MAESE PELMA
me gusta depilarme los huevones y tocármelos
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El pasado verano, ardieron iglesias en Canadá. El motivo alegado, con el respaldo del propio Gobierno de Justin Trudeau, había sido el descubrimiento el 22 de mayo de 215 tumbas anónimas de niños indígenas en la Escuela Residencial Indígena Kamloops, en Columbia Británica. Luego, el 24 de junio, los líderes de la Primera Nación de Cowessess anunciaron que se habían descubierto otras 751 tumbas sin nombre en el sitio de la antigua Escuela Residencial Indígena Marieval. Otros 182 restos humanos se encontraron en tumbas anónimas cerca de la antigua Escuela de la Misión de San Eugenio dirigida por católicos en Cranbrook, Columbia Británica.
La jerarquía eclesiástica reaccionó mayoritariamente como suele, es decir, dando por buena la versión oficial y disculpándose servilmente ante acusaciones ni por asomo probadas. El Papa se comprometió a viajar a Canadá para ayudar a la “reconciliación” con los indígenas.
Menos de un año después, toda la macabra narrativa se viene abajo, pero, ¿a quién le importa? ¿Quién repara? ¿Quién se disculpa? ¿Quién informa en portada?
La realidad es que no se ha encontrado ni un solo cuerpo fuera de un cementerio normal en el Colegio Residencial Indio de Kamloops, donde comenzó la operación de difamación contra la iglesia, como se ha molestado en revelar el historiador Jacques Rouillard.
Todo era falso. La campaña se inició a partir de los resultados de pruebas con radares, en los que se supusieron “cadáveres” lo que en realidad eran raíces, metal y piedras. Los cementerios normales fueron etiquetados como “fosas comunes”.
Rouillard descubrió que 51 niños murieron en el internado de Kamloops entre 1915 y 1964. De 35 de ellos aún existen documentos que prueban que murieron por enfermedad o accidentes.
La conclusión del historiador es que “las historias imaginarias y la emoción han superado la búsqueda de la verdad”.
Pero el desmentido es siempre ignorado por la prensa, y el falso escándalo es lo que queda en la mente de la opinión pública.
La jerarquía eclesiástica reaccionó mayoritariamente como suele, es decir, dando por buena la versión oficial y disculpándose servilmente ante acusaciones ni por asomo probadas. El Papa se comprometió a viajar a Canadá para ayudar a la “reconciliación” con los indígenas.
Menos de un año después, toda la macabra narrativa se viene abajo, pero, ¿a quién le importa? ¿Quién repara? ¿Quién se disculpa? ¿Quién informa en portada?
La realidad es que no se ha encontrado ni un solo cuerpo fuera de un cementerio normal en el Colegio Residencial Indio de Kamloops, donde comenzó la operación de difamación contra la iglesia, como se ha molestado en revelar el historiador Jacques Rouillard.
Todo era falso. La campaña se inició a partir de los resultados de pruebas con radares, en los que se supusieron “cadáveres” lo que en realidad eran raíces, metal y piedras. Los cementerios normales fueron etiquetados como “fosas comunes”.
Rouillard descubrió que 51 niños murieron en el internado de Kamloops entre 1915 y 1964. De 35 de ellos aún existen documentos que prueban que murieron por enfermedad o accidentes.
La conclusión del historiador es que “las historias imaginarias y la emoción han superado la búsqueda de la verdad”.
Pero el desmentido es siempre ignorado por la prensa, y el falso escándalo es lo que queda en la mente de la opinión pública.