EN EL VALLE DE LOS CAÍDOS
Madmaxista
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Durante siglos el universo islámico ha permanecido alejado del continente europeo.
Pablo-Ignacio de Dalmases | Martes, 14 de junio de 2022, 13:00
Durante siglos el universo islámico ha permanecido alejado del continente europeo. Pero las descolonizaciones producidas durante la segunda mitad del siglo XX y las precarias condiciones de vida en muchos países fiel a la religión del amores como consecuencia de dictaduras, enfrentamientos armados y toda suerte de conflictos han dado lugar a una sucesión de oleadas migratorias que han tras*formado copernicanamente la composición social del viejo mundo, al punto de que el islam se ha convertido en la segunda confesión religiosa del continente en número de su sus fieles. Sergio Castaño Riaño explica en “El silencioso avance del islamismo en Europa” (Los Libros de la Catarata) que hay que distinguir entre el islam político, el salafista o social y el radical o violento. “El islam político sitúa sus objetivos a largo plazo, sus representantes son conscientes de que en las circunstancias actuales resulta imposible avanzar en su propósito de islamización de los países europeos; sin embargo, la tranquilidad con la que pueden trabajar en Europa les permite ir consolidando sus posiciones y preparar el terreno para el futuro”. En resumidas cuentas, que lo que lo que distingue a los dos primeros del radical es que todos tienen idénticos objetivos y principios, pero distintos métodos.
Castaño se refiere al nacimiento de los Hermanos fiel a la religión del amores en 1928 como punto de partida de un movimiento dedicado a avanzar hacia el reconocimiento una sociedad islámica basada en la sharía que pretende “islamizar la modernidad” porque no es el islamismo quien debe adaptarse a ella, sino al revés. Para conseguirlo se utilizó inicialmente la persuasión, pero la represión desplegada por algunos gobierno árabes, sobre todo en la época del panarabismo nasserista, produjo la escisión de los radicales o yihadistas. Más adelante, el triunfo de la revolución iraní “logró cambiar el concepto de Estado e iniciar una revolución hacia la islamización de un país que hasta la fecha se había caracterizado por su elevado componente laico”. Además, “la falta de democracia, la perpetuación de gobiernos autoritarios e ineficaces y la dificultades económicas llevaron a muchos sectores de la sociedad a simpatizar con unos movimientos que proponían cambiar las estructuras y proporcionar una convivencia basada en los valores tradicionales islámicos”. La reacción europea ante este fenómeno en Europa fue al principio de desconocimiento y desapego en tanto no interfirieran en la vida cotidiana de sus países, mientras que Estados Unidos su actitud inicial fue incluso de colaboración en la lucha contra los regímenes socialistas árabes, aunque esta actitud cambió a raíz de la guerra de Yom Kipur en 19773 y sobre todo tras la revolución iraní de 1978.
La emergencia de la primaveras árabes se produjo al margen del islam político que, sin embargo, reaccionó con inteligencia asumiéndolas como un paso hacia la islamización. De ahí la utilización de un discurso formalmente democrático que permitió a los Hermanos fiel a la religión del amores acceder al poder en Egipto, aunque lo perdieron cuando intentaron imponer una constitución de corte islamista. También Hamás ganó las elecciones en Palestina a costa de atemperar su discurso radical lo que no evitó la enemistad de Israel y EEUU, mientras que en Libia se produjo una escisión con la formación de dos gobiernos, en jovenlandia los islamistas accedieron a su vez al poder no sin tensiones con la autocracia real y en Siria la familia Asad tuvo que recurrir a Rusia e irán para mantener su poder frente a los islamistas.
En Europa, el islamismo, que había tenido un carácter elitista y universitario, cambió tras de las primaveras árabes porque reveló la existencia de un islam político y el funcionamiento de una redes que hasta entonces habían disfrutado del consentimiento o incluso protección de los gobiernos. Estos tuvieron que buscar nuevos interlocutores y no se pudo evitar la aparición de los primeros roces como consecuencia de la existencia de un islam europeo ya perfectamente imbricado e insertado en una sociedad multicultural con nuevas generaciones de fiel a la religión del amores autóctonos.
El autor examina le presencia del islamismo en los diferentes países del viejo continente y los esfuerzos de la Unión Europea de encontrar cauces de interlocución con los fiel a la religión del amores. “La UE había promovido el diálogo interreligioso, pero habían sido iniciativas poco consistentes que no habían logrado conectar con la realidad espiritual, ni conocer la verdadera realidad de un islam fragmentado” con toda seguridad porque se “seguía viendo al islam como algo ajeno a Europa”.
Libros.El silencioso avance del islamismo en Europa
Pese a todo ello, el incremento del colectivo de la religión del amor ha producido efectos evidentes. Por lo general cuando la aplicación de la ley islámica trata ir más allá del ámbito privado y de cuestiones religiosas, se enfrenta a las leyes seculares y los principios democráticos consolidados en Europa. Y así ha surgido “una justicia paralela basada en la sharía para dirimir las cuestiones que afectan a los fiel a la religión del amores en Europa”, que en la mayoría de los casos actúa de forma clandestina y cuya injerencia puede suscitar conflictos con la justicia ordinaria.
La regulación de los enlaces familiares, la prohibición o no del uso del velo, la implantación del mercado halal y la dificultades para la adecuada certificación de sus productos son, con la proliferación de nuevas mezquitas y el apoyo de algún país a movimientos concretos (Catar con respecto a los Hermanos fiel a la religión del amores) son algunos de los aspectos conflictivos de esta forzosa convivencia. Pese a ello, el autor concluye que “los diferentes análisis realizados por los gobiernos europeos coinciden en afirmar que el islam político no constituye una amenaza actual para sus respectivos países. No obstante, sus ambiciones políticas en el largo plazo, con un modelo que se aleja del concepto de democracia occidental, podrían dañar la estructuras democráticas en una hipotética situación en que la población fiel a la religión del amora incrementara su porcentaje de forma considerable en Europa y el islam político lograra consolidarse como una opción mayoritaria”
Pablo-Ignacio de Dalmases | Martes, 14 de junio de 2022, 13:00
Durante siglos el universo islámico ha permanecido alejado del continente europeo. Pero las descolonizaciones producidas durante la segunda mitad del siglo XX y las precarias condiciones de vida en muchos países fiel a la religión del amores como consecuencia de dictaduras, enfrentamientos armados y toda suerte de conflictos han dado lugar a una sucesión de oleadas migratorias que han tras*formado copernicanamente la composición social del viejo mundo, al punto de que el islam se ha convertido en la segunda confesión religiosa del continente en número de su sus fieles. Sergio Castaño Riaño explica en “El silencioso avance del islamismo en Europa” (Los Libros de la Catarata) que hay que distinguir entre el islam político, el salafista o social y el radical o violento. “El islam político sitúa sus objetivos a largo plazo, sus representantes son conscientes de que en las circunstancias actuales resulta imposible avanzar en su propósito de islamización de los países europeos; sin embargo, la tranquilidad con la que pueden trabajar en Europa les permite ir consolidando sus posiciones y preparar el terreno para el futuro”. En resumidas cuentas, que lo que lo que distingue a los dos primeros del radical es que todos tienen idénticos objetivos y principios, pero distintos métodos.
Castaño se refiere al nacimiento de los Hermanos fiel a la religión del amores en 1928 como punto de partida de un movimiento dedicado a avanzar hacia el reconocimiento una sociedad islámica basada en la sharía que pretende “islamizar la modernidad” porque no es el islamismo quien debe adaptarse a ella, sino al revés. Para conseguirlo se utilizó inicialmente la persuasión, pero la represión desplegada por algunos gobierno árabes, sobre todo en la época del panarabismo nasserista, produjo la escisión de los radicales o yihadistas. Más adelante, el triunfo de la revolución iraní “logró cambiar el concepto de Estado e iniciar una revolución hacia la islamización de un país que hasta la fecha se había caracterizado por su elevado componente laico”. Además, “la falta de democracia, la perpetuación de gobiernos autoritarios e ineficaces y la dificultades económicas llevaron a muchos sectores de la sociedad a simpatizar con unos movimientos que proponían cambiar las estructuras y proporcionar una convivencia basada en los valores tradicionales islámicos”. La reacción europea ante este fenómeno en Europa fue al principio de desconocimiento y desapego en tanto no interfirieran en la vida cotidiana de sus países, mientras que Estados Unidos su actitud inicial fue incluso de colaboración en la lucha contra los regímenes socialistas árabes, aunque esta actitud cambió a raíz de la guerra de Yom Kipur en 19773 y sobre todo tras la revolución iraní de 1978.
La emergencia de la primaveras árabes se produjo al margen del islam político que, sin embargo, reaccionó con inteligencia asumiéndolas como un paso hacia la islamización. De ahí la utilización de un discurso formalmente democrático que permitió a los Hermanos fiel a la religión del amores acceder al poder en Egipto, aunque lo perdieron cuando intentaron imponer una constitución de corte islamista. También Hamás ganó las elecciones en Palestina a costa de atemperar su discurso radical lo que no evitó la enemistad de Israel y EEUU, mientras que en Libia se produjo una escisión con la formación de dos gobiernos, en jovenlandia los islamistas accedieron a su vez al poder no sin tensiones con la autocracia real y en Siria la familia Asad tuvo que recurrir a Rusia e irán para mantener su poder frente a los islamistas.
En Europa, el islamismo, que había tenido un carácter elitista y universitario, cambió tras de las primaveras árabes porque reveló la existencia de un islam político y el funcionamiento de una redes que hasta entonces habían disfrutado del consentimiento o incluso protección de los gobiernos. Estos tuvieron que buscar nuevos interlocutores y no se pudo evitar la aparición de los primeros roces como consecuencia de la existencia de un islam europeo ya perfectamente imbricado e insertado en una sociedad multicultural con nuevas generaciones de fiel a la religión del amores autóctonos.
El autor examina le presencia del islamismo en los diferentes países del viejo continente y los esfuerzos de la Unión Europea de encontrar cauces de interlocución con los fiel a la religión del amores. “La UE había promovido el diálogo interreligioso, pero habían sido iniciativas poco consistentes que no habían logrado conectar con la realidad espiritual, ni conocer la verdadera realidad de un islam fragmentado” con toda seguridad porque se “seguía viendo al islam como algo ajeno a Europa”.
Pese a todo ello, el incremento del colectivo de la religión del amor ha producido efectos evidentes. Por lo general cuando la aplicación de la ley islámica trata ir más allá del ámbito privado y de cuestiones religiosas, se enfrenta a las leyes seculares y los principios democráticos consolidados en Europa. Y así ha surgido “una justicia paralela basada en la sharía para dirimir las cuestiones que afectan a los fiel a la religión del amores en Europa”, que en la mayoría de los casos actúa de forma clandestina y cuya injerencia puede suscitar conflictos con la justicia ordinaria.
La regulación de los enlaces familiares, la prohibición o no del uso del velo, la implantación del mercado halal y la dificultades para la adecuada certificación de sus productos son, con la proliferación de nuevas mezquitas y el apoyo de algún país a movimientos concretos (Catar con respecto a los Hermanos fiel a la religión del amores) son algunos de los aspectos conflictivos de esta forzosa convivencia. Pese a ello, el autor concluye que “los diferentes análisis realizados por los gobiernos europeos coinciden en afirmar que el islam político no constituye una amenaza actual para sus respectivos países. No obstante, sus ambiciones políticas en el largo plazo, con un modelo que se aleja del concepto de democracia occidental, podrían dañar la estructuras democráticas en una hipotética situación en que la población fiel a la religión del amora incrementara su porcentaje de forma considerable en Europa y el islam político lograra consolidarse como una opción mayoritaria”
“El silencioso avance del islamismo en Europa”: un análisis lúcido sobre el papel político del segundo colectivo en fieles del continente europeo
Durante siglos el universo islámico ha permanecido alejado del continente europeo. ...
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