Pantanito
Himbersor
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Por qué la tasa de natalidad sigue cayendo en Hungría tras invertir un 5% del PIB en fomentar los nacimientos
En el primer semestre de este año el índice de fertilidad se situó en solo 1,36 bebés por mujer, la tasa más baja en una década
La tasa de natalidad ha caído significativamente en Hungría pese a las pródigas subvenciones puestas en marcha por el Gobierno del primer ministro Victor Orbán para proteger la identidad cultural y el desarrollo económico del país de la amenaza que consideran que supone la inmi gración en masa, la obsesión de populistas y nacionalistas.
En total, Hungría destina el 5% del PIB a políticas directas de familia, una inversión sin igual en los países de su entorno y tan extraordinaria que ha sido puesta como modelo por el candidato del Partido Republicano a la vicepresidencia estadounidense, JD Vance. El sistema húngaro de apoyo a la natalidad arrancó tras la llegada de Orbán al poder con un índice de natalidad de 1,23 hijos por mujer. En 2020, la tasa subió a 1,59 aunque en los últimos años descendió para estabilizarse en torno al 1,5.
En el primer semestre de este año, sin embargo, el índice de fertilidad se situó en solo 1,36 bebés por mujer, la cifra más baja en una década, según el servicio estadístico estatal KSH. En el periodo comprendido entre enero y junio de 2024 nacieron en Hungría 37.898 niños, lo que supone 4.059 o un 9,7% menos que en el mismo periodo del año anterior.
Sólo en junio, los nacimientos cayeron a un mínimo mensual récord de apenas 6.000 niños en el país de 10 millones de habitantes, o aproximadamente la mitad del nivel de nacidos registrado hace una generación. Ese total de 6.040 niños fue un 17% o 1.217 menos que en junio de 2023.
La paleta de incentivos a la natalidad en Hungría es tras*versal y más generosa que nunca. Desde el último mes de embarazo hasta que el niño tiene seis meses la progenitora percibe íntegramente los ingresos medios. En el momento del parto, los padres pueden percibir un subsidio de maternidad de 167 euros. Desde los seis meses hasta que el niño tiene dos años, las madres reciben el 70% de los ingresos medios, hasta un máximo del 140% del salario mínimo, que en 2022 fue de 528 euros de media. De los dos a los tres años, el subsidio es de unos 78 euros. Hasta los 18 años, se abona un subsidio familiar de casi 60.
Luego están los beneficios fiscales, como la desgravación familiar parcial por cada hijo, la desgravación total para madres con cuatro o más hijos y la exención fiscal hasta la renta media para madres menores de 30 años. A eso se añaden varios prestamos, entre ellos el llamado préstamo Bebé en espera (30.000 euros gratuitos y de libre disposición) y el préstamo preferente para que las familias construyan una vivienda (hasta 39.000 euros por un hijo, hasta 76.000 por dos hijos y hasta 126.000 euros por tres hijos). El Estado también se hace cargo de una parte de estos préstamos subvencionados y de los préstamos estudiantiles cuando nace el niño; es decir, proporciona una ayuda a fondo perdido. El Estado, además, subvenciona a la compra de un coche para familias numerosas, para la rehabilitación de la vivienda y para guarderías privadas.
Aun así, Wolfgang Lutz, director fundador del Centro Wittgenstein de Demografía y Capital Humano Global de Viena, cree que la política de familia de Orbán hace aguas porque se centró en adelantar los nacimientos entre las mujeres que, de todos modos, tenían intención de tener hijos en algún momento de su vida. Muchos de los subsidios en vigor no han animado a las familias con ingresos más bajos a tener más hijos y la supresión del impuesto sobre la renta apenas beneficia a los trabajadores autónomos, por ejemplo.
El aumento de la natalidad es el ancla política fundamental de los gobiernos de derechas, lo que les permite solidificar su postura como autoproclamados protectores de los valores familiares tradicionales al tiempo que les ofrece una plataforma antiinmigración. Y Hungría es especialmente sensible a la inmi gración, que según Orbán perjudicaría repetidamente al tejido cultural del país. A partir de 2025, los pagapensiones de países no pertenecientes a la UE tendrán que pasar un examen de historia y cultura húngaras para convertirse en residentes del país. "No necesitamos números, sino niños húngaros", dijo Orbán en su discurso sobre el Estado de la Nación en 2019 mientras desplegaba incentivos a la natalidad.
En el día a día de los húngaros, sin embargo, priman las barreras financieras, como el aumento de los precios de la vivienda, y el cambio de la dinámica laboral, con más mujeres que disfrutan de carreras profesionales, retrasan la maternidad e incluso renuncian a ella. El mismo patrón se observa en Francia -el país con mayor tasa de fertilidad de Europa aunque la proporción es solo de 1,7 hijos por mujer-, en España (1,16) en Austria (1,6) o en Italia, con 1,24 hijos por mujer.
Por qué la tasa de natalidad sigue cayendo en Hungría tras invertir un 5% del PIB en fomentar los nacimientos
En el primer semestre de este año el índice de fertilidad se situó en solo 1,36 bebés por mujer, la tasa más baja en una década
La tasa de natalidad ha caído significativamente en Hungría pese a las pródigas subvenciones puestas en marcha por el Gobierno del primer ministro Victor Orbán para proteger la identidad cultural y el desarrollo económico del país de la amenaza que consideran que supone la inmi gración en masa, la obsesión de populistas y nacionalistas.
En total, Hungría destina el 5% del PIB a políticas directas de familia, una inversión sin igual en los países de su entorno y tan extraordinaria que ha sido puesta como modelo por el candidato del Partido Republicano a la vicepresidencia estadounidense, JD Vance. El sistema húngaro de apoyo a la natalidad arrancó tras la llegada de Orbán al poder con un índice de natalidad de 1,23 hijos por mujer. En 2020, la tasa subió a 1,59 aunque en los últimos años descendió para estabilizarse en torno al 1,5.
En el primer semestre de este año, sin embargo, el índice de fertilidad se situó en solo 1,36 bebés por mujer, la cifra más baja en una década, según el servicio estadístico estatal KSH. En el periodo comprendido entre enero y junio de 2024 nacieron en Hungría 37.898 niños, lo que supone 4.059 o un 9,7% menos que en el mismo periodo del año anterior.
Sólo en junio, los nacimientos cayeron a un mínimo mensual récord de apenas 6.000 niños en el país de 10 millones de habitantes, o aproximadamente la mitad del nivel de nacidos registrado hace una generación. Ese total de 6.040 niños fue un 17% o 1.217 menos que en junio de 2023.
La paleta de incentivos a la natalidad en Hungría es tras*versal y más generosa que nunca. Desde el último mes de embarazo hasta que el niño tiene seis meses la progenitora percibe íntegramente los ingresos medios. En el momento del parto, los padres pueden percibir un subsidio de maternidad de 167 euros. Desde los seis meses hasta que el niño tiene dos años, las madres reciben el 70% de los ingresos medios, hasta un máximo del 140% del salario mínimo, que en 2022 fue de 528 euros de media. De los dos a los tres años, el subsidio es de unos 78 euros. Hasta los 18 años, se abona un subsidio familiar de casi 60.
Luego están los beneficios fiscales, como la desgravación familiar parcial por cada hijo, la desgravación total para madres con cuatro o más hijos y la exención fiscal hasta la renta media para madres menores de 30 años. A eso se añaden varios prestamos, entre ellos el llamado préstamo Bebé en espera (30.000 euros gratuitos y de libre disposición) y el préstamo preferente para que las familias construyan una vivienda (hasta 39.000 euros por un hijo, hasta 76.000 por dos hijos y hasta 126.000 euros por tres hijos). El Estado también se hace cargo de una parte de estos préstamos subvencionados y de los préstamos estudiantiles cuando nace el niño; es decir, proporciona una ayuda a fondo perdido. El Estado, además, subvenciona a la compra de un coche para familias numerosas, para la rehabilitación de la vivienda y para guarderías privadas.
Aun así, Wolfgang Lutz, director fundador del Centro Wittgenstein de Demografía y Capital Humano Global de Viena, cree que la política de familia de Orbán hace aguas porque se centró en adelantar los nacimientos entre las mujeres que, de todos modos, tenían intención de tener hijos en algún momento de su vida. Muchos de los subsidios en vigor no han animado a las familias con ingresos más bajos a tener más hijos y la supresión del impuesto sobre la renta apenas beneficia a los trabajadores autónomos, por ejemplo.
El aumento de la natalidad es el ancla política fundamental de los gobiernos de derechas, lo que les permite solidificar su postura como autoproclamados protectores de los valores familiares tradicionales al tiempo que les ofrece una plataforma antiinmigración. Y Hungría es especialmente sensible a la inmi gración, que según Orbán perjudicaría repetidamente al tejido cultural del país. A partir de 2025, los pagapensiones de países no pertenecientes a la UE tendrán que pasar un examen de historia y cultura húngaras para convertirse en residentes del país. "No necesitamos números, sino niños húngaros", dijo Orbán en su discurso sobre el Estado de la Nación en 2019 mientras desplegaba incentivos a la natalidad.
En el día a día de los húngaros, sin embargo, priman las barreras financieras, como el aumento de los precios de la vivienda, y el cambio de la dinámica laboral, con más mujeres que disfrutan de carreras profesionales, retrasan la maternidad e incluso renuncian a ella. El mismo patrón se observa en Francia -el país con mayor tasa de fertilidad de Europa aunque la proporción es solo de 1,7 hijos por mujer-, en España (1,16) en Austria (1,6) o en Italia, con 1,24 hijos por mujer.
