Para que se retractara de su testimonio, le dieron una paliza, en la que le rompieron dos costillas, y después le quemaron la cara con un hierro candente. Los sicarios que le agredieron fueron defendidos por los abogados del 'capo' Tolo Cursach, que revelaron públicamente su identidad y encima le reclamaron judicialmente cantidades astronómicas. Al final ha tenido que cambiarse el nombre y refugiarse en el extranjero, pero 'Público' ha encontrado al testigo de cargo contra la gran mafia balear.
El testigo protegido 29 del caso Cursach pide asilo en Suiza huyendo de sicarios mafiosos
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