El váter tradicional ha muerto. Proponen volver a soltar en el corral

Anónimo222

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«En 2027, la Unión Europea decretará el final de los retretes de descarga de agua», dice una voz en off en un cortometraje-panfleto integrado en el proyecto finlandés en la Bienal de Arquitectura de Venecia. La película es, en parte, una broma: los personajes actúan como si estuviesen en 2048 y se visten y hablan como habitantes del planeta Krypton y el montaje replica el lenguaje de los documentales de los años 60.

Pero también el aire de comedia envuelve una idea muy seria: el pabellón finlandés en Venecia hace un análisis de la desertización del planeta y de los problemas del mercado de los fertilizantes en el mundo actual y llega a la conclusión de que hay que acabar con los inodoros de agua corriente que hoy empleamos y sustituirlos por retretes secos.

«El retrete actual es una tecnología que se inventó hace 150 años, cuando la Tierra tenía 1.500 millones de habitantes. Hoy, con casi 8.000 millones, es un modelo insostenible», explica la arquitecta finlandesa Arja Renell, comisaria del pabellón de su país.

Su proyecto se llama Huusi, la palabra finesa que designa a los sanitarios secos que se emplean en el campo, allí donde el agua corriente no llega, y que están muy extendidos en su país. «Finlandia tiene cinco millones de habitantes y medio millón de cabañas de verano en los bosques. Y la mayoría de las cabañas tienen huusi. No conozco a ningún finlandés que no esté familiarizado con ellos».

La idea de Renell consiste en tomar el ejemplo de los huusi como una inspiración para el cambio que consideran inminente y forzoso. ¿Por qué? Primero, porque las sequías son cada vez más frecuentes y afectan a más regiones, incluidos países como Alemania y Reino Unido. «Vemos incendios forestales relacionados con la sequía en Australia y California... Estamos ante una sequía estructural», dice Renell. «De modo que el ahorro de agua es importante. El retrete convencional gasta entre cuatro y 10 litros por descarga; el retrete seco, entre cero y uno».

¿Qué es exactamente un retrete seco? Es esa tecnología que utilizamos en los trenes, en los aviones, en los festivales de música, en una autocaravana... Muy en resumen, el inodoro lleva las heces a un depósito en el que las seca y/o fermenta de modo que se convierten en compost, en fertilizante. Los modelos más sencillos requieren que el usuario eche serrín sobre sus residuos. Los más sofisticados tienen grandes depósitos que aligeran mucho las tareas de mantenimiento.

«El compost es una necesidad muy importante en el mundo moderno», explica Renell. «La agricultura depende hoy del mercado de fertilizantes, que es muy problemático. Se basa en explotaciones mineras y provoca emisiones muy tóxicas. Mantener una hectárea de suelo cultivado desprende tanto CO2 como volar desde Helsinki hasta Madrid. Además, los fertilizantes son caros y los países pobres no pueden acceder a ellos».

La solución, asegura, es el compost humano. Sus argumentos encajan, sí. Pero, ¿se espera entonces de nosotros que cambiemos nuestras inmensas infraestructuras sanitarias y que renunciemos al cómodo hábito de tirar de la cadena y olvidarnos para siempre de nuestras heces?

Eso ya está ocurriendo, también aquí. La ingeniera Laura Halminen es finlandesa como Renell, pero vive en Barcelona, donde ha fundado la firma Saneseco, que produce y distribuye sanitarios secos. «Nosotras hacemos sanitarios secos en Barcelona y nos va bien», relata. «Trabajamos para clientes que buscan la autosuficienia energética de sus casas, con espacios públicos y parques naturales y en zonas de acampada. Acabamos de hacer un sistema para una casa en una urbanización que permite filtrar las aguas grises de los habitantes para que nutran al jardín privado. Ahora estamos haciendo los estudios de dos casas adosadas dentro de Barcelona, en un contexto absolutamente urbano. Y también trabajamos en muchas casas aisladas en el campo que, hasta ahora, funcionaban con un pozo pero que ven que sus reservas tienden a desaparecer».

«Yo tengo alguna experiencia con urinarios secos que instalamos en algunos edificios de oficinas», explica Carlos Úrculo, ingeniero de instalaciones. «La tecnología estaba bien, pero a los usuarios no les gustaba, decían que se sentían incómodos, de modo que dejamos de prescribirlo. Hay algo muy cultural en la higiene que tiende a chocar con las exigencias medioambientales... En Madrid hay un hotel de gran lujo que se inauguró hace un par de años y que tiene todas las etiquetas de eficiencia medioambiental que existen. La consecuencia de ello es que la presión del agua en las duchas no es muy fuerte y reciben muchísimas quejas de los clientes. Hay un problema adicional y es que el agua es relativamente barata, falta ese aliciente para hacer el cambio».

Se trata de un tabú que nadie quiere nombrar, pero la responsabilidad climática es incómoda: significará trabajar con jersey en la oficina en invierno, significará ducharse con menos agua y, quizá, significará hacer algún mantenimiento de los inodoros.

Yago Quiñones Triana, antropólogo social y profesor en la Universidad de Brasilia, ha estudiado la historia de los saneamientos y su cultura. «El sistema convencional, el inodoro común que usa agua y está conectado al sistema de alcantarillado y a las plantas de tratamiento, no fue muy bien recibido al principio», recuerda. «Resolvía un gran problema: alejaba las heces y su peligro biológico de casa. Pero creaba otros problemas, como la contaminación de los cursos de agua. Impuso un uso intensivo del agua y creó un imaginario colectivo en el que el agua sería el único elemento capaz de garantizar la higiene. Las heces, en contrapartida, quedaron como un elemento amenazador y totalmente negativo. En realidad, lo sabemos bien, se trata de nutrientes que durante siglos fueron usados como abono».

¿De qué dependerá que el mundo acepte una tras*formación tecnológica y cultural así? «Dependerá de una tras*formación de mentalidad quiera o no quiera la gente o, más sencillamente, de la conciencia de que tarde o temprano vamos a tener que dejar de usar agua para retirar nuestras heces», responde Quiñones Triana. «Debemos, o deberíamos, cambiar la forma en que vemos el agua y los excrementos, conectar sus significados modernos a una realidad social y cultural que no es la de 1900. No vivimos con terror al cólera, ni vivimos en un mundo en el que abunde el agua y en el que sea suficiente con dejar las aguas negras. El cambio vendrá porque la cantidad de personas en el mundo que viven sin ningún tipo de sistema de saneamiento aún es enorme y el cambio empezará por ahí».

La investigación tecnológica en los saneamientos secos no es una comedia sino una emergencia en África, donde la población urbana pasará de 1.300 a 2.500 millones de personas en las próximas tres décadas. Durante más de 20 años, la Fundación Bill Gates ha fomentado la investigación en nuevas formas de redes sanitarias. «Es evidente que en las ciudades de África, donde el sistema aún se tiene que crear, las posibilidades de cambio son más evidentes», dice Arja Renell. «Pero no es cuestión de pensar que el retrete seco es una cosa hecha para los otros, no para la población urbana occidental».

En el Pabellón de Finlandia en la Bienal de Venecia, el montaje muestra vídeos y paneles que explican la cultura de los huusi, la crisis del agua y el valor del compostaje, todo en torno a una bonita construcción de madera que desde fuera parece una escultura pero que, al entrar, resulta ser un baño seco. A un lado está el trono y al otro, su caja de color. La imagen es bastante parecida a la de una sauna. Escenarios del placer.

«Gran parte de la investigación en los inodoros secos está dirigida a que el cambio percibido para los usuarios sea mínimo», dice Renell. «Sabemos que las tras*formaciones tecnológicas funcionan así, que los coches eléctricos deben parecerse a los coches de gasolina para que la gente los admita, igual que las hamburguesas vegetarianas se parecen a las de carne. El retrete seco ya supone un cambio mínimo para su usuario. Hace un poco más de ruido y nada más. Ni siquiera requerirá más trabajo de mantenimiento y limpieza».
 
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