Espero que el desconcertante título de esta publicación haya llamado vuestra atención. Quizás se plantee como un comienzo un tanto agresivo, siendo mi primera entrada como moderadora de este blog y…
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ESTRESANDO PRIMATES EN CAUTIVIDAD. El uso de eventos de peligro de depredación como enriquecimiento para tamarines y marmosets
Cuando hablamos de buen estado de cautividad es necesario hablar de buenos programas de enriquecimiento – estímulos proporcionados a los individuos cautivos para fomentar un desarrollo físico, psicológico, social y cognitivo positivos y favorables (ej.: zonas de ejercicio habilitadas a sus necesidades, comidas adecuadas y variadas, compañeros, estímulos sensoriales – olores, sonidos, texturas, etc.). En cierto modo, estos estímulos lo que proporcionan es un nivel de estrés controlado y positivo. Es por eso que me gustaría analizar los beneficios que proporciona un tipo específico de enriquecimiento como es el uso de eventos de peligro de depredación. Este enriquecimiento lo que hace es disparar las respuestas ante el estrés y alarma que los individuos cautivos han desarrollado.
Uno de los principales riesgos del cautiverio es, precisamente, la rutina. Tradicionalmente, la ausencia de estrés y la tranquilidad se asumieron como lo más beneficioso para los animales en cautividad – sin embargo, esta afirmación proviene de un notable sesgo en el que lo que preferimos los humanos no es siempre lo que prefieren o beneficia a otras especies.
Es más, un recinto sin estímulos provoca grandes daños a sus huéspedes (malformaciones físicas, atrofias, problemas psicológicos y de sociabilización). El estrés es un elemento intrínseco de la situación que toda especie salvaje encuentra en su hábitat natural, así como el desarrollo de la capacidad para solucionar problemas y diversos estímulos tanto positivos como negativos. Todo esto moldea el comportamiento y adaptaciones físicas de estas especies para habilitarlas para enfrentarse a estas situaciones. En lo que respecta a nuestros titíes, su papel como presa frecuente establece sus mecanismos de prevención de depredación como naturales. Estos mecanismos, además, están notablemente especializados para muy diversos depredadores y peligros.
Sin embargo, y antes de ahondar más en nuestro tema, cabe establecer una diferencia importante: entendemos por ESTRÉS (“stress”) la provisión de estímulos que generan una respuesta inmediata o casi; y entendemos por ANGUSTIA (“distress”) la provisión de un estímulo que produce respuestas negativas en los sujetos, dañándolos. Lo que determina la distinción práctica entre ambos es la frecuencia con la que se aplica ese estímulo y la duración del mismo.
La repetición constante, de larga duración y aleatoria de estos eventos de peligro de depredación que nos interesan pueden resultar extremadamente dañinos, especialmente cuando no se proporciona al animal con ningún medio para liberar esa angustia.
Si queremos emplear estos enriquecimientos debemos centrarnos en eventos no-inminentes (desarrollan un estado de alerta sin estar en riesgo inminente) y de corta duración (evitan que el estímulo se convierta en una amenaza constante, reduciendo los niveles de estrés y mejorando la salud).
Si estas características se cumplen, el nivel de amenaza del enriquecimiento no importará demasiado (las amenazas de depredación son altamente estresantes y, sin embargo, pueden ser beneficiosas en este contexto). Para que el enriquecimiento sea exitoso, los sujetos deben experimentar CONTROL (más bien sensación de control sobre la propia capacidad de reacción ante el peligro, que permite el desarrollo de mecanismos sanos y apropiados de respuesta) y PREDICTIBILIDAD del estímulo. Esta predictibilidad es, sin embargo, engañosa. No me refiero a la anticipación de un evento (esto puede generar habituación, es decir, que el sujeto se acostumbre a una rutina de acontecimientos, perdiendo o reduciendo la capacidad de estimular que tiene el enriquecimiento), sino a la capacidad que se les da a los sujetos de percibir que un depredador se acerca, prediciendo, así, su llegada antes de que aparezca. Esto les da tiempo a reaccionar de forma apropiada y de mantener unos niveles de estrés y excitación sanos.
estos eventos de depredación permiten que nuestros titíes se organicen el día de forma más eficiente. El aburrimiento, así como la rutina, son una lacra de la cautividad. Un día completo con actividades diversas nos permite afrontar esta situación. Durante eventos de depredación, estos titíes aumentan su actividad física y sus actividades sociales y afectivas positivas. Con este aumento de la actividad, y la necesidad de parar toda acción de recolección de alimentos durante el ataque de un depredador (acción que se retoma nada más acabarse el peligro), nuestros primates son capaces de organizarse el día de forma más diversa y eficiente para no perder ni un minuto.
Este aprendizaje social lo realizan principalmente a través de los padres. Es por esto que el aprendizaje temprano cobra una gran importancia en la reproducción de llamadas de alarma apropiadas y efectivas, que todo el grupo conozca y pueda actuar de acuerdo a ellas. Si queremos que nuestro enriquecimiento de depredación sea positivo y efectivo, debemos incluir obligatoriamente elementos sociales, especialmente centrados en el aprendizaje de las respuestas adecuadas ante estos peligros.
