El regreso derrotada de Juana Rivas a Cerdeña, la isla de sus ocho denuncias archivadas

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Italia | No se sabe de qué vive en Cagliari, donde reside. Ha llegado a decir que sus ingresos son de 420 euros al mes pensando:
El regreso derrotada de Juana Rivas a Cerdeña, la isla de sus ocho denuncias archivadas

No ha logrado evitar devolver el jueves 15 sus hijos a Francesco Arcuri, su expareja italiana, tras las vacaciones. Desde España, volvió a denunciarle e incluso intentó, sin éxito, que la Junta de Andalucía se quedara con los niños. Está pendiente de que el Tribunal Supremo confirme su condena a cinco años por el secuestro de los niños en 2017.

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Rivas, con unos papeles en la mano, antes de viajar para entregar a sus hijos al padre. Imagen exclusiva de EL MUNDO tomada en el aeropuerto de Sevilla. Los niños estaban en España de vacaciones desde el pasado 7 de junio. JAVIER BARBANCHO

«Estoy muy mal. Es un momento muy crítico para mí», suelta Juana Rivas (Maracena, Granada, 1981). A su lado están sus hijos de cinco y 13 años. El rostro adusto, la mirada llorosa y una derrota más. Esta vez, la Audiencia de Granada le denegó las medidas cautelares por una nueva denuncia de maltrato de la española contra su ex marido Francesco Arcuri. Tampoco contó con la venia de los servicios de menores de la Junta de Andalucía ante su denuncia por «riesgo grave para la integridad física y psicológica» de los pequeños. Pretendía que tutelara a sus hijos y que no volvieran a Italia, donde residen con el padre.

Arcuri, hace dos años, vivió una campaña mediática tremenda en su contra. Él parecía culpable y Juana la víctima. Pero no. Los tribunales fueron ratificando, poco a poco, su versión frente a la sucesión de denuncias de ella contra él. En julio de 2018, condenaron a Rivas a cinco años de prisión por el secuestro de sus dos hijos en 2017, las costas y una indemnización de 30.000 euros por daños jovenlandesales. En marzo de este año, se ratificó la sentencia de guandoca y se dejó en 12.000 la indemnización.

Este jueves, el vuelo de Juana con los niños despegó a las 7:36 horas del aeropuerto de San Pablo (Sevilla). Aterrizó a las 9:30 en Cagliari (Cerdeña). Le quedaba entregar a los niños a su padre -tiene la custodia exclusiva de los hijos según sentenció el tribunal civil de esta ciudad sarda, en marzo de este año- y debía hacerlo en su hogar. No puedo, dijo. Argumentó que no tenía fuerzas.

Al verificar que Juana no le va a llevar a los niños al lugar que le correspondía, Arcuri sale de su casa en Carloforte, isla colindante con Cerdeña, con cierto miedo. Está a 81,2 km de distancia. Aunque el termómetro marca 26 grados, la sensación es de muchos más para un padre que va con una enorme dosis de cansancio. Más mental que físico. Incluso durante las vacaciones de ella con los niños en España, Juana le había denunciado de nuevo. Otra vez. Él ya había ganado cada batalla judicial desde que ella decidió, en julio de 2017, huir con los chicos. Y ella las ha ido perdiendo todas.

«No quiero ver a Juana en la guandoca», decía él a Crónica (septiembre de 2017), tras recibir a los niños después de la escapada de Juana. Condenada a cinco años -la sentencia está pendiente de la ratificación del Supremo-, el fallo hace hincapié en una cosa importante para Francesco: «El señor Arcuri, por más que ella lo presente como maltratador, no ha sido condenado por ello, pues la sentencia de 2009 fue cumplida y sus antecedentes penales han debido ser cancelados». Para más inri, EL MUNDO ha publicado que, «según los partes del maltrato, él tenía más lesiones que Rivas, y retiró la denuncia contra ella y aceptó ser condenado por miedo a no poder ver a su hijo».

El hostelero italiano -Arcuri y sus hijos viven en su pensión en Carloforte- no se puede librar aún de esa palabra: «miedo». Es que Juana no ha dejado de denunciarle. También en la distancia. Este verano, Rivas se llevó a los chicos de vacaciones el 7 de junio. Para el 22 de julio, él ya tenía una nueva acusación. En realidad, tres en el mismo escrito. Se decía que ellos «seguían sufriendo maltrato, incluidas amenazas de fin por parte de su padre». Y remitía a agresiones del 29 de mayo, de una fecha «no determinada» y de sólo un día antes de que volvieran con ella. Solicitaba, desde España, «la urgente adopción de medidas penales y civiles de protección de los menores». Presentó sus alegatos en Andalucía. Resultado: el juzgado de Instrucción 3 de Granada ha declarado «la incompetencia de la jurisdicción española» para el caso. Ya en febrero la Fiscalía italiana había archivado ocho denuncias de Juana contra Arcuri. Y es rotunda en sus razones. Por ser «inverosímil la narración de la extraordinaria violencia» que describe Rivas. Como que, a uno de los niños, Francesco se lo había entregado «oliendo a pis de gato».

Tampoco aceptó como prueba una carta del hijo mayor de Arcuri y Rivas donde escribía sobre su papá: «Siempre tengo miedo de que nos va a apiolar, es como una peli de miedo y no puedes escapar». Esto último se consideró una evidencia, en cambio, de la «manipulación» de la progenitora. Todo lo contrario a lo que se señala de Francesco: «un padre cariñoso que cuida a sus hijos». Las denuncias iban de 2016 a 2018.

Jueves del reencuentro con sus hijos. Arcuri llega al nuevo punto que le improvisó Rivas. Está acostumbrado a estos vaivenes. Se reúne con sus hijos, después de unas largas vacaciones, y es lo que realmente le importa.

No se sabe de qué vive la progenitora española en Italia. Según la documentación de su equipo jurídico, «intentaron un embargo por costas judiciales a Juana y ella alegó que sus únicos ingresos son 420 euros al mes». Reside en Cagliari y allí, cuando los niños están en periodo lectivo, los tiene cada fin de semana sin privaciones. «Ella le debe la pensión, los 300 euros que le corresponde pagar cada mes, que nunca ha abonado»...

Lo que sí agota a Arcuri -del régimen de visitas- es que muchas veces tiene que recogerlos en servicios sociales. Y a veces al llegar se encuentra con una nueva una nueva andanada. ¿Tanta denuncia archivada puede tener consecuencias para Juana? «Los servicios sociales de Carloforte han pedido al juez que corte el régimen de visitas». Otro hecho que les ha asombrado y por el que están estudiando tomar medidas: «Los habría tenido en julio realizando actividades en torno al centro de la mujer de Maracena (Granada). Como si fueran víctimas de violencia género».

El regreso derrotada de Juana Rivas a Cerdeña, la isla de sus ocho denuncias archivadas
 
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Dos detalles más de la loca...

«Ella le debe la pensión, los 300 euros que le corresponde pagar cada mes, que nunca ha abonado»...

(...) . Otro hecho que les ha asombrado y por el que están estudiando tomar medidas: «Los habría tenido en julio realizando actividades en torno al centro de la mujer de Maracena (Granada). Como si fueran víctimas de violencia género».
Y lo peor de todo es que la única razón de que esta tarada esté sufriendo penurias legales, es porque el tribunal que trata el caso es italiano. Hay miles como ella en España a las que nuestros "imparciales" tribunales defienden y alientan.
 
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