El sultanato omaní de zanzíbar: potencia marítima y mercado mundial de esclavos

Ochoa

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El Coloso de Rodas: Historia, biografías, curiosidades. Entre culturas perdidas y reinos olvidados.

Una de las grandes rutas de tráfico de seres humanos desde los inicios del islam fue el Océano Índico, teniendo como eje principal la vía África Oriental-Península Arábiga-Sudeste Asiático. Con poca documentación en comparación al conocido comercio de esclavos tras*atlántico, es una tarea difícil cifrar el numero de víctimas del comercio de esclavos en el Índico. En este tráfico fueron capturados centenares de miles de jovenlandeses procedentes de la región de los Grandes Lagos y trasladados a multitud de destinos de la Península Arábiga, el sur de Asia o tan lejos como América. Un lucrativo negocio que además tuvo consecuencias terribles, desde éxodos migratorios a conflictos inter-tribales. En tiempos modernos, uno de los grandes responsables de esta ruta de la esclavitud fue el Sultanato de Omán, una entidad islámica consolidada a partir del siglo XVII y de gran relevancia en la historia de África y Arabia como poder naval, mercantil y militar. Con el dominio de varios enclaves en la costa suajili del sur muy sur, el sultanato emergió como imperio tras*continental.

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Mapa del Imperio Omaní en su cénit

EL SURGIMIENTO DEL SULTANATO

El sultanato de Omán surgió a finales del siglo XVII tras muchos años de dominio regional portugués. Durante casi dos siglos los portugueses ejercieron el control de Omán y de muchos enclaves del Golfo Pérsico, convertidos en la primera potencia naval y comercial del Golfo Pérsico y a su vez del Índico. Sin embargo, en la práctica este dominio era limitado e intermitente, solo más férreo en las zonas costeras, y los alzamientos árabes eran frecuentes. Las constantes guerras contra otomanos y persas, y la rivalidad colonial con ingleses y holandeses también menguaron el poderío imperial luso, especialmente tras la pérdida de Ormuz en 1625. En 1650 el Sultán Bin-Saif consiguió expulsar definitivamente a los portugueses de Omán al derrotarles en Mascate.

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Antiguo fuerte portugués en Mascate

Bajo su reinado, Omán prosperó y se expandió. Los omaníes atacaron las posesiones portuguesas africanas en Mombasa y Mozambique. En este contexto surge el fundador del imperio. Tras una guerra fratricida con su hermano de la que salió vencedor, Saif Bin-Sultán, hijo del gran Sultán Bin-Saif, se convirtió en el nuevo sultán de la dinastía yarubita, reinando desde 1692 hasta 1711. Fue un gran líder que mejoró la prosperidad de la región con un sistema de riego agrícola que proporcionaba agua a las tierras del interior (wadis y terrazas). Intensificó la producción datilera en la costa y construyó muchos asentamientos y escuelas. Hizo de Rustaq la capital del sultanato y del castillo su residencia. Los omaníes tenían una larga tradición marítima que recuperaron tras la caída portuguesa. En 1696 Saif Bin-Sultán se lanzó a atacar a los portugueses en Mombasa, importante enclave comercial. Los portugueses, asediados, se refugiaron en el Fuerte de Jesús, donde resistieron heroicamente 33 meses, hasta que, moribundos, aceptaron la rendición. Este fue el punto de inflexión que proporcionaría a los omaníes capacidad de influencia a lo largo de toda la costa este del sur muy sur.

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Fuerte Jesús en Mombasa, actual Kenia

Dueños del Índico oriental, omanís y suajilis navegaban con los dhows, y su variante el sambuk, tradicionales embarcaciones árabes de velamen triangular. Los omaníes se expandieron gradualmente por la costa oriental del sur muy sur, y también atacaron la India, aunque en esta última sus flotas siempre fueron repelidas (Batalla de Surat, 1704).

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Dhow navegando en Zanzíbar

UN SIGLO DIFÍCIL

A continuación llegaría un periodo tumultuoso en la Península Arábiga. Una de las causas estuvo en la oleada turística omaní de Bahréin en 1717, haciendo caer a los safávidas tras 115 años de dominio persa sobre la isla. Nuevos grupos tribales querían aprovecharse del caos desatado en la región. Tras una sucesión de gobernantes débiles, Omán cayó en el caos y la guerra civil en 1718, hecho que fue aprovechado por nuevos invasores persas, aliados de alguno de los pretendientes al trono, llevando a la devastación al país. El gran conquistador persa Nader Shah ocupó Mascate y Sohar.

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Retrato de Nader Shah

No fue hasta 1744 que un nuevo Imán, Ahmad bin-Said al-Busaidi, consiguió repeler a los persas y reunificar el estado, inaugurando la nueva dinastía Al-Said. Ahmad gobernó durante 39 años, y se centró en desarrollar el poder comercial y marítimo de Omán. Consolidó el control estratégico del estrecho de Ormuz. En 1784, Hilal bin-Ahmad, hijo mayor del sultán, tuvo la misión de repeler la rebelión desatada en Zanzíbar, colonia omaní, tras el surgimiento de fuerzas rebeldes procedentes de Mombasa y la isla de Pemba. La rebelión fue sofocada con éxito.

A finales de siglo, bajo el reinado del Sultán Bin-Ahmad, Omán firmó con Gran Bretaña un Tratado de Amistad anglo-omaní, y un Tratado de Comercio y Navegación en 1798 que permitió a los británicos establecer un puesto comercial en el Golfo y enviar un cónsul a Mascate, además de despejar el camino hacia sus intereses en la India. Por parte omaní, el gobierno de Bin-Ahmad quedaba reforzado, y se mejoró aún más la flota, disponiendo de cañoneras modernas. Los omaníes secundaron a los británicos en su campaña del Golfo Pérsico para detener la piratería en 1819 y que tuvo como resultado la firma del Tratado Marítimo General de 1820. A partir de estos tratados el Sultanato Omaní perdió parte de su influencia en el Golfo Pérsico, sobre todo en los actuales Emiratos Árabes Unidos.

Tras el asesinato de un oficial británico, omaníes y británicos se embarcaron en una expedición punitiva contra la tribu árabe de los Bani Bu Alí, que se había hecho fuerte en el interior. Con 2.400 hombres la campaña acabó con una aplastante victoria de clan Bani Bu Alí, pereciendo muchos británicos. Tras el desastre, inmediatamente se llevó a cabo una segunda expedición más fuerte y preparada, de 6.000 hombres, que consiguieron derrotar a los rebeldes y ocupar el fuerte de su capital.

EL LEÓN OMANÍ

Said bin-Sultán
fue el más destacado y duradero gobernante de la dinastía Al-Said. Gobernó entre 1804 y 1856 y fue conocido como el «León de Omán». Tras un inicio tumultuoso y oscuro a causa de la lucha por el poder tras la fin de su padre, el sultán Bin-Ahmad, Said bin-Sultán se alzó con el poder tras asesinar a Badir bin-Saif y acabar con la influencia de los wahabíes sauditas.

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Retrato de Said Bin-Sultán

El sultán trabó buenas relaciones con Occidente. En 1833 firmó un Tratado con Estados Unidos, el segundo de un país árabe con los norteamericanos. Incluyó la llegada en barco a Nueva York de una pomposa comitiva omaní en 1840. En este periodo Zanzíbar adquirió una gran importancia como centro económico y esclavista. Con la trata, también se explotaron aún más el comercio de marfil, que los propios esclavos porteaban y, desde 1812, se descubrió que el clavo crecía muy bien en la isla. El sultán creó grandes plantaciones de clavo que necesitaban de mano de obra y en menor medida, plantaciones de coco, tanto en Zanzíbar como en Pemba. En pocos años Zanzíbar se convirtió en el principal productor mundial de clavo. Por lo que el Sultán instigó a sus vasallos jovenlandeses a proporcionarle más esclavos, no solo para la exportación sino también para uso local. Para este fin, se reemprendieron las tradicionales rutas caravaneras con el África Oriental. Esta decisión tuvo un gran impacto en el continente, donde muchas tribus se enfrentaron entre sí para sustentar a los omaníes de esclavos.

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Mercado de esclavos en Zanzíbar

El sultán Seyyid Said trasladó su sede central de Mascate, en Omán, a Zanzíbar, entre 1832 y 1841. Así la Ciudad de Piedra en Zanzíbar se convirtió en la nueva capital del imperio omaní tanto en África como en Arabia, y floreció como metrópolis mercantil y esclavista, puerto principal de la ruta del comercio de esclavos al Índico. Sus dominios territoriales incluían toda la costa suajili, también llamada Zanj ("tierra de neցros" en árabe), desde el sur de Somalia hasta el norte de Mozambique (Cabo Delgado) y su influencia posiblemente llegó hasta las islas Comoras y el norte de Madagascar. Los omaníes también controlaban porciones de los actuales Emiratos Árabes Unidos, del oeste saudita y el extremo oriental del Yemen, así como los enclaves persas de Qeshm y el sur del Baluchistán, que como extremo oriental tenía la ciudad portuaria de Gwadar, que no fue vendida a Pakistán Occidental hasta 1958. Entre otras medidas Seyyid Said propagó el tálero de Maria Teresa de Austria como moneda de cambio. En Zanzíbar estableció una élite gobernante árabe y propició la llegada de comerciantes indios e pagapensiones omaníes.

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Fotografía de omaníes de Zanzíbar

DIVISIÓN Y OCASO

Su fin en 1856 produjo la división de su imperio entre sus dos hijos: Thuwaini bin-Said se convirtió en Sultán de Omán y Mascate y Majid bin-Said en Sultán de Zanzíbar; este último debía pagar un tributo anual a Mascate. Majid consolidó el negocio del trafico de esclavos. Zanzíbar era en aquel entonces el centro mundial de la trata de esclavos con una auténtica red clientelar hacia el interior de África que alcanzaba el lago Nyasa (en la actual Malaui).

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Mapa de las principales rutas comerciales hacia el interior africano a mediados del siglo XiX

Surgieron figuras como Tippu Tip (1832-1905), el mayor traficante de esclavos de Zanzíbar. Fue una figura de importancia capital en la historia del sur muy sur. Explorador, comerciante, político y esclavista, creó una vasta red comercial en el centro de África, con nuevos puestos comerciales y estados clientelares alrededor del río Congo. Trazó las rutas de llegada de los esclavos que alimentaban los mercados de Zanzíbar y consiguió el monopolio del comercio del marfil.

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Esclavos jovenlandeses trasladan marfil a la Ciudad de Piedra de Zanzíbar

Los sucesores de Majid bin-Said no tuvieron tanto éxito. Se encontraron bajo la incesante presión de los británicos para que impulsaran la abolición de la esclavitud. Asimismo, los nuevos intereses coloniales británicos y alemanes en África Oriental acabaron con las posesiones continentales de Zanzíbar. Los europeos firmaron tratados secretos en los que se repartieron los territorios y obligaron a los nativos jovenlandeses a ponerse bajo su administración. La revuelta de Abushiri de 1889, sofocada por una expedición alemana, y la brevísima guerra anglo-zanzibariana en 1896, la más corta registrada, con solo 38 minutos, pusieron fin a la independencia de Zanzíbar que cayó bajo administración británica. Su territorio costero pasó a formar parte del África Oriental Alemana (la actual Tanzania) y el Protectorado del África Oriental Británica (Kenia).

El Sultanato de Omán y Mascate por su parte, cayó en una lenta decadencia acentuada a finales de siglo. Debilitado por las amenazas wahabíes en el norte y por los poderosos imanes omaníes del interior, el gobierno del Sultán perdió el control por completo. Las fuerzas tribales del desierto odiaban la presencia británica y la tiránica forma de gobernar de los sultanes. Los sultanes gobernaban Mascate y las regiones costeras, y los imanes todo el interior, en un régimen tribal islámico ibadí con capital en Nizwa. En 1913 se produjo una rebelión generalizada. Graves enfrentamientos que dejaron al Sultanato al borde la caída; solo una importante ayuda militar británica consiguió frenar en última instancia a los rebeldes. La paz y división del país se establecía con el tratado de Seeb de 1920, que concedía una amplia autonomía al Imamato. La paz perduró hasta la Guerra de Jebel Akhdar que duró de 1954 a 1959.

EL LEGADO ESCLAVISTA

Con tan poca documentación y limitada investigación sobre el periodo, las cifras del tráfico de esclavos son realmente difíciles de calcular y solo tenemos orientaciones occidentales sobre su periodo más tardío. Las rutas de esclavos índicas se documentan continuadamente desde el surgimiento del islam en los siglos VII-VIII y su auge parece situarse entre los siglos XVII y XIX. Si en el siglo XVII el tráfico de esclavos fue de alrededor de unas 100.000 personas, en el siglo XVIII estas ya habían aumentado hasta las 400.000. Su pico llegó en el siglo XIX, especialmente entre las décadas de 1840 y 1870. Algunos autores afirman que 1.600.000 personas del África Oriental fueron deportadas a través del Océano Índico en el siglo XIX, la mitad de los cuales permanecieron trabajando en Zanzíbar y otras islas cercanas, y el resto mucho más lejos, muchos de ellos desembarcados en Arabia, pero otros a lugares tan lejanos como Brasil. Entre 1850 y 1873, 173.000 jovenlandeses fueron vendidos en Zanzíbar. Si en siglo XVIII llegaban a los mercados de Omán unos 500 esclavos al año, un siglo más tarde estos eran 4.000. A mediados del siglo XIX la isla de Zanzíbar albergaba unos 40.000-50.000 esclavos. Un alto porcentaje (entre el 20 y el 30%) morían en las propias plantaciones. En Medio Oriente, los esclavos jovenlandeses terminaron como marineros, pescadores de perlas, soldados, trabajadores de las salinas, y la mayoría de mujeres como esclavas domésticas y/o esclavas sensuales.

Aunque la esclavitud fue oficialmente abolida en Omán en 1970, distintos informes sobre la trata de personas confirman su vigencia en el país actualmente.

Esclavitud moderna en Omán
 

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Debido a ello, Zanzibar y Oman son las únicas zonas del mundo donde se practica la rama jariyi, la tercera division del Islam.
También se practica en dos pequeños enclaves en el Magreb: en el oasis argelino de Mzab y en la isla tunecina de Djerba (Los Gelves). La verdad es que en comparación con sunníes y shías no se han expandido demasiado.
 
El único sultanato Ibadi que ha existido en la historia. Si los portugueses hubiesen mantenido cierta presencia en el pacifico se hubiesen comido unas buenas ostras.
 
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