Manoliko
Será en Octubre
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- 8 Sep 2010
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Eran ya las tres de la madrugada y fui con dos amigos a tomar la última a un garito frecuentado por momias. Llevaba desde las cinco de la tarde bebiendo y sin duda iba más tocado de lo que yo pensaba, y también de buen rollo. Allí había un grupo de mujeres mayores que nosotros, de unos 45 o 50 años.
Una de esas señores empezó a buitrear a nuestro lado, tratando de llamar nuestra atención bailando. Al ver que no conseguía su objetivo y que no la mirábamos se dirige a mi y me entrega la botella de tercio de cerveza que llevaba en la mano. Se la sujeto y comienza a hacer como que se suelta y arregla el pelo con ambas manos. Cuando acaba le devuelvo el tercio, le sonrío y me giro hacia mis amigos porque NO me interesa esa vieja.
A la mañana siguiente, recordando aquello vi que soy demasiado bueno. Si tuviese la misma mala leche que tienen ellas, no habría pasado la oportunidad de humillarla merecidamente. La tía al menos consiguió su objetivo de obtener unos segundos de casito y que encima me prestase a sujetarle el tercio con amabilidad. Cuando lo que debería haber hecho es mirarla con cara de desprecio y después ignorarla, dándole la espalda, dejándola ahí con el brazo extendido pidiéndome que le sujetase la cerveza.
Ser amable y buena persona a veces contribuye a un mundo peor. Porque por mi culpa, esa bruja se fue de rositas sin que la pusieran en su sitio. Alguien tiene que explicarle de una vez a las señoras de esas edades que dan mucho ardor de estomago cuando se comportan como quinceañeras y van persiguiendo a hombres más jóvenes.
Una de esas señores empezó a buitrear a nuestro lado, tratando de llamar nuestra atención bailando. Al ver que no conseguía su objetivo y que no la mirábamos se dirige a mi y me entrega la botella de tercio de cerveza que llevaba en la mano. Se la sujeto y comienza a hacer como que se suelta y arregla el pelo con ambas manos. Cuando acaba le devuelvo el tercio, le sonrío y me giro hacia mis amigos porque NO me interesa esa vieja.
A la mañana siguiente, recordando aquello vi que soy demasiado bueno. Si tuviese la misma mala leche que tienen ellas, no habría pasado la oportunidad de humillarla merecidamente. La tía al menos consiguió su objetivo de obtener unos segundos de casito y que encima me prestase a sujetarle el tercio con amabilidad. Cuando lo que debería haber hecho es mirarla con cara de desprecio y después ignorarla, dándole la espalda, dejándola ahí con el brazo extendido pidiéndome que le sujetase la cerveza.
Ser amable y buena persona a veces contribuye a un mundo peor. Porque por mi culpa, esa bruja se fue de rositas sin que la pusieran en su sitio. Alguien tiene que explicarle de una vez a las señoras de esas edades que dan mucho ardor de estomago cuando se comportan como quinceañeras y van persiguiendo a hombres más jóvenes.