AmericanSamoa
パシフィック
El país al que todos los catalanes con síndrome de Peter Pan idealizan desde niños porque en TV3 emitían Doraemon. Un país cerrado a sí mismo y racista que profesa devoción por Occidente. Nos adoran. Desde su lejana isla, sin querer mezclarse con nosotros. En Japón triunfaron personajes tan insospechados como Maribel Sanz como cantante o Chiquito de la Calzada como artista flamenco.
Es el principal exponente de la cultura asiática que importa Occidente, y el que más tecnología útil creó en términos de propiedad intelectual en el bloque asiático: la fotografía y la automoción están dominados desde hace muchos años por un país tan pequeño y arcaico, áreas donde Estados Unidos, mucho más grande, desarrollado, avanzado y potente en todos los aspectos, perdió la batalla.
El sushi y el pescado crudo, los fideos de arroz y el té japonés son ejemplos del hueco que tiene Japón en la gastronomía internacional, sin olvidar la afición de los japoneses a "japonizar" productos occidentales como el Kit Kat.
La pintoresca televisión japonesa, llena de planos con zoom, gente riendo tapándose la boca y concursos estrambóticos como 'Humor amarillo' siempre es interesante verla en estado alterado por sustancias psicotrópicas:
Es un país que nunca tuve interés en visitar, pero se lleva mi voto personal por su extraña relación con la costa Oeste de Estados Unidos, y que hará que algún día tome un vuelo de Los Ángeles a Tokio para experimentar la energía que se tras*porta en los viajes interpacíficos.
Otro ejemplo de contradicción oriental: comunismo capitalista, o dictadura marxista enriquecida gracias a los naranjos en flor del capitalismo del siglo XX.
Hasta hoy, China es sólo un gigante con pies de barro con una muy bonita cultura forjada en la China Imperial de la que poco conocemos en Occidente, adonde se limitaron a exportar kilotoneladas de plástico en forma de objetos de dudosa calidad (principal rasgo de la manufacturación china), comida de muy bajo coste y escaso valor gastronómico y una sigilosa cultura de la economía sumergida de ultramar, donde millones de chinos invaden miles de barrios en el mundo abriendo persianas de negocios basados en el dinero neցro.
A día de hoy, China es el único país del mundo que cuenta con un "barrio chino" en cada ciudad medianamente grande de Occidente o, al menos, una calle china en algún lugar remoto. Siguiendo la estela asiática, por supuesto, lo lograron sin apenas mezclarse con los individuos de sus países de destino. Los chinos siguen construyendo China fuera de sus fronteras.
Algún día tuvieron un lado encantador en el mundo del espectáculo, con puestas en escena de dragones, fuego, lámparas de papel y cantantes como Cheng Qiong Mei, la Diana Ross del Lejano Oriente:
El nuevo Japón para los occidentales más jóvenes. Si en su día los millennial catalanes se enamoraron del manga y el anime, hoy sus hijos (si es que alguno llegó a procrear) están por las bandas de k-pop, el absurdo juvenil que Occidente superó en los noventa pero compuesto con individuos con piel de porcelana y pelo de tonalidad caoba.
Corea del Sur es una pequeña réplica de Japón haciendo frontera con China. Otro país minúsculo que logró sacar músculo con su industria tecnológica a través de gigantes como LG, Samsung, Kia y marcas que pensabas que eran japonesas ¡pero no! como Hyundai. La vecina sureña de la dictadura nuclear también logró apropiarse de una buena parte del mercado automovilístico mundial contra todo pronóstico, además del mercado de los "teléfonos inteligentes". Por supuesto, gracias a la manufactura china.
De este país poco sabemos más allá de su afición por cocinar repostería con aspecto artificial, afición que ocupa a sus ciudadanos y que, al igual que Japón, es un claro ejemplo de cómo la mentalidad infantil está íntimamente ligada a la baja natalidad:
Última edición:
