Burt Lancaster
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OPINIÓN
Juanjo Martín | EFE
01 jul 2022. Actualizado a las 16:47 h.
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Los amigos del repruebo, los del cuanto peor mejor, se conjuraron. Querían llamar la atención a toda costa en las redes. Y pusieron en la diana a la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, habitualmente discreta, pero protagonista estos días por su presencia pública en los actos de la cumbre de la OTAN, que España ha organizado de manera sobresaliente.
Buscando ofender, lanzaron contra ella una etiqueta peyorativa, #Begoño, que se convirtió en tendencia durante unas horas. ¿Había hecho algo para merecer ese trato? No. No había dicho nada inconveniente. No estaba involucrada en ningún escándalo. Ningún disparate trumpista o ayusista había salido de su boca. Simplemente, era la pareja de Pedro Sánchez. Y eso para los odiadores de derecha extrema es suficiente.
Por suerte, los disparates sobre su aspecto físico, su supuesta rivalidad con la reina Letizia y otras conspiraciones apenas encontraron eco más allá de la caverna con el paso de las horas. Y fueron sustituidos por elogios a su papel elegante en la cumbre, a las buenas migas con Joe Biden (la actitud cariñosa del presidente americano sí ha causado cierto debate en Twitter) y a su dominio del inglés en las conversaciones con la primera dama estadounidense. La campaña cavernícola salió rana. Solo había servido para enardecer a los suyos. Y también para reforzar la figura del aborrecido presidente resiliente.
https://www.lavozdeasturias.es/noti...mez-mujer-sanchez/00031656600210512617127.htm
