a grabar cosas para mis amigos y cuatro gatos en internet. El primer vídeo lo subí en 2006.
¿Vives solo?
Solo.
¿Cocinas?
Nada. Vivo a base de pedir comida por internet.
¿Lees?
No mucho, la verdad.
¿Escuchas música?
De todo. Menos el reggaeton.
¿Estudias?
No.
¿Haces deporte?
Nada. Me han aconsejado hacerlo, pero no. Me lo han recomendado para [ridiculiza con la voz] llevar una vida saludable y divina, no sé, cosas así. Pero vamos, que yo estoy feliz como estoy. Aunque a veces me veo en vídeos y me veo un poco fanegas, fondón, y digo: tendría que hacer deporte, cuidar mi imagen.
¿Cómo era tu vida antes del éxito?
Nací en Málaga. En Mijas [mira a su progenitora], ¿no?
A mi mujer le he dicho la verdad: «Yo al chico le he visto entre paradillo y sosete».
A mi hijo le he mentido: «Ha llegado en carroza».
A mi jefe le he dicho lo que hay: «Las fotos de Thomas son muy buenas».
Elrubius llega a la cita con cazadora de color, deportivas negras, vaqueros neցros, pendiente neցro, lata de Monster Energy de color y un poco de humor neցro. Podemos seguir tirando por ahí o hablarles de Rubén. Como en los libros de Elige tu propia aventura, vamos a decantarnos por la segunda opción.
Rubén Doblas Gundersen nació en Mijas, donde estuvo hasta los seis años. Después del divorcio de sus padres, se fue a Noruega con su progenitora («la pareja de mamá, Héctor, es como si fuera mi padre»). Más tarde regresó a Madrid, donde fue al instituto hasta los 16 años, edad a la que volvió al país nórdico para terminar el Bachillerato. Allí comenzó a ser una celebridad online y carne de Google. De vuelta a Madrid, cursó estudios de animación en 3D. Y luego comenzó a grabarse imitando a un T-Rex sobre una cama, golpeando con un miembro viril de goma a un amigo en la frente o jugando a la máquina.
Y ya: 3.000 millones de clics en sus vídeos.
¿Qué echas de menos de antes?
¿De antes de Youtube?
[Interviene Bente, su progenitora, un ángel rubio: «¿Había vida antes de Youtube?»]
Eso. Lo que dice tu progenitora. ¿Había vida antes de Youtube?
Sí. Había vida y era como la de cualquier chico de mi edad. No sé. Siempre he sido una persona que ha sido más de estar en casa jugando que de salir a jugar al fútbol. Lo hacía alguna vez, pero era más de estar jugando con los amigos en internet. Por Skype.
¿Cuántas horas te tirabas jugando al día con 15 años?
No sé. Más de tres o cuatro horas.
¿Y un sábado?
Pues más de ocho algunas veces.
(Interviene su progenitora: «Si le dejaba, claro... Jugar en internet era lo que más le gustaba... Si no le desenchufaba, seguía»).
¿Cuál es tu vídeo más visto?
Es un vídeo que hice hace tres años. No tiene nada que ver con lo que hago ahora. Era una canción de un juego de Minecraft... [Me mira muy serio] ¿Sabes lo que es el Minecraft?
Creo que sí.
Es el juego de los muñecos hechos con cubitos.
Ah ya.
Hice una versión de aquella canción con el tema de Chayanne. El de «quiero ser torero». En vez de eso yo lo cambié por «quiero ser minero». Cambié toda la letra y me grabé yo dentro del Minecraft. Ahora tiene entre 25 y 30 millones de visitas. Era una parodia.
Entre 25 y 30 millones de visitas.
Sí.
¿Qué le dirías a la gente como yo, que no tiene Twitter, ni Facebook, ni tarjeta de crédito sobre...?
¿¡No tienes tarjeta de crédito!?
No.
Me sorprende. Me sorprende mucho. Estoy flipando. ¿Y si quieres sacar dinero qué haces?
shishi, pues con la cartilla de toda la vida.
¡Ay dios mío! (Se lleva la mano derecha a la cabeza)... Es que friqui es uno u otro depende de cómo se mire. Para ti yo lo seré. Para mí...
Yo no creo que seas friqui, eh.
Yo creo que eso de no tener tarjeta sí tiene un punto friqui.
Nos reímos abiertamente.
Uno siente simpatía con Rubén porque a pesar de todo tiene la edad de tu sobrino, alberga buen fondo, firma todos los autógrafos que le piden los chicos que le esperan en la puerta de la tienda y, en ocasiones -la vida justinbieberizada-, lo ha pasado mal.
Fue hace unos años. El chico era acosado por las fans, frisaba la veintena, estaba hecho un lío y se fue a vivir lejos de los suyos, solo, recluido en una casa con las persianas bajadas. Como en Los otros. Como Nicole Kidman: la cabeza llena de fantasmas.
¿Qué pasó?
Una mezcla. Me fui al lado opuesto. No sé.
¿Es una espiral chunga?
Sí.
¿Te gustaría ser otro?
Sí. A veces lo pienso. Yo creo que todavía no he digerido esto...
¿Y alguna vez has tenido miedo de acabar mal por no saber digerir esto?
Sí. Ya acabé mal una vez. Y creo que si vuelvo a acabar mal, antes pido ayuda o hago todo lo posible por no volver a caer en lo mismo...
¿Tratar de vivir de espaldas a internet tiene algo bueno?
Creo que puedes vivir más feliz sin internet... A veces crees que cuando estás solo en casa frente a internet estás contigo mismo y no. No desconectas. Yo es algo que he notado y cada vez aprecio más: desconectar, abrir la mente y ver las cosas de distintas manera. Si estoy en casa demasiado tiempo, consultando internet, leyendo comentarios... me monto paranoias en mi cabeza que no deberían estar ahí. Acabas loco si tienes que soportar toda la presión de la gente. Es imposible para una persona normal.
Hay algo de frágil en el personaje que hace que te lo pienses dos veces antes de elegir qué teclas vas golpeando frente al ordenador, lo que vas escribiendo, cómo te sale el retrato.
Cuando él lo hace en su cuenta de Twitter (lo de escribir), provoca deflagraciones en cadena. Escribe «seguro que en el reflejo del ojo de Wilson se ve mi poronga pixelada y alguien saca captura» y tiene 9.300 retuits. Pone «hijo de una almohada» y hay 11.000 personas que reenvían la sentencia. Teclea «progenitora mía» y 8.100 ***owers comparten la frase.
Con semejante repercusión, la pregunta es: ¿cuánto gana al año un youtuber como él? ¿Cómo le decimos al sobrino que termine su módulo de Automoción en vez de arrojarse a colgar vídeos de gatos?
Liv, cinco añitos y hermana de Rubén, ya lo ha dejado claro: ella, de mayor, quiere ser youtuber.
¿Ganas mucho dinero?
Ganooo, ganooo, ganooo... lo adecuado a mis visitas.
Entonces será mucho.
En España no es tanto como crees. Si hubiese estado viviendo en Inglaterra o EEUU o Noruega se dispararían las cifras.
¿Son ingresos por publicidad?
Por publicidad. Cuando comienza el vídeo en YouTube aparece una publicidad. Dependiendo del mes y de las visitas vas a tener más o menos ingresos. Por ejemplo, se paga mejor en diciembre.
¿Y cuánto dinero es eso? Tienes 3.000 millones de visitas...
A mí no me gusta hablar de estas cosas realmente. Pero sí te puedo decir que se puede ganar dinero hoy en día con internet. Hay muchísimos youtubers que pueden vivir de esto. Miles de personas que ya están viviendo de un sueldo de YouTube.
¿Esto tuyo tiene fecha de caducidad o va a ser para toda la vida?
Yo lo veo como algo que va a evolucionar. O bien la plataforma. O yo. Voy a tratar de hacer esto todo el tiempo posible, porque es algo que me encanta hacer. El trabajo de mis sueños. Que dure lo que tenga que durar. Si algún día la gente se cansa de mí (que puede que pase, porque le ha pasado a mucha gente), volveré a mis estudios de animación 3D. Y recordaré esto como una experiencia muy bizarra.
¿Qué ves frente al espejo?
A un tío muy sexy.
En serio.
[Se tira 30 segundos pensando, que son muchos si pruebas a contarlos]. No sé, veo a un chico con suerte. Que está viviendo de algo que le gusta. Y no sé. A veces me pellizco porque no creo que esto sea real. A veces me da miedo que todo esto acabe. Depende mucho de cuando me lo preguntes. Porque mi vida es una montaña rusa. A veces me siento de una manera, a veces de otra. Por eso me cuesta responder a preguntas así: porque a veces estoy aquí arriba y a veces aquí abajo.
A veces Elrubius está down [bajo]. Hay chicas que le stalkean [acosan] y mucho niño rata [fan paliza]. Es lo que tiene ser un conocido gamer [jugador de videojuegos]. Y, tal y como él se autodefine, además mammuter [aquí ya me pillan].
Pero si te fijas bien de cerca, si dejas las cursivas a un lado, el chico podría ser de una normalidad redonda: el chaval del vecino, el becario de la oficina, el ahijado simpático, el joven que reparte publicidad a la salida del metro.
O no.
No sólo son los 16 millones de suscriptores en YouTube (el equivalente a toda la población de Ecuador), sino todo lo demás que le está sucediendo.
El veinteañero que apenas concede entrevistas arrasó en la Feria del El Retiro con El libro troll; ha escrito con éxito la historia de su propio cómic (Elrubius Virtual Hero); participó en un cameo en Torrente 5; y logró el Premio Botón de Diamante en el décimo aniversario de la plataforma web que le ha hecho famoso.
Cuando la estrella aterrizó en el aeropuerto bonaerense de Ezeiza para acudir a un festival de youtubers, la terminal se colapsó, hubo avalanchas de eufóricos fanáticos, aplastamientos sin muertos y el mismísimo Elrubius tuvo que sacar a Rubén a poner orden en dos tuits: «Ha sido llegar al aeropuerto de Argentina y casi vivimos un capitulo de The Walking Dead en la vida real». «Eso sí, tenéis que aprender a controlaros. He visto a gente en el suelo y hasta habéis tirado a los de seguridad. La locura no lleva a nada».
Dime algo de ti que vaya a sorprender a los que creen que te conocen.
[Piensa] Me gustaría vivir en una montaña de Noruega llena de nieve. Es el clima perfecto para estar recogido en casa. Lo malo es que las conexiones de internet en esos sitios son chungas. Si no salgo a andar por la naturaleza es porque no tengo con quién hacerlo: todos mis amigos son como yo, youtubers. Y todos los que hacemos videojuegos tenemos los horarios totalmente dolidos. A lo mejor nos acostamos a las seis de la mañana. Por la noche se está más tranquilo y creativo a la hora de grabar, editar... Yo, si estoy en casa, el salón no lo uso. Estoy encerrado en mi habitación. Las cosas que necesito están ahí dentro. He cumplido mi sueño: ganar dinero haciendo lo que me gusta y vivir en una habitación... Hay cosas malas: acabas con el estómago destrozado. La comida rápida. Muchos de mis amigos están tratando de hacer dieta. Yo estoy intentando comer mejor. En vez de una hamburguesa me pido sushi.
En España hay un 53% de desempleo juvenil.
El problema está en el sistema educativo español, al menos es lo que yo he sufrido. En Noruega es distinto: allí se centran en motivar al estudiante y ayudarle para que acabe haciendo algo que realmente quiera hacer. Allí todos tienen que estudiar Matemáticas, aunque no gusten, pero tratan de encarrilar al alumno hacia lo que quiere hacer... Aquí en España te dan un libro, te dicen que te lo estudies y luego que hagas con tu vida lo que puedas. Tengo muchos amigos en el paro y muchos otros que han estudiado y no pueden trabajar en lo que quieren. El problema aquí es el enchufismo.
Viendo a Rubén acompañado de su progenitora; viéndole mirarla de vez en cuando para ver si lo está haciendo bien mientras contesta; viendo cómo duda y no lo esconde, a uno le inspira ternura líquida.
Rubén -no le den más vueltas- es un chico que se puso a grabarse haciendo el gamba y eso gustó. Que insistió y gusto más todavía. Que siguió haciéndolo y alcanzó fama mundial. Y a ver quién se baja ahora de este reactor de papel.
¿Cómo te ves dentro de 20 años?
Voy a ser el típico viejo loco con tatuajes. Con camisetas heavys.
Un personaje histórico al que admires -le hago una pregunta original.
[Bromea con un disparate que no tras*cribimos. Luego habla en serio] Te diría que Steve Jobs. No tengo nada que ver con él, pero admiro que siempre hacía lo que tenía en mente. Y Pablo Escobar, cuya historia es increíble.
¿Qué le decimos a un crío de 11 años que le tenga a usted como ídolo?
Le haría alguna broma para hacerle feliz. Con 11 años no le diría nada profundo.
(...)
Lo hemos dicho al principio. Cuando eres periodista y quedas con un tipo que lleva un arma sabes que es mejor que no te vea con una grabadora.
Pero, cuando eres periodista y vas a entrevistar a un youtuber que podría ser tu hijo, tampoco conviene demasiado que le termines pidiendo un autógrafo.
Hay una dignidad, un prurito, una deontología. No sé.
- ¿Me firmas?
- Claro.
Miro el garabato de la hoja, la rúbrica de Elrubius, el fenómeno de masas cuyo nombre quería estampar un sex shop en una línea de consoladores.
«Para Mateo. Con mucho lof».
Y allí me quedo -pensando en cuando iba al salón de Loterías o preguntaba por los familiares del muerto-, acariciando la dedicatoria como si fuera un gatito.
http://www.elmundo.es/papel/todologia/2016/02/07/56b48121e2704e97208b456c.html
Y sin necesidad de carrera y sin leer, como él mismo reconoce, se levanta más que sumando a varios ingenieros y médicos juntos
Cuando te envían a trabajar al salón de Loterías sabes que tienes que madrugar un montón.
Cuando te toca cubrir un entierro, sabes que no puedes ponerte a pedir en voz alta que levanten la mano los familiares del muerto.
Pero el reportero no sabe lo que tiene que hacer -ni cómo vestir, ni qué preguntar, ni qué cara poner- si su jefe le manda a entrevistar a un chaval de 25 años que se tira hasta 15 horas al día encerrado en su habitación frente a una pantalla, que dice down o stalkear, que contesta 32 veces «no sé», que hace vídeos grabándose mientras juega a la videoconsola o se ama a Pikachu y que -como explicación de todo lo anterior- te dice que es youtuber.
«¿De cuántas infamias se compone un éxito?», preguntaba Balzac consumido por los fracasos.
Y la respuesta la tenemos delante de las narices.
Casi 16 millones de suscriptores en su canal de Youtube, 3.000 millones de clics en sus vídeos, 5,2 millones de seguidores en Twitter (cinco veces más que Rajoy) y un montón de escenas propias de una estrella de rock: el día antes de nuestro encuentro, otra chica trató de colarse en su casa burlando la seguridad.
Otra más.
El Roto decía en una viñeta: «Tenía 100.000 amigos en Facebook. Se les estropeó el ordenador y ninguno acudió a su entierro».
(Elrubius sonríe) Tiene razón.
¿Cuántos amigos tienes tú?
¿En Facebook?
...
Son las 8.20 horas. Desayuno con mis hijos, les explico quién es la persona que voy a ver y me dicen -entre saltitos de júbilo y rogativas de autógrafo- que ellos ya saben quién es, que cómo no iban a saberlo.
Cuando les deje en la fila del colegio, cuando me gire y pasen dos minutos, toda la clase de 6ºA me rodeará al modo en que lo hacen las carpas del Retiro cuando ven un chusco de pan: me piden venir hasta Alcalá de Henares a conocer a Elrubius como Pitita lo haría con una excursión a Fátima.
Así que hagamos las presentaciones. Aquí toda la clase de 6ºA; aquí Rubén Doblas Gundersen.
Aquí unos chavales de 11 años; aquí el youtuber más seguido de España y uno de los más conocidos del mundo.
¿Rubén o Elrubius?
Elrubius.
¿Junto o separado?
Junto siempre.
Elrubius, ¿cómo explicas tu fama?
Es muy rara. No sé. Porque yo nunca he visto a nadie tener una, una, una fama así, no sé [Le cuesta explicarse]. De pequeño veía a futbolistas, cantantes, actores... Ehhhh... Nunca he visto a nadie como yo, ¿sabes lo que te digo? Es como extraño. Pero, vamos, que yo sigo intentando tomármelo como el primer día. Lo de que me paren por la calle, se me quieran meter en mi casa, lo veo como parte de esto.
He leído que has dicho que la fama es una cosa. ¿Tan jodida es?
Sí. Pffff... A veces es difícil de llevar. Son tantas cosas las que cambian en tu vida. Es que no sé explicarlo... La gente se espera que sea un chico normal. Salgo por ahí. Creo que nunca he sido borde con ningún fan. No quiero decepcionar a nadie, ¿sabes? Pero hay veces que la cosa es agobiante. Me acuerdo una vez que intenté ir a Callao. Iba con unos amigos. Yo les dije que no era buena idea. Ellos que sí. Fue cruzar la Gran Vía y ya empezaron a reconocerme. Se creó una bola de gente, cada vez más. Y me tuve que coger un taxi allí mismo y pirarme. Nuestro objetivo era llegar a una tienda de Sol. Pero fue imposible. Cosas así me pasan todos los días.
Hablas de no decepcionar... ¿Qué presión?
Sí. No sé. Tú al fin y al cabo estás creando algo sobre lo que la gente tiene muchas expectativas. Tienes que sacar lo mejor posible. Si te has esforzado muchísimo y ves un comentario malo se te puede caer el mundo encima. Aunque mil comentarios sean buenos.
Entrar en la tienda Arcade Madrid en la que hemos quedado es como viajar en la máquina del tiempo DeLorean de Regreso al futuro y aterrizar de golpe en pleno corazón de los 80. En nuestro caso, como el escarabajo de Kafka. Panza arriba.
Está el mítico juego del Street fighter o el del Comecocos. El pinball aquel en el que tenías que derribar las dianas con la bola de acero o el de la canasta. Una consola con el Space Invaders y todos los alienígenas revoloteando tras el cristal de la pantalla. Se oyen fiuu, fiuu; boing, boing y crash, crash. Tengo 33 preguntas preparadas pero ninguna moneda. La misión, aquí y ahora, es salvar de la oleada turística al planeta 6ºA.
¿Cómo cuento lo que tú haces?
¿En general?
Sí. Cómo lo cuento.
Ya.
Los niños saben lo que haces. Pero los padres de los niños no sabemos lo que haces.
Ya, ya, ya, ya, ya, ya, ya, ya.
...
Es difícil. No sé. Hay muchos padres que no ven mi contenido apropiado para niños. Que yo tampoco lo veo, eh... Ese nunca ha sido mi objetivo. ¿Qué hago? A ver: subo vídeos a internet. Y la mitad de esos vídeos tratan sobre videojuegos y la otra mitad sobre mi vida. Es una mezcla de las dos cosas. Y siempre con el tono de humor.
¿Y cómo empezó todo?
Básicamente era algo que me gustaba. Los videojuegos es algo que me ha gustado desde pequeño. Como un hobbie. Empecé a grabar cosas para mis amigos y cuatro gatos en internet. El primer vídeo lo subí en 2006.
¿Vives solo?
Solo.
¿Cocinas?
Nada. Vivo a base de pedir comida por internet.
¿Lees?
No mucho, la verdad.
¿Escuchas música?
De todo. Menos el reggaeton.
¿Estudias?
No.
¿Haces deporte?
Nada. Me han aconsejado hacerlo, pero no. Me lo han recomendado para [ridiculiza con la voz] llevar una vida saludable y divina, no sé, cosas así. Pero vamos, que yo estoy feliz como estoy. Aunque a veces me veo en vídeos y me veo un poco fanegas, fondón, y digo: tendría que hacer deporte, cuidar mi imagen.
¿Cómo era tu vida antes del éxito?
Nací en Málaga. En Mijas [mira a su progenitora], ¿no?
A mi mujer le he dicho la verdad: «Yo al chico le he visto entre paradillo y sosete».
A mi hijo le he mentido: «Ha llegado en carroza».
A mi jefe le he dicho lo que hay: «Las fotos de Thomas son muy buenas».
Elrubius llega a la cita con cazadora de color, deportivas negras, vaqueros neցros, pendiente neցro, lata de Monster Energy de color y un poco de humor neցro. Podemos seguir tirando por ahí o hablarles de Rubén. Como en los libros de Elige tu propia aventura, vamos a decantarnos por la segunda opción.
Rubén Doblas Gundersen nació en Mijas, donde estuvo hasta los seis años. Después del divorcio de sus padres, se fue a Noruega con su progenitora («la pareja de mamá, Héctor, es como si fuera mi padre»). Más tarde regresó a Madrid, donde fue al instituto hasta los 16 años, edad a la que volvió al país nórdico para terminar el Bachillerato. Allí comenzó a ser una celebridad online y carne de Google. De vuelta a Madrid, cursó estudios de animación en 3D. Y luego comenzó a grabarse imitando a un T-Rex sobre una cama, golpeando con un miembro viril de goma a un amigo en la frente o jugando a la máquina.
Y ya: 3.000 millones de clics en sus vídeos.
¿Qué echas de menos de antes?
¿De antes de Youtube?
[Interviene Bente, su progenitora, un ángel rubio: «¿Había vida antes de Youtube?»]
Eso. Lo que dice tu progenitora. ¿Había vida antes de Youtube?
Sí. Había vida y era como la de cualquier chico de mi edad. No sé. Siempre he sido una persona que ha sido más de estar en casa jugando que de salir a jugar al fútbol. Lo hacía alguna vez, pero era más de estar jugando con los amigos en internet. Por Skype.
¿Cuántas horas te tirabas jugando al día con 15 años?
No sé. Más de tres o cuatro horas.
¿Y un sábado?
Pues más de ocho algunas veces.
(Interviene su progenitora: «Si le dejaba, claro... Jugar en internet era lo que más le gustaba... Si no le desenchufaba, seguía»).
¿Cuál es tu vídeo más visto?
Es un vídeo que hice hace tres años. No tiene nada que ver con lo que hago ahora. Era una canción de un juego de Minecraft... [Me mira muy serio] ¿Sabes lo que es el Minecraft?
Creo que sí.
Es el juego de los muñecos hechos con cubitos.
Ah ya.
Hice una versión de aquella canción con el tema de Chayanne. El de «quiero ser torero». En vez de eso yo lo cambié por «quiero ser minero». Cambié toda la letra y me grabé yo dentro del Minecraft. Ahora tiene entre 25 y 30 millones de visitas. Era una parodia.
Entre 25 y 30 millones de visitas.
Sí.
¿Qué le dirías a la gente como yo, que no tiene Twitter, ni Facebook, ni tarjeta de crédito sobre...?
¿¡No tienes tarjeta de crédito!?
No.
Me sorprende. Me sorprende mucho. Estoy flipando. ¿Y si quieres sacar dinero qué haces?
shishi, pues con la cartilla de toda la vida.
¡Ay dios mío! (Se lleva la mano derecha a la cabeza)... Es que friqui es uno u otro depende de cómo se mire. Para ti yo lo seré. Para mí...
Yo no creo que seas friqui, eh.
Yo creo que eso de no tener tarjeta sí tiene un punto friqui.
Nos reímos abiertamente.
Uno siente simpatía con Rubén porque a pesar de todo tiene la edad de tu sobrino, alberga buen fondo, firma todos los autógrafos que le piden los chicos que le esperan en la puerta de la tienda y, en ocasiones -la vida justinbieberizada-, lo ha pasado mal.
Fue hace unos años. El chico era acosado por las fans, frisaba la veintena, estaba hecho un lío y se fue a vivir lejos de los suyos, solo, recluido en una casa con las persianas bajadas. Como en Los otros. Como Nicole Kidman: la cabeza llena de fantasmas.
¿Qué pasó?
Una mezcla. Me fui al lado opuesto. No sé.
¿Es una espiral chunga?
Sí.
¿Te gustaría ser otro?
Sí. A veces lo pienso. Yo creo que todavía no he digerido esto...
¿Y alguna vez has tenido miedo de acabar mal por no saber digerir esto?
Sí. Ya acabé mal una vez. Y creo que si vuelvo a acabar mal, antes pido ayuda o hago todo lo posible por no volver a caer en lo mismo...
¿Tratar de vivir de espaldas a internet tiene algo bueno?
Creo que puedes vivir más feliz sin internet... A veces crees que cuando estás solo en casa frente a internet estás contigo mismo y no. No desconectas. Yo es algo que he notado y cada vez aprecio más: desconectar, abrir la mente y ver las cosas de distintas manera. Si estoy en casa demasiado tiempo, consultando internet, leyendo comentarios... me monto paranoias en mi cabeza que no deberían estar ahí. Acabas loco si tienes que soportar toda la presión de la gente. Es imposible para una persona normal.
Hay algo de frágil en el personaje que hace que te lo pienses dos veces antes de elegir qué teclas vas golpeando frente al ordenador, lo que vas escribiendo, cómo te sale el retrato.
Cuando él lo hace en su cuenta de Twitter (lo de escribir), provoca deflagraciones en cadena. Escribe «seguro que en el reflejo del ojo de Wilson se ve mi poronga pixelada y alguien saca captura» y tiene 9.300 retuits. Pone «hijo de una almohada» y hay 11.000 personas que reenvían la sentencia. Teclea «progenitora mía» y 8.100 ***owers comparten la frase.
Con semejante repercusión, la pregunta es: ¿cuánto gana al año un youtuber como él? ¿Cómo le decimos al sobrino que termine su módulo de Automoción en vez de arrojarse a colgar vídeos de gatos?
Liv, cinco añitos y hermana de Rubén, ya lo ha dejado claro: ella, de mayor, quiere ser youtuber.
¿Ganas mucho dinero?
Ganooo, ganooo, ganooo... lo adecuado a mis visitas.
Entonces será mucho.
En España no es tanto como crees. Si hubiese estado viviendo en Inglaterra o EEUU o Noruega se dispararían las cifras.
¿Son ingresos por publicidad?
Por publicidad. Cuando comienza el vídeo en YouTube aparece una publicidad. Dependiendo del mes y de las visitas vas a tener más o menos ingresos. Por ejemplo, se paga mejor en diciembre.
¿Y cuánto dinero es eso? Tienes 3.000 millones de visitas...
A mí no me gusta hablar de estas cosas realmente. Pero sí te puedo decir que se puede ganar dinero hoy en día con internet. Hay muchísimos youtubers que pueden vivir de esto. Miles de personas que ya están viviendo de un sueldo de YouTube.
¿Esto tuyo tiene fecha de caducidad o va a ser para toda la vida?
Yo lo veo como algo que va a evolucionar. O bien la plataforma. O yo. Voy a tratar de hacer esto todo el tiempo posible, porque es algo que me encanta hacer. El trabajo de mis sueños. Que dure lo que tenga que durar. Si algún día la gente se cansa de mí (que puede que pase, porque le ha pasado a mucha gente), volveré a mis estudios de animación 3D. Y recordaré esto como una experiencia muy bizarra.
¿Qué ves frente al espejo?
A un tío muy sexy.
En serio.
[Se tira 30 segundos pensando, que son muchos si pruebas a contarlos]. No sé, veo a un chico con suerte. Que está viviendo de algo que le gusta. Y no sé. A veces me pellizco porque no creo que esto sea real. A veces me da miedo que todo esto acabe. Depende mucho de cuando me lo preguntes. Porque mi vida es una montaña rusa. A veces me siento de una manera, a veces de otra. Por eso me cuesta responder a preguntas así: porque a veces estoy aquí arriba y a veces aquí abajo.
A veces Elrubius está down [bajo]. Hay chicas que le stalkean [acosan] y mucho niño rata [fan paliza]. Es lo que tiene ser un conocido gamer [jugador de videojuegos]. Y, tal y como él se autodefine, además mammuter [aquí ya me pillan].
Pero si te fijas bien de cerca, si dejas las cursivas a un lado, el chico podría ser de una normalidad redonda: el chaval del vecino, el becario de la oficina, el ahijado simpático, el joven que reparte publicidad a la salida del metro.
O no.
No sólo son los 16 millones de suscriptores en YouTube (el equivalente a toda la población de Ecuador), sino todo lo demás que le está sucediendo.
El veinteañero que apenas concede entrevistas arrasó en la Feria del El Retiro con El libro troll; ha escrito con éxito la historia de su propio cómic (Elrubius Virtual Hero); participó en un cameo en Torrente 5; y logró el Premio Botón de Diamante en el décimo aniversario de la plataforma web que le ha hecho famoso.
Cuando la estrella aterrizó en el aeropuerto bonaerense de Ezeiza para acudir a un festival de youtubers, la terminal se colapsó, hubo avalanchas de eufóricos fanáticos, aplastamientos sin muertos y el mismísimo Elrubius tuvo que sacar a Rubén a poner orden en dos tuits: «Ha sido llegar al aeropuerto de Argentina y casi vivimos un capitulo de The Walking Dead en la vida real». «Eso sí, tenéis que aprender a controlaros. He visto a gente en el suelo y hasta habéis tirado a los de seguridad. La locura no lleva a nada».
Dime algo de ti que vaya a sorprender a los que creen que te conocen.
[Piensa] Me gustaría vivir en una montaña de Noruega llena de nieve. Es el clima perfecto para estar recogido en casa. Lo malo es que las conexiones de internet en esos sitios son chungas. Si no salgo a andar por la naturaleza es porque no tengo con quién hacerlo: todos mis amigos son como yo, youtubers. Y todos los que hacemos videojuegos tenemos los horarios totalmente dolidos. A lo mejor nos acostamos a las seis de la mañana. Por la noche se está más tranquilo y creativo a la hora de grabar, editar... Yo, si estoy en casa, el salón no lo uso. Estoy encerrado en mi habitación. Las cosas que necesito están ahí dentro. He cumplido mi sueño: ganar dinero haciendo lo que me gusta y vivir en una habitación... Hay cosas malas: acabas con el estómago destrozado. La comida rápida. Muchos de mis amigos están tratando de hacer dieta. Yo estoy intentando comer mejor. En vez de una hamburguesa me pido sushi.
En España hay un 53% de desempleo juvenil.
El problema está en el sistema educativo español, al menos es lo que yo he sufrido. En Noruega es distinto: allí se centran en motivar al estudiante y ayudarle para que acabe haciendo algo que realmente quiera hacer. Allí todos tienen que estudiar Matemáticas, aunque no gusten, pero tratan de encarrilar al alumno hacia lo que quiere hacer... Aquí en España te dan un libro, te dicen que te lo estudies y luego que hagas con tu vida lo que puedas. Tengo muchos amigos en el paro y muchos otros que han estudiado y no pueden trabajar en lo que quieren. El problema aquí es el enchufismo.
Viendo a Rubén acompañado de su progenitora; viéndole mirarla de vez en cuando para ver si lo está haciendo bien mientras contesta; viendo cómo duda y no lo esconde, a uno le inspira ternura líquida.
Rubén -no le den más vueltas- es un chico que se puso a grabarse haciendo el gamba y eso gustó. Que insistió y gusto más todavía. Que siguió haciéndolo y alcanzó fama mundial. Y a ver quién se baja ahora de este reactor de papel.
¿Cómo te ves dentro de 20 años?
Voy a ser el típico viejo loco con tatuajes. Con camisetas heavys.
Un personaje histórico al que admires -le hago una pregunta original.
[Bromea con un disparate que no tras*cribimos. Luego habla en serio] Te diría que Steve Jobs. No tengo nada que ver con él, pero admiro que siempre hacía lo que tenía en mente. Y Pablo Escobar, cuya historia es increíble.
¿Qué le decimos a un crío de 11 años que le tenga a usted como ídolo?
Le haría alguna broma para hacerle feliz. Con 11 años no le diría nada profundo.
(...)
Lo hemos dicho al principio. Cuando eres periodista y quedas con un tipo que lleva un arma sabes que es mejor que no te vea con una grabadora.
Pero, cuando eres periodista y vas a entrevistar a un youtuber que podría ser tu hijo, tampoco conviene demasiado que le termines pidiendo un autógrafo.
Hay una dignidad, un prurito, una deontología. No sé.
- ¿Me firmas?
- Claro.
Miro el garabato de la hoja, la rúbrica de Elrubius, el fenómeno de masas cuyo nombre quería estampar un sex shop en una línea de consoladores.
«Para Mateo. Con mucho lof».
Y allí me quedo -pensando en cuando iba al salón de Loterías o preguntaba por los familiares del muerto-, acariciando la dedicatoria como si fuera un gatito.
http://www.elmundo.es/papel/todologia/2016/02/07/56b48121e2704e97208b456c.html
Y sin necesidad de carrera y sin leer, como él mismo reconoce, se levanta más que sumando a varios ingenieros y médicos juntos
