El fin de la era Bush
Alberto Piris ("Estrella Digital")
Justo dentro de una semana, los votantes de EEUU elegirán al presidente que ponga fin al segundo mandato de George W. Bush en la Casa Blanca, quien pasará a la Historia, sin duda alguna, como uno de sus más nefastos ocupantes. Pocos ha habido, en la larga lista de los cuarenta y tres personajes que desde 1789 han ejercido ese cargo, que le superen en el número y gravedad de los errores cometidos, en su funesta repercusión internacional y en la inanidad y vaciedad de muchos de sus juicios y opiniones.
Es el momento de recopilar algunos de esos errores, deseando que no se repitan. Conviene empezar recordando lo que en junio del 2002 proclamó Bush en la Academia Militar de West Point: "América [es decir, EEUU] posee -y se propone conservar- un poder militar imbatible, por lo que ya no tendrán razón de ser las desestabilizadoras carreras de armamento de tiempos pasados, y las rivalidades se limitarán al comercio y a otras formas de lograr la paz". Borraba así Bush de un plumazo la existencia de otras grandes potencias y destinaba a los demás países, débiles y apocados (recuérdense las alusiones a la "vieja Europa", puesta bajo el signo de Venus), a la secundaria tarea de comerciar y buscar la paz.
Esta insólita teoría estratégica, producto de los iluminados neocons que llegaron a considerar a EEUU como la segunda Roma (naturalmente, bajo el signo de Marte), se fue deshaciendo en los años siguientes como un cubito de hielo en un vaso de agua, a medida que la guerra global contra el terror iba encallando en sus sucesivos e inocultables fracasos.
Fracasó, para empezar, en todos los principales objetivos propuestos. La cabeza visible del terrorismo, Osama ben Laden, al que se esperaba en EEUU "vivo o muerto", sigue campando por sus montañas. Al Qaeda se extendió a otros países y parece reforzarse al paso del tiempo. Y aunque los talibanes fueron oficialmente derrotados en noviembre del 2001, Afganistán está en una espiral descendente, según los servicios de inteligencia de EEUU; la corrupción se extiende en los órganos de gobierno; prospera el cultivo de opio y el narcotráfico, y la actividad aérea de las fuerzas ocupantes, causando víctimas civiles, produce un creciente rechazo en la población. La tan anunciada reconstrucción avanza lentamente en algunas zonas y es inexistente en otras.
Pakistán ha entrado en una grave crisis, también como consecuencia de la guerra contra el terror de Bush. Muchas zonas fronterizas con Afganistán sirven de refugio a talibanes y yihadistas. Los ataques aéreos de EEUU contra algunos poblados hacen también crecer la hostilidad de la población pakistaní contra el aliado estadounidense.
De puro evidente que es, no merece la pena recordar el fracaso general de EEUU y sus aliados en Iraq, aunque la violencia local haya disminuido en los últimos meses. Ninguno de los planes iniciales de la oleada turística tuvo éxito; muchas prácticas relacionadas con la operación (Guantánamo, Abu Ghraib, etc.) destrozaron el prestigio de EEUU. Por otro lado, Irán, uno de los miembros del "eje del mal" definido por Bush, está reforzando su posición en la zona, ejerce notable influencia sobre el régimen chiita iraquí y prosigue el desarrollo de su industria nuclear.
La lista de desaguisados internacionales provocados por los errores de juicio de Bush durante sus años en la Casa Blanca es casi interminable: añádanse Somalia, Líbano, Georgia... No hay rincón del mundo donde la actuación de EEUU no haya sido orientada por una realidad virtual, fabricada en Washington, que muy poco tiene que ver con la verdadera realidad.
No se vea en esta valoración una muestra de hostilidad hacia EEUU: el mal llamado antiamericanismo. Lo que se juega en ese país estos días desborda con mucho su política interior y preocupa fuera de sus fronteras. Que las próximas elecciones generales en España las gane el PSOE o el PP es un asunto que apenas influirá en la coyuntura internacional. Pero que la Casa Blanca sea ocupada a partir del próximo mes de enero por McCain o por Obama es algo que nos va a afectar a todos. Algo que determinará si habrá o no guerra o paz en este o en aquel territorio. Que influirá en cómo se aborde el problema del cambio climático. Que decidirá el modo de afrontar la actual crisis económica que a todos nos afecta. Y muchas cosas más.
EEUU sigue estando en el fiel de la balanza global y lo que allí se decida influye en toda la humanidad. Aunque no podamos intervenir en el resultado de esas elecciones, de él dependerá en gran parte el rumbo que todos habremos de seguir. Debemos, por tanto, expresar con claridad nuestros deseos: no más guerras preventivas unilateralmente declaradas, no más engaños ni mentiras en la búsqueda de enemigos y que sea la razón humana, inteligente e informada, la que domine las decisiones tomadas en el Despacho Oval de la Casa Blanca y no las voces de una irracional divinidad que habla a través de la Biblia.
* General de Artillería en la Reserva
Alberto Piris ("Estrella Digital")
Justo dentro de una semana, los votantes de EEUU elegirán al presidente que ponga fin al segundo mandato de George W. Bush en la Casa Blanca, quien pasará a la Historia, sin duda alguna, como uno de sus más nefastos ocupantes. Pocos ha habido, en la larga lista de los cuarenta y tres personajes que desde 1789 han ejercido ese cargo, que le superen en el número y gravedad de los errores cometidos, en su funesta repercusión internacional y en la inanidad y vaciedad de muchos de sus juicios y opiniones.
Es el momento de recopilar algunos de esos errores, deseando que no se repitan. Conviene empezar recordando lo que en junio del 2002 proclamó Bush en la Academia Militar de West Point: "América [es decir, EEUU] posee -y se propone conservar- un poder militar imbatible, por lo que ya no tendrán razón de ser las desestabilizadoras carreras de armamento de tiempos pasados, y las rivalidades se limitarán al comercio y a otras formas de lograr la paz". Borraba así Bush de un plumazo la existencia de otras grandes potencias y destinaba a los demás países, débiles y apocados (recuérdense las alusiones a la "vieja Europa", puesta bajo el signo de Venus), a la secundaria tarea de comerciar y buscar la paz.
Esta insólita teoría estratégica, producto de los iluminados neocons que llegaron a considerar a EEUU como la segunda Roma (naturalmente, bajo el signo de Marte), se fue deshaciendo en los años siguientes como un cubito de hielo en un vaso de agua, a medida que la guerra global contra el terror iba encallando en sus sucesivos e inocultables fracasos.
Fracasó, para empezar, en todos los principales objetivos propuestos. La cabeza visible del terrorismo, Osama ben Laden, al que se esperaba en EEUU "vivo o muerto", sigue campando por sus montañas. Al Qaeda se extendió a otros países y parece reforzarse al paso del tiempo. Y aunque los talibanes fueron oficialmente derrotados en noviembre del 2001, Afganistán está en una espiral descendente, según los servicios de inteligencia de EEUU; la corrupción se extiende en los órganos de gobierno; prospera el cultivo de opio y el narcotráfico, y la actividad aérea de las fuerzas ocupantes, causando víctimas civiles, produce un creciente rechazo en la población. La tan anunciada reconstrucción avanza lentamente en algunas zonas y es inexistente en otras.
Pakistán ha entrado en una grave crisis, también como consecuencia de la guerra contra el terror de Bush. Muchas zonas fronterizas con Afganistán sirven de refugio a talibanes y yihadistas. Los ataques aéreos de EEUU contra algunos poblados hacen también crecer la hostilidad de la población pakistaní contra el aliado estadounidense.
De puro evidente que es, no merece la pena recordar el fracaso general de EEUU y sus aliados en Iraq, aunque la violencia local haya disminuido en los últimos meses. Ninguno de los planes iniciales de la oleada turística tuvo éxito; muchas prácticas relacionadas con la operación (Guantánamo, Abu Ghraib, etc.) destrozaron el prestigio de EEUU. Por otro lado, Irán, uno de los miembros del "eje del mal" definido por Bush, está reforzando su posición en la zona, ejerce notable influencia sobre el régimen chiita iraquí y prosigue el desarrollo de su industria nuclear.
La lista de desaguisados internacionales provocados por los errores de juicio de Bush durante sus años en la Casa Blanca es casi interminable: añádanse Somalia, Líbano, Georgia... No hay rincón del mundo donde la actuación de EEUU no haya sido orientada por una realidad virtual, fabricada en Washington, que muy poco tiene que ver con la verdadera realidad.
No se vea en esta valoración una muestra de hostilidad hacia EEUU: el mal llamado antiamericanismo. Lo que se juega en ese país estos días desborda con mucho su política interior y preocupa fuera de sus fronteras. Que las próximas elecciones generales en España las gane el PSOE o el PP es un asunto que apenas influirá en la coyuntura internacional. Pero que la Casa Blanca sea ocupada a partir del próximo mes de enero por McCain o por Obama es algo que nos va a afectar a todos. Algo que determinará si habrá o no guerra o paz en este o en aquel territorio. Que influirá en cómo se aborde el problema del cambio climático. Que decidirá el modo de afrontar la actual crisis económica que a todos nos afecta. Y muchas cosas más.
EEUU sigue estando en el fiel de la balanza global y lo que allí se decida influye en toda la humanidad. Aunque no podamos intervenir en el resultado de esas elecciones, de él dependerá en gran parte el rumbo que todos habremos de seguir. Debemos, por tanto, expresar con claridad nuestros deseos: no más guerras preventivas unilateralmente declaradas, no más engaños ni mentiras en la búsqueda de enemigos y que sea la razón humana, inteligente e informada, la que domine las decisiones tomadas en el Despacho Oval de la Casa Blanca y no las voces de una irracional divinidad que habla a través de la Biblia.
* General de Artillería en la Reserva