El regreso de los teléfonos orates

Los teléfonos orates vuelven. O, al menos, suscitan interés. Un informe de la consultora Counterpoint señala que, a diferencia de la venta de teléfonos inteligentes, que se congeló en 2018, la de teléfonos básicos alcanzó los mil millones de unidades en 2020 frente a los 400 millones de 2019. A pesar de que esta tendencia pudo estar marcada por el cobi19 –como ha señalado recientemente la consultora Gartner al constatar una recuperación de la venta de smartphones en 2021–, hay un interés creciente por estos teléfonos-sólo-para-llamar. La búsqueda en Google de ellos aumentó un 89% entre 2018 y 2021, según un informe de la firma de software Semrush. Y no hay ninguna empresa de hardware que no haya lanzado su propio modelo de teléfono orate.

“Antes siempre estaba pegado al teléfono revisando cualquier cosa. El colmo llegó un día, a las cinco de la madrugada, en el que me sorprendí actualizando de manera incansable Twitter e Instagram mientras estaba en el bus de camino al aeropuerto. No había novedades, ¿quién actualiza sus redes a esas horas?, ¡pero no podía dejar de hacerlo!”. Facund Fora Alcalde, 28 años, explica que en ese preciso momento decidió renunciar a su smartphone y adquirir un teléfono orate, uno de esos que sólo sirve para enviar y recibir llamadas y mensajes de texto SMS.

Han pasado cinco años desde entonces y Fora, que estudió Economía y ahora es profesor asociado en la Universitat Autònoma de Barcelona, es un hombre feliz: “Ahora tengo el control sobre mis sentimientos y mis emociones. He dejado de vivir en un estado de alerta permanente”, añade.

“Llegó un punto en que tener un smartphone me generó un estado de alerta permanente. Sentía que tenía que estar pendiente todo el día, al fin y al cabo llevaba en el bolsillo una ventana abierta al mundo 24/7”, explica Fora. “Incluso WhatsApp, que no es una red social ni está diseñada para captar nuestra atención de manera constante, me suscitaba ansiedad. Entraba de vez en cuando a mirar si mis contactos habían cambiado la fotografía del perfil”, añade.

Las personas que optan por este tipo de teléfonos afirman sentirse felices por recuperar algo tan básico como la conversación. Los smartphones permiten cientos de conexiones diarias, pero casi todas ellas a través de mensajes de texto. Cambiar un smartphone por un teléfono básico implica también cambiar los mensajes por las llamadas. Algo extraño entre los más jóvenes, los Z (cuya edad está comprendida entre los 15 y los 22 años), que han sido descritos como la generación muda por su falta de capacidad para el diálogo. Hay que recordar que cuando Steve Jobs presentó el primer iPhone describió más de 50 características del aparato. La última era hacer llamadas.

La investigadora del MIT Sherry Turkle alerta en su libro En defensa de la conversación que los teléfonos móviles no sólo alteran qué hacemos, sino cómo somos. El diálogo, entendido como el intercambio de ideas contrarias, está en vías de extinción en una sociedad en la que lo más fácil es aislarse detrás de una pantalla, sostiene la autora. Pero algo podría estar cambiando.

Los he visto en formato llavero que solo se conecta a Whatsapp pero no pensaba que era este el motivo, sino más bien poder dar un teléfono capado para tener localizados a los críos o abuelos.