Luxmundi
Qui sequitur me non ambulat in tenebris
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- 29 Ene 2024
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Hola a todos, quisiera estrenarme en el foro con un post edificante.
En estos tiempos que corren de cambios e incertidumbres quiero introducir mensajes esclarecedores que guíen hacia el bienestar de quien esté dispuesto a leerlos.
Me gustaría empezar hablando de un episodio bíblico e interpretarlo de una manera práctica.
En una exégesis de este tiempo, es importante entender la revelación en clave empírica y positiva, en tanto que se pueda aplicar y sea salvífica en nuestras vidas.
Os traigo, pues, el episodio de las tentaciones de Cristo, el cual analizaré para nuestro provecho.
LAS TENTACIONES DE CRISTO
Este es el episodio resumido:
Jesús, tras ser bautizado por Juan, es llevado por el Espíritu al desierto y el adversario lo tienta tres veces.
Primera tentación:
Jesús lleva 40 días de ayuno y el tentador le insta a que, siendo hijo de Dios, convierta las piedras en pan.
Jesús le dice: "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de Dios".
Segunda tentación:
El tentador lleva a Jesús al pináculo del templo y le insta a que, siendo hijo de Dios, se tire al vacío porque los ángeles lo salvarán.
Jesús le dice: "No tentarás al Señor tu Dios".
Tercera tentación:
El diablo lleva a Jesús a un monte y le muestra todos los reinos gloriosos del mundo y le dice que todo eso será suyo si le adora postrado.
Jesus le dice: "Vete Satanás, al señor tu Dios adorarás y a él solo servirás".
Conclusión:
Finalmente el diablo se marcha y llegan los ángeles para asistir a Jesús.
Jesús marcha a Galilea y, viendo una gran luz esclarecedora, comenzó a predicar y dijo:
"Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado".
CONTEXTO
Antes de entrar en el análisis en sí, quiero dar un poco de contexto:
El adversario se manifiesta a través de pensamientos e impulsos engañadores que llevan al hombre a cometer actos "pecaminosos".
Ahora, ¿qué es el "pecado"? El pecado es la expresión en modo de pensamiento o acto de la desconexión con lo divino; lo cual suele llevar al desorden, a la angustia o incluso a la desesperanza.
En la práctica, un acto hecho de manera inconsciente y que al final resulte perjudicial para uno o para el prójimo puede considerarse pecaminoso.
El mundo en el que vivimos es un mundo en el que el hombre "sufre" una condición de aparente constante desconexión con Dios. Es el velado de la consciencia divina, ese es el "pecado original". El "habernos olvidado de Dios"; pero ese olvido no es insalvable. La figura de Cristo es un ejemplo preclaro de que el Hombre puede volver a reencontrase con Dios a través de su ejemplo. Esa es la salvación, el reencuentro con Dios; y en la dispensación de estos tiempos esa salvación ha de entenderse atemporalmente; no solo en el fin de los tiempos, sino ahora y en la hora de la fin, aquí, ahora y siempre.
Entendido esto, es pertinente concebir las tentaciones como pensamientos o impulsos perpetrados por el adversario para desconectar al individuo de la consciencia divina y meterlo más hondo en el engaño o velado de la realidad numinosa.
Los evangelios, pues, son una guía revelada que nos enseñan a través de la figura de Cristo a religarnos con lo divino.
Si te ves acechado por pensamientos o impulsos negativos –perpetrados por ese adversario–, es justo tomar el ejemplo de Jesús enfrentándose a sus tentaciones en el desierto.
Es importante entender que en el episodio de las tentaciones de Cristo es claro que las promesas hechas por el adversario son engañosas, es decir, su cumplimiento violaría las reglas físicas del mundo material. Las tentaciones son, pues, hipérboles irrealizables; y el sucumbir a ellas llevaría al tentado a sufrir un desengaño muy fuerte y a la desesperanza.
Aplicado a la vida real, una tentación así puede expresarse de diversas formas, pero una de las más comunes son los pensamientos negativos o engañosos que hacen perder energía y tiempo, etc. Otra forma común son las adicciones o las acciones perjudiciales recurrentes. El análisis de este episodio puede ayudar a, por ejemplo, deshacerse paulatinamente de esas adicciones fruto del malo.
En estos tiempos que corren de cambios e incertidumbres quiero introducir mensajes esclarecedores que guíen hacia el bienestar de quien esté dispuesto a leerlos.
Me gustaría empezar hablando de un episodio bíblico e interpretarlo de una manera práctica.
En una exégesis de este tiempo, es importante entender la revelación en clave empírica y positiva, en tanto que se pueda aplicar y sea salvífica en nuestras vidas.
Os traigo, pues, el episodio de las tentaciones de Cristo, el cual analizaré para nuestro provecho.
LAS TENTACIONES DE CRISTO
Este es el episodio resumido:
Jesús, tras ser bautizado por Juan, es llevado por el Espíritu al desierto y el adversario lo tienta tres veces.
Primera tentación:
Jesús lleva 40 días de ayuno y el tentador le insta a que, siendo hijo de Dios, convierta las piedras en pan.
Jesús le dice: "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de Dios".
Segunda tentación:
El tentador lleva a Jesús al pináculo del templo y le insta a que, siendo hijo de Dios, se tire al vacío porque los ángeles lo salvarán.
Jesús le dice: "No tentarás al Señor tu Dios".
Tercera tentación:
El diablo lleva a Jesús a un monte y le muestra todos los reinos gloriosos del mundo y le dice que todo eso será suyo si le adora postrado.
Jesus le dice: "Vete Satanás, al señor tu Dios adorarás y a él solo servirás".
Conclusión:
Finalmente el diablo se marcha y llegan los ángeles para asistir a Jesús.
Jesús marcha a Galilea y, viendo una gran luz esclarecedora, comenzó a predicar y dijo:
"Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado".
CONTEXTO
Antes de entrar en el análisis en sí, quiero dar un poco de contexto:
El adversario se manifiesta a través de pensamientos e impulsos engañadores que llevan al hombre a cometer actos "pecaminosos".
Ahora, ¿qué es el "pecado"? El pecado es la expresión en modo de pensamiento o acto de la desconexión con lo divino; lo cual suele llevar al desorden, a la angustia o incluso a la desesperanza.
En la práctica, un acto hecho de manera inconsciente y que al final resulte perjudicial para uno o para el prójimo puede considerarse pecaminoso.
El mundo en el que vivimos es un mundo en el que el hombre "sufre" una condición de aparente constante desconexión con Dios. Es el velado de la consciencia divina, ese es el "pecado original". El "habernos olvidado de Dios"; pero ese olvido no es insalvable. La figura de Cristo es un ejemplo preclaro de que el Hombre puede volver a reencontrase con Dios a través de su ejemplo. Esa es la salvación, el reencuentro con Dios; y en la dispensación de estos tiempos esa salvación ha de entenderse atemporalmente; no solo en el fin de los tiempos, sino ahora y en la hora de la fin, aquí, ahora y siempre.
Entendido esto, es pertinente concebir las tentaciones como pensamientos o impulsos perpetrados por el adversario para desconectar al individuo de la consciencia divina y meterlo más hondo en el engaño o velado de la realidad numinosa.
Los evangelios, pues, son una guía revelada que nos enseñan a través de la figura de Cristo a religarnos con lo divino.
Si te ves acechado por pensamientos o impulsos negativos –perpetrados por ese adversario–, es justo tomar el ejemplo de Jesús enfrentándose a sus tentaciones en el desierto.
Es importante entender que en el episodio de las tentaciones de Cristo es claro que las promesas hechas por el adversario son engañosas, es decir, su cumplimiento violaría las reglas físicas del mundo material. Las tentaciones son, pues, hipérboles irrealizables; y el sucumbir a ellas llevaría al tentado a sufrir un desengaño muy fuerte y a la desesperanza.
Aplicado a la vida real, una tentación así puede expresarse de diversas formas, pero una de las más comunes son los pensamientos negativos o engañosos que hacen perder energía y tiempo, etc. Otra forma común son las adicciones o las acciones perjudiciales recurrentes. El análisis de este episodio puede ayudar a, por ejemplo, deshacerse paulatinamente de esas adicciones fruto del malo.
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