MAESE PELMA
me gusta depilarme los huevones y tocármelos
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El Ayuntamiento de Castellón, con la alcaldesa socialista Amparo Marco al frente, ha comenzado este miércoles el derribo de la cruz católica instalada en el parque de Ribalta, en medio de una monumental protesta por parte de aquellos que se oponen a su retirada.
Los trabajos para quitar este símbolo cristiano instalado en 1944, que costarán casi 60.000 euros, se han desarrollado en medio de un fuerte dispositivo policial y con manifestantes que han clamado contra miembros de Compromís -socios del Gobierno municipal-, presentes en el lugar, que se mofaban de sus quejas.
«zascandil», «desagraciado», «terrorista de cosa», «augusto» o «me gusta la fruta», han sido algunos de los insultos que han recibido con una sonrisa de oreja a oreja los miembros de Compromís.
El diputado nacional de la formación Joan Baldoví, ha calificado a los manifestantes de «trogloditas» y ha compartido en sus redes sociales imágenes de los tensos momentos que se han producido.
Aunque Baldoví tilda de «franquista» la cruz, lo cierto es que en su inscripción rezaba desde 1979 la frase «por todas las víctimas de violencia», por lo tanto, no era un homenaje a los caídos del bando nacional en la Guerra Civil, como lo fue en 1944 cuando la leyenda decía «en honor a los caídos por Dios y por España». Tras su retirada, la cruz será trasladada a la iglesia de Santo Tomás de Villanueva.
Según la concejal de Memoria Democrática del Consistorio, Verònica Ruiz (Compromís), «por fin comienzan las obras que verdaderamente harán que se retire el monumento de exaltación al franquismo de la vía pública, después de varios procedimientos judiciales, incluso alguna querella y tres licitaciones, cumpliendo así la Ley de Memoria Democrática y la Ley de Memoria Histórica valenciana».
Mientras tanto, el diputado de Compromís y ex consejero de Cultura, Vicent Marzà, afirma en sus redes sociales que «no hay mejor manera de empezar un año que derribando homenajes a la dictadura».
La ejecución del proyecto, que incluye la retirada de la cruz, se prevé que tenga una duración de seis semanas y tiene también como objetivo recuperar el espacio ajardinado.
Por tanto, a lo largo del período se trabajará en el acondicionamiento e integración del espacio. En primer lugar, se procederá a derribar la estructura de hormigón y mármol, así como las escaleras que se encuentran en la cruz. En caso de sufrir algún daño, la cruz durante su retirada será reparada por Solaris Purgare, empresa adjudicataria de este proyecto del Acord de Fadrell.