Emplumados como Pollos - Rankia
Publicado por Claudio Vargas el 11 de diciembre de 2014
Parafraseando a Groucho MarxVamos de victoria en victoria, hasta la derrota final.
Lo que viene a continuación no es un artículo. Es una narración bastante extensa. Un cuento de terror que quiero entregar a mi amigos/as de Rankia como regalo de Navidad. ¡Espero que os guste!
Malas señales para el porvenir del Capitalismo
La creencia de que la economía puede crecer indefinidamente en un planeta cuyos recursos naturales menguan a velocidad de vértigo, mientras su población no para de aumentar… Es una quimera que sólo defienden los políticos y economistas neoliberales que gobiernan en la mayoría de los países del Primer Mundo. Es fácil entender “por qué”. El futuro del sistema financiero es muy sombrío porque gran parte de los créditos otorgados por la banca serán impagados en los años venideros. Fueron concedidos en unos tiempos de “exuberancia irracional” que ya no volverán. Y otro tanto podría decirse de los planes de pensiones, tanto públicos como privados. No sólo porque las pirámides de población de los países occidentales parecen un árbol de navidad puesto al revés –las generaciones venideras no podrán soportar semejante carga-, sino porque nos acercamos rápidamente a un punto de ruptura en el que los bienes y servicios que conforman el PIB estarán por debajo de la tasa de reposición que cualquier sociedad necesita para asegurar su bienestar.
Quién no quiera darse cuenta de estas cosas, puede hacer como las avestruces; esconder la cabeza en un agujero y esperar a que pase la tormenta. Aunque el temporal nunca amainará. Otros en cambio, intentamos construir un refugio como buenamente podemos para salvaguardar parte de nuestra riqueza. Y el resto… Bueno, tendrá que aplicarse el viejo remedio de mi abuela: “ajo y agua” (a jorobarse y aguantarse). Por desgracia, a este último grupo pertenece el 90 o 95% de la población.
Una prueba indirecta de que no tenemos crecimiento, es que la mayoría de los grandes Bancos Centrales lleva años abaratando el precio del dinero. En un mundo normal las tasas estarían correlacionadas con el crecimiento económico y con la inflación. Pero eso no está ocurriendo, digan lo que digan los periodistas y los economistas lobotomizados por la gente que nos gobierna… Ni hay crecimiento, ni la inflación es tan baja como la pintan –sólo en Estados Unidos, la FED ha multiplicado por cuatro la base monetaria o dinero en efectivo desde el año 2000-. Lo que sí tenemos es una gigantesca burbuja financiera alimentada por los bajos tipos de interés y por el dinero creado de la nada por parte de los responsables de la política monetaria, cuyo único propósito es rescatar a las entidades financieras y a los Estados insolventes que de otro modo no podrían subsistir con lo que aporta la economía real. Pensar en ello… Es un asunto extremadamente importante. Hubo una época dorada en el Capitalismo en que los gobiernos sólo se financiaban a través de los impuestos y del crédito otorgado por los bancos en los tiempos de vacas flacas; casi siempre a causa de las guerras o de la llegada de recesiones puntuales que se superaban al cabo de un año o dos. Durante esos períodos turbulentos unas empresas se iban a pique y otras salían victoriosas porque ganaban cuota de mercado. Se producían quitas –habéis oído bien, no me lo estoy inventando…-, el sistema se “limpiaba” y volvía a crecer con fuerza porque apenas teníamos costes sociales (la esperanza de vida era muy baja y sólo llegaban a viejos los adinerados); y por supuesto, porque teníamos acceso a una vasta red de recursos naturales que creíamos inagotables. De ahí que la Gran Recesión sea tan condenadamente jodida. Pues no tenemos ni lo uno, ni lo otro.
Cuando este calvario empezó hace 6 años, a las autoridades norteamericanas se le plantearon varias alternativas. Una de ellas era dejar caer a toda la banca especulativa y reeditar una versión 2.0 de la Gran Depresión. La quiebra de Lehman Brothers prueba que se lo pensaron… El secretario del Tesoro de entonces, Hank Paulson, decía que su rescate implicaba “riesgo jovenlandesal”; lo cuál era cierto, porque el sufrimiento de la clase media que estaba perdiendo sus casas debido al impago de las hipotecas no era diferente al sufrimiento que los ricachones tendrían cuando los bancos de Wall Street colapsaran. Sin embargo luego cambió de opinión. Y como todo el mundo sabe acabó arrodillado ante la líder del Partido Demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, implorando su ayuda para que su partido aprobara un plan de rescate valorado en 700.000 millones de dólares. No sabía que fueras católico –le dijo Pelosi (ella sí lo era)-; a lo que Paulson respondió: Lo sé, lo sé. Lo sé, lo sé y lo que haga falta para que el plan salga adelante: ¿no? Finalmente el TARP fue aprobado por el Congreso y los contribuyentes estadounidenses se comieron sin pestañear esos 700.000 millones de dólares de riesgo jovenlandesal.
Aunque esto no es todo, claro. A los pocos meses Tim Geithner sustituyó a Paulson al frente del Tesoro y realizó otra pirueta para rescatar a las entidades financieras zombis agobiadas por las deudas. Propuso fusionar la banca de Wall Street con los grandes bancos comerciales del país. Por ejemplo, mediante la fusión de Merril Lynch con Bank of America (BoA). Ése fue otro momento trascendental… Merril sufría constantes ataques por parte de los especuladores porque todo el mundo sabía que era otra “cosa pinchada en un palo”. Como Lehman Bros. Así que Geithner propuso su absorción por parte del BoA para que el primero pudiera tener el acceso y el respaldo de las decenas de millones de cuentas corrientes gestionadas por el gigante de Charlotte (Carolina del Norte). De este modo, los clientes de Bank of America rescataron a Wall Street por partida doble; primero como contribuyentes tras la aprobación del TARP y luego como avalistas de Merril Lynch con sus propias nóminas. Más o menos como les pasó a los clientes de CajaMadrid. Lo que para mi es una prueba irrefutable de que la filosofía neoliberal campa a sus anchas por todo Occidente (también en el seno del Partido Socialista Obrero Español).
Mientras tanto, Ben Bernanke empezó a aliñar la ensalada con el dinero creado de la nada a través de los Quantitative Easing (QE). El principal propósito de la flexibilización cuantitativa era el de rebajar el interés que los bancos pagaban por sus deudas. Además de rescatar al Estado. A estas alturas la casta formada por los políticos, los banqueros y las autoridades monetarias actuaba al unísono como haría cualquier organismo vivo que desea perpetuar su descendencia. Así pues, si unimos todas esas piezas: la rebaja del precio de dinero, los rescates financieros, las fusiones bancarias, la liquidez ilimitada facilitada por los QE… No debería extrañarnos que se haya creado la mayor burbuja financiera de la Historia, tanto en la renta variable como en la renta fija. Para mayor gloria de los bancos y de los políticos que les proporcionan cobertura legal. Lo cuál suscita varias preguntas: ¿alguien tiene alguna duda de que Estados Unidos está gobernado por una oligarquía?; ¿alguien tiene alguna duda de que en España sucede lo mismo?; ¿y qué pasa con los ahorradores? La respuesta a las dos primeras preguntas es bastante obvia... Ahora me voy a enfocar en los ahorristas; que sin lugar a dudas son los principales perjudicados del sistema Ponzi montado por la Reserva Federal. Porqué decirme: ¿dónde diablos pondríais vuestro dinero cuando la rentabilidad de todas las inversiones tiende a cero?
La respuestas es sencilla: en la bolsa o en los bonos del Tesoro. Aunque esos no sean los productos “tradicionales” del común de los ahorradores. Casi todos los fondos de pensiones se han subido a esos carros. Y no sólo eso, pues muchos de ellos apuestan por deuda high yield que promete jugosas rentabilidades con la que esperan retribuir a sus clientes. Es un tema que me alucina… Pues los que sabemos algo de finanzas tenemos muy claro que cuando un negocio ofrece altas rentabilidades, suele llevar consigo el germen de futuros incumplimientos, impagos, quitas y demás. Se trata de inversiones peligrosas que deberían quedar fuera del espectro de los gestores de fondos. Pero no lo están. Más bien todo lo contrario. Como en Japón, dónde el dinero de todos los planes de pensiones –públicos o privados- se ha utilizado para inducir la subida del Nikkei (subida que parece agotada). O en Estados Unidos. Allí los adoradores del frácking tipo “Daniel Lacalle” sedujeron a los gestores de un montón de fondos de inversión y de fondos de pensiones que van a perder hasta la camisa cuando la burbuja de la fracturación hidráulica estalle a medio plazo; ya que según JP Morgan, si los precios del petróleo se mantienen en torno a los 65$/barril durante tres años, el 40% de esos bonos high yield se incumplirán.
La verdad es que no sé si reír o llorar. Sé que la situación que describo es espeluznante, pero también contiene elementos chistosos típicos del humor neցro que tanto me gusta. Tampoco puede culparse del todo a los directivos de los fondos de pensiones por lo que están haciendo. Sólo hay que fijarse en las pirámides de población de los países occidentales para comprender la gravedad del problema.
Taro Aso, el ministro de finanzas de Japón, les pidió recientemente a los ancianos que “se dieran prisa en morir”
Cada año se incorporan al sistema decenas de millones de nuevos pensionistas procedentes de las generaciones del baby-boom, cuyos emolumentos nadie sabe cómo se van a pagar ni a medio plazo. Lo que sí me parece un chiste es que las élites hayan logrado convencer e involucrar en su plan de auto-salvación a los contribuyentes, a los depositantes, a los ahorristas y a los pensionistas que, con gran esfuerzo, alimentan una megaburbuja que les va a estallar en la cara. Perdónales porque no saben lo que hacen… -decía Jesús de Nazaret-. Por eso cuando en mi oficina de La Caixa me ofrecen un plan de pensiones –a los de La Caixa les encanta lo de “fidelizar” el cliente… hasta su bancarrota final-, me contengo. Porque normalmente los personajes que me ofrecen este tipo de productos no saben de lo que hablan. Si la economía fuera a recuperarse por arte de magia y entráramos en un ciclo alcista sustentado por una fuente de energía tan potente y barata como en su día lo fue el petróleo, no dudaría en contratar sus productos. Pero desgraciadamente eso no es lo que va a suceder, sino todo lo contrario. La mejor manera de entenderlo es visualizando este vídeo de los hermanos Marx; en el que ellos serían las élites vociferantes y el tren los recursos naturales que nos quedan:
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A los hermanos Marx se les olvidó llenar el tren de gente hasta los topes
¿Scramble or Blue Print?
Mientras los media neoliberales nos embadurnan con las excelencias de la súper burbuja, en esta “comunidad de destino hacia lo universal” en el que todos estamos pillados de un modo u otro, las élites son cada día más ricas y el resto, más pobres. Asimismo, el futuro de la clase media es muy chungo porque las deudas se tornan más gravosas a medida que caen los salarios y los ingresos personales –es lo que tiene, cuando dejas los tipos de interés al 0%-. El 60% de la población española no consigue ahorrar nada a final de mes. La gente vive el día a día, arañando de aquí y de allá, para poder pagar sus hipotecas y la manutención de sus hijos. El consumo se desploma y, con él, la demanda de energía de todo el bloque Occidental.
Fijaros en los indicadores de la velocidad del dinero y del multiplicador monetario de Estados Unidos:
En algunos aspectos ya estamos peor que en la Gran Depresión
Si no lo entendéis, lo diré en cristiano parafraseando a Jim Rickards: La gente se queda en casa porque prefiere ver películas en la tele o jugar a la playstation. No tiene pasta para más. Por eso caen los intercambios comerciales –leáse, la velocidad del dinero-; y por eso también, tenemos un multiplicador monetario tan lamentable, ya que los bancos no tienen ningún incentivo para prestar en un entorno de decrecimiento económico.
De verdad que a veces creo que Marx tenía razón cuando decía que el Capitalismo moriría por la falta de consumo. Si los ricos quisieran tirar del carro por la vía del gasto, otro gallo cantaría. Pero desgraciadamente eso es tan complicado como pedirle a los jubilados alemanes que despilfarren sus pensiones por el bien de los países del Sur de Europa… No va a suceder. Y menos en una crisis como ésta. Miro atrás en la Historia y encuentro muy pocos ejemplos en los que la oligarquía se prestara a ayudar al ciudadano común. Pero hay uno que me viene como “anillo al dedo” para hilar la historia que os estoy contando. Voy a hablaros de la Francia de Luis XIV.
Como cualquier otro Imperio, el Imperio Español murió matando. Tras la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), entregó el cetro a los franceses y a los ingleses. Ahora bien, aunque España estaba exhausta, todavía le quedaban energías para tocarle las pelotas a los nuestros vecinos; razón por la cuál, apoyó las revueltas nobiliarias de la alta aristocracia gala que se resistía al poder centralizador de la Monarquía Borbónica. Ese conflicto se conoció como La Fronda y sumió a Francia en el caos. En una guerra civil. Y ése fue precisamente el escenario que se encontró Luis XIV cuando fue coronado rey siendo todavía un niño. Se encontró un país en llamas, devastado por la violencia cuya reconstrucción llevó décadas. Sin embargo al final lo consiguió. No voy a entrar en los detalles para no alargar más el post… Pero al final consiguió restaurar el poder de la realeza, tras arrastrar hacia la Corte a todos los Grandes de Francia; estuvieran de acuerdo o no. Los encerró en Palacio y les obligó a gastar su fortuna por el bien de la nación y de sus futuros vástagos (lo cuál fue una excelente noticia para la burguesía parisina). Por supuesto, hubo nobles que se negaron a aceptar el chantaje. La mayoría de ellos de confesión protestante –los hugonotes-. Muchos de ellos emigraron a Norteamérica y, los que no lo hicieron, fueron apresados por los mosqueteros del rey. Las crónicas cuentan que los mandaba desnudar ante la mirada divertida de las doncellas de la Corte; los embadurnaba con aceite de oliva y luego los emplumaba como si fueran pollos trasquilados. Los soltaba por los jardines de Versalles y les disparaba con un mosquetón hasta que caían abatidos en medio de los risotadas del público congregado. Todo el mundo entendía el mensaje. Luis XIV fue un monarca católico, pero nunca se arrodilló ante nadie.
Pues bien, hoy en día la muchedumbre formada por los asalariados, los pensionistas y los ahorristas, están emplumados como pollos listos para ser sacrificados en el matadero. Es gracioso y triste a la vez, porque la mayoría de la población ni lo sospecha. Las deudas globales han alcanzado el 350% del PIB mundial –cifra superior a la que teníamos en octubre de 1929 antes del crash-; y por mucho dinero que imprimamos, la situación no va a mejorar. Imprimir dinero significa engrosar el tamaño de la deuda y, aunque los intereses se mantengan artificialmente bajos, cualquier mínima oscilación al alza de los tipos de interés por la explosión de alguna de las burbujas que pululan por el sistema (sea el frácking, los préstamos HELOC, la deuda estudiantil o lo que sea), podría provocar un colapso de todo el sistema; un Minsky Moment, de proporciones bíblicas. Japón ha sido el alumno aventajado de la flexibilización cuantitativa y parece al borde del abismo… Tendrá que elegir entre hacerse el harakiri o repatriar los capitales que posee en el extranjero. Por otro lado, todas las noticias que aparecen de puntillas en los media alternativos no son demasiado apaciguadoras que digamos: Holanda repatria parte de sus reservas de oro del extranjero (lo mismo quiere hacer Bélgica); Islandia quiere gravar con un impuesto las tras*ferencias bancarias internacionales; los billetes de 200 y de 500€ desaparecen de la circulación porque “alguien” teme una quita a lo chipriota de los depósitos con más de 100.000€ por titular y cuenta –si tienes esos billetes, no te los pueden cortar con unas tijeras-, etc. Y mientras eso sucede, el BCE deja el interés de sus depósitos en el -0’10%; con los cuál, los bancos se ven obligados a subir las comisiones de las cuentas corrientes para no perder dinero. Dándose la paradoja de que ahora mismo, puede ser más rentable tener el dinero bajo el colchón que en el banco. Nos están robando y ni nos damos cuenta. Es que es la leche… ¡Despertad!
En Occidente, la oligarquía tiene controlada la situación porque la clase media carece del espíritu revolucionario que en su día tuvo el proletariado. Si Marx estuviera vivo diría que la burguesía está aprovechando la oportunidad que le ofrece la crisis para recuperar el estatus que sus pares tenían a finales del s. XIX. Ahora bien, la burbuja no puede mantenerse durante mucho tiempo más; y, en un momento dado, las élites liquidarán sus posiciones de riqueza “virtual” para obtener la liquidez que necesitarán para comprar activos duros a prueba de depresiones y holocaustos bursátiles. De un modo parecido a cómo Warren Buffet hizo en 2009 cuando su fondo compró por varias decenas de miles de millones de dólares un ferrocarril que va de Estados Unidos a México. Tengo la sensación de que eso sucederá más temprano que tarde; probablemente el año que viene. Pues los BRICS están haciendo lo mismo. Invierten en activos duros con alto valor añadido que asegurarán su influencia mundial tras el próximo crash. Los chinos y los rusos construyen oleoductos que suministrarán gas a toda Asia en las próximas décadas. Y otro tanto podría decirse de la entente que Rusia mantiene con las naciones emergentes respecto a la energía nuclear a través de las inversiones de su consorcio estatal Rosatom. Aunque de todos esos proyectos, tal vez el más importante sea la construcción del ferrocarril que inaugurará una “Nueva Ruta de la Seda” entre Asia Occidente, cuyo coste se estima en 140.000 millones de dólares.
A las élites occidentales les preocupa el ascenso de los países emergentes. Es natural, tienen mucho que perder. Por eso se pasan el día promoviendo el fascismo en Ucrania o en Oriente Medio. Lo que sea con tal de cortocircuitar su desarrollo; de un modo parecido a cómo España se comportó en La Fronda y en la Guerra de los Treinta Años… Pero esto es lo que hay. Y no sé porqué, me vienen a la memoria las palabras que el malogrado Matt Simmons pronunció en 2010 (experto en el mercado del petróleo):
Si dentro de 10 años no tenemos capacidad para extraer nada más que 60 millones de barriles de crudo convencional por día, nos encontraremos que no existe un plan organizado que implique a todos los países para superar el caos que se generará; es decir, que nos veremos en una situación en la que cada nación tendrá que solucionar los problemas por su cuenta. Aunque ese escenario no durará mucho… Porque nos destruiremos los unos a los otros. El mercado del petróleo no es un juego. Ni siquiera se trata de ganar dinero. El declive de la producción petrolífera es el gran problema del s. XXI.
Y que yo sepa, la producción de crudo convencional –sin contar los sucedáneos del petróleo como los biocombustibles o el gas natural licuado-, ya se ha reducido a los 70 millones de barriles/día.
La petrolera Royal Dutch Shell ha previsto un escenario similar. Bueno, en realidad ha previsto dos: 1) un escenario de “cuento de hadas” en el que todas las naciones colaborarán de mutuo acuerdo para prevenir el estallido de guerras y de conflictos regionales por la lucha de las fuentes de energía; y 2) un escenario de luchas geopolíticas fratricidas que dejará centenares de millones muertos. Al primer supuesto lo han llamado “Blue Print” y, al segundo, “Scramble” (han colgado un vídeo en Youtube hablando de estas cosas… un vídeo que a mi me parece un poco “panfletista”; que deja más preguntas que respuestas). Sin embargo en su diagnóstico hay algo muy interesante… Y es que calculan que para el año 2075 ya no podremos extraer ni una gota de crudo del subsuelo. Sanseacabó! Como comprenderéis no hay que llegar a esa fecha para pasarlas muy pilinguis sin una fuente de energía comparable a la del petróleo. El tren de los hermanos Marx va atiborrado de gente que se caerá a la vía cuando esos chiflados consuman la madera que los sustenta. Así que Simmons tiene razón… De puertas afuera los de Shell apuestan por el Blue Print; pero parece ser que de puertas adentro sólo hablan del Scramble.
Vosotros que creéis: ¿Scramble or Blue Print?