Markkus
Madmaxista
Creo que es a esto a lo que debería aspirar todo joven español de instintos fuertes. Dejarse de gaiadas de estudios que te hacen tirar la golden era de la juventud, de chochetes a plazo fijo que te privan de ser un mujeriego, de hipotecas de cosa que esclavizan, de frikismos de todo tipo que atontan, de curros precarios y la fruta que los parió a todos. Trabajar por y para uno mismo sin descanso: con ambición, fuerza, energía, osadía. Mantenerse centrado y supeditar la propia existencia a la conquista de unos objetivos venga cómo vengan y sin recapitular jamás.
Lo primero es un buen dinerito de hombre; ese mismo que te soluciona la vida a golpe de billete entrando con chulería y altivez de soldado por discotecas y tiendas demostrando que tu hombría ya ha sido probada en combate: en el combate de la propia vida. Para vivir bien hace falta dinero y sobre todo huevonES para ganarlo cuando los demás quieren irse a casa tranquilamente sin asumir riesgos ni responsabilidades. La libertad en la sociedad capitalista es proporcional al número de ceros en la cuenta corriente.
Luego hace falta un buen coche. Las mecánicas alemanas rugiendo con muy mala leche por incorporaciones ofrecen sensaciones extremadamente viriles y si tienes un BMW tocho rompes cuellos y mojas ropa interior allá por donde vas. BMW aporta estatus, lujo, sofisticación, potencia, agresividad. Marcas territorio por cualquier sitio y a las mujeres (sobre todo las más jóvenes) les encanta que las pasees; so pretexto de irles a recoger aprovechan para presumir de chulazo con amiguitas y conocidas jijiji. Le metes un buen equipo de música con Café Quijano reventando el bajo + buena barra de acero en el maletero y te conviertes en el dandy-marrullero, el hijomio del BMW.
El Rolex en la muñeca confieso que en mi caso es pura egolatría y vanidad. Los hijomio de los psicológicos lo llaman narcicismo: tener un orgullo del tamaño de los huevones, sentirse satisfecho con uno mismo y saborear la vida como se degustan los buenos vinos: reteniendo su esencia en el paladar hasta extasiarse en ella elevando el alma y el espíritu hasta tu propia cumbre: aquello que tanto sacrificio y lucha te ha costado alcanzar. Pasa también que gusta chulear y después de tener la cabeza metida por tanques, petroquímicas, nucleares y mil sitios lo último que me gustaría es andar por la vida civil con una cosa de reloj. Rolex aporta estatus, distinción, elegancia. Pone de manifiesto que eres un HOMBRE que ha cumplido con la vida
El músculo deviene de cumplir con uno mismo como hombre (fuerza, músculo, violencia etc.) y porque si no tuviera el gimnasio me volvería loco. Hay que ser fuerte física, mental, y espiritualmente. Y el primer paso a tal fin no es otro que machacarse duro en el gimnasio a través de un disciplinado intenso con cargas que desate a la bestia interior de reminiscencias bárbaras cuya invocación nos permite trascender las dimensiones del ser racional a fuerza de bombear duro testosterona agitando el sistema nervioso central cagándote en la fruta que te parió A las mujeres les encanta porque esto lo relacionan inconscientemente con el arquetipo de tipo duro y protector que intimida a los demás pero es bueno con ellas. Les tras*mite virilidad, confianza, seguridad, fuerza: se entregan como cachorrillas a tu platano taladradora y no cuestionan tu autoridad.
Los tatuajes van al gusto. Yo los entiendo en clave de simbología propia que da cuenta de nuestra identidad y periplo vital a través de una vida que ha sido concebida como una obra de arte propia, genuina e intransferible. Se trata de explorar límites, llevar la mente y el cuerpo al límite para desarrollar, mantener y pulir una fisiología de hombre de presa. Porque nuestra golfería nos impele a sacar los instintos más agresivos y vitalistas en un denodado ejercicio de negación: negación a ser uno más, negación a dejar correr el devenir sin marcarlo con nuestra genuina impronta, negación a amoldarnos a lo socialmente establecido como ético, negación, en suma, a ser constreñidos a una falsa racionalidad amparada en el mito capitalista del progreso.
Yo empecé mi andadura desde Holanda siendo un cosa con 21 años pero con muchos huevones, una idea clara de quién huevones quería ser y sobre todo una enorme rabia que me tenía encabronado sabiendo que o alcanzaba mis objetivos o la preparaba. Ya lo decía Dorian Yates. Porque vivir de otro modo no era tomado como posibilidad. En el fondo estaba loco, pero porque tenía mi propia razón y la socialmente dominante tres huevones me importa(ba). Si queréis triunfar, debéis ir contracorriente. Los tiempos de la burbuja habían pasado (2008) y la cosa empezaba a ponerse antiestética así que no me quedaron más huevones que salir al extranjero para ver buen billete. Fue un enorme reto, un desafío que ponía a prueba mis fuerzas pero entre trabajo, gimnasio y K-1 holandés no tenía tiempo ni ganas de comerme la cabeza estando sólo en la otra punta de Europa. Mantuve el empaque firme y bueno, aquí estoy: cumplí con mi destino y ahora disfruto.
Creed siempre vosotros mismos, trabajad duro con huevonES y VOLUNTAD y no retrocedáis, ser español algún día significó ser o como mínimo aspirar a ser los mejores hombres de entre todas las naciones. Poco importa que España se haya ido a la cosa: su sempiterna esencia vive en los corazones y ondea en las banderas (Cruz de Borgoña tatuada manda) de aquellos que armados con su fuerza de espíritu y voluntad de poder guerrean duro por satisfacer sus ambiciones.
Tomad nota, betillas de cosa.
[YOUTUBE]vT8OU5WtfkQ[/YOUTUBE]
Lo primero es un buen dinerito de hombre; ese mismo que te soluciona la vida a golpe de billete entrando con chulería y altivez de soldado por discotecas y tiendas demostrando que tu hombría ya ha sido probada en combate: en el combate de la propia vida. Para vivir bien hace falta dinero y sobre todo huevonES para ganarlo cuando los demás quieren irse a casa tranquilamente sin asumir riesgos ni responsabilidades. La libertad en la sociedad capitalista es proporcional al número de ceros en la cuenta corriente.
Luego hace falta un buen coche. Las mecánicas alemanas rugiendo con muy mala leche por incorporaciones ofrecen sensaciones extremadamente viriles y si tienes un BMW tocho rompes cuellos y mojas ropa interior allá por donde vas. BMW aporta estatus, lujo, sofisticación, potencia, agresividad. Marcas territorio por cualquier sitio y a las mujeres (sobre todo las más jóvenes) les encanta que las pasees; so pretexto de irles a recoger aprovechan para presumir de chulazo con amiguitas y conocidas jijiji. Le metes un buen equipo de música con Café Quijano reventando el bajo + buena barra de acero en el maletero y te conviertes en el dandy-marrullero, el hijomio del BMW.
El Rolex en la muñeca confieso que en mi caso es pura egolatría y vanidad. Los hijomio de los psicológicos lo llaman narcicismo: tener un orgullo del tamaño de los huevones, sentirse satisfecho con uno mismo y saborear la vida como se degustan los buenos vinos: reteniendo su esencia en el paladar hasta extasiarse en ella elevando el alma y el espíritu hasta tu propia cumbre: aquello que tanto sacrificio y lucha te ha costado alcanzar. Pasa también que gusta chulear y después de tener la cabeza metida por tanques, petroquímicas, nucleares y mil sitios lo último que me gustaría es andar por la vida civil con una cosa de reloj. Rolex aporta estatus, distinción, elegancia. Pone de manifiesto que eres un HOMBRE que ha cumplido con la vida
El músculo deviene de cumplir con uno mismo como hombre (fuerza, músculo, violencia etc.) y porque si no tuviera el gimnasio me volvería loco. Hay que ser fuerte física, mental, y espiritualmente. Y el primer paso a tal fin no es otro que machacarse duro en el gimnasio a través de un disciplinado intenso con cargas que desate a la bestia interior de reminiscencias bárbaras cuya invocación nos permite trascender las dimensiones del ser racional a fuerza de bombear duro testosterona agitando el sistema nervioso central cagándote en la fruta que te parió A las mujeres les encanta porque esto lo relacionan inconscientemente con el arquetipo de tipo duro y protector que intimida a los demás pero es bueno con ellas. Les tras*mite virilidad, confianza, seguridad, fuerza: se entregan como cachorrillas a tu platano taladradora y no cuestionan tu autoridad.
Los tatuajes van al gusto. Yo los entiendo en clave de simbología propia que da cuenta de nuestra identidad y periplo vital a través de una vida que ha sido concebida como una obra de arte propia, genuina e intransferible. Se trata de explorar límites, llevar la mente y el cuerpo al límite para desarrollar, mantener y pulir una fisiología de hombre de presa. Porque nuestra golfería nos impele a sacar los instintos más agresivos y vitalistas en un denodado ejercicio de negación: negación a ser uno más, negación a dejar correr el devenir sin marcarlo con nuestra genuina impronta, negación a amoldarnos a lo socialmente establecido como ético, negación, en suma, a ser constreñidos a una falsa racionalidad amparada en el mito capitalista del progreso.
Yo empecé mi andadura desde Holanda siendo un cosa con 21 años pero con muchos huevones, una idea clara de quién huevones quería ser y sobre todo una enorme rabia que me tenía encabronado sabiendo que o alcanzaba mis objetivos o la preparaba. Ya lo decía Dorian Yates. Porque vivir de otro modo no era tomado como posibilidad. En el fondo estaba loco, pero porque tenía mi propia razón y la socialmente dominante tres huevones me importa(ba). Si queréis triunfar, debéis ir contracorriente. Los tiempos de la burbuja habían pasado (2008) y la cosa empezaba a ponerse antiestética así que no me quedaron más huevones que salir al extranjero para ver buen billete. Fue un enorme reto, un desafío que ponía a prueba mis fuerzas pero entre trabajo, gimnasio y K-1 holandés no tenía tiempo ni ganas de comerme la cabeza estando sólo en la otra punta de Europa. Mantuve el empaque firme y bueno, aquí estoy: cumplí con mi destino y ahora disfruto.
Creed siempre vosotros mismos, trabajad duro con huevonES y VOLUNTAD y no retrocedáis, ser español algún día significó ser o como mínimo aspirar a ser los mejores hombres de entre todas las naciones. Poco importa que España se haya ido a la cosa: su sempiterna esencia vive en los corazones y ondea en las banderas (Cruz de Borgoña tatuada manda) de aquellos que armados con su fuerza de espíritu y voluntad de poder guerrean duro por satisfacer sus ambiciones.
Tomad nota, betillas de cosa.
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