Israel Gracia
Madmaxista
Adicciones
A Marina le propusieron un coma inducido para desengancharse del fentanilo, una droja 100 veces más potente que la heroína. Su consumo ha subido un 39,6% en cinco años.
Hortensia (izda) se curó de su adicción a los opioides gracias a Ana Isabel Henche. Enrique Falcón
12 octubre, 2021 01:15GUARDAR
Ainhoa Iriberri
Ana Isabel Henche lleva desde 1995 tratando pacientes con adicción y dependencia. Usa bien el lenguaje esta médica manchega y aclara: "La adicción genera pérdida de control; la dependencia, no".
Algo que Henche conoce bien porque lleva gran parte de su carrera profesional ayudando a usuarios de drojas por vía parenteral, a los que el imaginario popular conoce como adictos -o yonquis en lenguaje políticamente incorrecto- y los que en la década de 1980 protagonizaron involuntariamente la epidemia del sida en España y de otras enfermedades víricas como la hepatitis C.
Pero algo cambió en 2014, cuando a su consulta llegó una mujer de 57 años que no "había tomado nada en su vida" y que, sin embargo, era adicta a una sustancia entre 50 y 100 veces más potente que la heroína.
La señora no la había comprado en la calle, se la habían ido recetando distintos médicos en los últimos 8 años. La paciente que entró a este centro de adicciones toledano de la sanidad pública no se inyectaba nada, pero hasta entonces chupaba algo parecido a una piruleta que le había sido prescrita para controlar el dolor cada hora. También por la noche. Prefería absorber ese fármaco antes que dormir.
Una 'piruleta' de fentanilo, un opioide utilizado para el tratamiento del dolor.
El fentanilo adictivo
Hablamos del fentanilo, un principio activo cuyo consumo, según el Ministerio de Sanidad, se ha incrementado un 39,6% en los últimos cinco años, algo común al consumo del resto de analgésicos opioides, grupo al que pertenece.
La protagonista de esta historia, de quien no sabemos el nombre y sí que ya no es adicta a ningún tipo de sustancia, llevaba años tomando opioides -u opiáceos, palabra sinónima, desde que una operación fallida de espalda le dejó en silla de ruedas.
Primero fue la oxicodona, por un dolor neuropático tras esa cirugía, después, al no mejorar, le pasaron al fentanilo, el principio activo de mayor consumo entre los opioides mayores según datos de Sanidad.
Si parecía que nada podía ser peor que someterse a una cirugía de la columna y terminar en silla de ruedas, 2012 le demostró a esta mujer que sí. Que en apenas 13 días se te podían morir los dos padres, darle un ictus a tu marido y ella descubrir que ese fármaco que le recetaron para el dolor le hacía no pensar en los problemas. Tanto, que le permitía pasarse los días encerrada hablando con sus padres, con sus padres recién fallecidos.Tras una operación que la dejó en silla de ruedas probó con la oxicodona. Al no mejorar, la pasaron al fentanilo
Cuando la mujer llegó a la consulta de Henche no tenía ni la menor idea de que era adicta. Hoy es la protagonista feliz de un póster que preside el pasillo de entrada al despacho de esta médica y que, con el título "Querer es poder", resume su caso.